sábado, 28 de septiembre de 2013

MARÍA OMNIPOTENCIA SUPLICANTE

María es una abogada que tiene poder para salvar a todos 



1. María tiene poder por ser Madre de Jesús 

Es tan grande la autoridad de las madres sobre los hijos, que aunque estos sean reyes y tengan poder absoluto sobre todas las personas de su reino, nunca las madres serán súbditas de sus hijos.

Es verdad que Jesús, ya en el cielo, sentado a la diestra del Padre, o sea, como explica santo Tomás, aún en cuanto hombre, por razón de la unión hipostática del Verbo, tiene dominio supremo también sobre María. Sin embargo, siempre será verdad que en un tiempo, mientras vivió en la tierra nuestro Redentor, quiso someterse a ser súbdito de María, como lo asegura san Lucas: “Y les estaba sujeto” (Lc 2, 51). San Ambrosio llega a decir que Jesucristo, habiendo decretado que María fuera su Madre, como Hijo estaba obligado a obedecerla. Por eso, dice Ricardo de San Lorenzo, que de los demás santos se dice que obedecen a Dios, pero que sólo de María puede decirse que no sólo está sometida a la voluntad de Dios, sino que también Dios se ha sometido a su voluntad. Y cuando de las demás vírgenes se dice que siguen al cordero a donde quiera que va (Ap 14, 4), de la Virgen María se puede decir que el cordero la seguía en la tierra acogido a su tutela maternal.

Por eso decimos que María en el cielo, aunque no puede mandar al Hijo, sin embargo sus plegarias serán plegarias de madre, y por eso poderosísimas para obtener cuanto pida. María, dice san Buenaventura, tiene ante su Hijo el privilegio de ser sumamente poderosa para conseguir lo que desea. ¿Y por qué? Precisamente por lo que venimos diciendo y consideraremos más despacio: Porque las plegarias de María son plegarias de madre. Y por esa razón, dice san Pedro Damiano, la Virgen puede cuanto quiere, así en el cielo como en la tierra, pudiendo infundir esperanza de salvarse aun a los desesperados. Por lo cual le dice: “A mí se me ha otorgado todo poder en el cielo y en la tierra; y nada es imposible para ti, que aun a los desesperados puedes levantar a esperar la salvación”. Y añade después que cuando la Madre pide a Jesucristo, llamado altar de la misericordia donde los pecadores obtienen el perdón de Dios, el Hijo tiene tanta estima de las plegarias de María y tiene tanto deseo de complacerla, que en rogando ella, más parece mandar que rogar y parece más señora que esclava. “Te acercas al altar de la humana reconciliación no sólo rogando, sino mandando, como señora más que como esclava, pues tu Hijo se honra no negándote nada”. Así quiere honrar Jesús a su querida Madre, él que tanto la ha honrado durante su vida, al otorgarle al instante cuanto le pide o desea. Es lo que hermosamente declara san Germán diciendo a la Virgen: “Tú eres la Madre de Dios, omnipotente para salvar a los pecadores, y no tienes necesidad de otra recomendación ante Dios porque eres la Madre de la verdadera vida”. 

2. María intercede a nivel de Madre de Dios 

“Cuando manda la Virgen todos obedecen, hasta el mismo Dios”. No tiene reparo en afirmar esto san Bernardino de Siena, queriendo decir con esta sentencia que ante las órdenes de María todos obedecen, incluso Dios. Queriendo decir en verdad que Dios escucha sus plegarias como si fueran órdenes. Por eso san Anselmo, hablando con María, le dice así: “El Señor, oh Virgen santa, te ha elevado de manera que por puro don de él tú puedes obtener todas las gracias posibles para tus devotos, ya que tu protección es omnipotente”. “Tu auxilio es todopoderoso, oh María”, le dice Cosme de Jerusalén. “Sí, María es omnipotente –dice a su vez Ricardo de San Lorenzo–, porque toda reina según las leyes, goza de los mismos privilegios que el rey; por lo cual, siendo la misma potestad la del hijo y la de la madre, ha sido hecha omnipotente la Madre por el Hijo que es omnipotente”. De modo que, al decir de san Antonino, Dios ha puesto la Iglesia entera no sólo bajo la protección de María, sino bajo su dominio.

Debiendo tener la madre la misma potestad del hijo, con razón porque es omnipotente Jesús, resulta que también es omnipotente María; pero dejando bien claro que Jesucristo es omnipotente por naturaleza y María lo es por gracia. Y así sucede que cuando le pide la Madre, nada le niega el Hijo. Así se le reveló a santa Brígida, quien oyó a Jesús que hablando con María le decía: “Pídeme lo que quieras, que tu petición no puede quedar vacía”. Madre mía, ya sabes cuánto te amo, por lo cual pídeme lo que desees, que sea cual sea tu demanda, la he de escuchar favorablemente. Y dio esta preciosa razón: “Ya que nada me negaste en la tierra, yo nada te negaré en el cielo”. Como si dijera: Madre, cuando estabas en la tierra nada dejaste de hacer por amor mío; ahora que estoy en el cielo es razón que no deje de realizar nada de lo que tú me pides. María se llama omnipotente del modo en que esto puede decirse de una criatura que no es capaz de un atributo divino. Así, ella es omnipotente porque con sus plegarias obtiene cuanto quiere.

3. María ejerce su poder en favor de los pobres y desvalidos 

Con razón es nuestra gran abogada. Le dice san Bernardo: “Basta que lo quieras y todo se hará”. Lo mismo san Anselmo: Si tú quieres levantar al pecador más perdido a muy alta santidad, en tu mano está el hacerlo. San Alberto Magno hace hablar a María de esta manera: “Hay que pedirme que yo quiera, porque si quiero es necesario que se cumpla”. Por lo cual, considerando san Pedro Damiano este gran poder de María, pidiéndole que tenga piedad de nosotros, le dice así: “Muévate tu natural bondad, muévate tu poder, porque cuanto más poderosa eres, tanto más misericordiosa serás”. Oh María, amada abogada nuestra, ya que tienes un corazón tan piadoso que no sabe mirar a los míseros sin compadecerse de ellos, y a la vez tienes ante Dios un poder tan grande como para salvar a todos los que tú defiendes, no te desdeñes de tomar a tu cargo la causa de nosotros miserables, que en ti ponemos toda nuestra esperanza. Si no te conmovieran nuestras plegarias, que te mueva tu compasivo corazón, que te mueva tu inmenso poder, ya que Dios te ha enriquecido con tanta potencia a fin de que cuanto más rica seas para poder ayudar, seas tanto más misericordiosa para querer ayudar. Y todo esto bien nos lo asegura san Bernardo al decir que María es inmensamente rica tanto en poder como en misericordia; y como es poderosísima su caridad, de igual manera es piadosísima al compadecerse como lo demuestra a cada paso con sus obras.

Desde que vivía en la tierra su único pensamiento, después del de la gloria de Dios, era ayudar a los miserables; y bien sabemos que gozaba del privilegio de ser oída en todo lo que pedía. Esto se demostró en las bodas de Caná, cuando al faltar el vino la Virgen, compadecida de la vergüenza y aflicción de los de la casa, pidió al Hijo que los consolase con un milagro exponiéndole la necesidad que tenían, diciéndole: “No tienen vino”. Y Jesús le respondió: “Mujer, qué nos importa a mí y a ti. Aún no ha llegado mi hora” (Jn 2, 4). Advierte que aunque pareciera que el Señor le negaba la gracia a la Madre al decirle: “Qué nos importa a mí y a ti que les falte el vino”. Ahora no conviene hacer un milagro no habiendo llegado aún el tiempo, que será el de mi predicación en el que debo confirmar con los milagros todas mis enseñanzas, sin embargo María, como si el Hijo le hubiera concedido ya la gracia, dijo a los criados: “Haced lo que él os diga”. Y Jesús mandó llenar las vasijas de agua, que transformó en excelente vino. 

4. María obtiene de Dios cuanto pide 

¿Y cómo entender esto? Si el tiempo de hacer milagros era el de la predicación, ¿cómo podría anticiparse el milagro del vino contra el decreto divino? No, responde san Agustín, no se hizo nada en contra de los decretos divinos; porque si bien, generalmente hablando, no era aún el tiempo de hacer milagros, sin embargo, desde toda la eternidad, Dios había establecido con otro decreto general que todo lo que pidiera esta Madre jamás se le negase. Y por eso, María, muy consciente de su privilegio, aunque aparentemente su Hijo no pusiera mucha atención a su demanda, les dijo a los criados que hicieran  lo que él dijera, pues la gracia se iba a conceder. Esto quiso decir san Juan Crisóstomo al comentar ese pasaje del Evangelio de san Juan, diciendo que aunque Jesús hubiera respondido así, no obstante, por el honor de su Madre, no dejó de obedecer a su petición: “Y aunque respondió de esa manera, escuchó no obstante los ruegos maternos”. Lo mismo confirma santo Tomás al decir que con aquellas palabras, “aún no ha llegado mi hora”, quiere demostrar Jesucristo que hubiera diferido el milagro si otro se lo hubiera pedido; pero porque se lo pidió la Madre, lo realizó al instante. Lo mismo vienen a decir san Cirilo y san Jerónimo, como refiere Barradas. Parecido dijo Jansenio de Gante: “Para honrar a la Madre adelantó el tiempo de hacer milagros”.

Es cierto, en suma, que no hay criatura que pueda obtenernos tales misericordias a nosotros miserables como las que puede lograrnos esta excelente abogada, la cual es honrada por Dios no sólo con ser la amada esclava del Señor, sino siendo su verdadera Madre. Esto le dice Guillermo de París: “Ninguna criatura puede impetrar de tu Hijo tantas y tales gracias para los miserables como tú les consigues; con lo cual se ve que quiere honrarte, no como a esclava, sino como a su verdadera Madre”. Basta que hable María y todo lo realiza el Hijo. Hablando el Señor a la esposa de los Sagrados cantares, que representa a María, le dice: “Oh tú la que habitas en los huertos, los amigos te están escuchando; hazme, pues, oír tu voz” (Ct 8, 13). Los amigos son los santos, quienes cuando piden alguna gracia en favor de sus devotos esperan que su Reina la pida a Dios y la consiga, porque, como queda dicho en el capítulo V, ninguna gracia otorga Dios sin la intercesión de María. ¿Y cómo ruega María? Basta con hacerle oír a su Hijo su voz: “Haz que oiga tu voz”. Basta que hable para que al punto el Hijo, con amor, la escuche. 

5. María ruega en calidad de Madre 

Guillermo explica en este sentido ese pasaje, presentando al Hijo que habla con María, y le dice: “Tú que habitas en los huertos celestiales, intercede con toda confianza por los que quieras, pues no puedo olvidarme de que soy tu Hijo y como a Madre nada te puedo negar. Basta que oiga tu voz, porque oírte tu Hijo es lo mismo que otorgarte lo que quieras”. Dice al abad Godofredo que aunque María consiga la gracia rogando, sin embargo, ella ruega con imperio de Madre. Por eso tenemos que estar plenamente seguros de que ella nos obtiene cuanto desea y cuanto por nosotros pide”.

Refiere Valerio Máximo que sitiando Coriolano la ciudad de Roma no bastaron a hacerle desistir todos los ruegos de sus conciudadanos y de sus amigos; pero cuando compareció a rogarle su propia madre, Veturia, ya no pudo resistir a sus ruegos y levantó el sitio. Más poderosa, sin comparación, que las de Veturia son las plegarias de María ante Jesús; y tanto más cuanto que este Hijo es infinitamente agradecido y es supremo su amor a esta su Madre amantísima. Escribe el P. Miechow: “Un solo suspiro de María es más poderoso que todos los sufragios de los santos”. Esto lo declaró a santo Domingo el demonio por boca de un poseso cuando el santo lo exorcizaba, conforme refiere el P. Paciuchelli, diciendo que vale más ante Dios un suspiro de María que las súplicas de todos los santos juntos.

Dice san Antonino que las plegarias de la santísima Virgen, siendo plegarias de madre, tienen como cierta especie de imperio, por lo que es imposible que no sea oída cuando ruega. Por eso le habla así san Germán, animando a los pecadores a que se encomienden a esta abogada: Teniendo, oh María, autoridad de Madre de Dios, obtienes el perdón a los más grandes pecadores, pues el Señor, que siempre te reconoce por su verdadera Madre, no puede dejar de conceder cuanto le pidas”. Santa Brígida oyó que los santos en el cielo decían a la Virgen: “¿Qué hay que tú no puedas? Lo que tú puedes, eso se hará”. Es lo que se dice en esta célebre sentencia: “Lo que Dios con su poder, tú lo puedes, oh Virgen, con tus ruegos”. Pues qué, dice san Agustín, ¿no es digno de la benignidad del Señor custodiar de este modo la dignidad de su Madre, siendo así que él declaró haber venido a la tierra no a abolir, sino a cumplir la ley; ley que manda, entre otras cosas, honrar a los padres?

San Jorge, obispo de Nicomedia, dice también que Jesucristo, para satisfacer de algún modo la deuda que tiene con esta Madre por haberle dado su consentimiento para que se hiciera hombre, lleva a cumplimiento todas sus peticiones. Por eso exclama el mártir san Metodio: “Alégrate, alégrate la que tienes por deudor al Hijo que a todos da y nada recibe de nadie, pero de ti ha querido hacerse deudor tomando tu carne y haciéndose hombre gracias a ti”. Dice san Agustín: “Habiendo merecido María dar de su carne al Hijo de Dios y preparar con ella el precio de la redención para que fuéramos librados de la muerte eterna, por eso es más poderosa que todos para ayudarnos a todos a conseguir la salvación eterna”. San Teófilo, obispo de Alejandría, que vivió en tiempo de san Jerónimo, dejó escrito: “El Hijo agradece que le ruegue su Madre, porque quiere concederle todo lo que ella le pida y recompensarle de este modo el favor que le hizo de haberle dado su carne”. Así es que san Juan Damasceno, dirigiéndose a la Virgen, le ruega de esta manera: “Tú, oh María, siendo Madre  de Dios, puedes salvar a todos con tus plegarias, que están avaladas con tu autoridad de Madre. Puedes salvar a todos como Madre del Dios altísimo con preces que están dotadas de autoridad de Madre”.

Concluyamos con san Buenaventura, quien considerando el inmenso beneficio que nos ha dado el Señor al darnos a María por abogada, le dice así: “Oh ciertamente inmensa y admirable bondad de nuestro Dios, que nos ha concedido que tú, Reina del cielo y Madre suya, fueras nuestra abogada para que puedas con tu potente intercesión obtenernos cuanto de bueno desees”.

Y prosigue diciendo el mismo santo: “Qué gran piedad de nuestro Señor, quien para que no huyéramos asustados por la sentencia que él puede lanzar contra nosotros nos ha puesto por abogada y defensora a su misma Madre, que es la Madre de la gracia”. 

EJEMPLO 

Un malhechor librado por María 

Cuenta el P. Raíz, camaldulense, cómo un joven, muerto su padre, fue mandado por la madre a la corte de un príncipe. La madre, que era devotísima de la Virgen, al despedirlo le hizo prometer que todos los días rezaría un Ave María con esta jaculatoria: “Virgen bendita, ayúdame en la hora de la muerte”.

Llegado a la corte, el poco tiempo el joven se hizo tan disoluto que el príncipe lo despachó. Desesperado y no sabiendo qué hacer, se convirtió en salteador de caminos; pero, con todo, no dejaba de rezar lo que le había prometido a la madre. Por fin cayó en manos de la justicia y fue condenado a muerte.

En la cárcel, la víspera de ser ejecutado, pensando en su deshonra y en el dolor que le iba a causar a su madre y espantado por la muerte que le esperaba en el patíbulo, lloraba desconsolado. Al verlo oprimido por tan gran tristeza, el demonio se le apareció en forma de un gallardo joven y le dijo que él podía librarlo de la cárcel si hacía lo que le mandase. El condenado se allanó a todo. Entonces el fingido joven le manifestó que era el demonio que venía en su ayuda. En primer lugar, le exigió que renegase de Jesucristo y de los santos sacramentos. El joven aceptó. Enseguida le exigió el demonio que renegase de la Virgen María y que renunciase a su protección. “Esto no lo haré jamás”, respondió al instante el joven; y volviéndose hacia María le dijo su acostumbrada oración: “Virgen bendita, ayúdame a la hora de la muerte”. Al oír estas palabras, desapareció el demonio. El joven quedó consternado por la infamia que había cometido de renegar de Jesucristo. Pero recurriendo a la Virgen le pidió perdón con gran dolor por todos sus pecados, luego se confesó muy contrito y deshecho en llanto.

De camino al patíbulo, en un nicho, vio una imagen de María, y la saludó con su acostumbrada oración: “Virgen bendita, ayúdame en la hora de la muerte”. Y la estatua, a la vista de todos, inclinó la cabeza saludándolo. Él, enternecido, pidió que le dejaran besar los pies de la imagen. Los esbirros no querían, pero ante el alboroto que se estaba armando entre el pueblo, le dejaron. Se inclinó el joven para besar los pies de la imagen, entonces María extendió el brazo y lo tomó de la mano tan fuertemente que no había manera de soltarlo. Ante tal portento, todos empezaron a gritar pidiendo perdón para el condenado a muerte. Y le fue concedido el perdón. Vuelto a su patria llevó una vida ejemplar, viviendo con sumo fervor su devoción a María que le había librado de la muerte temporal y eterna. 

ORACIÓN PARA ALCANZAR EL PERDÓN 

Excelsa Madre de Dios:
Habla, Señora, que tu Hijo escucha
y lo que pides conseguirás.
Habla, María, abogada nuestra,
a favor de nosotros, desdichados.
Recuerda que por nuestro bien
has recibido tanto poder y dignidad.
Dios ha querido hacerse tu deudor,
recibiendo de ti su ser humano,
para que puedas, a tu arbitrio,
dispensar misericordia en favor nuestro. 

Somos tus siervos, y entre los mejores
quisiera yo encontrarme.
Nos gloriamos de estar bajo tu amparo.
Si a todos haces bien
aunque no te conozcan ni te honren,
y hasta a los que te ultrajan y blasfeman,
¿cuánto más debemos confiar en tu bondad,
que busca aliviar siempre al infeliz,
quienes te amamos y confiamos en ti? 

Somos grandes pecadores,
pero Dios te ha dado tal poder y bondad
que puede aniquilar todas nuestras maldades.
Puedes y quieres salvarnos;
y tanto más lo esperamos
cuanto más indignos somos
para glorificarte más en el cielo,
a donde hemos de llegar con tu intercesión.
Madre de misericordia, 
a ti nos presentamos, purifícanos. 

Alcánzanos verdadera enmienda y el amor de Dios,
la perseverancia y el paraíso.
Te pedimos gracias enormes,
pero, ¿es que no puedes conseguirlo todo?
¿Son demasiado para el amor que Dios te tiene?
Te basta desplegar los labios
y rogar a tu Hijo que nada te niega.
Ruega, María, ruega por nosotros;
ruega, que ciertamente serás oída,
y nosotros ciertamente nos salvaremos. 

 (“Las Glorias de María” – San Alfonso María de Ligorio)

miércoles, 25 de septiembre de 2013

25 de septiembre de 2013: 30 años de María del Rosario de San Nicolás

25 de septiembre de 2013: 
30º Aniversario de las Apariciones de 
María del Rosario de San Nicolás

 Historia de las apariciones 


San Nicolás de los Arroyos se encuentra en la provincia de Buenos Aires, República Argentina, a 230 Km. de la Capital Federal, a orillas del Río Paraná. Ciudad donde en 1852 se acordara fundar la Asamblea Constituyente, por eso conocida como Ciudad del Acuerdo, o también como Ciudad del Acero, por la industria metalúrgica, pues allí se encuentra uno de los altos hornos más grandes de América Latina, pero será luego conocida como la Ciudad de María.

La ciudad lleva el nombre de un Santo nacido hacia el año 270, a quien se ha levantado mayor cantidad de iglesias en el mundo, después de la Santísima Virgen. San Nicolás defendió valientemente en el Concilio de Nicea el misterio de la maternidad divina de María.

En esta ciudad que lleva su nombre, el día 25 de septiembre de 1983 la Virgen se aparece a Gladys Quiroga de Motta, en su habitación, mientras rezaba el rosario.

La Virgen estaba vestida de azul, tenía el Niño en brazos y un rosario en la mano. La Santísima Madre hizo un gesto, como para darle el rosario a Gladys.

La aparición fue muy breve, como una especie de anunciación.

Gladys es una mujer de pueblo, sencilla, esposa de un operario metalúrgico y madre de dos hijas. Nunca antes había experimentado nada similar. El día anterior había visto iluminarse el rosario que tenía colgado en su habitación. Algunos vecinos lo vieron también. Allí comenzó a rezar el rosario, y al día siguiente se produjo la primera aparición.

Durante algún tiempo, en varios lugares de Buenos Aires varias familias atestiguaron este fenómeno en sus propias casas.

Gladys no acostumbraba a escribir. Asistió a la escuela primaria hasta cuarto grado. Sin embargo fue dejando testimonio por escrito de los mensajes y los hechos que cambiaron su vida y la de muchos.

El 28 de septiembre y el 5 de octubre de 1983 nuevamente la Virgen se le aparece a Gladys mientras reza el rosario. La Madre repite el gesto de tenderle el suyo. La Virgen no había hablado todavía.

El 7 de octubre, fiesta del Rosario, sintió el anuncio interior que había aprendido a reconocer, cerró los ojos, vio una luz, y en ella a la Santísima Virgen, real y llena de vida, sosteniendo en sus manos un gran rosario. Gladys le preguntó qué esperaba de nosotros. La imagen se borró y apareció la visión de un templo. Con ello comprendió que María quería estar entre nosotros.

El 13 de octubre, día de la última aparición de Fátima, la Virgen habla por primera vez:

Has cumplido. No tengas miedo. Ven a verme. De mi mano caminarás y muchos caminos recorrerás.

Luego del mensaje la Virgen agrega una cita de la Biblia, la palabra de Dios que ilumina toda palabra. Con este texto la alienta a cumplir su misión, a llevar sus mensajes aunque se presenten dificultades. A partir de allí comienza a recibir otros mensajes en forma frecuente. El 19 de octubre le dijo:

Rebeldes son los injustos y humildes los servidores del Señor. Buscad ayuda, se te dará. No temáis. Nada te pasará. El Señor nada deja librado al azar.

El 25 de octubre Gladys va por segunda vez, desde que comenzaron las apariciones, a la ciudad de Rosario, sede del arzobispado, ciudad consagrada a Nuestra Señora del Rosario. Ese día, exactamente a un mes de la primera aparición, la Virgen se le aparece y le tiende un rosario blanco: Recibe este rosario de mis manos y guárdalo por los siglos de los siglos. Contenta estoy porque eres obediente. Y alégrate porque Dios está contigo.

Los mensajes continúan, con frecuentes referencias a las Sagradas Escrituras. Es que María conduce a la palabra de Dios y de esta manera continúa su invitación, como lo hiciera a los servidores de Caná: “Hagan todo lo que él les diga”. Éste es un hecho nuevo y singular en la historia de las apariciones marianas.

En noviembre la Virgen le da varios mensajes, donde recuerda su cercanía, su protección y ayuda:

Cuando lo necesitéis, acudid a mí, yo te responderé. Feliz estoy contigo, digna eres de mi confianza. Gloria al Señor.

De mi presencia tenéis sed, de mis manos comerán. Tened paciencia, todo a su debido tiempo llegará.

Tu espíritu, del Espíritu Santo alimentado está.

Gladys siente entonces un gran aroma a rosas, una de las frecuentes manifestaciones marianas. La Virgen le dice: Aquél que huele el perfume de mis rosas, conmigo camina. Gloria al Señor.

El 15 de noviembre de 1983, Jesús le habla a Gladys por primera vez: “Soy el sembrador, la cosecha será grande”

El mismo día la Virgen dice: Soy patrona de esta región. Haced valer mis derechos.

Este mensaje nos recuerda que la parroquia de San Nicolás había sido encomendada desde el principio a Nuestra Señora del Rosario. La imagen, hoy venerada en el Santuario, había ocupado un lugar destacado en la catedral inaugurada en 1884. Luego de ser bendecida por el Papa León XIII, fue traída desde Roma y donada para este lugar. Después de distintas ubicaciones en la catedral y a raíz de su deterioro, fue depositada la imagen en el campanario, a la espera de una reparación que nunca llegaba.

En 1983, el 27 de noviembre, día de la Medalla Milagrosa y primer día de la Novena a San Nicolás, el Padre Pérez, confesor de Gladys y párroco de la catedral, se dio cuenta de que la imagen de Nuestra Señora del Rosario que por largo tiempo había estado en la catedral y se encontraba ahora en el campanario, coincidía con la descripción de Gladys. Entonces condujo a Gladys hasta el campanario, quien reconoció inmediatamente la imagen de la aparición, aunque le faltaba una mano y el rosario. En ese momento se le apareció la Virgen María frente a la imagen: Me tienen olvidada, pero he resurgido. Ponedme allí, porque me ves tal cual soy. No os apenéis, ya me tendrán. Quiero estar en la ribera del Paraná. Poneos firmes. Allí viste mi luz. Que no flaqueen tus fuerzas. Gloria al Altísimo Padre.

El Padre Pérez hizo reparar la imagen y colocó en sus manos y en las del Niño Jesús un nuevo rosario.

Nuestra Madre ha elegido un lugar de bendición, cerca del río. Allí quiere recibirnos: Cerca de ti quiero estar. El agua es una bendición. Quiero poder recibiros en un día no muy lejano en la casa que he elegido.

Ante la pregunta de Gladys, de si debía ser capilla o santuario, la Virgen le da una respuesta a través de las Sagradas Escrituras. Le dice que lea Éxodo, capítulo 25, versículo 8º que dice: “Me harán un santuario y habitaré en medio de ellos”.


En la noche del 24 de noviembre, unos días antes del reconocimiento de la imagen que estaba en el campanario, Gladys se dirigió con un grupo de personas al lugar que la Santísima Madre eligiera para construir su Templo. Y al tiempo que les mostraba el sitio donde veía la aparición, un fuerte rayo de luz cayó sobre el lugar pareciendo hundirse en el suelo. Una niña de nueve años vio también ese rayo.

Al día siguiente la Virgen dijo a Gladys: El Espíritu Santo es tu guía. Debes obedecer. Elegido está el lugar de mi morada. Todo queda en vuestras manos.

Aproximadamente a los tres meses de la primera aparición, un rayo de luz iluminó por segunda vez el lugar del Santuario.

Vuestra Madre os pide su morada. No quiero esplendores. Quiero sí una casa espaciosa. No olvidéis el santuario, ya que será el santuario del Señor. El tiempo pasará mas esto perdurará.

Una vez aprobado el proyecto del Templo, por la Santísima Virgen, y comenzada su construcción, la imagen fue trasladada al nuevo Santuario en 1989.

Ante la pregunta de Gladys si le gustaría que la llamaran María del Rosario de San Nicolás, la Virgen le responde: Así debe ser. Mi anhelo es estar entre vosotros, colmarles de bendiciones, de paz, de alegría, y acercarles al Señor Nuestro Dios.

La Virgen hizo acuñar a Gladys una medalla con la advocación de María del Rosario de San Nicolás, y en el reverso la Santísima Trinidad con siete estrellas. Hija mía, el significado de las siete estrellas son siete gracias que mi Hijo Jesucristo concederá a quien la lleve sobre su pecho. Alabado sea el Señor.


Gladys recibió más de mil ochocientos mensajes, desde el 13 de octubre de 1983 hasta el 11 de febrero de 1990, día del último mensaje.

La primera vez que vio a la Virgen fue el 25 de septiembre de 1983. Pero desde el 27 de noviembre de ese año, las visiones fueron diarias, en su casa, en diferentes horarios. Antes de cada aparición recibe un anuncio interior, y si está con otros no lo manifiesta. Dice Gladys: “Siento como un hormigueo en los brazos, entonces sé que Ella viene; cierro los ojos y aparece”. Pareciera ser que ella no cae en éxtasis, si se entiende esta palabra como desconexión con el mundo exterior. Sin embargo no se trata de una visión interior subjetiva. Para Gladys la Virgen es real y está viva. La ha tocado. Ha sentido la consistencia y el calor de su cuerpo. La escucha y le responde, gozando de una real intimidad. A veces las personas cercanas perciben un perfume de rosas o una sensación de calor.

El 8 de noviembre de 1984 Gladys relata cómo es la Mujer de la visión: “Hoy como nunca siento deseos de decir cómo veo a la Santísima Virgen María. Es de una belleza nada fácil de describir, pero es hermosa, y en Ella van juntas la humildad, la fuerza, la pureza y el Amor, así con mayúscula, porque todo el amor del mundo creo que no cubre el amor que Ella siente por sus hijos. Cuando ordena, siento la fuerza que hay en Ella. Cuando da consejos, siento su amor maternal. Y cuando me dice que sufre por esos hijos alejados del Señor, me transmite su tristeza. Todo esto deja en mí esta maravillosa Madre a quien venero y he consagrado mi vida. Hago esto para que mis queridos hermanos puedan saber de alguna manera cómo es nuestra Madre del cielo.

Desde noviembre de 1984 Dios le concede a Gladys vivir los grandes dolores de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Los estigmas de las manos aparecen durante los jueves y los viernes de Adviento y Cuaresma, año tras año. La sangre brota solo los viernes de Cuaresma. Los estigmas de los pies se presentan los viernes santo, después de las tres de la tarde, hora de la muerte de Cristo. Es como si el Señor quisiera concretar el sufrimiento de su Pasión por medio del cuerpo de Gladys que representaría a la Iglesia. Cada viernes santo siente en forma especial el dolor de cargar una cruz. Su hombro queda marcado con una mancha alargada y muy dolorosa. Algunas veces ha sentido también la llaga del costado. Gladys asegura que si bien el dolor físico es grande, el sufrimiento moral es aun mayor.

La Virgen fue quien le propuso a Gladys ayunar. El ayuno de Cuaresma dura cuarenta días. A pesar de comer tan poco, su aspecto es saludable y su peso normal.

El 11 de febrero, día de Nuestra Señora de Lourdes, en 1989, la Virgen dice a Gladys: Ayer en Lourdes, hoy aquí. Siempre la Madre en busca de sus hijos. Oración, ayuno, penitencia y sobre todo conversión espera de ellos. Las almas se salvarán si se asoman al Señor, si admiten al Señor. Falta la paz en muchas almas. Busque el alma la paz y hallará a Dios.

Y el 13 de mayo de 1989, día de la primera aparición de Fátima: Hoy como entonces, en Fátima, son nuevamente mis visitas aquí en la tierra, aunque son éstas más frecuentes y prolongadas ya que la humanidad vive momentos de gran dramatismo.

El obispo de San Nicolás, Monseñor Domingo Salvador Castagna, lejos de tomar distancia de ese fenómeno vital que ocurre en su diócesis lo acepta, lo guía y lo nutre, sin dejar de lado la prudencia y el discernimiento. De manera ejemplar alienta a los peregrinos que desde el primer momento comienzan a afluir a San Nicolás. Las procesiones se suceden todos los meses el día 25, siendo la más importante y numerosa el 25 de septiembre de cada año, en recuerdo del día de la primera aparición.

El 25 de septiembre de 1986 el obispo coloca la piedra fundamental del actual Santuario.

El Campito de la Virgen que se halla junto al Santuario se ha transformado en un lugar de procesiones, via crucis y de confesiones, particularmente en días de mayor concurrencia.

Las conversiones son numerosas y profundas. Esta gracia tiene efectos duraderos.

A lo largo de la Argentina se han formado miles de grupos de oración que son fuente de luz.

Varios han dado también testimonio de curaciones físicas realizadas por Jesús, por intercesión de la Virgen María.

Muchos atestiguan haber visto manifestaciones extraordinarias de la presencia de Dios y de la Virgen como la danza del sol, que nos recuerda el milagro de Fátima; el perfume a rosas; el ver brillar el rosario sobre las paredes en varios hogares; las bombitas de luz que al quemarse dejan impresa la letra M de María del lado de adentro. Más recientemente comenzó a fluir agua del Santuario y muchos han percibido olor a rosas en ello. Pero el milagro más grande que marca la presencia del Cielo en este lugar de la tierra, son las numerosas conversiones. Dios quiere renovar la alianza con su pueblo por medio de María, su arca de la Alianza. Ella es la Mujer vestida de sol del Apocalipsis. Es nuestra ancla de salvación que nos lleva a su Hijo.

Fuente: Santísima Virgen 


Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, 
pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. 
A Ti celestial princesa, ¡oh,Virgen Sagrada María!, 
yo te ofrezco en este día, alma vida y corazón. 
Mírame con compasión, 
no me dejes, Madre mía,
 morir sin tu bendición. 
Amén.




martes, 24 de septiembre de 2013

Novena a la Virgen de la Merced

El 24 de septiembre se conmemora a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora de la Merced: ver historia aquí.   


 NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LAS MERCEDES

Por la señal de la Santa Cruz...
Señor mío, Jesucristo...


ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS

Soberana Virgen María, Reina de los Ángeles, Emperatriz de los cielos, elegida Madre de Dios, concebida en gracia, a quien rinden veneración todos los coros de los Ángeles y Santos del cielo. A Ti me acerco para rogarte que, puesto que bajaste del cielo a la tierra declarando que eres Madre de Merced y de las Misericordias, usa tu piedad con este humilde devoto tuyo. Y para más obligarte, Madre de pecadores, consuelo de los afligidos, socorro de todas las necesidades, me consagro una vez más a ti, como esclavo y servidor tuyo. Dirígeme, encamíname y ampárame, Señora y Madre mía, para que acierte a servirte y logre lo que en esta novena pido y deseo, si es del agrado de tu precioso Hijo Jesús, que vive y reina con Dios Padre, en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén

Rezar a continuación la oración del día que corresponda: 
DÍAS: 1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9
DÍA PRIMERO[Ir al principio de esta página]
Señor, Dios Omnipotente y Misericordioso, que así para librar a tu pueblo escogido de la esclavitud de Egipto hablaste a Moisés en el monte Horeb, desde una zarza que ardía sin consumirse, así mismo hablaste en Barcelona al Patriarca San Pedro Nolasco para que rescatase a los cautivos cristianos, siendo la mensajera tu Santísima Madre, la Virgen María, que bajó del cielo y desde el primer instante de su vida fue como zarza milagrosa, pues jamás la tocó la llama de la culpa, ni perdió la hermosura de la gracia, ni su original pureza; te ruego que por la intercesión de la misma Santísima Madre tuya, no se abrase mi cuerpo en las llamas de la impureza, ni se manche mi alma con el pecado de la sensualidad, para que, a imitación de esta celestial Señora, exhale mi corazón fragancias de pureza.

Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.

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DÍA SEGUNDO[Ir al principio de esta página]

Rey soberano, Padre de Misericordia y Dios de todo consuelo, que con la virtud de la vara de Moisés diste a conocer al Faraón la eficacia de tu Divino Poder, pues con ella fue quebrantada la dureza de aquel perverso corazón y consiguió la libertad tu pueblo escogido; humildemente te rogamos, por la intercesión de la virgen Santísima de la Merced, refrenes mis pasiones y ablandes la dureza de mi pobre corazón, para que, logrando con tu gracia quebrantar las cadenas de mis culpas, me vea libre de la esclavitud del pecado; y concediéndome la merced de tu caridad y justicia, me des también el don de la perseverancia final, para merecer y lograr la gloria eterna. Amén.

Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.

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DÍA TERCERO[Ir al principio de esta página]

Poderosísimo Señor y Padre compasivo que después de librarlos del cautiverio, diste a los israelitas una columna de esperanza y consuelo, pues durante el día, en forma de nube los defendía de los rayos y ardores del sol, y por la noche, en figura de fuego, les iluminaba para librarlos de todo riesgo y peligro; humildemente te suplico por mediación de María Santísima de la Merced, que consigamos vernos libres de los rigores de tu justicia y merezcamos, por tu piedad, el fuego del divino amor que abrase siempre nuestros corazones y sirva de luz que disipe las sombras de nuestra ignorancia para que no perdamos nunca el camino del cielo. Amén.

Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.

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DÍA CUARTO[Ir al principio de esta página]

¡Dulcísimo Jesús, Dios infinito, hijo Unigénito de María!; pues manifestaste a los hombres que te es agradable el título de la Merced con que veneramos a tu Santísima Madre: haz, Señor, que experimentemos el Poder de este celestial nombre y singular devoción, y que la Reina del cielo y tierra nos defienda del enemigo infernal y de todas sus asechanzas y tentaciones, para que acertemos a servirte en esta vida y después podamos cantarte himnos de alabanza por toda la eternidad. Amén.

Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.

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DÍA QUINTO[Ir al principio de esta página]

Clementísimo Señor, Padre amoroso y benignísimo creador nuestro, somos pecadores y por ellos merecedores de castigo en este mundo y en el otro, más por tu infinita misericordia, nos concedes un refugio seguro en la protección de tu Santísima Madre; continúa derramando sobre cuantos la veneramos como a Madre de Merced y Misericordia tus divinas bendiciones, para que, libres de los peligros de este mundo, lleguemos con su protección, al Puerto seguro de la Gloria. Amén.

Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.

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DÍA SEXTO[Ir al principio de esta página]

Señor, Dios de la Misericordia, que por medio de la reina Esther libraste a los israelitas de la sentencia de muerte dictada por Asuero; te rogamos, piadoso dueño de nuestras almas, que por la intercesión de la Santísima Virgen María de la Merced, nos libres de la muerte del pecado, concediéndonos la libertad de los Hijos de Dios y vivir en gracia hasta que podamos gozar eternamente en la gloria. Amén.

Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.

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DÍA SÉPTIMO [Ir al principio de esta página]

Eterno y Omnipotente Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que coronaste a la Santísima Virgen María de estrellas y la vestiste de Gloria y Majestad, dándole poder contra todos nuestro enemigos; te suplicamos con la mayor confianza, nos otorgues el favor de considerarnos como devotos y esclavos de tan esclarecida Señora, pues la invocamos como Madre de la Merced y Misericordia, para que así nos veamos libres de las asechanzas del enemigo infernal ahora y en la hora de nuestra muerte y podamos conseguir la Gloria eterna. Amén.

Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.

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DÍA OCTAVO[Ir al principio de esta página]

Amantísimo Dios y piadoso Señor, que para librar del castigo de la muerte a tu siervo Nabal, dispusiste que bajara del monte la prudente Abigail, para postrarse ante el Rey David; te suplicamos rendidamente que por los ruegos de la hermosísima y prudente Virgen María de la Merced, tu Madre, que bajó del monte de la gloria a la ciudad de Barcelona para dar consuelo a todos los afligidos y libertad a los cautivos cristianos, nos libres de todo peligro de cuerpo y alma y nos concedas entrada segura en la gloria celestial. Amén.

Pídase la gracia que se desea obtener. Terminar con las oraciones finales para todos los días.

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DÍA NOVENO[Ir al principio de esta página]

Dios y Señor de todo el Universo, que compadecido de nuestras miserias te dignaste bajar a redimirnos de la esclavitud del pecado haciéndote hombre en las purísimas entrañas de María; te rogamos por ese infinito amor tuyo, que pues elegiste a la Virgen Madre tan pura y tan misericordiosa, hagas que ella derrame sobre todos tus devotos la lluvia de sus bondades, para que mereciendo subir pro la senda de las virtudes, logremos, por la intercesión de la virgen María de la Merced, gozar de la Bienaventuranza Eterna, adorándote en tus moradas celestiales, donde vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo, y eres Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Pídase la gracia que se desea obtener.Terminar con las oraciones finales para todos los días.

    
ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS

Salutaciones
Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Hija del Eterno Padre y te consagro mi alma con todas sus potencias. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Madre de Dios Hijo y te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos. Dios te salve, María...

Yo te venero con todo el corazón, Virgen Santísima de la Merced, sobre todos los Ángeles y Santos del Paraíso, como Esposa del Espíritu Santo y te consagro mi corazón con todos sus afectos, pidiéndote que me obtengas de la santísima trinidad todos los medios y gracias que necesito para mi salvación eterna. Dios te salve, María...


Oración
¡Oh, Bendita Virgen María de la Merced! ¿Quién podrá darte las debidas gracias y alabanzas por la solicitud tan maternal con que siempre has atendido a todas las almas? ¿Qué alabanzas podrá tributarte el frágil mortal que no haya aprendido de ti, Madre mía?

Dígnate aceptar nuestras plegarias que con todo fervor te dirigimos para agradecerte tantos y tan grandes favores que hemos recibido de tu maternal bondad. Son pobres y desproporcionadas a tus beneficios, pero no pongas tus ojos en ellos, piensa más bien que somos tus hijos y que, como hijos muy amantes te las dirigimos. A recibirlas alcánzanos el perdón de nuestros pecados y redímenos del castigo por ellos tenemos merecido. Escucha propicia nuestras plegarias y haz que consigamos la dicha eterna.

Recibe nuestras ofrendas, accede a nuestras súplicas, disculpa nuestras faltas, pues eres la única esperanza de los pecadores. Por tu intercesión ante tu Hijo esperamos el perdón de nuestros pecados y en ti, oh Madre celestial, tenemos toda nuestra esperanza. Virgen excelsa de la Merced; socorre a los desgraciados, fortalece a los débiles, consuela a los tristes, ruega por nuestra Patria, intercede por el Papa, por los Obispos, por los Sacerdotes, por los presos y sus familias; que experimenten tu protección maternal todos cuantos se acerquen a ti con devoción y confianza. Está siempre dispuesta a escuchar las oraciones de los que acuden a tus plantas, de manera que vean siempre cumplidos sus deseos. Ruega sin cesar por todo el pueblo cristiano tú, oh Virgen dichosa, que mereciste llevar en tus entrañas purísimas al Redentor del mundo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Fuente: Devocionario.com