viernes, 11 de abril de 2025

San Agustín - Misericordia Divina - Capítulos 11 y 12

 




MEDITACIONES

Traductor: P. TEODORO CALVO MADRID

Libro único
Capítulos 11, 12 
Capítulo 11. PROFESIÓN DE FE EN LA SANTÍSIMA TRINIDAD

A ti, Dios Padre no engendrado; a ti, Hijo unigénito; a ti, Espíritu Santo Paráclito; santa e indivisible Trinidad: con todo el corazón y con toda la boca, te confesamos, te alabamos, y te bendecimos; a ti la gloria por los siglos de los siglos. Así sea.

Capítulo 12. CONTEMPLACIÓN DE LAS PERFECCIONES DE DIOS

Oh Trinidad soberana, única virtud y majestad indivisible, nuestro Dios omnipotente: a ti te confieso, yo, el último de tus siervos y el menor miembro de tu santa Iglesia. Te confieso y te glorifico con el debido sacrificio de alabanza, según el conocimiento y el poder que te has dignado conceder a tu siervo. Y como no tengo dones exteriores que pueda presentarte, te ofrezco lo que hay dentro de mí, y que debo a tu misericordia, los votos de alabanza y de gloria de tu santo nombre provenientes de una fe sincera y de una conciencia pura. Creo con todo mi corazón, Rey del cielo y Señor de la tierra, y te confieso con mi boca Padre, Hijo y Espíritu Santo, trino en las personas y único en la sustancia, verdadero Dios omnipotente, cuya naturaleza es una, santa, espiritual, invisible e infinita. En ti todo es perfecto y sin defecto. Tu grandeza es independiente de toda extensión, y tu bondad de toda cualidad. Tu eternidad no está sujeta al tiempo, ni tu vida a la muerte, ni tu poder y tu fuerza a alguna debilidad, ni tu verdad a alguna mentira. Estás todo en todas partes y sin lugar; estás presente en todo lugar sin ninguna posición; todo lo llenas sin extensión. Estás en todas partes sin que nada te encierre; llenas todo el espacio sin hacer ningún movimiento. Estás en todas las cosas y lugares sin pararte en ellos. Creaste todos los seres sin tener necesidad de nada, y lo que has creado lo gobiernas sin trabajo ni fatiga. Sin comienzo, tú eres el comienzo de todo. Sin sufrir ningún cambio, eres el hacedor de todo lo que está sujeto a cambio. Tú eres infinito en tu grandeza, omnipotente en tu poder y en tu fuerza, supremo en tu bondad, inapreciable en tu sabiduría, terrible en tus consejos o designios, justo en tus juicios, impenetrable en tus pensamientos, verdadero en tus palabras, santo en tus obras, abundante en tus misericordias, paciente con los pecadores y clemente con los arrepentidos. Tú eres siempre el mismo desde toda la eternidad, siempre inmortal y siempre inmutable. No hay espacio que pueda dilatarte, ni hay lugares o receptáculos que puedan contenerte o contraerte. Tu voluntad es invariable, de modo que ninguna necesidad puede corromperte, ni ninguna tristeza turbarte, ni ningún gozo ablandarte. Nada olvidas, y la memoria no tiene nada que recordarte. Para ti no pasa el pretérito, ni el futuro se sucede, porque no has tenido inicio ni crecimiento, ni tampoco tendrás fin, ya que vives antes de todos los siglos, y deberás vivir eternamente por los siglos de los siglos. Eres eternamente digno de toda alabanza, de toda gloria y de todo honor. Tu reino y tu poder no tendrán fin, sino que durarán infinitos, inalterables e inmortales por los siglos de los siglos. Así sea.

Fuente: https://www.augustinus.it/spagnolo/attribuiti_05/index2.htm

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