sábado, 1 de noviembre de 2014

LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS

Revelaciones privadas acerca de la Comunión de los Santos



Nota Aclaratoria
Después de haber sido derogados los cánones 1399 y 2318 del Código de Derecho Canónico, por la decisión de Pablo VI en el “Acta Apostolicae Sedis” (Vol. 58, Número 16) del 15 de noviembre de 1966, publicado el 29 de diciembre del mismo año, los escritos referentes a nuevas publicaciones, manifestaciones, milagros, etc., pueden ser difundidos y leídos por los fieles, incluso sin licencia expresa de la Autoridad Eclesiástica, con tal de que se observe la Moral Cristiana General.
Recordemos también a San Pablo que nos exhorta: "No despreciéis las profecías; examinadlo todo y quedaos con lo bueno" (1ra. de Tesalonicenses 5;20).

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Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo al Padre Michelini 
22 de septiembre de 1975

"Hijo, te he dicho repetidamente que Yo soy el Amor; donde hay amor estoy Yo.

Yo Soy el Amor Infinito, Eterno, Increado, venido a la tierra a reconciliar y por consiguiente reunir con Dios a la humanidad arrancada del odio.

El amor por su naturaleza tiende a la unión, como el odio por su naturaleza tiende a la división.

Nosotros somos Tres, pero el Amor Infinito nos une íntimamente en Uno solo, en una sola naturaleza, esencia y voluntad.

El amor me ha llevado a Mí, Verbo eterno de Dios hecho carne, a inmolarme a fin de que se diese a todo hombre la posibilidad de unirse en Mí a Dios, y formar Conmigo una sola cosa, como Yo soy una sola cosa con mi Padre que me ha enviado.

Hijo, desde hace más de cien años el Materialismo como sombra oscura y densa, envuelve buena parte de la humanidad.

Él ha ofuscado también en mi Cuerpo Místico, esto en el alma de muchos fieles y sacerdotes, el dogma de la Comunión de los Santos que es una realidad espiritual grandiosa, viva, verdadera y operante en Cielo y tierra.

No hay términos aptos para explicar su grandeza, potencia y actuación vibrante de amor y de vida.  No hay palabras en vuestro lenguaje, aptas para hacer comprender el invisible, misterioso intercambio que encuentra su centro en mi Corazón misericordioso.

Pocas son las almas que han comprendido, y pocos son también los sacerdotes que, además de creer abstractamente, viven activamente en esta Comunión con los bienaventurados comprensores (que disfrutan de la visión beatífica) del Paraíso, con las almas en espera en el Purgatorio y con los hermanos militantes en la tierra.

La muerte, contrariamente a los prejuicios con respecto a ella, no pone fin a la actividad de las almas. La muerte que, con palabra más precisa deberíais llamar "tránsito", es un pasar del tiempo a la eternidad, que no es poner fin a la actividad del alma, sea en el bien, sea en el mal.

La familia de Dios

En cualquier familia ordenada en el amor, cada miembro que la constituye, concurre al bien común en un intercambio de bienes dados y recibidos en una comunión armoniosa.

En un grado con mucho superior, así es en la gran Familia de todos los hijos de Dios: militantes en la tierra, en espera en el Purgatorio y bienaventurados en el Paraíso.

Por tanto es necesario, con el fin de volver cada vez más rica de frutos divinos la fe en esta Realidad divina y humana, brotada de mi Inmolación en la Cruz, tener sobre ella ideas precisas.

Se debe:
1) Creer firmemente en el dogma de la Comunión de los Santos.

2) Cuando se habla de la familia de los hijos de Dios, los sacerdotes deben dejar bien claro que a esta familia pertenecen los peregrinos en la tierra, las almas en espera en el Purgatorio y los justos del Paraíso, esto es los santos.

3) Los sacerdotes (muchos de los cuales ponen el acento casi exclusivamente en las cuestiones sociales en favor de los hermanos militantes, deplorando con razón las injusticias perpetradas) olvidan casi siempre las injusticias más graves hechas en perjuicio de los hermanos que están en el Purgatorio.

Para tal gravísima omisión se necesita o no creer en el Purgatorio o no creer en el tremendo sufrimiento al que las almas purgantes están sometidas.
La necesidad de ayuda de las almas en espera es bastante más grande que la de la criatura humana que más sufre en la tierra.

El deber en fin de caridad y de justicia hacia las almas en pena es mas acuciante para vosotros en cuanto que, no raras veces, hay allí almas purgantes que su­fren por culpa de vuestros malos ejemplos, porque habéis sido cómplices con ellas en el mal o en cualquier forma ocasión de pecado.

Si la fe no es operante, no es fe.

La vida continúa

Hijo mío, se necesita hacer entender con claridad que la vida continúa después de la tumba.

Todos aquellos que os han precedido en el signo de la fe, sea que estén en el Pur­gatorio o ya en el Paraíso, todavía os aman con amor mas puro, más vivo y más grande.

Están animados por un gran deseo de ayudaros a superar las duras pruebas de la vida para que alcancéis, como ellos ya han alcanzado, el gran punto de llegada, el fin de la vida misma.

Ellos conocen ya muy bien todos los peligros que acechan a vuestras almas.

Pero su ayuda con respecto a vosotros, está condicionada en buena medida por vuestra fe y vuestra libre voluntad para acercaros a ellos con la oración y con la confianza en su eficasísimo patrocinio ante Dios y la Virgen Santísima.

Si los sacerdotes y los fieles están animados de vivísima fe, conscientes de los inagotables recursos de gra­cias, de ayudas y de dones que pueden obtener de este Dog­ma de la Comunión de los Santos, verán centuplicado su poder sobre las fuerzas del Mal.

Yo he dotado a mi gran Familia de riqueza y po­tencia insondable y la robustezco con la fuerza invenci­ble de un Amor infinito y eterno.

Recursos inutilizados

Mis sacerdotes instruyen a los fieles con palabras sim­ples y claras, diciendo que vuestros hermanos que han cum­plido ya en la tierra el periplo de su vida tempo­ral, no están divididos de nosotros, no están lejanos de vosotros.

Decid también que no están inertes y pasivos a vuestro respecto sino que, en un nuevo estado de vida más perfecta que la vuestra, os están cercanos, os aman. Ellos toman parte, en medida de la perfección alcan­zada, en todas las vicisitudes de Mi Cuerpo Místico.

Os repito que ellos no pueden descartar vuestra libertad pero, si son solicitados por vuestra fe y por vues­tras invocaciones, os están y estarán cada vez más cercanos en la lucha contra el Maligno.
Os miran, os siguen e inter­vienen en la medida determinada por vuestra fe y por vuestra libre voluntad.

Hijo mío, ¡qué inmensos tesoros ha predispuesto mi Padre para vosotros!
¡Cuán inmensos recursos inutili­zados!
¡Cuántas posibilidades de bien dejadas caer en el va­cío!
Se afirma creer, pero no hay más que un mínimo de co­herencia con la fe en la que se dice creer.
Te bendigo. ¡Ámame!



Dongo (Como), 1 de noviembre de 1986
Fiesta de Todos los Santos. 
Mensaje de María Santísima al Padre Gobbi: 

Vuestro puesto en el Paraíso

“Mirad hoy a aquellos que os han precedido en la gloria.
En torno a mi Corazón Inmaculado ellos forman una luminosa corona de amor, de gozo y de gloria.
Éste es también vuestro puesto en el Paraíso.

Está preparado para todos vosotros que escucháis mi voz y os consagráis a mi Corazón Inmaculado, vivís en filial dependencia de Mí y os ofrecéis por completo al perfecto cumplimiento de mi designio.
Sois ahí abajo mis niños muy queridos.

Sois mis apóstoles, llamados a difundir en todas partes la luz de mi presencia maternal y a indicar a todos el camino que es necesario recorrer para llegar a Cristo, por quien solamente podrá venir la nueva era de Santidad, de Justicia, y de Paz.

Por esto, cada día sentid junto a vosotros a los Santos y a los Bienaventurados del Cielo; invocad su ayuda y protección.

Sentid también junto a vosotros a las almas de los justos, que sufren todavía y oran en el Purgatorio, en espera de su plena bienaventuranza en la perfecta contemplación del Señor.

Con vosotros forman una sola milicia a mis órdenes.
De todos Yo soy la Madre y la Reina.
Todos tienen una parte insustituible en mi designio victorioso.

En estos tiempos Yo quiero hacer más profunda, más sentida y más extraordinaria vuestra comunión con los que os han precedido en la vida eterna y gozan ahora de la eterna salvación.
Como don maternal de mi Corazón Inmaculado Yo os ofrezco, como ayuda preciosa, las almas de los Santos en el Paraíso y de los justos en el Purgatorio.

Estáis expuestos a graves peligros y ellos os pueden ayudar a superarlos.
Sois víctimas de las insidias engañosas de mi Adversario y ellos pueden daros luz para discernirlas y fuerza para huir de ellas.

Sois frágiles y débiles y con frecuencia caéis todavía en pecado; pero ellos pueden siempre daros una mano para encaminaros por la senda del bien y de la santidad.
Recorred, pues, junto con ellos, la senda que os he trazado.

Unidos os llevo a la paz.

La paz llegará a vosotros desde mi Corazón Inmaculado, cuando vuestra comunión de vida, de amor y de alegría se haya realizado perfectamente.”

(Mensaje al Padre Gobbi, del Movimiento Sacerdotal Mariano)


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