El Santo Rosario
Padrenuestro: El
Reino vendrá
Adoramos su santidad al desear que su nombre
sea santificado. Reconocemos su soberanía y la justicia de sus leyes, anhelando
la llegada de su Reino y ansiando que le obedezcan los hombres en la tierra
como le obedecen los ángeles en el cielo.
"Señor, abre mis labios
y mi boca proclamará tu alabanza"
Jesús ha venido a la tierra para traer su
Reino de amor, porque el Reino de Dios debe hacerse presente en el mundo. Por
eso todo lo que hagamos por instaurar todas las cosas en Cristo, son buenas, y
una de ellas es rezar el Padrenuestro del Rosario, puesto que pedimos a Dios
que venga su Reino a la tierra.
Entonces cuando rezamos el Rosario, rogamos
a Dios en cada Padrenuestro que venga su Reino al mundo, para que los hombres
vivamos en un nuevo paraíso terrenal, porque la misión de Jesucristo no está
concluida todavía, sino que falta la realización de la promesa que desde
antiguo hizo Dios en las Sagradas Escrituras: el Reino mesiánico, el Reino que
pedimos en el Padrenuestro, y que infaliblemente vendrá, porque es promesa de
Dios, que no puede engañarse ni engañarnos.
"Dios mío, ven en mi auxilio.
Señor, date prisa en socorrerme"
Cada vez que rezamos bien el Rosario,
estamos dando un duro golpe al Mal, destruimos una parte de su reino y de su
poder, porque cada Rosario bien rezado es como una cadena que envuelve personas
y acontecimientos, librando a las almas del poder del Maligno, y también
preservando a las personas de accidentes de todo tipo.
"Jesús mío, perdona nuestros pecados,
líbranos del fuego del infierno
y lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más necesitadas
de tu Divina Misericordia"
Si rezamos el Rosario todos los días, nos
sentiremos como protegidos por el Cielo, y todo nos saldrá bien y todo tendrá
un final feliz, porque hasta cuando las cosas se compliquen, todo se resolverá
satisfactoriamente si rezamos todos los días el Santo Rosario, pues la Virgen en una de sus
promesas, nos asegura que quien reza su Rosario no será vencido por la
desgracia.
Fuente: Santísima Virgen
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