LA PIEDAD DE SANTA FAUSTINA
Para comprender el mensaje que nuestro Señor quiso transmitir a través de la humilde campesina polaca, es necesario entender el misterio de lo que los Santos Padres denominaron la condescendencia de Dios.
Dios se ha valido de sus servidores haciéndoles hablar en el lenguaje de su cultura y de su época. Y cuando alguno ha tenido visiones o ha proferido profecías, Dios se ha comunicado en el lenguaje que la persona podía así entender.
Así Santa Faustina no es una excepción. Ella oye a Jesús hablarle con el lenguaje de una joven religiosa de principios de siglo XX. Faustina no oye a Jesucristo hablando como un autor de teología, un erudito eclesiástico, o un sabio canonista, sino con las palabras que ella está acostumbrada a oír y a usar. En este mismo hecho, Jesús le demuestra su bondad hacia nosotros.
Lo que importa es el núcleo de su mensaje, no el ropaje histórico que trae. Porque Faustina y la Iglesia, desconocen en la década de 1930 el futuro Concilio Vaticano II y los grandes cambios de acentos en la vida de la Iglesia. Nos toca recibir el mensaje y volcarlo al mundo para que lo entienda.
Faustina tiene una profunda experiencia espiritual. Ella dice: vi; pero, es algo más que el ejercicio de la vista, sino una experiencia en la que están todos los sentidos unidos. Por eso, queda arrebatada por el Amor de Dios, oye la voz de Jesús, percibe el aroma, tiene sensaciones táctiles o gustativas.
Santa Faustina posee una honda piedad católica. Ella se nutre con la gracia del Espíritu Santo que recibe en el Sacramento de la Confesión y en la Eucaristía. Percibe su actitud de consagrada como el de una total y absoluta confianza a Dios. Es esa confianza la que le permite atravesar la noche oscura del alma para salir fortalecida a cumplir su misión de apóstol de la misericordia. Faustina se anticipa a la historia.
EL MUNDO NECESITA CONSTRUIR EL SIGLO XXI CON OTRA PERSPECTIVA. FAUSTINA OYE: “HIJA MÍA, HABLA A TODO EL MUNDO DE MI INCONMENSURABLE MISERICORDIA.”
El siglo XX fue testigo de un oscurecimiento de la misericordia: las atrocidades cometidas en la misma Polonia contra los judíos, o durante la Segunda Guerra Mundial, o en cientos de guerras posteriores que han ensangrentado al mundo.
La segunda actitud de Faustina que la hace modelo de vida para los creyentes es la obediencia a la Iglesia, en especial a sus superiores. La vida de Faustina es un cántico a la obediencia de la fe. Ella obedece a sus superiores, maestras, confesores y obispo. La obediencia es su verdadera colega y la salva de la soberbia.
Jesús, en Vos confío
BIOGRAFÍA DE SANTA FAUSTINA
Santa María Faustina Kowalska nació el 25 de agosto de 1905 en Glogowiec, Polonia. Sus padres cristianos orientan a sus hijos en la doctrina de los Padres del desierto. Pero son muy pobres y Elena, ese era su nombre de Bautismo, sale a trabajar a los catorce años en una casa de una aldea vecina.
Al año siguiente pide permiso para entrar en la vida religiosa y sus padres no consienten, porque no pueden afrontar la dote. Ella marcha a Lodz, la ciudad industrial, a trabajar como mucama.
En los primeros días de agosto de 1923 viaja de improviso a Varsovia, movida por una voz interior. Allí encuentra al P. Dabrowski que la recomienda a una familia con 6 niños.
En 1924 se vincula a la Congregación de Nuestra Señora de la Misericordia que se dedica a rescatar jóvenes de mala vida y está constituida por religiosos de dos coros: las madres y las hermanas comunes, además de las magdalenas (las jóvenes arrepentidas).
Tiene que seguir trabajando durante un año para juntar los zlotys necesarios para adquirir su ajuar religioso. El 1º de agosto de 1925 entra al convento para seguir su vocación de silencio y oración. Pero le toca el pesado camino de las hermanas que hacen los trabajos caseros y disponen de menos tiempo para los ejercicios de piedad. Es por entonces una muchacha simpática, sencilla, alegre, franca y de mucho sentido común.
DESDE 1928 A 1931 ESTÁ SUMIDA EN UNA NOCHE OSCURA. DE ELLA SALE EL 22 DE FEBRERO DE 1931 CUANDO TIENE LA PRIMERA VISIÓN DE JESÚS MISERICORDIOSO.
Se pasó los trece años que la separan de su muerte en trabajos de cocina, jardín o portería, demostrando que a quien busca el Reino de Dios y su justicia, todo lo demás se le da por añadidura. Nunca abandona la vía de la obediencia.
El 1º de mayo de 1933 pronuncia sus votos perpetuos. Sus experiencias espirituales las va consignando en varios cuadernos con una escritura simple y carente de precisión ortográfica.
Para julio de 1934 el Icono de la Misericordia había sido pintado en Vilna por el pintor E. Kazimirowski a pedido del confesor de Faustina, P. Sopocko.
Al ver que el Señor Jesús no estaba tan bello como lo era en la visión, Santa Faustina se entristeció y se quejaba llorando: “¿Quién te pintará tan bello como eres?”. En respuesta oyó: “Ni en la belleza de la pintura ni del pincel consiste la grandeza de este cuadro, sino en mi Gracia”.
Más tarde A. Hyla pintó otro cuadro que es el que, en la actualidad, se encuentra en el Santuario de Cracovia.
La nueva imagen de Jesús fue expuesta en Wilna en 1935 y, en 1937 se publicó un librito con la Imagen, la Coronilla, la Novena y las letanías del P. Sopocko.
Santa Faustina murió en Cracovia el 5 de octubre de 1938.
DIARIO DE SANTA FAUSTINA
Santa Faustina lo escribió por orden de su Director Espiritual, el Padre Miguel Sopocko, queriendo además, cumplir y obedecer la voluntad de Jesús:
“Hija Mía, sé diligente en apuntar cada frase que te digo sobre Mi misericordia porque están destinadas para un gran número de almas que sacarán provecho de ellas”.(1142)
Su misión era trasmitir lo que quería Nuestro Señor, es decir, que todo el mundo conociera la Misericordia de Dios. Su Diario es, ante todo, testimonio de una fe inquebrantable y de una confianza total en la infinita misericordia de Jesús.
El Diario está compuesto por seis cuadernos. Sor Faustina escribía como pensaba y como hablaba. Cada frase es una fuente de conocimiento divino.
Oración de Santa Faustina para alcanzar misericordia para el mundo entero
Oh Dios de gran misericordia, Bondad infinita,
hoy toda la humanidad clama desde el abismo de su miseria a tu misericordia,
a tu compasión, Oh Dios, y grita con la potente voz de la miseria.
Oh Dios indulgente, no rechaces la oración de los desterrados de esta tierra.
Oh Señor, Bondad inconcebible que conoces perfectamente nuestra miseria
y sabes que por nuestras propias fuerzas no podemos ascender hasta ti,
te imploramos anticípanos tu gracia y multiplica incesantemente tu misericordia
en nosotros, para que cumplamos fielmente tu santa voluntad
a lo largo de nuestras vidas y en la hora de la muerte.
Que la omnipotencia de tu misericordia nos proteja
de las flechas de los enemigos de nuestra salvación
para que con confianza, como tus hijos, esperemos tu última venida,
ese día que conoces sólo tú.
Y, a pesar de toda nuestra miseria,
esperamos recibir todo lo que Jesús nos ha prometido,
porque Jesús es nuestra esperanza: a través de su Corazón misericordioso,
como a través de una puerta abierta, entramos en el cielo (1570).