jueves, 6 de agosto de 2015

La Transfiguración de Jesús


 La Transfiguración de Cristo representa uno de los acontecimientos centrales en su vida terrenal que se encuentra relatado en los Evangelios. Inmediatamente después de que el Señor fue reconocido por sus apóstoles como “el Cristo (Mesías)”, “el Hijo del Dios viviente”, les dijo que “le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.” (Mateo 16,21). La reacción de los apóstoles a este anuncio de Cristo acerca de su próxima pasión y muerte fue de indignación. Y luego, después de reprocharles, el Señor tomó a Pedro, a Santiago y a Juan “aparte a un monte Alto”, de acuerdo a la tradición el Monte de Tabor, y “se transfiguró delante de ellos.”

"… y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él. Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas; una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: 'Este es mi Hijo Amado, en quien tengo complacencia; escuchadlo'. Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor.

Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: "Levantaos y no temáis". Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús sólo. Cuando descendieron del monte,  Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos". (Mateo 17,1-9; ver también Marcos 9,1-9; Lucas 9,28-36; II Pedro 1,16-18)

La fiesta judía de las Tiendas era una celebración de la morada de Dios con los seres humanos, y la transfiguración de Cristo revela que Dios “habita” en el Mesías y se manifiesta por él, hombre de carne y huesos. No hay dudas de que la transfiguración de Cristo sucedió en el tiempo de la Fiesta de las Tiendas, y que la celebración del acontecimiento en la Iglesia Cristiana llegó a ser el cumplimiento neotestamentario de esta fiesta del Antiguo Testamento, de manera muy similar a las fiestas de la Pascua y Pentecostés.

En la Transfiguración, los apóstoles se dieron cuenta que en Cristo verdaderamente “habita corporalmente toda la plenitud de la Divinidad”, que “agradó al Padre que en él habitase toda plenitud” (Colosenses 1,19; 2,9). Jesús les permite ver todo esto antes de la Crucifixión, a fin de que ellos sepan quién es el que sufrirá por ellos, y qué es lo que Él, que es Dios, ha preparado para aquellos que le aman. Esto es lo que la Iglesia celebra en la fiesta de la Transfiguración.

Cuando te transfiguraste, oh Cristo Dios, en el Monte Tabor, revelaste tu gloria a tus discípulos según la pudieron captar. Haz resplandecer sobre nosotros pecadores Tu Luz Eterna, por la Intercesión de la Madre de Dios. Tú que concedes la Luz, gloria a Ti. (Tropario)

Te transfiguraste en el Monte, oh Cristo Dios, y tus discípulos vieron tu gloria en cuanto pudieron; para que cuando Te vieran crucificado, comprenderían que Tu sufrimiento era voluntario, y proclamarían al mundo que Tú en verdad Eres el Esplendor del Padre. (Kontakion)
                       
Además del significado fundamental que el acontecimiento de la Transfiguración posee dentro del contexto de la vida y misión de Cristo, del tema de la gloria de Dios que es revelada en todo su esplendor en el rostro de Cristo el Salvador, la presencia de Moisés y Elías es también de gran importancia para la comprensión y celebración de esta fiesta. Muchos de los himnos hacen referencia a estas dos figuras centrales de la Antigua Alianza, tal como lo hacen las tres lecturas de las Escrituras designadas para el oficio de Vísperas, que hablan de la manifestación de la gloria de Dios a estos santos varones de antaño. (24,12-18; 33,11-34,8; I Reyes 19,3-16)

Moisés y Elías, según los versos litúrgicos, no son solamente las más grandes figuras del Antiguo Testamento quienes vienen ahora para adorar al Hijo de Dios en gloria, ni tampoco son meramente dos de los varones santos a quienes Dios se reveló en las teofanías prefigurativas de la Antigua Alianza de Israel. Estas dos figuras en verdad representan el Antiguo Testamento mismo: Moisés representa a la Ley, y Elías a los Profetas. Y Cristo es el cumplimiento de la Ley y de los Profetas (Mateo 5,17)

Ellos también representan a los vivos y a los muertos, pues Moisés falleció y se conoce su lugar de sepultura, mientras Elías fue llevado al cielo vivo para aparecer nuevamente a anunciar el tiempo de la salvación de Dios en Cristo.

 Entonces, apareciendo juntos a Jesús en el Monte de la Transfiguración,  Moisés y Elías confirman que el Mesías-Salvador está aquí, y que Él es el Hijo de Dios de quien el Padre mismo da testimonio, el Señor de la Creación, del Antiguo Testamento y del Nuevo, de los vivos y de los muertos. La Transfiguración de Cristo en sí es el cumplimiento de todas las teofanías  y manifestaciones de Dios, una consumación perfeccionada y completada en la persona de Jesucristo. La Transfiguración de Cristo nos revela nuestro propio destino como cristianos, el destino final de todos los seres humanos y de la creación entera, el de la transformación radical del ser y su glorificación por el majestuoso esplendor de Dios.

Lo más probable es, que originalmente la fiesta de la Transfiguración de Cristo pertenecía al periodo pre-Pascual de la Iglesia. Tal vez se celebraba en uno de los domingos anteriores a la Pascua de Resurrección. Existe cierta evidencia histórica que lo indica; además, tenemos el hecho de que hoy en día San Gregorio Palamás, el gran maestro de la Transfiguración de Cristo, es conmemorado durante la Gran Cuaresma (en el cuarto domingo). Además, el acontecimiento propiamente tal está definitivamente relacionado con la muerte y resurrección del Salvador que se aproximan: … para que cuando Te vieran crucificado, comprenderían que Tu sufrimiento era voluntario… (Kontakion)

Hoy en día, la fiesta de la Transfiguración de Cristo se celebra en el día 6 de agosto, probablemente debido a alguna razón histórica. En algunas iglesias, se acostumbra a bendecir uvas y otras frutas y verduras en este día. Esto simboliza  la transfiguración de toda la creación en Cristo. Significa la fructificación de la creación entera en el paraíso del eterno Reino de Vida de Dios, cuando todo será transformado por la gloria del Señor.



martes, 4 de agosto de 2015

Novena a la Virgen de Fátima

NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA
 

NOVENA 
Empieza el 5 de cada mes para terminar el día 13. 
 
ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS

OFRECIMIENTO
¡Oh, Dios mío! Yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.

¡Oh santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Yo os adoro profundamente y os ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes con que El es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón e intercesión del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pecadores.

   
ORACIÓN PREPARATORIA
Oh santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la ternura de vuestro Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos a las bondades de vuestro amantísimo Corazón, venimos a vuestras plantas para rendiros el tributo de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente vuestro mensaje de amor, y la que os pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras almas. Así sea.

Rezar la oración del día correspondiente...  

ORACIÓN FINAL
¡Oh Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos mereció el premio de la salvación eterna! Os suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del santísimo rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.


DÍA PRIMERO 
Penitencia y reparación

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Oración
¡Oh santísima Virgen María, Madre de los pobres pecadores!, que apareciendo en Fátima, dejaste transparentar en vuestro rostro celestial una leve sombra de tristeza para indicar el dolor que os causan los pecados de los hombres y que con maternal compasión exhortaste a no afligir más a vuestro Hijo con la culpa y a reparar los pecados con la mortificación y la penitencia. Dadnos la gracia de un sincero dolor de los pecados cometidos y la resolución generosa de reparar con obras de penitencia y mortificación todas las ofensas que se infieren a vuestro Divino Hijo y a vuestro Corazón Inmaculado.

Meditar y rezar la Oración Final.


DÍA SEGUNDO 
Santidad de vida

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Oración
¡Oh santísima Virgen María, Madre de la divina gracia, que vestida de nívea blancura te apareciste a unos pastorcitos sencillos e inocentes, enseñándonos así cuánto debemos amar y procurar la inocencia del alma, y que pediste por medio de ellos la enmienda de las costumbres y la santidad de una vida cristiana perfecta. Concédenos misericordiosamente la gracia de saber apreciar la dignidad de nuestra condición de cristianos y de llevar una vida en todo conforme a las promesas bautismales.

Meditar y rezar la Oración Final.

DÍA TERCERO 
Amor a la oración

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Oración
¡Oh santísima Virgen María, vaso insigne de devoción!, que te apareciste en Fátima teniendo pendiente de vuestras manos el santo Rosario, y que insistentemente repetías: «Orad, orad mucho», para alejar por medio de la oración los males que nos amenazan. Concédenos el don y el espíritu de oración, la gracia de ser fieles en el cumplimiento del gran precepto de orar, haciéndolo todos los días, para así poder observar bien los santos mandamientos, vencer las tentaciones y llegar al conocimiento y amor de Jesucristo en esta vida y a la unión feliz con Él en la otra.

Meditar y rezar la Oración Final.


DÍA CUARTO 
Amor a la Iglesia

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Oración
¡Oh santísima Virgen María, Reina de la Iglesia!, que exhortaste a los pastorcitos de Fátima a rogar por el Papa, e infundiste en sus almas sencillas una gran veneración y amor hacia él, como Vicario de vuestro Hijo y su representante en la tierra. Infunde también a nosotros el espíritu de veneración y docilidad hacia la autoridad del Romano Pontífice, de adhesión inquebrantable a sus enseñanzas, y en él y con él un gran amor y respeto a todos los ministros de la santa Iglesia, por medio de los cuales participamos la vida de la gracia en los sacramentos.

Meditar y rezar la Oración Final.


DÍA QUINTO 
María, salud de los enfermos

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Oración
¡Oh santísima Virgen María, salud de los enfermos y consoladora de los afligidos!, que movida por el ruego de los pastorcitos, obraste ya curaciones en vuestras apariciones en Fátima, y habéis convertido este lugar, santificado por vuestra presencia, en oficina de vuestras misericordias maternales en favor de todos los afligidos. A vuestro Corazón maternal acudimos llenos de filial confianza, mostrando las enfermedades de nuestras almas y las aflicciones y dolencias todas de nuestra vida. Echad sobre ellas una mirada de compasión y remediadlas con la ternura de vuestras manos, para que así podamos serviros y amaros con todo nuestro corazón y con todo nuestro ser.

Meditar y rezar la Oración Final.


DÍA SEXTO  
María, refugio de los pecadores

Comenzar con el Ofrecimiento y la Oración Preparatoria.

Oración
¡Oh santísima Virgen María, refugio de los pecadores!, que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar incesantemente al Señor para que esos desgraciados no caigan en las penas eternas del infierno, y que manifestaste a uno de los tres que los pecados de la carne son los que más almas arrastran a aquellas terribles llamas. Infundid en nuestras almas un gran horror al pecado y el temor santo de la justicia divina, y al mismo tiempo despertad en ellas la compasión por la suerte de los pobres pecadores y un santo celo para trabajar con nuestras oraciones, ejemplos y palabras por su conversión.

Meditar y rezar la Oración Final.


DÍA SÉPTIMO 
María, alivio de las almas del purgatorio

Comenzar con el Ofrecimiento y la Oración Preparatoria.

Oración
¡Oh santísima Virgen María, Reina del purgatorio!, que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar a Dios por las almas del purgatorio, especialmente por las más abandonadas. Encomendamos a la inagotable ternura de vuestro maternal Corazón todas las almas que padecen en aquel lugar de purificación, en particular las de todos nuestros allegados y familiares y las más abandonadas y necesitadas; alíviales sus penas y llévalas pronto a la región de la luz y de la paz, para cantar allí perpetuamente vuestras misericordias.

Meditar y rezar la Oración Final.


DÍA OCTAVO 
María, Reina del Rosario

Comenzar con el Ofrecimiento y la Oración Preparatoria.

Oración
¡Oh santísima Virgen María!, que en vuestra última aparición te diste a conocer como la Reina del Santísimo Rosario, y en todas ellas recomendaste el rezo de esta devoción como el remedio más seguro y eficaz para todos los males y calamidades que nos afligen, tanto del alma como del cuerpo, así públicas como privadas. Infundid en nuestras almas una profunda estima de los misterios de nuestra Redención que se conmemoran en el rezo del Rosario, para así vivir siempre de sus frutos. Concédenos la gracia de ser siempre fieles a la práctica de rezarlo diariamente para honraros a Vos, acompañando vuestros gozos, dolores y glorias, y así merecer vuestra maternal protección y asistencia en todos los momentos de la vida, pero especialmente en la hora de la muerte.

Meditar y rezar la Oración Final.


DÍA NOVENO 
El Inmaculado Corazón de María

Comenzar con el Ofrecimiento y la Oración Preparatoria.

Oración
¡Oh santísima Virgen María, Madre nuestra dulcísima!, que escogiste a los pastorcitos de Fátima para mostrar al mundo las ternuras de vuestro Corazón misericordioso, y les propusiste la devoción al mismo como el medio con el cual Dios quiere dar la paz al mundo, como el camino para llevar las almas a Dios, y como una prenda suprema de salvación. Haced, ¡oh Corazón de la más tierna de las madres!, que sepamos comprender vuestro mensaje de amor y de misericordia, que lo abracemos con filial adhesión y que lo practiquemos siempre con fervor; y así sea vuestro Corazón nuestro refugio, nuestro consuelo y el camino que nos conduzca al amor y a la unión con vuestro Hijo Jesús.

Meditar y rezar la Oración Final.



lunes, 3 de agosto de 2015

Virgen de Medjugorje - Mensaje del 2 de agosto de 2015

Mensaje del 2 de agosto de 2015


“Queridos hijos, Yo, como Madre que ama a sus hijos, veo qué difícil es el tiempo en el que vivís. Veo vuestro sufrimiento. Pero debéis saber que no estáis solos. Mi Hijo está con vosotros. Está en todas partes: es invisible, pero lo podéis ver si lo vivís. Él es la luz que os ilumina el alma y os concede la paz. Él es la Iglesia que debéis amar y por la que siempre debéis orar y luchar; pero no solo con las palabras sino con las obras de amor. Hijos míos, haced que todos conozcan a mi Hijo, haced que sea amado, porque la verdad está en mi Hijo nacido de Dios, Hijo de Dios. No perdáis el tiempo en reflexionar demasiado, os alejaréis de la verdad. Con un corazón simple aceptad Su Palabra y vividla. Si vivís Su Palabra, amaréis con un amor misericordioso. Os amaréis los unos a los otros. Cuanto más améis, más lejos estaréis de la muerte. Para aquellos que vivan la Palabra de mi Hijo y la amen, la muerte será la vida. ¡Os doy las gracias! Orad para que podáis ver a mi Hijo en sus pastores, orad para que lo podáis abrazar en ellos.”

Comentario del Padre Francisco Verar

El mensaje de este dos de agosto comienza diciendo “Yo como Madre que ama a sus hijos, veo cuan difícil es el tiempo en el que viven. Veo su sufrimiento”. Estas palabras de María, expresan su solidaridad con todos sus hijos que pasan una especie de noche oscura. La “noche oscura” siempre trae bendición, porque es una purificación del alma, pero también trae sufrimiento, dolor. Pero en el mensaje la Virgen se refiere que es a causa de los tiempos en los que estamos viviendo: son tiempos de “lucha”. Lo ha dicho muchas veces la Virgen. Esta es una de las razones del porqué Ella está con nosotros: nos quiere ayudar.

En el mensaje, la Virgen dice que, en el tiempo del sufrimiento, causado por los tiempos que se viven, no estamos solos: Jesús está con nosotros. “Él es invisible”, ha dicho la Virgen, pero también nos ha dicho cómo se puede ver: solo si lo vivimos en el corazón, porque viviéndolo nos da la luz que necesita el alma, y de esta manera nos concede la paz. Entonces, el mensaje de este 2 de mes, más que una invitación a abrirle el corazón a María, es una invitación a abrirle el corazón a Jesús, para que Él nos dé su luz y nos enseñe a vivir estos tiempos difíciles. Si no le abrimos el corazón a Jesús y Él no vive en nosotros, el sufrimiento puede aplastar a cualquiera. Esta es la razón por la que muchos en el sufrimiento y en el dolor, pueden pensar en quitarse la vida, divorciarse, irse a vivir a otro país, dejar un trabajo, dejar de servir a la Iglesia, etc. Todos estos serían caminos equivocados. Ni la Virgen ni Jesús nos quitarán el sufrimiento, jamás, pero nos enseñan cómo el sufrimiento le da sentido a la vida cuando se le abre el corazón a Jesús. Es entonces, cuando el mismo sufrimiento se llena de luz, en lugar de la oscuridad que trae naturalmente. Los santos llenaron el sufrimiento de luz y por eso anhelaron hasta el martirio. Cuando el sufrimiento no se llena de luz el alma se llena del espíritu derrotista de Satanás.

En el mensaje también la Virgen nos dice que Jesús es la Iglesia. No dice que está en la Iglesia ni que fundó la Iglesia, sino que es la Iglesia misma, porque Jesús está presente en todos los que conformamos la Iglesia: jerarquía, quienes abrazaron la vida religiosa y laicos. Y la Virgen nos dice que debemos amar a la Iglesia y que debemos orar siempre por Ella, que debemos luchar por Ella. Pero también especifica que no se lucha por la Iglesia con palabras, sino con obras de amor. Es decir, con la santidad. Si no hay amor no hay santidad y sin santidad no hay amor verdadero.

En el mensaje de este 2, la Virgen nuevamente nos ha invitado a la evangelización. Tiene más de un año invitando a sus hijos, en el mensaje del día 2, a la evangelización. Es obvio que a la Madre le preocupa la salvación de las almas. Recordemos que ya San Pablo dijo que la fe entra por el oído. Pero la fe no puede entrar por el oído si los bautizados no hablamos de Jesús. Quienes más pueden hablar de Jesús son quienes optan por la vida consagrada, porque su vida se hace palabra de Jesús viviente, aunque no hablen. Pero también los laicos pueden hablar de Jesús y deben hablar de Jesús. La Virgen dice “hagan que todos conozcan a mi Hijo, hagan que sea amado porque la Verdad está en mi Hijo nacido de Dios”. “No pierdan el tiempo en reflexionar demasiado, se alejarán de la Verdad”.


Reflexionar es importante pero también reflexionar demasiado hace daño, porque entre más una persona reflexiona, más se puede alejar de la Verdad. Y de esta manera la razón no ayudará. Jesús no nos enseñó tanto a reflexionar sino a confiar en Dios. A abandonarnos en Él. La razón por la que muchos se han apartado de Dios es por haber reflexionado demasiado. La razón es un don de Dios, pero cuando la razón se coloca por encima de la fe y de la misma Palabra de Dios, deja de ser un don para convertirse en enemigo de Dios. Puede luchar incluso hasta con el mismo Dios. Satanás usó la razón para hacer caer a Eva y a Adán; y también hoy usa la razón para alejar a multitudes de Dios. La razón es buena pero también es frágil y peligrosa. Hitler utilizó la razón para justificar el exterminio de multitudes, como también los que defienden hoy el Estado Islámico, las mujeres y médicos que abortan, los matrimonios homosexuales con adopción de niños, el alquiler de vientres, el consumo de drogas, etc.

La Virgen en el mensaje dice con claridad: “con un corazón simple acepten la Palabra de Jesús y vívanla. Si viven la Palabra de Jesús, amarán con un amor misericordioso. Se amarán los unos a los otros. Cuanto más amen estarán más lejos de la muerte. Para aquellos que vivan la Palabra de mi Hijo y la amen, la muerte será la vida”. Cuando la Virgen pide aceptar la Palabra de Jesús con un corazón simple, está invitando a todos sus hijos a abrirse con sencillez a cuanto Jesús nos ha enseñado, que está por encima de cualquiera palabra humana. Y el medio para acoger la Palabra de Jesús es siempre la humildad. Entre más orgullosa es una persona más le costará encontrarse con Dios porque Dios es humilde, a pesar de su omnipotencia.

En el mensaje la Virgen nos dice que la Palabra de Jesús nos lleva al amor y a la misericordia, y la muerte se transforma en vida. Pero aquel que la rechaza, por haberla rechazado, se acerca cada vez más a la muerte. Esta muerte de la que la Virgen habla es la muerte espiritual, la muerte del alma. Hay muchos que la conocen, porque aún rodeados de afectos humanos y de bienes materiales se sienten vacíos, se sienten siempre heridos: es la muerte del alma. La Escritura nos dice que lo que conduce a la muerte del alma es siempre el pecado. Aunque la Virgen no lo haya mencionado en esta ocasión, la manera también de vencer la muerte del alma, es pidiendo perdón a Dios por los pecados cometidos por medio de la confesión sacramental, luego hay que comenzar a orar y abrirse a Jesús.

Al final, una vez más, la Virgen nos ha invitado a algo práctico: orar para ver a Jesús en los pastores de la Iglesia. No criticarlos, no juzgarlos, sino ver a Jesús en ellos. Cuando se ve a un Obispo, a un Sacerdote, a un Diácono, se debe ver a Jesús en ellos, pero si no hay oración se nos puede olvidar que en ellos está Jesús. Por otro lado, la Virgen ha dicho algo por primera vez: quien ora frecuentemente por los pastores, no solo ve a Jesús en los pastores, sino que es capaz de abrazarlos toda vez que abrazándolos a ellos se abraza al mismo Jesús. Luego en este mensaje la Virgen nos invita a orar mucho por los pastores de la Iglesia y luego abrazarlos. Es decir, manifestarle cariño por medio del abrazo, porque el abrazo a ellos es abrazo a Jesús.

P. Francisco A. Verar