viernes, 26 de julio de 2013

EL ESCAPULARIO VERDE

Frente


Dorso
    
“Inmaculado Corazón de María, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte”

El ESCAPULARIO DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

Este escapulario es un poderoso instrumento para la conversión de almas, particularmente para aquellas que no tienen Fe, y por medio de él, la Santísima Virgen obtendría para ellos, mediante su Hijo, la gracia de una muerte en gracia de Dios.

El Escapulario Verde es un sacramental que la Santísima Virgen nos entregó por medio de Sor Justina Bisqueyburu, contemporánea de Santa Catalina Labouré (a quien la Virgen le entregó la Medalla Milagrosa). Ambas son Hijas de la Caridad. Sor Justina fue muy favorecida por la Santísima Virgen con varias apariciones y murió en olor de santidad en el año 1903.

El 28 de enero de 1840, Sor Justina estaba en su retiro de noviciado y se encontraba orando en la Capilla del convento, cuando de pronto tuvo una aparición de la Santísima Virgen. 

La Virgen Santísima se le apareció con un vestido largo de seda blanca dejando al descubierto sus pies. Sobre su vestido un manto azul claro. Su cabello caía sobre sus hombros y no estaba cubierto por un velo. Sor Justina notó que las manos de la Virgen estaban cerca de su pecho y sostenían su Inmaculado Corazón, del cual salían llamas resplandecientes. La Virgen no trasmitió ningún mensaje.

Esta misma visión se repitió al final del retiro y en otras cinco ocasiones durante el curso de su noviciado. En ninguna ocasión la Virgen Santísima pronunció palabra alguna, sin embargo los detalles en cada una de las visiones fueron iguales.

Después de que Sor Justina hizo su profesión religiosa, la congregación la envió a un pueblo llamado Blangy, allí trabajaría con las Hermanas de su Orden. Al poco tiempo de haber llegado, la comunidad estaba reunida para celebrar la fiesta del Nacimiento de la Santísima Virgen María. Sor Justina se encontraba en oración meditando sobre la grandeza de esta celebración. De pronto tuvo una nueva visión, esta vez diferente a la de ocasiones anteriores.

La Santísima Virgen se le aparece vestida igual que en las otras ocasiones: con un vestido de seda blanca cubierto por el manto azul pálido, y en sus manos sosteniendo el Inmaculado Corazón, resplandeciente con las más intensas y deslumbrantes llamas que salían de él. Pero, tenía algo diferente: en su mano izquierda sostenía lo que parecía ser un Escapulario o insignia de alguna clase. A diferencia de otros Escapularios (como el carmelita, por ejemplo), éste tenía un sólo cuadrado de tela en lugar de dos. El cuadrado de tela estaba atado con cordones verdes. En él estaba una imagen de la Virgen de la misma forma en que se la había aparecido a Sor Justina en sus anteriores visiones, sosteniendo en su mano derecha su Inmaculado Corazón. Al voltear la imagen, la religiosa vio "un Corazón ardiendo con rayos más deslumbrantes que el sol y tan transparente como el cristal."

Durante esta visión se le dio a conocer por una revelación interior el significado de esta aparición. Esta visión representaba un nuevo medio para alcanzar gracias: el Escapulario del Inmaculado Corazón. Este escapulario sería un poderoso instrumento para la conversión de almas, particularmente aquellas que no tienen Fe, y que por medio de él, la Santísima Virgen obtendría para ellos, mediante su Hijo, la gracia de una muerte en gracia de Dios. Se le hizo también saber, a la religiosa, el deseo de la Madre de Dios de que el escapulario fuese propagado por todas partes para que estas gracias particulares, lleguen a todas las almas que abracen esta devoción. 

En apariciones subsiguientes la Virgen se apareció de la misma forma, insistiendo en que se propagara la devoción a este escapulario. Finalmente, los Escapularios se empezaron a fabricar y a ser distribuidos por las Hermanas en París, luego por toda Francia y fuera de ella. Con este fin, las Hermanas habían recibido la aprobación formal y el impulso necesario de Su Santidad, Papa Pío IX, en 1870.

La forma de este escapulario
Consiste en un trozo de tela verde, con una doble representación gráfica:
En el anverso lleva la imagen de María, mostrando su corazón virginal, en el centro de su pecho, sosteniéndolo con sus manos inmaculadas. Su Corazón aparece traspasado por una espada y coronado de llamas. Este mismo Corazón, en gran tamaño, aparece en el reverso, rodeado por el óvalo que forma esta inscripción:

“Inmaculado Corazón de María, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte”

Presidiendo el óvalo de la inscripción figura una cruz de oro. El fin específico de este escapulario es la invitación a orar, a recurrir al Inmaculado Corazón de María con confianza y pedir, sobre todo, por los pecadores. Hay que recitar, nos dijo Sor Justina, por lo menos una vez al día la jaculatoria del reverso. 

Don para los enfermos
Este escapulario ha sido dado por Nuestra Señora, particularmente como un don para los enfermos. Se le puede poner en sus ropas, en su cama o en su habitación. Si la persona a quien se le aplica no dijera la jaculatoria, el que le haya proporcionado el escapulario, puede decirla por el enfermo.

Los prodigios que ha producido este escapulario atestiguan la bendición y el cumplimiento de la promesa de la Virgen a todos los que lo lleven y digan la jaculatoria: “ Hará grandes conversiones, particularmente para alcanzar la buena muerte a los pecadores y a los que no tienen fe”.

El Escapulario Verde no requiere ninguna fórmula particular de investidura sino solo la bendición de algún sacerdote católico.

Fuente: Corazones.org

martes, 23 de julio de 2013

El pasaje a la vida eterna en Dios no ha variado: Cumple con los diez mandamientos

EL TIEMPO YA NO ES TIEMPO
EL INSTANTE VUELA 




Dios no varía: Él es el mismo ayer, hoy y siempre. 
Acógete a  
LOS DIEZ MANDAMIENTOS 

1. Amarás al Señor tu Dios por sobre todas las cosas (Éxodo 20:1-6)

"Yo soy el Señor tu Dios. Yo te saqué de Egipto, del país donde eras esclavo. No tengas otros dioses además de mí. No te hagas ningún ídolo, ni nada que guarde semejanza con lo que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni los adores. Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso. Cuando los padres son malvados y me odian, yo castigo a sus hijos hasta la tercera y cuarta generación. Por el contrario, cuando me aman y cumplen mis mandamientos, les muestro mi amor por mil generaciones."


2. No pronunciarás el nombre de Dios en vano (Éxodo 20:7).

"No pronuncies el nombre del Señor tu Dios a la ligera. Yo, el Señor no tendré por inocente a quien se atreva a pronunciar mi nombre a la ligera."


3. Santificarás el día del Señor (Éxodo 20:8-11).

"Acuérdate del sábado, para consagrarlo. Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero el día séptimo será un día de reposo para honrar al Señor tu Dios. No hagas en ese día ningún trabajo, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni tampoco los extranjeros que vivan en tus ciudades. Acuérdate de que en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y que descansó el séptimo día. Por eso el Señor bendijo y consagró el día de reposo."


4. Honrarás a tu padre y a tu madre (Éxodo 20:12).

"Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios."


5. No matarás (Éxodo 20:13).

"No mates."


6. No cometerás actos impuros (Éxodo 20:14).

"No cometerás adulterio."


7. No robarás (Éxodo 20:15).

"No robes."


8. No levantarás falsos testimonios contra tu prójimo ni mentirás (Éxodo 20:16).

"No des falso testimonio en contra de tu prójimo."


9. No consentirás pensamientos o deseos impuros (Éxodo 20:17a).

"No codicies la casa de tu prójimo: No codicies su esposa/o…"


10. No codiciarás los bienes ajenos (Éxodo 20:17b).

"…ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca."


"El que te creó sin ti no te salvará sin ti" 
(San Agustín)



El gran mandamiento 
(Mateo 22:34-40)

Vemos en el Nuevo Testamento que en una ocasión unos fariseos, expertos en la ley, quisieron poner en prueba a Jesús y avergonzarlo públicamente al confrontarlo con la siguiente pregunta: ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley?

Jesús respondió: "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente. Éste es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a éste: Ama a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas."

Con esta respuesta sabia Jesús simplifica la ley de Dios al enfocarse en lo que esencialmente motiva al ser humano a actuar: La condición del corazón

La persona que verdaderamente ama a Dios nunca podrá confesar a otros dioses, ni adorar ídolos, ni tomar el nombre de Dios en vano, ni dejar de apartar tiempo durante de la semana para adorarle y darle las gracias por su bondad y amor hacia nosotros. Igualmente, la persona que ama a su prójimo como a sí mismo le mostrará respeto, honor y valor. Las personas que tienen su corazón lleno de odio y de pecado se sienten más cómodas rechazando a Dios completamente y no tienen la capacidad de respetar al prójimo. 

Así que el amor, de acuerdo a Jesús, es lo que nos permite cumplir con los requisitos de Dios. Vivir en amor es vivir en rectitud. No hay condena contra el amor.