Déjame dirigir...
¡Déjame dirigir!
Olvido muy seguido que para transitar la autopista al Cielo no poseo habilitación.
Conduce Tú, mi Dios.
Yo seré tu pasajero, tu dócil co-piloto; ése que disfrutará el viaje y sus paisajes y que luego no recordará la ruta de regreso, ya que no se ha ocupado de conducir.
De esta forma, me aseguro de nunca desandar tus caminos, pues no sabría cómo hacerlo.
Voy contigo Jesús, mi carnet no sirve para circular por tus comarcas. Dirige Tú el viaje de mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario