martes, 16 de julio de 2019

16 de julio: Nuestra Señora del Monte Carmelo


Origen de la orden de los Carmelitas

El primer monasterio carmelita.
La Orden de los Carmelitas tiene sus orígenes en el Monte Carmelo, en Palestina, donde, como recuerda el II Libro de los Reyes, el gran Profeta Elías luchó en defensa de la pureza de la fe en el Dios de Israel, venciendo en la lid con los sacerdotes de Baal y donde el mismo Profeta, orando en la soledad, vio aparecer una nubecilla portadora de benéfica lluvia después de la sequía. Desde siempre este monte ha sido considerado el jardín floreciente de Palestina y símbolo de fertilidad y belleza. "Karmel" de hecho significa "jardín".

HistoryMtCarmelEn el siglo XII (quizás después de la tercera cruzada, 1189-1191) algunos penitentes-peregrinos, provenientes de Europa, se establecieron junto a la "fuente de Elías", en una de las estrechas vaguadas del Monte Carmelo, para vivir en forma eremítica y en la imitación del Profeta Elías su vida cristiana en la misma tierra del Señor Jesucristo. Tanto entonces como después los Carmelitas no reconocieron a ninguno en particular con el título de fundador, permaneciendo fieles al modelo Elías ligado al Carmelo por episodios bíblicos y por la tradición patrística greco-latina, que veía en el Profeta uno de los fundadores de la vida monástica. Habiendo sido construída una pequeña iglesia en medio de las celdas, la dedicaron a María, Madre de Jesús, desarrollando el sentido de pertenencia a la Virgen como la Señora del lugar y como Patrona, y tomaron de ahí el nombre de "Hermanos de Santa María del Monte Carmelo". El Carmelo por este motivo está profundamente ligado a Elías y a María. Del Profeta ha heredado la pasión ardiente por el Dios vivo y verdadero y el deseo de interiorizar la Palabra en el corazón para testimoniar su presencia en el mundo; con María, la Virgen Purísima Madre de Dios, se empeña en vivir "en obsequio de Jesucristo" con los mismos sentimientos de intimidad y profundidad de relación que tuvo María.

Este grupo de ermitaños laicos para tener una cierta estabilidad jurídica se dirigió al Patriarca de Jerusalén, Alberto Avogadro (1150-1214), residente en aquel tiempo en San Juan de Acre, en las cercanías del Monte Carmelo. Este escribió para ellos una norma de vida, entre el 1206-1214. Sucesivas aprobaciones de esta norma de vida por parte de varios papas ayudaron al proceso de transformación del grupo hacia una Orden Religiosa, cosa que aconteció con la aprobación definitiva de tal texto como Regla por Inocencio IV en el 1247. La Orden del Carmelo fue de este modo inserta en la corriente de las Ordenes Mendicantes.

Hacia el 1235, sin embargo, los Carmelitas debieron en parte abandonar el lugar de origen, a causa de las incursiones y persecuciones de los sarracenos, que estaban reconquistando la Tierra Santa, retomándola a los cruzados. Regresaron en general a los países de origen en Europa.

Bien pronto se multiplicaron y florecieron en la ciencia y en la santidad. Con el tiempo se acercaron a los religiosos algunas mujeres, que se transformaron en el 1452 en monjas que vivían en propias comunidades.

En los siglos XV-XVI hubo cierto relajamiento en diversas comunidades, combatido por obra de Priores Generales como el Beato Juan Soreth (+1471), Nicolás Audet (+1562) y Juan Bautista Rubeo (+1578) y por algunas reformas (entre las cuáles la de Mantua y la del Monte Oliveti en Italia y la de Albi en Francia) para poner freno a la profusión de abusos y mitigaciones. La más conocida es ciertamente la llevada a cabo en España por Santa Teresa de Jesús para la reforma de las monjas y después de los religiosos, ayudada por San Juan de la Cruz y el P. Jerónimo Gracián. El aspecto más importante de la labor de Santa Teresa es no tanto el haber combatido la mitigación introducida en la vida del Carmelo, cuanto más bien el haber integrado en su proyecto elementos vitales y eclesiales de su época. En el 1592 esta reforma, llamada de los "Carmelitas Descalzos" o "Teresianos" se hizo independiente de la Orden Carmelita y tuvo un gran desarrollo en las dos Congregaciones de España e Italia, reunidas después en el 1875. Se tienen así dos Órdenes del Carmelo: la de "Los Carmelitas", llamados también de la "Antigua Observancia" o "Calzados", y la de "Los Carmelitas Descalzos" o "Teresianos", que consideran a Santa Teresa de Jesús como su reformadora y fundadora.

A pesar de esta división, en los siglos sucesivos la Orden Carmelita continuó su camino espiritual. Numerosos religiosos y religiosas ilustres dieron vida al Carmelo con su espiritualidad y su genio. Grandes avances se dieron también entre los seglares con la institución de la Tercera Orden del Carmen y de las Cofradías del Escapulario del Carmen en varias partes del mundo. En los siglos XVII y XVIII se expandió por algunas partes el movimiento de la más estrecha observancia con la Reforma Turonense en Francia y con las de Monte Santo, Santa María della Vita, Piemonte y Santa María della Scala en Italia.

Al inicio de la Revolución Francesa la Orden Carmelita estaba ya establecida en todo el mundo con 54 Provincias y 13,000 religiosos. Precisamente a causa de la Revolución Francesa la Orden del Carmelo sufrió graves daños, de modo que al final del siglo XIX se vio reducida a 8 Provincias y 727 religiosos. Sin embargo fueron estos pocos religiosos los que durante el siglo XX, con valor y determinación, restablecieron la Orden en aquellos países donde habían estado presentes anteriormente, así como también implantaron el Carmelo en nuevos continentes.

El Profeta Elías
EliasLa memoria de Elías se guardó siempre viva de modo particular en el Monte Carmelo, donde se eligió seguir al Dios de Israel. Según el relato, Primer libro de los Reyes, capítulo 18, el sacrificio de Elías, consumado por el fuego que descendió del cielo, mostró al pueblo que Yahweh era el verdadero Dios.
Elías estuvo disponible para la obra de Dios y enviado a proclamar su palabra. Emprendió un largo viaje por el desierto, un viaje que lo dejó exánime. Se cobijó bajo un árbol y pidió la muerte. Pero Dios no permitió su muerte, sino que lo impulsó a continuar su viaje hasta el monte Horeb. Cuando llegó, Dios se mostró a Elías, no en los consabidos signos del antiguo testamento: fuego, terremoto o del fuerte viento, sino en una ligera brisa. Elías fue enviado nuevamente a su pueblo para continuar cumpliendo la voluntad de Dios.
De Elías, los Carmelitas aprenden a oir la voz de Dios en el silencio y en lo imprevisible. Intentan estar siempre disponibles a la Palabra de Dios para conformar la mente y el corazón de manera que el modo de vivir y trabajar sea profético y fiel a la memoria de nuestro Padre Elías.
La Bienaventurada Virgen María 
Los primeros ermitaños del Carmelo construyeron en medio de sus celdas una capilla. Fue el centro de sus vidas, en donde cada día se reunían para celebrar juntos la Santa Misa. Esta capilla se la dedicaron a la Bienaventurada Virgen María. Con este gesto el primer grupo de Carmelitas la escogió como Patrona, comprometiéndose a su fiel servicio y esperando de ella confiadamente su protección. Estaban orgullosos de llevar el título de "Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo" y defendieron este título con energía, cuando vieron amenazado el derecho a llevar este nombre.
MariaMaría acató la voluntad de Dios cuando se le pidió ser la Madre del Salvador. Ella meditó todos los acontecimientos de su vida y fue capaz de ver en ellos la mano de Dios en acción. María no se ensoberbeció por su especialísima vocación, sino alabó al Señor por haber mirado su humildad y haber hecho grandes cosas en Ella. Estuvo con Jesús al comienzo de su ministerio público cuando, en las bodas de Caná, le informó de la precaria situación: "No tienen vino". María lo asistió en su muerte en la cruz y allí se convierte en Madre de todos los creyentes. Al principio de las Actas de los Apóstoles encontramos a María en el Cenáculo, junto con los otros discípulos, orando y esperando la llegada del Espíritu Santo. Para todo carmelita, María está siempre en su propia vida, guiándolo y protegiéndolo en su obsequio a Jesucristo.
Por muchos siglos el Escapulario del Carmen ha sintetizado en su significado la relación de los Carmelitas con la Virgen María. El Escapulario constituye una parte del hábito tradicional vestido por los religiosos. Llevar puesto el Escapulario es una señal de consagración a María, la Madre de Dios, y es un símbolo que invita a revestirse de las virtudes de María y aceptar su protección. En la Virgen María los Carmelitas encuentran la imagen perfecta de todo lo que ellos esperan: entrar en una relación íntima con Cristo, estar totalmente abiertos a la voluntad de Dios y dejar que sus vidas sean transformadas por la Palabra de Dios. Los Carmelitas han considerado siempre a María la Patrona de la Orden, de la que se pregona que es Madre y Hermosura. Los Carmelitas viven en intimidad espiritual con ella, de modo que puedan aprender de ella a vivir como hijos de Dios.

Elías y María son las figuras inspiradoras para todos los Carmelitas. Tienen un papel importantísimo en la vida y en la espiritualidad de la Orden que se declara perteneciente a María y mira a Elías como a su Padre espiritual.

EL ESCAPULARIO y EL RITO DE LA BENDICIÓN


1. ¿Qué es?
El escapulario del Carmen es el signo externo de devoción mariana, que consiste en la consagración a la Santísima Virgen María por la inscripción en la Orden Carmelita, en la esperanza de su protección maternal.

El distintivo externo de esta inscripción o consagración es el pequeño escapulario marrón.
El escapulario del Carmen es un sacramental, es decir, según el Concilio Vaticano II, "un signo sagrado según el modelo de los sacramentos, por medio del cual se significan efectos, sobre todo espirituales, que se obtienen por la intercesión de la Iglesia". (S.C.60).

2.- Origen y propagación
A finales del siglo XII o principio del XIII nacía en el monte Carmelo, de Palestina, la Orden de los Carmelitas. Pronto se vieron obligados a emigrar a Occidente. En Europa, tampoco fueron muy bien recibidos por todos. Por ello el Superior General de la Orden, San Simón Stock, suplicaba con insistencia la ayuda de la Santísima Virgen con esta oración:
Flos Carmeli
Vitis Florigera
Splendor coeli
Virgo puerpera
Singularis y singular
Mater mitis
Sed viri nescia
Carmelitis
Sto. 
Propitia
Stella maris
Flor del Carmelo
viña florida
esplendor del Cielo
Virgen fecunda
¡Oh madre tierna!
intacta de hombre
a los carmelitas
proteja tu nombre
(da privilegios)
Estrella del mar.
En 1251, la Bienaventurada Virgen María, acompañada de una multitud de ángeles, se apareció a San Simón Stock, General de los Carmelitas, con el escapulario de la Orden en sus manos, y le dijo: "Tú y todos los Carmelitas tendréis el privilegio, que quien muera con él no padecerá el fuego eterno"; es decir, quien muera con él, se salvará.
Este relato lo encontramos ya en un santoral de fines del siglo XIV, que sin duda lo toma de códices más antiguos. En el mismo siglo XIII Guillermo de Sandwich O.C. menciona en su "Crónica", la aparición de la Virgen a San Simón Stock prometiéndole la ayuda del Papa.
La promesa del escapulario es de tal trascendencia, que precisamente por ello suscitó fuerte oposición.
3. Significado del Escapulario
Al vestir el escapulario, y durante toda la vida, es muy importante que sepamos apreciar su profundo y rico significado, como pertenencia a una Orden, a la del Carmen, con obligación de vivir según su rica espiritualidad y su propio carisma. Quien viste el escapulario debe procurar tener siempre presente a la Santísima Virgen y tratar de copiar sus virtudes, su vida y obrar como Ella, María, obró, según sus palabras: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra".
El escapulario del Carmen es un MEMORIAL de todas las virtudes de María. Así lo recordaba a todos: religiosos, terciarios, cofrades. "Que forman, por un especial vínculo de amor, una misma familia de la Santísima Madre", el Papa Pío XII, el 11.2.1950.
Reconozcan en este memorial de la Virgen un espejo de humildad y castidad.
  • Vean, en la forma sencilla de su hechura, un compendio de modestia y candor.
  • Vean, sobre todo, en esta librea que visten ida y noche, significada, con simbolismo elocuente, la oración con la cual invocan el auxilio divino.
  • Reconozcan, por fin, en ella su consagración al Sacratismo Corazón de la Virgen Inmaculada, s recientemente recomendada".
Cada escapulario tiene sus privilegios o gracias particulares, pero todos pueden sustituirse por la medalla-escapulario (cfr. Decreto de 16-XII-1910). Sería falta de fe en la autoridad suprema del Vicario de Cristo que confiere a esta medalla tal privilegio, creer que vale menos, para ganar las promesas, llevar la medalla que los trozos de paño (aunque en determinados casos, por otras razones externas de mayor visibilidad, etc., puede ser preferible el escapulario de paño).
La medalla-escapulario debe tener por una parte la imagen de Jesús con el Corazón, y por la otra una imagen de la Virgen bajo cualquier advocación. Lo mismo que los escapularios ha de estar bendecida por un sacerdote.
Consagración a La Virgen del Carmen
“Oh, María, Reina y Madre del Carmelo, vengo hoy a consagrarme a Ti, pues toda mi vida es como un pequeño tributo por tantas gracias y bendiciones como he recibido de Dios a través de tus manos.
Y porque Tú miras con ojos de particular benevolencia a los que visten tu Escapulario, te ruego que sostengas con tu fortaleza mi fragilidad, ilumines con tu sabiduría las tinieblas de mi mente y aumentes en mí la fe, la esperanza y la caridad, para que cada día pueda rendirte el tributo de humilde homenaje.
El Santo Escapulario atraiga sobre mí tus miradas misericordiosas, sea para mí prenda de particular protección en la lucha de cada día, de modo que pueda seros fiel a tu Hijo y a Ti.
Que él me tenga apartado de todo pecado y constantemente me recuerde el deber de pensar en Ti y revestirme de tus virtudes.
De hoy en adelante me esforzaré por vivir en suave unión con tu espíritu, ofrecerlo todo a Jesús por tu medio y convertir mi vida en imagen de tu humildad, caridad, paciencia, mansedumbre y espíritu de oración.
Oh Madre amabilísima, sosténme con tu amor indefectible, a fin de que a mí, pecador indigno, me sea concedido un día cambiar tu Escapulario por el Eterno vestido nupcial y habitar contigo y con los santos del Carmelo en el Reino de tu Hijo. Así sea.” 
Papa Pío XII
RITO DE LA BENDICIÓN E IMPOSICIÓN DEL ESCAPULARIO DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DEL MONTE CARMELO

I. INTRODUCCIÓN
1. La bendición e imposición del Escapulario de la B. V. María del Monte Carmelo se hará preferentemente durante una celebración comunitaria.
2. La imposición del Escapulario comporta la agregación a la familia carmelita. Tienen facultad de bendecir el Escapulario los sacerdotes y diáconos; pueden también imponerlo otras personas autorizadas.
3. Para la bendición e imposición debe usarse el Escapulario del Carmen en su forma tradicional. Después puede sustituirse por la medalla.
4. La bendición e imposición del Escapulario se realiza según los ritos y las oraciones que siguen. La celebración comprende los ritos iniciales, la lectura de la Palabra de Dios y las preces, la oración de bendición e imposición del Escapulario y los ritos conclusivos. Así se expresa de manera completa el sentido que tiene el Escapulario en la vida de los fieles que lo reciben.
5. Es necesario que en la celebración quede bien expresado el sentido espiritual de las gracias unidas al Escapulario de la Virgen del Carmen y los compromisos asumidos con este signo de devoción a la Santísima Virgen.
II. RITO DE LA BENDICIÓN E IMPOSICIÓN DEL ESCAPULARIO
Ritos iniciales
6. Reunidos los fieles ante el altar o ante una imagen de la Virgen, el celebrante acoge a los fieles. Se canta oportunamente un canto apropiado o se guarda un momento de silencio. 
Terminado el canto o el silencio, el ministro dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos se santiguan y responden:
Amén.
Luego, el celebrante saluda a los presentes, diciendo:
El Señor esté con vosotros.
Y todos responden:
Y con tu espíritu.
O bien:
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, nacido de la Virgen María, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
7. El celebrante exhorta a los presentes a participar en el rito, explicando la naturaleza de la celebración con estas o parecidas palabras:
Durante la vida terrena de Jesús, aquel que tocaba, aunque sólo fuese los flecos de su manto, quedaba curado. Alabamos al Señor porque en su Iglesia continúa usando los medios más humildes para mostrarnos su inmensa misericordia. También nosotros podemos utilizarlos para glorificar al Señor, para expresar nuestro deseo de servirlo y para renovar nuestro compromiso de fidelidad, contraído por la consagración bautismal para toda nuestra vida.
El Escapulario del Carmen es un signo del amor maternal de la Virgen María, que recuerda su iniciativa en favor de los miembros de la familia carmelita, particularmente en los momentos de mayor necesidad. Es un amor que pide una respuesta también de amor.
Este Escapulario es signo de comunión con la Orden de los Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, dedicada al servicio de la Virgen para el bien de toda la Iglesia. Con él expresáis el deseo de participar del espíritu y de la vida de la Orden.
El Escapulario es un espejo de la humildad y de la castidad de María; por su sencillez nos invita a vivir modestamente y con pureza. Llevándolo día y noche es signo de nuestra oración continua y de nuestra particular dedicación al amor y al servicio de la Virgen María.
Llevando el Escapulario renováis vuestro compromiso bautismal de revestiros de nuestro Señor Jesucristo. En María será salvaguardada vuestra esperanza de salvación, porque el Dios de la Vida ha fijado su morada en Ella.
Proclamación de la Palabra de Dios
8. Luego uno de los presentes, o el mismo celebrante, proclama un texto de la Sagrada Escritura, seleccionado principalmente entre los que en Leccionario hacen referencia al misterio de la salvación o a Santa María Virgen. Se indican a continuación algunos textos considerados los más apropiados:
a) Del Antiguo Testamento:
Pr 8, 17-21: Yo amo a quienes me aman.
Is 61, 10-11: Me ha revestido de un manto de justicia.
2Re 2, 7-13: El manto de Elías cae sobre Eliseo.
Bar 5, 1-5: Revestíos de la belleza de Dios.
Ez 16, 8-14: Tu belleza era perfecta.
b) Del Nuevo Testamento:
Mc 5, 25-34: La mujer tocó el vestido de Jesús y quedó curada.
Lc 2, 4-8: María envolvió en pañales a su Primogénito.
Rm 12, 1-2: Este es vuestro culto espiritual.
Gal 4, 4-7: Dios ha enviado a su Hijo nacido de una mujer.
Ef 4, 17.20-24: Revestíos del hombre nuevo.
Ef 6, 10-17: Tomad fuerza del Señor.
9. Terminada la lectura, el ministro exhorta a los presentes explicando el sentido de la celebración, las gracias y los compromisos que se derivan del Escapulario, a la luz de la palabra de Dios. Luego, es conveniente unos instantes de silencio.
Preces
10. Sigue la oración común. Se proponen algunas intenciones, de las que se pueden elegir las más adecuadas o añadir otras relacionadas con las peculiaridades de los fieles o de las circunstancias. El celebrante empieza diciendo:
Pidamos ahora al Padre por intercesión de la Virgen María, en cuyo seno se encarnó el Hijo de Dios para habitar entre nosotros, que testimoniemos con nuestras obras el Evangelio, y digamos:
R/. Concédenos, Señor, revestirnos de Jesucristo.
Padre santo, que has querido que tu Hijo asumiera nuestra carne para hacernos partícipes de tu vida divina,
- por intercesión de María, su perfecta discípula, haz que nos revistamos interiormente de tu gracia.
Padre santo, que has querido que tu Hijo se hiciera semejante a nosotros, excepto en el pecado, para que, siguiendo sus huellas, nos configuremos con él,
- por intercesión de la Virgen, haz que imitemos a Cristo y que seamos por nuestras obras ofrenda agradable a ti.
Padre Santo, que para revelarnos tu amor nos invitas al banquete de la gracia y nos pides revestirnos con el hábito nupcial,
- por intercesión de la Madre de tu Hijo, haz que nos revistamos de su caridad operante y de su amoroso servicio.
Padre santo, que has querido que la Virgen María aplastara la cabeza de la serpiente,
- por su intercesión, haz que seamos capaces de vencer las insidias del maligno en nuestro vivir en medio del mundo.
Padre santo, que has elegido a la Virgen María como arca de la Nueva Alianza,
- por su intercesión, purifica nuestros corazones y fortalece nuestra fe.
Padre santo, que has mirado la humillación de tu esclava para que proclamara tu grandeza,
- por su intercesión, haz que anunciemos tu reino y proclamemos tu misericordia de generación en generación.
Padre santo, que has dado a tu Hijo una madre, que lo cuidara amorosamente,
- por su intercesión, haz que amemos a los pobres y marginados, y con ellos construyamos un mundo más justo y fraterno.
Padre santo, que nos has revestido con el manto de la justicia y de la santidad,
- por la intercesión de la Virgen María, santifícanos en Cristo y haznos cooperadores generosos en la obra de salvación del mundo.
Padre santo, que nos has bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales,
- por la intercesión de la Virgen María, haz que pasemos felizmente de la muerte a la vida que no se acaba.
Oración de bendición
11. El celebrante, con las manos extendidas, añade:
Oh Dios, origen y cumplimiento de nuestra santidad, que llamas a la plenitud de la vida cristina y a la perfección de la caridad a los que han renacido del agua y del Espíritu Santo, mira con bondad a estos siervos tuyos que reciben con devoción este Escapulario del Carmen que llevarán diligentemente como un signo de su consagración a la Virgen María del Monte Carmelo. Haz que sean imagen de Cristo, tu Hijo, y así, terminado felizmente su paso por esta vida, con la ayuda de la Virgen Madre de Dios, sean admitidos en el gozo de tu morada. Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.
A continuación, el celebrante hace la aspersión con agua bendita.
Imposición del Escapulario
12. Luego, el celebrante impone el Escapulario a los candidatos, diciendo:
Recibe este Escapulario por el cual quedas admitido en la cofradía de la familia de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, y confía en el amor de tan gran Madre. Compórtate de tal manera que, con la ayuda de la santísima Virgen, te esfuerces cada día más en vestirte de Cristo y hacer que su vida se manifieste en la tuya para gloria de la Santísima Trinidad y para el bien de la Iglesia y de los hombres.
R/. Amén.
13. Según las circunstancias, el celebrante pronuncia la fórmula de imposición en voz alta una sola vez para todos. Todos a la vez responden Amén y se acercan al celebrante, o a la persona autorizada, para recibir el Escapulario.
14. Terminada la imposición, el celebrante, vuelto hacia los que han recibido el Escapulario, dice:
Por la bendición e imposición de este Escapulario habéis sido admitidos en la familia del Carmelo, dedicada a la imitación y al servicio de la Virgen, Madre de Dios, para que podáis servir con mayor dedicación a Cristo y a su Iglesia, con el mismo espíritu contemplativo y apostólico de la Orden del Carmen. Para que lo consigáis con más perfección, yo, con la potestad que se me ha concedido, os admito a  participar de todos los bienes espirituales de la misma Orden.

15. El celebrante instruye a los fieles sobre los compromisos y obligaciones que comporta la admisión en la familia del Carmelo.
Conclusión del rito
16. El celebrante concluye el rito con la bendición solemne.
Dios Padre os llene de su amor misericordioso, que nos ha dado en Cristo Jesús, hijo de la Virgen María.
R/. Amén.
Nuestro Señor Jesucristo os haga partícipes del amor del Padre y de la ternura materna de la Virgen del Carmen, para que podáis obrar todo bien.
R/. Amén.
El Espíritu Santo, que os ha inspirado ponernos bajo el manto de María, os haga apóstoles para recorrer los caminos de la paz y de la justicia.
R/. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo descienda sobre vosotros
R/. Amén.
O bien:
El Señor nos bendiga, nos libre de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
17. Es aconsejable terminar el rito con un canto mariano adecuado, por ejemplo: Flos Carmeli, Salve Regina, o Sub tuum praesidium.
 

RITO BREVE DE LA BENDICIÓN E IMPOSICIÓN DEL ESCAPULARIO
DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARIA DEL MONTE CARMELO
Rito inicial
18. El celebrante, delante de una imagen de la Virgen, exhorta a los que van a recibir el Escapulario, invitándoles a participar dignamente en la celebración. Luego, dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. 
R/. Amén.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, nacido de Santa María Virgen, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros.
R/. Y con tu espíritu.
19. El celebrante expone brevemente el significado de la bendición e imposición del Escapulario.
Lectura de la Palabra de Dios
20. Uno de los presentes, o el mismo celebrante, proclama un texto de la Sagrada Escritura, por ejemplo:
a) Del Antiguo Testamento:
Pr 8, 17-21: Yo amo a quienes me aman.
Is 61, 10-11: Me ha revestido de un manto de justicia.
2Re 2, 7-13: El manto de Elías cae sobre Eliseo.
Bar 5, 1-5: Revestíos de la belleza de Dios.
Ez 16, 8-14: Tu belleza era perfecta.
b) Del Nuevo Testamento:
Mc 5, 25-34: La mujer tocó el vestido de Jesús y quedó curada.
Lc 2, 4-8: María envolvió en pañales a su Primogénito.
Rm 12, 1-2: Este es vuestro culto espiritual.
Gal 4, 4-7: Dios ha enviado a su Hijo nacido de una mujer.
Ef 4, 17.20-24: Revestíos del hombre nuevo.
Ef 6, 10-17: Tomad fuerza del Señor.
Preces
21. Sigue la oración común. Se proponen algunas intenciones, de las que se pueden elegir las más adecuadas o añadir otras relacionadas con las peculiaridades de los fieles o de las circunstancias. El celebrante empieza diciendo:
Roguemos a Dios, nuestro Padre, por intercesión de la Virgen María, diciendo:
R/. Te rogamos, óyenos.
Para que quienes visten el Escapulario sean revestidos de Cristo con la gracia del Espíritu Santo, roguemos, al Señor:
Te rogamos, óyenos.
Para que quienes visten el Escapulario vivan su compromiso bautismal de revestirse de Cristo, roguemos al Señor:
Te rogamos, óyenos.
Para que quienes visten el Escapulario sean fortalecidos en la fe, la esperanza y la caridad, roguemos al Señor:
Te rogamos, óyenos.
Para que quienes visten el Escapulario sean siempre miembros vivos de la familia del Carmelo con sus oraciones, sacrificios y buenas obras, roguemos al Señor:
Te rogamos, óyenos.
Para que quienes visten el Escapulario sean una continuación del amor que Jesús profesaba a su Madre, roguemos al Señor:
Te rogamos, óyenos.
Para que quienes visten el Escapulario se revistan de las virtudes de la Virgen purísima, sepan escuchar la palabra de Dios y vivirla cada día, roguemos al Señor:
Te rogamos, óyenos.
Para que quienes visten el Escapulario, por la intercesión de María, sean iluminados en la contemplación, gozosos en la fraternidad y celosos en el servicio a los demás, roguemos al Señor:
Te rogamos, óyenos.
Para que quienes visten el Escapulario vivan de modo que entren a formar parte de la asamblea de los santos, con María santísima, revestidos del vestido nupcial, roguemos al Señor:
Te rogamos, óyenos.
Oración de bendición
22. El celebrante, con las manos extendidas, dice:
Padre santo, que te complaces en la caridad y la acrecientas, tú has querido que tu Unigénito Jesucristo se encarnara en el seno de la Virgen María por obra del Espíritu Santo; concede a este hijo tuyo (esta hija tuya), que recibe con devoción el Escapulario de la familia de la bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, la gracia de revestirse del Señor Jesús en todas las circunstancias de esta vida y alcance así la gloria eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.
El celebrante hace la aspersión con agua bendita.
Imposición del Escapulario
23. El celebrante impone el Escapulario diciendo:
Recibe este Escapulario por el cual quedas admitido en la familia de la bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, llévalo como signo de su protección maternal y de tu compromiso de imitarla y servirla. Que ella te ayude a revestirte de Cristo, para gloria de la Santísima Trinidad y para cooperar en la Iglesia al bien de los hermanos.
R/. Amén.
24. Terminada la imposición, el celebrante anuncia la admisión a la familia Carmelitana con estas o parecidas palabras:
Por la facultad que me ha sido concedida, te admito a la participación de todos los bienes espirituales del Orden del Carmen.
El celebrante explica los compromisos y las obligaciones que comporta el vestir dignamente el Escapulario.
Conclusión del rito
25. El celebrante concluye el rito con la bendición, diciendo:
La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros.
R/. Amén.
O bien:
El Señor nos bendiga, nos libre de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.


Fuente: sitio web oficial de los carmelitas