La Virgen y José no se dejaron vencer por los problemas. Pusieron su corazón en El y solo en El. No fue fácil, pero triunfó el amor sobre las mayores pruebas. Nada ni nadie los pudo separar del amor de Dios que se hizo vida entre ellos.
Benditos los que se abren para ver mas allá de los problemas y reciben la Palabra que se hizo carne.
Solo los pobres de espíritu pueden apreciar la Navidad y responder al Niño Dios como los pastorcitos, que al no tener nada, le dan lo único que El quiere: el corazón. Ellos vieron y se unieron a los ángeles que no se dejan seducir por las cosas del mundo.
En la Navidad hay que poner todos los problemas a los pies del Niño con Su Madre. No para pretender que no existen, sino porque ante el gozo de tener a Jesús cobramos una nueva perspectiva de las cosas.
Ningún problema nos puede impedir amar a Jesús, hacerle actos de amor por medio del nuestros hermanos, especialmente los pobres. Lo que hagamos a los mas pequeños, se lo hacemos al Niño Dios.
"Oh maravilloso intercambio". Dios asume nuestra naturaleza humana, nosotros recibimos la gracia divina que nos eleva a participar de Su divinidad.
¡Feliz Navidad!
-Padre Jordi Rivero
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