"Cuando uno enciende una lámpara, no la esconde ni la cubre,
sino que la pone sobre el candelero,
para que los que entran vean la claridad.
La lámpara del cuerpo es tu ojo.
Cuando tu ojo está sano, todo tu cuerpo está iluminado;
pero si tu ojo está enfermo, también tu cuerpo estará en tinieblas.
Ten cuidado de que la luz que hay en ti no se oscurezca.
Si todo tu cuerpo está iluminado, sin nada de sombra,
tendrá tanta luz como cuando la lámpara te ilumina con sus rayos".
(Lucas 11,33-36; Mateo 6, 22-23).
La Virgen de la Candelaria o Nuestra Señora de la Candelaria es una de las advocaciones más antiguas de la Virgen María. Inicialmente la fiesta de la Candelaria o de la Luz tuvo su origen en el Oriente con el nombre del "Encuentro", posteriormente se extendió al Occidente en el siglo VI, llegando a celebrarse en Roma con un carácter penitencial.
Su fiesta se celebra, según el calendario o santoral católico, el 2 de febrero en recuerdo al pasaje biblíco de la Presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén (Lc 2;22-39) y la purificación de la Virgen María después del parto, para cumplir la prescripción de la Ley del Antiguo Testamento (Lev 12;1-8).
La fiesta es conocida y celebrada con diversos nombres: la Presentación del Señor, la Purificación de María, la fiesta de la Luz y la fiesta de las Candelas; todos estos nombres expresan el significado de la fiesta.
Cristo la Luz del mundo presentada por su Madre en el Templo viene a iluminar a todos como la vela o las candelas, de donde se deriva el nombre de "Candelaria".
Parábola de las diez vírgenes
Por eso, el Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes.
Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos.
Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas.
Pero a medianoche se oyó un grito: "Ya viene el esposo, salgan a su encuentro".
Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas.
Las necias dijeron a las prudentes: "¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?"
Pero estas les respondieron: "No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado".
Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta.
Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: "Señor, señor, ábrenos", pero él respondió: "Les aseguro que no las conozco".
Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora". (Mateo 25, 1-13)