viernes, 4 de marzo de 2016

Frutos del sacramento de la Confesión


Diez frutos de la confesión frecuente

Es nuestra manera de “lavarle los pies” al Señor con nuestro arrepentimiento, y ungírselos con nuestro amor y nuestros propósitos de mejora.


Por: P. Eduardo Volpacchio | Fuente: Catholic.net 


Meditación de Lc 7, 36-50
Lucas  7: 36 - 50

36Un fariseo le rogó que comiera con él, y, entrando en la casa del fariseo, se puso a la mesa.
37Había en la ciudad una mujer pecadora pública, quien al saber que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume,
38y poniéndose detrás, a los pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume.
39Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para sí: «Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora.»
40Jesús le respondió: «Simón, tengo algo que decirte.» El dijo: «Di, maestro.»
41Un acreedor tenía dos deudores: uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta.
42Como no tenían para pagarle, perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más?»
43Respondió Simón: «Supongo que aquel a quien perdonó más.» El le dijo: «Has juzgado bien»,
44y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus cabellos.
45No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies.
46No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume.
47Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra.»
48Y le dijo a ella: «Tus pecados quedan perdonados.»
49Los comensales empezaron a decirse para sí: «¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?»
50Pero él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado. Vete en paz.»

Jesús en casa de Simón. Una mujer convertida (pecadora dice San Lucas, en realidad una ex-pecadora y, por cierto, muy arrepentida) llora a sus pies. No creo que quisiera lavar los pies del Señor, sino simplemente besarlos mil veces, sin querer ni poder contener las lágrimas. El arrepentimiento de amor. Llora sus pecados, llora de amor.

Simón no se da cuenta de lo que está pasando.

Y piensa que es Jesús el que no se da cuenta.

A Simón le desilusiona que Jesús no se dé cuenta de que es una pecadora.

Y él no se da cuenta de que ya no lo es más.


Qué curioso somos los hombres: pensamos que Dios no se da cuenta, cuando los que no nos damos cuenta somos nosotros.

Jesús lo trae a la realidad con una parábola acerca de dos deudores insolventes. ¿Quién amará más? El perdón y el amor. A quién ama más, se le perdona más. A quien se le perdona más, ama más. Una simple regla de proporciones directas. A quien se le perdona menos ama menos. Una ley del amor.

Mandándonos el primer mandamiento el crecimiento del amor, nos interesa mucho esta ley de proporciones del amor.

Jesús no dice que a quien se le perdonan cosas más graves, ama más. No, no es cuestión de dedicarnos a pecar a bestia, para llegar a amar más.

Simplemente al que se le perdona mucho, ama mucho.

Llamativamente, Jesús reclama a Simón una serie de desatenciones: lavado de pies, beso, unción con perfume… ninguna de ellas representa un pecado, ni siquiera venial. Pero Jesús no lo deja pasar porque son faltas de amor. ¿No tendrá acaso Simón que pedir perdón por ellas?

El que ama mucho, se le perdona mucho. ¿Por qué? Porque su amor le lleva a descubrir muchas pequeñas cosas que duelen. Duelen porque ama. Y, porque duelen, ve la necesidad de pedir perdón. Y porque lo pide, se le perdonan. Porque se le perdonan, ama más. ¡Un círculo virtuoso! Descubrir desamor, dolerse, pedir perdón, ser perdonado; entonces amar más, y con más amor se descubrir el desamor...

Amar significa hacer feliz a la persona amada, y esto incluye necesariamente querer “ahorrarle” hasta las pequeñas molestias de nuestros defectos que no acabamos de poder evitar... Y, como no acabamos de poder evitarlos, en cuanto nos damos cuenta, pedimos perdón, para entrar así gozosamente de nuevo en este círculo virtuoso de amor.


Sentido de la confesión frecuente

¿Qué tiene que ver la confesión con todo esto?

Es nuestra manera de “lavarle los pies” al Señor con nuestro arrepentimiento, y ungírselos con nuestro amor y nuestros propósitos de mejora.

A quien se le perdona mucho, ama mucho. Queremos que el Señor nos perdone todos nuestros pecados y también las faltas de amor e imperfecciones que “no llegan” a la categoría de pecado. Porque amamos mucho y queremos amar más todavía.

La Iglesia siempre ha recomendado la práctica de la confesión frecuente (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica,  1458).

¿Por qué? ¿Para qué? No porque sea necesario para comulgar –obviamente si estamos en gracia-. Y tampoco porque tengamos miedo al infierno. Sino como delicadeza de amor.

No porque seamos escrupulosos, y veamos en todo pecados gravísimos. Sabemos que el pecado grave es grave; en cambio el venial, es venial; y las imperfecciones, simples faltas de amor. Pero, el amor hace que también nos duelan las faltas pequeñas, sabiendo que son pequeñas.

Para crecer en delicadeza de conciencia. Para crecer en el amor.

Hay quienes, por más que buscan, no encuentran pecados en su vida. Otros, en cambio se duelen, de fallarle al Señor en cosas pequeñas. Es cuestión de amor.

La confesión no existe sólo para perdonar pecados graves, es un medio excelente de santificación: divino. El lugar de encuentro con la Misericordia infinita de Dios. Y nos interesa mucho vernos inundados por ella. Purificados por la gracia. Santificados por su amor.

Enséñame Señor a Perdonar

Diez frutos de la confesión frecuente

1. Por el hecho de ser un sacramento, su principal efecto es aumentarnos gracia santificante, es decir, la participación de la vida divina en nuestra alma. Y junto con al gracia, las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad, y los dones del Espíritu Santo.


2. Este encuentro con la misericordia infinita de Dios va purificando cada vez más nuestra alma. La confesión va remitiendo de parte de la pena temporal debida por nuestros pecados.


3. Con los consejos y aclaraciones que nos dan, ayuda a formar la propia conciencia.


4. La confesión supone varios actos de humildad: hacer examen de conciencia, sinceridad al acusarse de los pecados, superar la vergüenza, obediencia al cumplir la penitencia. Por eso nos hace crecer en esta virtud.


5. Nos permite reconocer mis faltas pequeñas concretas y pedir perdón por ellas. ¿Qué críticas hice hace tres meses? No lo recuerdo. ¿Distracciones u omisiones voluntarias en la oración? ¿Discusiones, ironías faltas de caridad, etc.? En concreto, no me acuerdo. Sé, en general, que debo haber fallado en esas cosas... pero en concreto, sería imposible acordarse. De mis faltas más “gordas” puedo acordarme, pero no de las más comunes, de las que entonces no me arrepentiría por olvido. Más allá que la confesión me perdone también las faltas que sin culpa propia no puedo confesar por olvido, y que Dios nos perdona mucho más de lo que somos capaces de darnos cuenta, sacaríamos mucho más provecho para nuestras almas si las tuviéramos en cuenta.


6. Lo dicho en el número anterior, explica que nos haga crecer en conocimiento propio: la confesión frecuente lleva consigo el examen habitual de nuestra vida. Puedo conocer mejor en qué tengo que mejorar, qué defectos tengo que superar, etc.


7. Nos ayuda a luchar por ser santos. Todos tenemos experiencia de nuestra poca “autonomía de vuelo” y de hecho, nos esforzamos especialmente por mejorar en los períodos de tiempo cercanos a la confesión. Con el paso del tiempo con facilidad vamos aflojando en ese empeño. La explicación es que la confesión nos da una gracia específica para luchar en las cosas en que nos confesamos: Dios no sólo nos perdona, sino que de alguna manera se compromete en ayudarnos a superar esa dificultad. Así la confesión frecuente se convierte en un “arma” indispensable en el camino de la santidad.


8. Recibir la misericordia divina, nos impulsa a ser también nosotros misericordiosos con los demás.


9. Si procuramos confesarnos habitualmente con el mismo confesor, nos conocerá mejor, lo que permitirá que sus consejos sean más personales según las necesidades de nuestra alma.


10. Nos llena de alegría y paz interior.


¿Cada cuanto sería bueno que me confiese?

En general no hay reglas fijas. El único punto de referencia es la obligación que nos señala la Iglesia de hacerlo al menos una vez al año (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1457).

Dependerá de las necesidades de cada alma y de la facilidad que se tenga para encontrar un confesor.

Quien está en pecado mortal, debería confesarse cuanto antes para recuperar la gracia, y así tener la gracia santificante vivificando su vida, al Espíritu Santo habitando en su alma, y también para poder volver a comulgar.


Quien no tiene pecados mortales, dependerá de sus expectativas de santidad: cuanto más santo quiera ser, más se confesará (obviamente dentro de ciertos límites, en principio no hace falta hacerlo más de una vez por semana).


A un cristiano practicante, que quiere evitar el pecado y vivir cerca de Dios, le aconsejaría que lo haga al menos una vez por mes.


A un cristiano que quisiera cultivar su vida interior, le aconsejaría hacerlo cada quince días –o incluso semanalmente-, para así poder también tener una guía para su alma. Basta recordar que una de las condiciones para ganar indulgencias es la confesión dentro de la semana en que se ha realizado la acción indulgenciada.
Quizás también le interese:

miércoles, 2 de marzo de 2016

Tiempo de Cuaresma


¿QUÉ ES LA CUARESMA?

Es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo. 

La Cuaresma dura 40 días; comienza el Miércoles de Ceniza y termina antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes Viviendo la Cuaresma como hijos de Dios.

El color litúrgico de este tiempo es el Morado que significa luto y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual.

En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya que por acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios.

Por ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.

40 DÍAS

La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia. El Antiguo Testamento, usa el número cuatro en el sentido tradicional, pero sin las connotaciones astrológicas. El cuatro simboliza así la totalidad y universalidad indeterminada o indefinida, en extensión espacial (los cuatro vientos/los cuatro puntos cardinales); véase Ez 1,5: «En medio de éstos [los relámpagos] aparecía la figura de cuatro seres vivientes»; 37,9: «Ven, aliento, desde los cuatro vientos, y sopla en estos cadáveres para que revivan»; Zac 2,10: «Yo os dispersé a los cuatro vientos -dice el Señor-»; 6,5 (de cuatro carros tirados por caballos, que expresan la omnipotencia de Dios, efectiva en todas direcciones): «Están al servicio del Dueño de todo el mundo y salen a los cuatro vientos»; Dn 8,8 (de los imperios): «[Al macho cabrío] se le rompió el cuerno grande y le salieron en su lugar otros cuatro orientados hacia los cuatro puntos cardinales.»

Los cuatro ríos del paraíso rodean las cuatro partes de la tierra en Gn 2,1 ss: «En Edén nacía un río que regaba el parque y ,después se dividía en cuatro brazos, etc.» Los cuatro vientos o puntos cardinales se mencionaban con frecuencia, por ejemplo, en Is 11,12: «Congregaré a los dispersos de Judá de los cuatro extremos del orbe», y en Jr 49,36: «Conduciré contra Elam los cuatro vientos, desde los cuatro puntos cardinales.»

Un múltiplo de cuatro, en particular «el cuarenta», se usa como número redondo para indicar una totalidad limitada; por ejemplo, una generación o la edad de una persona (Gn 25,20: «Cuando Isaac cumplió cuarenta años tomó por esposa a Rebeca»); indica repetidamente períodos de tiempo (Gn 7,4: «Haré llover sobre la tierra cuarenta días con sus noches»); se asocia con largos períodos de sufrimiento y con la duración de fases sucesivas del plan salvador de Dios. Cuarenta años duró la travesía del desierto (Ex 16,35: «Los israelitas comieron maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada»). Cuatrocientos años equivalen a diez generaciones (Gn 15,13: «Tu descendencia ... tendrá que servir y sufrir opresión durante cuatrocientos años»).

Según estos datos, cuando en los evangelios aparece el número cuatro hay que preguntarse si indica alguna totalidad. Este es el caso de los «cuatro» portadores del paralítico, señalados únicamente por Marcos (Mc 2,3: «Llegaron llevándole un paralítico transportado entre cuatro»), que representan a la humanidad pagana que vive en el mundo entero. El manto de Jesús, que representa su reinado a través del Espíritu, se divide en cuatro partes por estar destinado a la humanidad entera ( Jn 19,23 ).

Lo mismo puede decirse del «cuarenta»: Jesús está en el desierto cuarenta días (Mc 1,13; Mt 4,2; Lc 4,2), en paralelo con los cuarenta años del éxodo de Israel; los «cuarenta días» representan así el tiempo del éxodo de Jesús, es decir, la duración de su vida pública. Después de la resurrección permanece con los discípulos también «cuarenta días», que indican el tiempo en que han de superar la prueba (Hch 1,3; cf. Dt 8,2).

«Cuatro mil», múltiplo de cuatro, señala que el éxodo liberador significado por el reparto del pan está destinado a toda la humanidad. Así, en Mc 8,9 par.: «Eran unos cuatro mil, y él los despidió»; cf. en 8,20 el número exacto: «Cuando partí los siete [ panes ] para los cuatro mil.»



Propósitos para Cuaresma

La Cuaresma es un  tiempo de gracia que nos mueve a la conversión, es decir a conformarnos como hombres y mujeres que tienen el deseo ferviente de acercarse a Dios, como muestra de su cambio y de su transformación. La cuaresma está hecha para resucitar con Cristo y en este sentido, creemos que esta sección podrá ser de gran ayuda para conseguir el propósito de darle muerte al pecado en aras de alcanzar gracia y bendición. Puedes realizar las actividades propuestas que publicaremos cada día en nuestra página a partir del 10 de febrero de 2016. Propósito planteado para la cuaresma (Miércoles 2 de marzo de 2016) "Hoy me levantaré temprano, venciendo la pereza"

¿Y para qué cumplir con cada uno de los propósitos?

1. Para resucitar con Cristo.

2. Para ser una persona nueva.

3. Para  corregir algunos defectos.

4. Para cultivar y potenciar nuestras cualidades

Todas las actividades:

1. Miércoles 10 febrero de 2016: “Hoy trabajaré  con esperanza confiando en el amor de Dios”
2. Jueves 11 de febrero de 2016: "Hoy resaltaré las cualidades de los demás”
3. Viernes 12 de febrero de 2016: "Hoy seré paciente para ser constructor de paz”
4. Sábado 13 de febrero de 2016: "Ayudaré a otras personas y les daré una razón suficiente para vivir"
5. Domingo 14 de febrero de 2016: "Hoy abriré la puerta de mi corazón a mis semejantes"
6. Lunes 15 de febrero de 2016: "Hoy reconoceré mis defectos para cambiarlos por cualidades”
7. Martes 16 de febrero de 2016: "Hoy seré optimista, confiaré en Dios  y estaré seguro de mí mismo"
8. Miércoles 17 de febrero de 2016: "Hoy guardaré silencio cuando sienta la tentación de maltratar a otro”
9. Jueves 18 de febrero de 2016: "Hoy eliminaré de mi mente el recuerdo de alguna ofensa recibida”
10. Viernes 19 de febrero de 2016: "Hoy curaré mis errores antes que mis enfermedades”
11. Sábado 20 de febrero de 2016: "Hoy seré parte de la solución y no sólo parte del problema”
12. Domingo 21 de febrero de 2016: "Hoy diré la verdad"
13. Lunes 22 de febrero de 2016: "Hoy viviré con serenidad y paz en el corazón”
14. Martes 23 de febrero de 2016: "Hoy obraré con sensatez y situaré los hechos con perspectiva realista"
15. Miércoles 24 de febrero de 2016: "Hoy tendré un corazón generoso con los necesitados”
16. Jueves 25 de febrero de 2016: "Hoy me desapegaré de los bienes materiales y abriré los ojos a los bienes superiores”
17. Viernes 26 de febrero de 2016: "Hoy y siempre dejaré entrar a Dios en mi alma”
18. Sábado 27 de febrero de 2016: "Hoy practicaré la humildad  y la sencillez"
19. Domingo 28 de febrero de 2016: "Hoy y siempre estaré atento a poner en silencio mi celular cuando entre a un templo”
20. Lunes 29 de febrero de 2016: "Hoy cultivaré la confianza en mí mismo”
21. Martes 1 de marzo de 2016: "Hoy afrontaré los problemas con serenidad”
22. Miércoles 2 de marzo de 2016: "Hoy me levantaré temprano, venciendo la pereza”
23. Jueves  3 de marzo de 2016: "Hoy me comprometo a saludar a las personas con las que me encuentre"
24. Viernes 4 de marzo de 2016: "Hoy leeré el salmo 71"
25. Sábado 5 de marzo de 2016: "Hoy antes de cada comida le daré gracias a Dios”
26. Domingo 6 de marzo de 2016: "Hoy compartiré un plato de comida con quien lo necesite"
27. Lunes 7 de marzo de 2016: "Hoy oraremos en familia antes de dormir"
28. Martes 8 de marzo de 2016: "Hoy no malgastaré mi dinero"
29. Miércoles 9 de marzo de 2016: "Hoy hablaré con alguien que esté triste"
30. Jueves 10 de marzo de 2016: "Hoy donaré un producto para los mercados de los pobres"
31. Viernes 11 de marzo de 2016: "Hoy dejaré de comer un alimento de mi agrado (ayuno)"
32. Sábado 12 de marzo de 2016: "Hoy me reconciliaré con alguien con quien estoy disgustado"
33. Domingo 13 de marzo de 2016: "Hoy buscaré la oportunidad para confesarme”
34. Lunes 14 de marzo de 2016: "Hoy por amor a Dios ofreceré una hora de silencio"
35. Martes 15 de marzo de 2016: "Hoy evitaré quejarme por cosas sin importancia"
36. Miércoles 16 de marzo de 2016: "Hoy y siempre no arrojaré basura al piso"
37. Jueves 17 de marzo de 2016: "Hoy seré puntual y responsable en todas mis actividades"
38. Viernes 18 de marzo de 2016: "Hoy amaré la verdad, evitando la mentira"
39. Sábado 19 de marzo de 2016: "Hoy tendré un detalle de cariño con un empleado".

Fuente: http://www.oblatos.com/