Mensaje del 2 de agosto de 2015
“Queridos hijos, Yo, como Madre que ama a sus hijos, veo qué difícil es el tiempo en el que vivís. Veo vuestro sufrimiento. Pero debéis saber que no estáis solos. Mi Hijo está con vosotros. Está en todas partes: es invisible, pero lo podéis ver si lo vivís. Él es la luz que os ilumina el alma y os concede la paz. Él es la Iglesia que debéis amar y por la que siempre debéis orar y luchar; pero no solo con las palabras sino con las obras de amor. Hijos míos, haced que todos conozcan a mi Hijo, haced que sea amado, porque la verdad está en mi Hijo nacido de Dios, Hijo de Dios. No perdáis el tiempo en reflexionar demasiado, os alejaréis de la verdad. Con un corazón simple aceptad Su Palabra y vividla. Si vivís Su Palabra, amaréis con un amor misericordioso. Os amaréis los unos a los otros. Cuanto más améis, más lejos estaréis de la muerte. Para aquellos que vivan la Palabra de mi Hijo y la amen, la muerte será la vida. ¡Os doy las gracias! Orad para que podáis ver a mi Hijo en sus pastores, orad para que lo podáis abrazar en ellos.”
Comentario del Padre Francisco Verar
El mensaje de este dos de agosto comienza diciendo “Yo como Madre que ama a sus hijos, veo cuan difícil es el tiempo en el que viven. Veo su sufrimiento”. Estas palabras de María, expresan su solidaridad con todos sus hijos que pasan una especie de noche oscura. La “noche oscura” siempre trae bendición, porque es una purificación del alma, pero también trae sufrimiento, dolor. Pero en el mensaje la Virgen se refiere que es a causa de los tiempos en los que estamos viviendo: son tiempos de “lucha”. Lo ha dicho muchas veces la Virgen. Esta es una de las razones del porqué Ella está con nosotros: nos quiere ayudar.
En el mensaje, la Virgen dice que, en el tiempo del sufrimiento, causado por los tiempos que se viven, no estamos solos: Jesús está con nosotros. “Él es invisible”, ha dicho la Virgen, pero también nos ha dicho cómo se puede ver: solo si lo vivimos en el corazón, porque viviéndolo nos da la luz que necesita el alma, y de esta manera nos concede la paz. Entonces, el mensaje de este 2 de mes, más que una invitación a abrirle el corazón a María, es una invitación a abrirle el corazón a Jesús, para que Él nos dé su luz y nos enseñe a vivir estos tiempos difíciles. Si no le abrimos el corazón a Jesús y Él no vive en nosotros, el sufrimiento puede aplastar a cualquiera. Esta es la razón por la que muchos en el sufrimiento y en el dolor, pueden pensar en quitarse la vida, divorciarse, irse a vivir a otro país, dejar un trabajo, dejar de servir a la Iglesia, etc. Todos estos serían caminos equivocados. Ni la Virgen ni Jesús nos quitarán el sufrimiento, jamás, pero nos enseñan cómo el sufrimiento le da sentido a la vida cuando se le abre el corazón a Jesús. Es entonces, cuando el mismo sufrimiento se llena de luz, en lugar de la oscuridad que trae naturalmente. Los santos llenaron el sufrimiento de luz y por eso anhelaron hasta el martirio. Cuando el sufrimiento no se llena de luz el alma se llena del espíritu derrotista de Satanás.
En el mensaje también la Virgen nos dice que Jesús es la Iglesia. No dice que está en la Iglesia ni que fundó la Iglesia, sino que es la Iglesia misma, porque Jesús está presente en todos los que conformamos la Iglesia: jerarquía, quienes abrazaron la vida religiosa y laicos. Y la Virgen nos dice que debemos amar a la Iglesia y que debemos orar siempre por Ella, que debemos luchar por Ella. Pero también especifica que no se lucha por la Iglesia con palabras, sino con obras de amor. Es decir, con la santidad. Si no hay amor no hay santidad y sin santidad no hay amor verdadero.
En el mensaje de este 2, la Virgen nuevamente nos ha invitado a la evangelización. Tiene más de un año invitando a sus hijos, en el mensaje del día 2, a la evangelización. Es obvio que a la Madre le preocupa la salvación de las almas. Recordemos que ya San Pablo dijo que la fe entra por el oído. Pero la fe no puede entrar por el oído si los bautizados no hablamos de Jesús. Quienes más pueden hablar de Jesús son quienes optan por la vida consagrada, porque su vida se hace palabra de Jesús viviente, aunque no hablen. Pero también los laicos pueden hablar de Jesús y deben hablar de Jesús. La Virgen dice “hagan que todos conozcan a mi Hijo, hagan que sea amado porque la Verdad está en mi Hijo nacido de Dios”. “No pierdan el tiempo en reflexionar demasiado, se alejarán de la Verdad”.
Reflexionar es importante pero también reflexionar demasiado hace daño, porque entre más una persona reflexiona, más se puede alejar de la Verdad. Y de esta manera la razón no ayudará. Jesús no nos enseñó tanto a reflexionar sino a confiar en Dios. A abandonarnos en Él. La razón por la que muchos se han apartado de Dios es por haber reflexionado demasiado. La razón es un don de Dios, pero cuando la razón se coloca por encima de la fe y de la misma Palabra de Dios, deja de ser un don para convertirse en enemigo de Dios. Puede luchar incluso hasta con el mismo Dios. Satanás usó la razón para hacer caer a Eva y a Adán; y también hoy usa la razón para alejar a multitudes de Dios. La razón es buena pero también es frágil y peligrosa. Hitler utilizó la razón para justificar el exterminio de multitudes, como también los que defienden hoy el Estado Islámico, las mujeres y médicos que abortan, los matrimonios homosexuales con adopción de niños, el alquiler de vientres, el consumo de drogas, etc.
La Virgen en el mensaje dice con claridad: “con un corazón simple acepten la Palabra de Jesús y vívanla. Si viven la Palabra de Jesús, amarán con un amor misericordioso. Se amarán los unos a los otros. Cuanto más amen estarán más lejos de la muerte. Para aquellos que vivan la Palabra de mi Hijo y la amen, la muerte será la vida”. Cuando la Virgen pide aceptar la Palabra de Jesús con un corazón simple, está invitando a todos sus hijos a abrirse con sencillez a cuanto Jesús nos ha enseñado, que está por encima de cualquiera palabra humana. Y el medio para acoger la Palabra de Jesús es siempre la humildad. Entre más orgullosa es una persona más le costará encontrarse con Dios porque Dios es humilde, a pesar de su omnipotencia.
En el mensaje la Virgen nos dice que la Palabra de Jesús nos lleva al amor y a la misericordia, y la muerte se transforma en vida. Pero aquel que la rechaza, por haberla rechazado, se acerca cada vez más a la muerte. Esta muerte de la que la Virgen habla es la muerte espiritual, la muerte del alma. Hay muchos que la conocen, porque aún rodeados de afectos humanos y de bienes materiales se sienten vacíos, se sienten siempre heridos: es la muerte del alma. La Escritura nos dice que lo que conduce a la muerte del alma es siempre el pecado. Aunque la Virgen no lo haya mencionado en esta ocasión, la manera también de vencer la muerte del alma, es pidiendo perdón a Dios por los pecados cometidos por medio de la confesión sacramental, luego hay que comenzar a orar y abrirse a Jesús.
Al final, una vez más, la Virgen nos ha invitado a algo práctico: orar para ver a Jesús en los pastores de la Iglesia. No criticarlos, no juzgarlos, sino ver a Jesús en ellos. Cuando se ve a un Obispo, a un Sacerdote, a un Diácono, se debe ver a Jesús en ellos, pero si no hay oración se nos puede olvidar que en ellos está Jesús. Por otro lado, la Virgen ha dicho algo por primera vez: quien ora frecuentemente por los pastores, no solo ve a Jesús en los pastores, sino que es capaz de abrazarlos toda vez que abrazándolos a ellos se abraza al mismo Jesús. Luego en este mensaje la Virgen nos invita a orar mucho por los pastores de la Iglesia y luego abrazarlos. Es decir, manifestarle cariño por medio del abrazo, porque el abrazo a ellos es abrazo a Jesús.
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