La Santísima Virgen pidió rezar los misterios Gloriosos del Santo Rosario todos los días, durante esta Cuaresma, de rodillas en familia. (Mensaje recibido por Vicka, el 10 de marzo de 2015, en San Giovanni Rotondo)
Hay una gran diferencia entre cómo reciben los mensajes de la Santísima Virgen la gente de Medjugorje y la mayoría de nosotros, y ello se pone de manifiesto en mensajes como éste. Recuerdo cuando, por los fines de los años ochenta, Mirjana risueñamente reconvenía a los italianos porque preguntaban porqué había que ayunar y porqué dos días. Ella decía “Ustedes hacen preguntas, nosotros no. Para nosotros es suficiente que lo haya pedido la Virgen para que lo hagamos sin cuestionarnos nada”. Me parece que muchos de nosotros, como aquellos peregrinos italianos a quienes se dirigía Mirjana, nos hemos preguntado: ¿por qué pide en Cuaresma rezar los misterios gloriosos y no los dolorosos? Y puestos en tren de preguntar caben otras cuestiones: por qué de rodillas y por qué en familia y hasta por qué todos los días que restan de la Cuaresma.
El porqué rezar el Rosario es, en cambio, evidente por ser la oración mariana por excelencia, su oración preferida y por la que acude intercediendo y atrayendo las gracias de Dios sobre nosotros. En el Rosario clamamos su intercesión cuando más de cincuenta veces repetimos “ruega por nosotros pecadores ahora…”
El Rosario es un compendio del Evangelio en el que vamos repasando la historia de la salvación contemplada desde el corazón de María. Es el rezo que tiene a Cristo en el centro, donde repetimos la oración que el Señor nos enseñó y lo que los Evangelios dicen de María, agregando a ello nuestra petición de su intercesión en el momento actual y a la hora de nuestra muerte. Es la oración que parte de nosotros hacia la Madre de Dios y de Ella al corazón de Cristo. De allí viene toda su eficacia porque es la oración nuestra que la Santísima Virgen hace suya ante su Hijo, que es Dios.
¿Por qué rezar los misterios gloriosos en Cuaresma, en familia y todos los días?
Ante todo es de suponer que al pedir rezar los misterios gloriosos no está por ello excluyendo otros misterios ni prácticas cuaresmales. Tal suposición es lógica porque desde los primeros años nos pide rezar el Rosario completo (los tres clásicos misterios) y aunque no lo repita, eso no ha cambiado. Por tanto nos está diciendo que de todos los misterios sean los gloriosos en especial los que hagamos de rodillas y en familia.
La respuesta del porqué en familia hay que buscarla en mensajes antiguos y repetidos. La Reina de la Paz siempre ha pedido y, toda vez que fuera posible, privilegiado la oración en familia, sea ésta la familia natural o la religiosa. La familia natural es la Iglesia doméstica, esa Iglesia que -en sitios como Medjugorje y en donde imperó o impera el comunismo o totalitarismos religiosos perseguidores del cristianismo- hizo y hace que preserve la fe. Además, como nunca antes de ahora, la familia está expuesta a todo tipo de ataques en este llamado mundo libre; y necesita defenderse con la oración, particularmente con el Rosario. San Juan Pablo II recordaba que “la familia que reza unida permanece unida”. Recordaba también el Santo Padre que la Iglesia recurrió al Rosario en momentos de peligro y de gran dificultad. Por el Rosario se conjuraron guerras y se ganaron batallas decisivas, baste recordar la de Lepanto contra los turcos. En Fátima, la Santísima Virgen pidió a los pastorcitos que rezaran el Rosario por la conversión de los pecadores y por la paz del mundo. En Medjugorje pidió rezar el Rosario completo (en la época los tres misterios) para la paz personal, familiar y del mundo.
¿Por qué de rodillas?
Porque el cuerpo también participa de la oración y de la adoración y el arrodillarse es gesto de humildad, haciéndonos pequeños ante Dios. Es también gesto de súplica intensa y penitente.
¿Por qué los misterios gloriosos?
Porque aún en medio de la dolorosa Pasión y Muerte de nuestro Señor nuestros ojos, los de la fe, deben estar siempre puestos en la victoria de la Resurrección, recordando que Jesucristo está vivo, glorioso y que es Dios Todopoderoso. En este pedido encontramos una similitud con la práctica actual del Via Crucis. Antiguamente el Via Crucis concluía en la decimocuarta estación, o sea en la sepultura del Señor. Luego se le agregó una decimoquinta, la de la Resurrección para que resulte evidente que la sepultura no es la última etapa sino la victoria definitiva del Señor sobre la muerte y el mal. La Resurrección ilumina todo el misterio de la salvación comenzado en la Encarnación.
Hay Resurrección porque antes hubo muerte y esa fue atravesada por el poder de Dios en Cristo Jesús. Esa es la Pascua del Señor, cuando pasa de este mundo al Padre. Por eso, nuestra mirada no debe apartarse de la meta y del mismo hoy del Señor glorioso y resucitado, que ha llamado a su Madre a la gloria, de donde Ella viene a completar nuestra rescate en este tiempo de la historia. Los misterios concluyen con la coronación de María, las letanías que siguen a la recitación del Santo Rosario con la invocación a la Reina de la Paz. Pues, así es como se presenta en Medjugorje, lo que nos indicaría la culminación de la historia de la salvación. O sea, el tan esperado triunfo del Corazón Inmaculado de María. Todo ello alimenta nuestra esperanza en tiempos que se vuelven cada vez más confusos y duros. Estos son los tiempos de la Madre de Dios.
Los gloriosos de rodillas significa clamar al Cielo por el triunfo del Corazón Inmaculado de María.
Todos los días.
Sí, todos los días para que tengamos siempre presente, en el tiempo fuerte que dura la Cuaresma, la victoria definitiva sobre el mal, especialmente cuando el mal y la persecución a los cristianos y a todo lo que es santo arrecian. A Satanás le queda poco tiempo y por eso está cada vez más agresivo y anda con menos sutilezas. Ante la patética realidad nuestra oración debe ser insistente, ferviente, movida desde la fe y la esperanza.
El Rosario que la Reina de la Paz nos pide es oración del corazón, ésa que parte de la humildad y pureza del corazón para elevarse a Dios. Es la oración con el corazón henchido de amor y de gratitud por el Señor que nos ama de amor eterno y por su Madre que viene hasta nosotros por amor, para conducirnos por el camino que lleva a su Hijo, a la gloria.
Que nuestras intenciones sean -como lo pidió el 9 de noviembre por medio de Vicka y a las puertas de Roma- por la Iglesia, porque “está muy necesitada de vuestras oraciones” y por el mundo, especialmente por las familias destruidas y atacadas y por los jóvenes desorientados y atrapados por el Enemigo, para que todos conozcan el amor de Dios.
Al día siguiente dio a la misma vidente este otro mensaje:
“Queridos hijos, los invito una vez más a rezar más y hablar menos, especialmente durante esta Cuaresma. Recen para que se lleve a cabo mi plan que aún está lejos de realizarse. Les pido especialmente orar por las familias y los jóvenes que se encuentran en una situación muy difícil. Los bendigo” (mensaje a Vicka en Monte Sant’Angelo, el 11 de marzo de 2015)
Luego la Virgen partió y, como siempre, saludó diciendo “Vayan en la paz de Dios”. Y mientras la Virgen desaparecía la vidente vio, como cada vez que se va, tres signos: la cruz, el corazón y el sol. Al comentar brevemente las palabras de la Virgen, Vicka subrayó que el plan de la Virgen está lejos de realizarse porque “las oraciones no llegan”.
Huelgan palabras, sobre todo cuando dice que mucho hablamos y poco rezamos. Si el plan de la Virgen está lejos de realizarse es porque no rezamos lo suficiente y no lo hacemos de veras con el corazón (por eso no llegan), recordando además que la oración no está sólo hecha de palabras sino sustentada por obras que la acompañen y sacrificios que se ofrezcan.
P. Justo Antonio Lofeudo
Fuente: virgendemedjugorje.org