Desde la infancia a la muerte, la vida de humana esta rodeada de su custodia. "Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida". Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios. CIC 336
La vida humana comienza en el momento de la concepción. Es en ese momento que Dios crea nuestra alma y se deduce que es entonces cuando se nos asigna el ángel custodio. Los ángeles custodios están encargados de velar por cada uno de nosotros, protegiéndonos de los peligros y alentando nuestra vida en Cristo. Deberíamos ser agradecidos con nuestro ángel e invocar su protección y guía.
Fundamentos Bíblicos:
Exodo 23, 20-23a: Así habla el Señor: «Yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te conduzca hasta el lugar que te he preparado. Respétalo y escucha su voz. No te rebeles contra él, porque no les perdonará las transgresiones, ya que mi Nombre está en él. Si tú escuchas realmente su voz y haces todo lo que yo te diga, seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios. Entonces mi ángel irá delante de ti.»
Mateo 18,10: Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos.
San Basilio: "Todo fiel tiene junto a sí un ángel como tutor y pastor, para llevarlo a la vida" (cf. San Basilio, Adv, Eunomium, III, 1; véase también Santo Tomás, S. Th., I, q. 11, a. 3).
La Iglesia recomienda el recurso a su protección.
La Iglesia celebra la fiesta de los ángeles custodios desde el Siglo XVII. Fue instituida por el Papa Clemente X.
Muchos santos han dado testimonio de una bella relación con sus ángeles custodios:
Oración
Angel santo de la guarda,
compañero de mi vida,
tú que nunca me abandonas,
ni de noche ni de día.
Aunque espíritu invisible,
sé que te hallas a mi lado,
escuchas mis oraciones
y cuentas todos mis pasos.
En las sombras de la noche,
me defiendes del demonio,
tendiendo sobre mi pecho
tus alas de nácar y oro.
Angel de Dios, que yo escuche
tu mensaje y que lo siga,
que vaya siempre contigo
hacia Dios, que me lo envía.
Testigo de lo invisible,
presencia del cielo amiga,
gracias por tu fiel custodia,
gracias por tu compañía.
En presencia de los ángeles,
suba al cielo nuestro canto:
gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo. Amén.
El Catecismo de la Iglesia Católica
Los ángeles #328-336:
La existencia de los ángeles, una verdad de fe.
328 La existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición.
Quiénes son los ángeles
329 San Agustín dice respecto a ellos: "Angelus officii nomen est, non naturae. Quaeris nomen huius naturae, spiritus est; quaeris officium, angelus est: ex eo quod est, spiritus est, ex eo quod agit, angelus" ("El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel"). Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan "constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos" (Mt 18, 10), son "agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra" (Sal 103, 20).
330 En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales e inmortales. Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello. Cristo "con todos sus ángeles"
331 Cristo es el centro del mundo de los ángeles. Los ángeles le pertenecen: "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles... (Mt 25, 31). Le pertenecen porque fueron creados por y para El: "Porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él" (Col 1, 16).
Le pertenecen más aún porque los ha hecho mensajeros de su designio de salvación: "¿Es que no son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación?" (Hb 1, 14).
332 Desde la creación y a lo largo de toda la historia de la salvación, los encontramos, anunciando de lejos o de cerca, esa salvación y sirviendo al designio divino de su realización: cierran el paraíso terrenal protegen a Lot, salvan a Agar y a su hijo, detienen la mano de Abraham, la ley es comunicada por su ministerio (cf Hch 7, 53), conducen el pueblo de Dios, anuncian nacimientos y vocaciones, asisten a los profetas, por no citar más que algunos ejemplos. Finalmente, el ángel Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor y el de Jesús.
333 De la Encarnación a la Ascensión, la vida del Verbo encarnado está rodeada de la adoración y del servicio de los ángeles. Cuando Dios introduce "a su Primogénito en el mundo, dice: `adórenle todos los ángeles de Dios'" (Hb 1, 6). Su cántico de alabanza en el nacimiento de Cristo no ha cesado de resonar en la alabanza de la Iglesia: "Gloria a Dios... (Lc 2, 14). Protegen la infancia de Jesús, sirven a Jesús en el desierto, lo reconfortan en la agonía, cuando El habría podido ser salvado por ellos de la mano de sus enemigos como en otro tiempo Israel. Son también los ángeles quienes "evangelizan" (Lc 2, 10) anunciando la Buena Nueva de la Encarnación, y de la Resurrección de Cristo. Con ocasión de la segunda venida de Cristo, anunciada por los ángeles, éstos estarán presentes al servicio del juicio del Señor.
Los ángeles en la vida de la Iglesia
334 De aquí que toda la vida de la Iglesia se beneficie de la ayuda misteriosa y poderosa de los ángeles.
335 En su liturgia, la Iglesia se une a los ángeles para adorar al Dios tres veces santo; invoca su asistencia (así en el "Supplices te rogamus..." ["Te pedimos humildemente..."] del Canon romano o el "In Paradisum deducant te angeli..." ["Al Paraíso te lleven los ángeles..."] de la liturgia de difuntos, o también en el "Himno querúbico" de la liturgia bizantina) y celebra más particularmente la memoria de ciertos ángeles (san Miguel, san Gabriel, san Rafael, los ángeles custodios).
336 Desde la infancia a la muerte, la vida humana está rodeada de su custodia y de su intercesión. "Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida". Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios.
Los Nueve Coros de ángeles. Jerarquías
Desde el Seudo Dionisio (siglo VI), Padre de la Iglesia, suelen enumerarse tres jerarquías con tres coros cada una, sumando un total de nueve Coros u Ordenes Angélicos.
Primera Jerarquía (Estos ángeles de la mas alta jerarquía se dedican exclusivamente a glorificar, amar y alabar a Dios en su presencia).
Coro de Serafines
Coro de Querubines
Coro de Tronos.
Segunda Jerarquía
Coro de Dominaciones
Coro de Virtudes
Coro de Potestades (gobiernan el espacio y las estrellas. Son los responsables del universo entero).
Tercera Jerarquía
Coro de Principados
Coro de Arcángeles
Coro de Ángeles.
Son los que intervienen en todas nuestras necesidades; esto lo vemos también en la Biblia, cuando se nos presenta la intervención de los arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael, vemos que directamente intervienen en la vida de los hombres, cada uno con su propia misión dada por el mismo Dios. También se les ha dado la misión de proteger naciones, ciudades e Iglesias. La visión del profeta Daniel es la que confirma esta misión. (Dn 7 y 8) El cuidado de la Iglesias se confirma con el pasaje de Ap. 1:20 cuando se refiere a los Ángeles de las siete Iglesias.
Algunos autores y Místicos, dividen a los ángeles entre asistentes al Trono Divino, y Mensajeros de Dios para cumplir diversas misiones por encargo suyo. Así por ejemplo, el Libro de Tobías tiene como personaje central al Arcángel Rafael, el cual desempeña un oficio protector admirable y nos muestra el Amor de Dios manifestado en el ministerio de los Ángeles: "Yo soy Rafael, uno de los siete Santos Ángeles que presentamos las oraciones de los justos y tiene entrada ante la majestad del Santo" (To. 12,15).
Fuente: Corazones.org
En la enfermedad.
Querido Ángel Custodio mío, te pido que en mi última enfermedad me asistas especialmente para que pueda tener tu consuelo oportuno en medio de la angustia y el miedo a morir.
Sé que la muerte es sólo un paso hacia la eternidad, pero ante ella a veces siento temor, especialmente al juicio de Dios, y el demonio quiere aumentar este miedo, y creo que tratará de aumentarlo mucho más cuando se acerque la hora postrera. Por eso te ruego, querido Ángel Custodio mío, que me asistas en los últimos momentos de mi vida, y si estoy enfermo que me des el alivio como otro Rafael, para que me duerma tranquilo y en paz en este mundo, y despierte en el Cielo, junto a mis seres queridos y a la Virgen santísima.
Si el Señor te ha puesto a mi lado, ha sido especialmente para que me prepares a bien morir, pues de la muerte depende la eternidad, y si me hubieras cuidado toda la vida, pero me descuidaras en el momento capital de mi vida que es la muerte, entonces no cumplirías bien tu función.
Por eso te imploro, querido Ángel de mi Guarda, que me ampares en ese último combate de la vida, y me consueles y confortes en mi última enfermedad, que no sé cómo será, si tendrá lugar y cómo se desenvolverá. Pero ya desde ahora me quedo en paz, encomendándotela para que ya desde ahora mismo me vayas preparando a tener paciencia con ella y así pasar en paz de este mundo al Paraíso.
Todos los días debemos tener por lo menos unos quince minutos de trato personal con nuestro Ángel Custodio.
Con esta práctica nos acostumbraremos a hablar con nuestro Ángel de la Guarda y con el paso del tiempo nuestro hablar con él se hará muy frecuente y lleno de confianza.
¡Ojalá estos textos den sus frutos y que cada vez confiemos más en nuestro Ángel Custodio que Dios ha puesto a nuestro lado para protección y ayuda!
Fuente: María Santísima
Fuente: Corazones.org
Quince minutos con el Ángel Custodio
En la enfermedad.
Querido Ángel Custodio mío, te pido que en mi última enfermedad me asistas especialmente para que pueda tener tu consuelo oportuno en medio de la angustia y el miedo a morir.
Sé que la muerte es sólo un paso hacia la eternidad, pero ante ella a veces siento temor, especialmente al juicio de Dios, y el demonio quiere aumentar este miedo, y creo que tratará de aumentarlo mucho más cuando se acerque la hora postrera. Por eso te ruego, querido Ángel Custodio mío, que me asistas en los últimos momentos de mi vida, y si estoy enfermo que me des el alivio como otro Rafael, para que me duerma tranquilo y en paz en este mundo, y despierte en el Cielo, junto a mis seres queridos y a la Virgen santísima.
Si el Señor te ha puesto a mi lado, ha sido especialmente para que me prepares a bien morir, pues de la muerte depende la eternidad, y si me hubieras cuidado toda la vida, pero me descuidaras en el momento capital de mi vida que es la muerte, entonces no cumplirías bien tu función.
Por eso te imploro, querido Ángel de mi Guarda, que me ampares en ese último combate de la vida, y me consueles y confortes en mi última enfermedad, que no sé cómo será, si tendrá lugar y cómo se desenvolverá. Pero ya desde ahora me quedo en paz, encomendándotela para que ya desde ahora mismo me vayas preparando a tener paciencia con ella y así pasar en paz de este mundo al Paraíso.
Todos los días debemos tener por lo menos unos quince minutos de trato personal con nuestro Ángel Custodio.
Con esta práctica nos acostumbraremos a hablar con nuestro Ángel de la Guarda y con el paso del tiempo nuestro hablar con él se hará muy frecuente y lleno de confianza.
¡Ojalá estos textos den sus frutos y que cada vez confiemos más en nuestro Ángel Custodio que Dios ha puesto a nuestro lado para protección y ayuda!
Fuente: María Santísima
Libro recomendado para leer o descargar: TU AMIGO EL ÁNGEL
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