El Padre Agustín Fuentes era un sacerdote mejicano que se estaba preparando para convertirse en el postulador de las causas para la beatificación de Francisco y de Jacinta, En efecto, tuvo el privilegio de hablar con todo detalle con la vidente de Fátima el 26 de diciembre de 1957. Anteriormente se había reunido con ella el 10 de agosto de 1955.
Después de su regreso a Méjico, el 22 de mayo de 1958 dio una conferencia en la casa matriz de las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón y de Nuestra Señora de Guadalupe. Durante esta conferencia, relató las palabras de Sor Lucía. El resumen de esta conferencia fue publicado, señala el Padre Alonso, “con toda garantía de autenticidad y con la debida aprobación episcopal, incluyendo la del Obispo de Leiria.” El Padre Fuentes dejó en claro (p.503) que este fue un mensaje recibido “de los propios labios de la vidente principal”. Aquí están los extractos del texto original español, citado por el Padre Alonso:
La conversación de sor Lucía con el P. Fuentes (26 de diciembre de 1957)
Yo deseo solamente contar a ustedes de la última conversación que tuve con Sor Lucía el 26 de diciembre del año pasado. Me reuní con ella en su convento. Estaba muy triste, muy pálida y demacrada. Me dijo:
“Nadie ha prestado ninguna atención”
“Padre, la Santísima Virgen está muy triste porque nadie ha prestado ninguna atención a Su mensaje, ni los buenos ni los malos. Los buenos continúan su camino, pero sin dar ninguna importancia a Su Mensaje. Los malos, no viendo realmente caer el castigo de Dios sobre ellos, continúan su vida de pecado sin atender siquiera el mensaje. Pero créame Padre, Dios castigará al mundo y eso será de una manera terrible. El castigo del Cielo es inminente.”
El secreto no revelado
“Padre, ¿cuanto tiempo hay antes de que llegue 1960? Será muy triste para todos, ninguna persona se alegrará de nada si antes el mundo no reza y hace penitencia. No puedo dar ningún otro detalle, porque esto es todavía un secreto. De acuerdo a la voluntad de la Santísima Virgen, solo al Santo Padre y al Obispo de Leiria les está permitido conocer el secreto, pero ellos han elegido no saberlo, para no ser influenciados.
“Es la tercera parte del Mensaje de Nuestra Señora, la que permanecerá secreta hasta 1960.” (p.504)
Rusia, el instrumento de castigo de Dios
“Dígales Padre, que muchas veces la Santísima Virgen dijo a mis primos Francisco y Jacinta, tanto como a mi, que muchas naciones desaparecerán de la faz de la tierra. Ella dijo que Rusia será el instrumento de castigo elegido por el Cielo para castigar al mundo entero si antes nosotros no obtenemos la conversión de esa pobre nación...”
La batalla decisiva entre María y Satán: la apostasía de las almas consagradas y de los sacerdotes
“Sor Lucía también me dijo: Padre, el demonio está obstinado en emprender una batalla decisiva contra la Santísima Virgen. Y el diablo sabe que es lo que más ofende a Dios, y lo que ganará para él en el más corto plazo de tiempo el mayor número de almas. Así, el diablo hace todo lo posible para vencer a las almas consagradas a Dios, porque de esa forma, logrará dejar abandonadas de sus guías las almas de los fieles; con ésto se apoderará de ellas aún más fácilmente.”
“Lo que aflige al Inmaculado Corazón de María y al Corazón de Jesús es la caída de las almas religiosas y sacerdotales. El diablo sabe que los religiosos y sacerdotes que apostatan de su hermosa vocación, arrastran numerosas almas al infierno... El diablo quiere tomar posesión de las almas consagradas. Trata de corromperlas, para adormecer las almas de los laicos y llevarlas así a la impenitencia final. El emplea todos los trucos, yendo incluso tan lejos como para sugerir demorar la entrada en la vida religiosa. Resultado de esto es la esterilidad de la vida interior, y entre los laicos, frialdad (falta de entusiasmo) en la renuncia a los placeres y a la dedicación total de si mismos a Dios.” (p.505)
Lo que santificó a Jacinta y a Francisco
“Dígales también Padre, que mis primos Francisco y Jacinta se sacrificaron, porque en todas las apariciones de la Santísima Virgen María, siempre La vieron muy triste. Ella nunca nos sonrió. Esta tristeza, esta angustia que notamos en Ella, penetró nuestras almas. Esta tristeza es causada por las ofensas contra Dios y los castigos que amenazan a los pecadores. Y así, nosotros, niños, no supimos que pensar, excepto inventar diversos medios de rezar y hacer sacrificios. (...)
“La otra cosa que santificó a estos niños fue ver la visión del Infierno.”
La misión de sor Lucía
“Padre, es por ello que mi misión no es indicar al mundo los castigos materiales que ciertamente vendrán si el mundo no reza y hace penitencia antes. ¡No! Mi misión es indicar a todos el peligro inminente en que estamos de perder nuestras almas por toda la eternidad si permanecemos obstinados en el pecado.”
La urgencia de la conversión
“Sor Lucía me dijo también: No debemos esperar un llamado al mundo que venga de Roma, de parte del Santo Padre, para hacer penitencia. Ni debemos esperar que el llamado a penitencia venga de los Obispos de nuestras diócesis, ni de las congregaciones religiosas. ¡No! Nuestro Señor ya ha usado muy a menudo estos medios y el mundo no ha prestado atención. Por eso ahora es necesario a cada uno de nosotros comenzar a reformarnos espiritualmente. Cada persona debe, no solamente salvar su propia alma, sino también todas las almas que Dios ha puesto en su camino...”
“El diablo hace cuanto está en su poder para distraernos y quitarnos el amor por la oración; seremos salvados juntos o seremos condenados juntos.” (p.506)
Los últimos tiempos
“Padre, la Santísima Virgen no me dijo que estamos en los últimos tiempos del mundo, pero Ella me lo hizo comprender por tres razones; La primera razón es porque Ella me dijo que el Diablo está empeñado en una batalla decisiva contra la Virgen. Y una batalla decisiva es la batalla final, donde un bando será victorioso y el otro sufrirá la derrota. Por lo tanto, de ahora en adelante debemos elegir los bandos. O estamos con Dios o estamos con el diablo. No hay otra posibilidad.”
Los últimos remedios
“La segunda razón es porque Ella dijo a mis primos y a mi misma, que Dios está dando los dos últimos remedios al Mundo. Estos son: el Santo Rosario y la Devoción al Inmaculado Corazón de María. Estos son los dos últimos remedios, lo cual significa que no habrá otros.”
El pecado contra el Espíritu Santo
“La tercera razón es porque en los planes de la Divina Providencia, Dios siempre antes de castigar al Mundo, agota todos los otros remedios. Entonces, cuando ve que el Mundo no presta atención a pesar de todo, como decimos en nuestra imperfecta manera de hablar, El nos ofrece con una cierta inquietud el último medio de salvación, Su Santísima Madre. Y es con una cierta inquietud, porque si nosotros despreciamos y rechazamos estos últimos medios, no tendremos ningún otro perdón del Cielo, porque habremos cometido un pecado que el Evangelio llama "el pecado contra el Espíritu Santo". Este pecado consiste en rechazar abiertamente, con todo conocimiento y consentimiento, la salvación que El ofrece. Recordemos que Jesucristo es un muy buen Hijo, y que El no permite que ofendamos y despreciemos a Su Santísima Madre. Debemos tener en cuenta, que a través de muchos siglos de la historia de la Iglesia, los obvios testimonios demuestran, "por los castigos terribles que han acontecido a aquellos que han atacado el honor de Su Santísima Madre", como Nuestro Señor (p.507) Jesucristo siempre ha defendido el honor de Su Madre.”
Oración, sacrificio y el Santo Rosario
“ Sor Lucía me dijo: los dos medios para salvar al Mundo son la oración y el sacrificio.
“Respecto al Santo Rosario, Sor Lucía dijo: Mire Padre, la Santísima Virgen, en estos últimos tiempos en los que vivimos, ha dado una nueva eficacia al rezo del Rosario, hasta tal punto, que no hay problema, ni cuestión por difícil que sea, tanto temporal o sobre todo espiritual, en la vida personal de cada uno de nosotros, de nuestras familias, de las familias del mundo, o de las comunidades religiosas, o incluso de la vida de los pueblos y de las naciones, que no pueda ser resuelto por el Rosario. No hay problema, le digo, ni asunto por difícil que sea, que nosotros no podamos resolverlo con el rezo del Santo Rosario. Con el Santo Rosario nos salvaremos. Nos santificaremos. Consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas.”
Capítulo X, tomo III de "Toute la Vérité sur Fatima", por Fr. Michel de la Sainte Trinité. Traducción nuestra de la versión inglesa.