sábado, 19 de noviembre de 2016

Novena a la Virgen de la Medalla Milagrosa por la paz en el mundo - Primer día



Novena a la Virgen de la Medalla Milagrosa 
por la paz de Cristo en el mundo 
y en cada hogar.


Únete en oración conjunta de reparación a fin de que esta plegaria aplaque la justa ira de Dios, disminuya la tristeza de Nuestro Señor Jesucristo y nos conceda un corazón nuevo que no recuerde ningún mal y no olvide ningún bien, por medio de María, Dulcísima Madre nuestra y Santísima Omnipotencia Suplicante.


Nos consagramos al Inmaculado Corazón de María:


ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN 
A LA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA

Postrado ante vuestro acatamiento, ¡Oh Virgen de la Medalla Milagrosa!, y después de saludaros en el augusto misterio de vuestra concepción sin mancha, os elijo, desde ahora para siempre, por mi Madre, Abogada, Reina y Señora de todas mis acciones y Protectora ante la majestad de Dios. Yo os prometo, virgen purísima, no olvidaros jamás, ni vuestro culto ni los intereses de vuestra gloria, a la vez que os prometo también promover en los que me rodean vuestro amor. Recibidme, Madre tierna, desde este momento y sed para mí el refugio en esta vida y el sostén a la hora de la muerte. 
Amén.


DÍA PRIMERO 

Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos líbranos Señor Dios Nuestro. 

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

Acto de contricción: Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén.

Acto de reparación: Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan ni te aman.

 Jaculatoria: ¡Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!

Invocación: Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorado vuestro socorro y reclamado vuestra asistencia haya sido abandonado de Vos. Con esta confianza a Vos acudimos, oh Virgen de las vírgenes; y aunque gimiendo bajo el peso de nuestros pecados, nos postramos ante tu presencia soberana. Oh dulce Madre del Verbo, no despreciéis nuestras súplicas, antes bien escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.

Amemos a María Inmaculada 
por su celestial hermosura

Una señal extraordinaria apareció en el Cielo: Una mujer vestida del sol, la luna debajo de sus pies, y en su cabeza una corona de doce estrellas. (Apocalipsis 12,1).

¿Quién es esta mujer vista por San Juan en sus revelaciones sino la Reina de los Cielos, la misma que el 27 de Noviembre de 1830 realizó los deseos y las esperanzas de Sor Catalina de verla en su mayor hermosura? ¿Quién sino la mujer privilegiada, en la cual ha reunido Dios más perfecciones que en todas las obras de sus manos? ¿Quién sino su perfecta, su primogénita, su inmaculada, la que raya en los límites de lo infinito, la que ha alcanzado cierta igualdad con Dios, dice S. Bernardo, por la infinidad de sus perfecciones? Si, pues, tanta mayor influencia ejerce un objeto en nuestro corazón cuanto mas perfecto nos parece, ¿con qué ardor no deberemos amar a esta obra maestra de la omnipotencia divina? ¡Oh Madre del amor hermoso! Tomad de hoy para siempre posesión de mi alma, reinad en ella como en legítimo trono, y arrancad y destruid en sus términos cuanto no se compagine con vuestro amor. No quiero conveniencias ni placeres, ni seducciones que pueden separarme de Vos, sino amaros con todo mi corazón, para tener la dicha de veros algún día, como de vuestra bondad lo espero, en la patria de los escogidos. 

Meditemos lo dicho y, con entera confianza en la Santísima Virgen, pidamos por las intenciones de esta Novena y la gracia particular que cada uno desea obtener mediante su intercesión. 

Súplicas: Oh Madre del amor hermoso, purísima María, por la manifestación de vuestra santa Medalla, inflamad nuestros corazones en el amor divino para que, insensibles a las cosas terrenas, solo suspiren por las celestiales y eternas.

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Oh refugio de pecadores, poderosísima María, por la manifestación de vuestra santa Medalla, tened piedad de nuestras culpas y miserias y alcanzadnos la gracia de morir en la Divina Misericordia de Jesucristo.

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Oh puerta del paraíso, dulcísima María, por la manifestación de vuestra santa Medalla, concedednos la perseverancia en el bien morir santamente y participar de vuestra gloria en los cielos.

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Ofrecimiento: Oh Milagrosa Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, prosternados a vuestras plantas os encomendamos nuestros corazones, nuestros afectos, nuestros intereses, la salud de nuestros cuerpos, la salvación de nuestras almas, la paz de nuestras familias y el bienestar de nuestro pueblo. Velad por nosotros desde los cielos, apartadnos de todo peligro, endulzad nuestros pesares, santificad nuestros trabajos y colmadnos de vuestras gracias y virtudes, oh siempre Virgen y siempre Madre y siempre buena, María.

V. Oh María sin pecado concebida
R. Rogad por nosotros que recurrimos a Vos.

Oración Final: Jesús, Dios nuestro, que quisiste esclarecer a tu bienaventurada Madre, la Virgen María, Inmaculada ya desde su origen, con multitud de milagros: Concédenos que por la invocación constante de su patrocinio consigamos las eternas alegrías del cielo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.


viernes, 18 de noviembre de 2016

El triunfo del Corazón Inmaculado de María. Batalla por volver y traer a casa…

 por Padre Enrique Álvarez Moro


El amor del Inmaculado Corazón de María triunfará. Nos lo ha dicho en los mensajes tantas veces nuestra Gopa, nuestra Reina de la Paz y la Reconciliación. ES LA PROFECÍA PARA EL NIÑO ESCONDIDO EN NUESTRAS VIDAS ¿Qué significan estas palabras de nuestra Madre?

Partamos de un mensaje de nuestra Madre del 25 de septiembre de 1991:

“¡Queridos hijos! Hoy, de una manera especial, los invito a todos ustedes a la oración y a la renuncia. Porque ahora, como nunca antes, Satanás quiere mostrar al mundo su rostro ignominioso con el cual quiere seducir a la mayor cantidad posible de personas y llevarlas por el camino de la muerte y el pecado. Por tanto, queridos hijos, ayuden a mi Corazón Inmaculado a triunfar en este mundo tan pecador. Yo les imploro a todos ustedes que ofrezcan oraciones y sacrificios por mis intenciones, para que Yo pueda presentárselos a Dios por lo que sea más necesario. Olviden sus deseos, queridos hijos, y oren por lo que Dios desea, no por lo que ustedes desean. Gracias por haber respondido a mi llamada.”

Su triunfo es en el nombre de Dios. Ella sabe que muchos de sus hijos están perdiendo la esperanza porque tienen a su lado sufrimiento, celos, dolor, envidia… Pero Ella está en el Reino y está en la tierra, cuando nuestro corazón es un verdadero “Medjugorje”, una tierra cálida que espera el rocío de la misericordia de Dios. María ha venido con su amor de Madre para ayudarnos a seguir sus latidos, para decirnos que su amado Hijo piensa en nosotros como siempre lo ha hecho. Para sentir al Hijo de sus entrañas, Jesús, debemos CREERLE y VIVIRLO. María porta en sus manos a Jesús porque Él es la vida del mundo. Vivir a su Hijo signfica vivir el evangelio. Conlleva amor, sacrificio, compasión, perdón. Triunfa el Corazón inmaculado de María cuando nos abrimos a la oración y al ayuno y empezamos a comprender quiénes somos y a dónde debemos de ir. Debemos convertirnos en amor para todos aquellos que están sin amor. En Medjugorje, la Santísima Virgen María con mucho amor y con mucha paciencia procura hacer que nuestros corazones sean como su Corazón. Ella nos enseña la humildad, la sabiduría, el amor. ELLA NO QUIERE TRIUNFAR SIN NOSOTROS. Ella desea a sus hijos con ella, en la vida eterna. Ella ora a su Hijo, cuando nuestro corazón es un Medjugorje viviente, para que superemos las debilidades humanas. Para que nos conceda corazones puros. Sólo los corazones puros saben como llevar la Cruz y saben cómo sacrificarse por todos los hermanos. Sólo en corazones puros puede Dios obrar. Sólo si Dios es el primero, María puede amarnos como a su Hijo Jesucristo. ESTO ES EL TRIUNFO DEL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA.

El triunfo de María es la transformación de nuestras voluntades esclavizadas y esclavizantes en la Voluntad de su Hijo, que sólo sabe amar, conocer, discernir y entregarse con todo el Corazón. Cuando hablamos de triunfo hablamos de batalla. TRIUNFAR SIGNIFICA GANAR UNA BATALLA. LA BATALLA DEL MALO QUE JUEGA CON NUESTRA LIERTAD HERIDA TAMBIÉN. La respuesta de María “he aquí la esclava del Señor” es respuesta perfecta al grito del malo: “no serviré”. La respuesta de María a Isabel que es alabanza, humildad, servicio y misericordia… es oposición directa a satanás que busca su gloria propia, su autonomía, porque es orgulloso, egoísta, lleno de odio y de acusación.Por la cooperación perfecta de María al plan salvífico de Dios desde la Anunciación hasta la Cruz, ella con su “fíat”, participa de ese “aplastar la cabeza de Satanás”. Y la descendencia de María, que es Cristo y el talón que son los hijos espirituales de María, aplastan la cabeza de la serpiente, o sea, la raíz del pecado: el orgullo. Por eso, cuanto antes encontremos en nuestro corazón el niño escondido, nunca perdido, antes haremos que nuestra Madre venza.

La raíz de la batalla es el pecado. María, tiene poder sobre el demonio y vence su obra destructora, Ella al haber sido creada Inmaculada en virtud de la futura redención de su Hijo. Ella por ser Inmaculada, no tuvo nunca pecado original ni personal, o sea, Satanás nunca tuvo poder sobre ella, ni su mente, ni corazón, ni acciones. Es por eso, que nuestra Madre, nos llama con urgencia a la conversión auténtica, a la renuncia al pecado, indiferencia, incredulidad y rebeldía que hay en el hombre de hoy…. Ella siempre batalla como buena Madre en esta hora decisiva para la humanidad, hora en que se juega la salvación eterna de tantas y tantas almas, incluso de la nuestra.

El triunfo del Inmaculado Corazón de María, es también el triunfo de la Iglesia. La reconquista espiritual de todo el mundo. O sea, que nuestros corazones regresen a su Hijo, que vuelvan a pertenecerle a El, y su Corazón Inmaculado es el camino seguro y, perfecto para llegar al Corazón de Cristo. Ella, como madre nuestra, quiere hacer todo lo posible, para regresarnos al camino de su Hijo, por llevarnos a Él, por revelarnos al único Salvador y Señor. Ella quiere enseñarnos el camino que hemos perdido: el amor, la fe, la conversión, la vida de los sacramentos, los valores morales, los valores familiares, la obediencia y fidelidad a Dios y a los mandamientos de su Hijo y Dios para nuestra felicidad terrestre y eterna. Y triunfará con los pastores de su Hijo. Qué importante la oración de todos por los pastores. Ellos serán la mano visible y el Corazón ardiente de María. Dice así la Gospa el día 2 de octubre de 2010:

“Queridos hijos, hoy os invito a una humilde, hijos míos, humilde devoción. Vuestros corazones deben ser rectos. Que vuestras cruces sean para vosotros, un medio en lucha contra el pecado de hoy. Que vuestra arma sea la paciencia y un amor sin límites, amor que sabe esperar y que os hará capaces de reconocer los signos de Dios, para que vuestra vida con amor humilde, muestre la verdad a todos aquellos que la buscan en las tiniebla de la mentira. Hijos míos, apóstoles míos, ayudadme a abrir los caminos que conducen a Mi Hijo. Una vez más os invito a la oración por vuestros pastores. Con ellos triunfaré. ¡Os lo agradezco!

La Santísima Virgen María siempre nos exhorta a no separarnos de nuestros pastores. Sólo con ellos su Corazón triunfará. No podemos permitir al mal que nos separe de nuestros pastores.

Siempre debemos pensar en el triunfo de la Santísima Virgen en término de destrucción del pecado, de sus estructuras y de las consecuencias del pecado. Precisamente se trata del triunfo del Corazón Inmaculado, porque la batalla se libra en el corazón de los hombres, que se han endurecido, se han alejado de Dios y han dado cabida a la oscuridad y al pecado, al mundo, la carne y el demonio. Ella, en cuyo Corazón se vive en plenitud el triunfo Redentor de Cristo, nos quiere hacer participes de esa victoria, manifestando a cada uno de nosotros y a las naciones todas, el triunfo de Su Corazón, el triunfo de la gracia sobre el pecado, del amor sobre el egoísmo, de la paz sobre la violencia, de la fe renovada por el Espíritu Santo sobre la incredulidad.


PARA QUE EL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA REINE, NUESTRAS VIDAS TIENEN QUE TRANSCURRIR ENTE UNA CONVERSIÓN CONTINUA, UN OFRECIMIENTO DE NUESTRA VIDA CON EL CORAZÓN, LA CONSAGRACIÓN A SU CORAZÓN CON TODO LO QUE SOMOS Y TENEMOS Y UNA REPARACIÓN AMOROSA PURIFICANDO LAS LÁGRIMAS DE NUESTRA MADRE CON AMOR EXPIATORIO Y REDENTOR.

Consagrarnos es entregarnos, confiarnos al Corazón de Nuestra Madre. Dejarnos formar, moldear, guiar y enseñar por Ella. Es llenarnos de sus disposiciones interiores y participar de sus gracias. Es guardarnos dentro de Ella, para ser protegidos en esta ardua lucha que libramos contra las fuerzas del mal.

Es pertenecerle a Nuestra Santísima Madre, es ser reclamados como cosa y posesión suya, lo cual debilita el poder de Satanás sobre nosotros que quiere perdernos, alejarnos de Dios y condenarnos.

Sabemos que las almas que se entregan a Ella completamente y sin reservas llegan a comprender mucho mejor quien es el Señor Jesús y los misterios de Dios. La Madre de Dios no puede llevarnos a ningún lugar excepto a Nuestro Señor, a Su Iglesia y a Su Magisterio. Los apóstoles de estos tiempos, se forman en el Inmaculado Corazón, igual que después de la resurrección, durante esa persecución, los apóstoles estaban con María.

Oremos y ayunemos con el corazón. Seamos ofrenda viva. El amor verdadero también está lleno de dolor. Pero dolor con amor se hace el cielo. Recemos el Rosario, consagrémonos a María, acudamos los primeros sábados de mes a ponernos a bien con el Señor, a acompañar a María, a contemplar sus misterios, a reparar, a amar, ofrecer, dar y sufrir por Ella y por su Hijo.

Queremos estar con Ella. Es volver a casa. Volver a ser besados por Jesús como cuando nos sumergió en su amor por el Bautismo. Eso es ver a Dios y discernir sus cosas en el amor más perfecto. Es estar  en todo momento “sentenciados” de amor. Es ganar una batalla, que solos no podemos. Porque el malo es más poderoso que nosotros solos. Pobre. No sabe lo que se le avecina. Alabada sea la Santísima Virgen María y su Hijo, Corazones unidos para sus hijos y hermanos.



¡TRIUNFAR EN MARÍA ES VOLVER A CASA
 Y TRAER HERMANOS
 PARA EL VERDADERO AMOR!