"No es preciso hijo mío, saber mucho para agradarme mucho; basta que me ames mucho. Háblame pues aquí, sencillamente, como hablarías al más íntimo de tus amigos, como hablarías a tu madre o a tu hermano.
¿Necesitas hacerme a favor de alguien alguna súplica cualquiera? Dime su nombre, bien sea de tus padres, el de tus hermanos y amigos. Dime enseguida qué quisieras hiciese yo actualmente por ellos. Pide mucho, mucho. No vaciles en pedir. Me gustan los corazones generosos, que llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos para atender las necesidades de los demás. Háblame con sencillez de las personas a quienes quisieras ayudar; de los enfermos a quienes ves sufrir; de los descarriados que tú anhelas regresen al buen camino; de los amigos ausentes que quisieras ver otra vez a tu lado. Dime por todos una palabra siquiera; pero palabra de amigo , palabra ardiente y fervorosa. Recuérdame que he prometido escuchar toda súplica que salga del corazón y ¿no ha de salir del corazón el ruego que me diriges por aquellos que tu corazón especialmente ama?
¿Y para ti, no necesitas ninguna gracia? Hazme, si quieres, como una lista de tus necesidades y ven, léela en mi presencia. . Dime francamente que sientes orgullo, amor a la sensualidad y al placer, que eres tal vez egoísta, inconstante, negligente... y pídeme luego que venga en ayuda de los esfuerzos, pocos o muchos que haces para liberarte de tus faltas. ¡No te avergüences, hijo mío! ¡hay en el cielo tantos y tantos justos, tantos y tantos santos que tuvieron esos mismos defectos! Pero rezaron con humildad..., y poco a poco se vieron libres de ellos. No vaciles en pedirme bienes espirituales y materiales, salud, memoria, éxito en tus trabajos, proyectos o estudios... Todo eso puedo darte, y deseo me lo pidas, siempre que no obstaculicen, sino más bien ayuden a tu santificación. Precisamente hoy, ¿qué necesitas? ¿Qué puedo hacer por ti? ¡Si supieras cuánto deseo poder ayudarte!
¿Tienes ahora algún proyecto? Cuéntamelo todo. ¿Qué te preocupa?, ¿qué piensas?, ¿qué deseas?, ¿qué puedo hacer por tus padres, tus hermanos, tus hijos, tus compañeros, tus amigos? ¿Qué desearías hacer por ellos? Y por mí, ¿No sientes deseo de mi gloria? ¿Quieres que haga algo por quienes amas mucho pero que quizá viven lejos de mí? Dime qué cosa en particular llama tu atención hoy, qué deseas más ardientemente y con qué medios cuentas para obtenerlo. Dime si no se te logran tus planes y te diré las causas de tus dificultades. ¿Deseas apoyarte en mí? Hijo mío, yo soy el Señor de los corazones, y los muevo adonde deseo sin violentar su libertad.
¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuéntame tus tristezas detalladamente. ¿Quién te ha herido? ¿Quién lastimó tu orgullo? ¿Quién te ha maltratado? Acércate a mi corazón y encontrarás el bálsamo para esas heridas del tuyo. Cuéntamelo todo y acabaras por decirme que, a semejanza de mí, todo lo perdonas, todo lo olvidas y en pago,... recibirás mi bendición consoladora.
¿Tienes miedo tal vez? ¿Sientes en tu alma conmociones vagas de tristeza, que por injustificadas no dejan de ser desgarradoras? Apóyate en mi providencia. Yo estoy contigo, a tu lado. Veo todo, escucho todo. No te abandonaré en ningún momento.
¿Sientes el olvido por parte de personas que antes te quisieron bien y ahora se alejan de ti sin razón? Reza por ellos, y yo te los devolveré, si no han de ser obstáculo para tu salvación.
¿Y no tienes alguna alegría que comunicarme? ¿Quieres hacerme partícipe de ella como buen amigo tuyo? Cuéntame lo que desde ayer, desde la última visita que me hiciste, ha consolado y hecho como sonreír tu corazón. Quizás has tenido agradables sorpresas; quizás has tenido agradables sorpresas; quizás has visto disipadas graves dudas, has recibido buenas noticias, una carta, un detalle de cariño, has vencido una dificultad, o salido de una situación angustiosa. Todo esto es obra mía. Yo te lo he concedido. ¿Por qué no has de manifestarme tu gratitud y decirme sencillamente como un hijo a su padre: "Gracias, Padre Mío"? El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios, porque al bienhechor le agrada verse correspondido.
¿Tienes alguna promesa que hacerme? Leo, ya lo sabes, el fondo de tu corazón: a los hombres se engaña fácilmente ; a Dios, no. Háblame pues, con toda sinceridad.
¿Tienes firme resolución de no exponerte más a aquella ocasión de pecado? ¿De privarte de aquel objeto que te dañó? ¿De no leer más aquel libro que excitó tu imaginación? ¿De evitar aquella persona que quitó paz a tu alma? ¿Vas a ser generoso con esa persona a quien consideras tu enemiga porque te ofendió?
Ahora hijo mío regresa a tus ocupaciones habituales, a tu familia, a tu trabajo, a tus estudios... pero no olvides estos quince minutos de conversación íntima que hemos tenido en el silencio del sagrario. Guarda en lo posible, silencio, modestia, resignación, amor a tu prójimo. Ama a mi Madre, que lo es también tuya, la Virgen Santísima, y vuelve otra vez a mí con el corazón más amoroso, más entregado; en el mío encontrarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios, nuevos consuelos.
Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.
Oh, Dulce Corazón de María, sé la salvación mía. Amén.
Consagración individual al Inmaculado Corazón de María
Oh, Virgen mía, Oh, Madre mía,
yo me ofrezco enteramente a tu Inmaculado Corazón
y te consagro mi cuerpo y mi alma,
mis pensamientos y mis acciones.
Quiero ser como tú quieres que sea,
hacer lo que tú quieres que haga.
No temo, pues siempre estás conmigo.
Ayúdame a amar a tu hijo Jesús,
con todo mi corazón y sobre todas las cosas.
Pon mi mano en la tuya para que esté siempre contigo.
Consagración del hogar y la familia al Inmaculado Corazón de María
¡Oh Virgen María!, queremos consagrar hoy nuestro hogar y cuantos lo habitan a vuestro Purísimo Corazón.
Que nuestra casa, como la tuya de Nazaret, llegue a ser un oasis de paz y felicidad por:
- el cumplimiento de la voluntad de Dios,
- la práctica de la caridad,
- y el abandona a la Divina Providencia,
¡Que nos amemos todos como Cristo nos enseñó!. Ayúdanos a vivir siempre cristianamente y envuélvenos en tu ternura.
Te pido por los hijos que Dios nos ha dado (se citan los nombres) para que los libres de todo mal y peligro de alma y cuerpo, y los guardes dentro de Tu Corazón Inmaculado. Dígnate, Madre nuestra, transformar nuestro hogar en un pequeño cielo, consagrados todos a vuestro Corazón Inmaculado. Amén.
¡Corazón Inmaculado de María, sálvanos!
¿Qué es la Consagración al Inmaculado Corazón de María?
Una promesa de amor en donde se le da todo lo que la familia es, tiene y hace a Jesús a través del Corazón Inmaculado de la Virgen María, para vivir plenamente entregados a la voluntad del Padre.
La familia se abandona en las manos de la Virgen María para que ella ejerza su papel de Madre espiritual, de Mediadora de las gracias, de Abogada y de Reina.
La meta final de toda consagración es Jesús; La Virgen María es el medio eficaz para alcanzar mayor unión con Cristo y es fuente de protección maternal contra Satanás.
Por medio de la consagración, los miembros de la familia han de llegar a ser como San José, totalmente dedicados a Jesús y a María. Deben pedir a Dios la gracia de vivir fieles a esta consagración, reconociendo que pertenecen a los Corazones de Jesús y de María, quienes han de ser el centro de cada aspecto de sus vidas, decisiones, relaciones, etc.
¿Cuáles son los frutos de la Consagración al Inmaculado Corazón de María?
Permitirá a la Virgen Santísima usar libremente su poder de intercesión y de santificación para el crecimiento de su familia en la gracia.
La Virgen respeta la voluntad de cada uno y por eso espera a que la familia se consagre libremente para entonces ejercer su misión plenamente. Primero hay que abrir las puertas y luego responder fielmente a todo cuanto pide la Virgen para acercarnos al Corazón de Jesús.
La Virgen María será Fuente de Protección: Por la decisión libre que han tomado, su familia pertenece a al Corazón de María, y serán protegidos espiritualmente.
Les obtendrá gracias para vivir en la virtud y les ayudará a abrir sus corazones para vivir las virtudes que se encuentran en los Corazones de Jesús y María. Especialmente la humildad, la mansedumbre, el amor sacrificial, la pureza y la obediencia
También les ayudará a ejercer las virtudes que construyen y mantienen la unidad de familia, como la paz, el orden, el respeto, la delicadeza, el pensar primero en el otro, la abnegación, la comunicación y sobre todo la caridad.
¿Cómo debe vivir una Familia consagrada al Corazón Inmaculado de María?
-Fidelidad a la Iglesia y a los Sacramentos, especialmente la Eucaristía y la Confesión habitual.
-Oración, personal y familiar, especialmente el rezo del Santo Rosario con frecuencia.
-Tener una imagen del Corazón Inmaculado de María en un lugar destacado del hogar
-Apoyar a su parroquia de la manera que ustedes puedan (con su tiempo, con recursos, etc.)
-Ser generosos en las necesidades de los demás.
-Renovar regularmente la oración de Consagración de la familia al Corazón Inmaculado de María. Fuente: web católico de Javier
Historia de Bernadette Soubirous (Jennifer Jones) y las apariciones de la Santísima Virgen María en Lourdes (Francia) en 1858, en una impecable y excelente narración.
"La Virgen Inmaculada ... asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial fue ensalzada por el Señor como Reina universal, con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores y vencedor del pecado y de la muerte".
(Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n.59).
Fiesta instituida por Pío XII. Se celebra ahora en la octava de la Asunción para manifestar la conexión entre la realeza de María y su asunción a los cielos.
Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito,
concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
¡Salve, Reina caelorum; Reina caeli, laetare!
María es reina de los ángeles y de todos los hombres
El pueblo cristiano siempre ha reconocido a María Reina por ser madre del Rey de reyes y Señor de Señores. Su poder y sus atributos los recibe del Todopoderoso: Su Hijo, Jesucristo. Es El quien la constituye Reina y Señora de todo lo creado, de los hombres y aún de los ángeles.
Juan Pablo II, el 23 de julio del 1997>>>, habló sobre la Virgen como Reina del universo. Recordó que "a partir del siglo V, casi en el mismo período en que el Concilio de Efeso proclama a la Virgen 'Madre de Dios', se comienza a atribuir a María el título de Reina. El pueblo cristiano, con este ulterior reconocimiento de su dignidad excelsa, quiere situarla por encima de todas las criaturas, exaltando su papel y su importancia en la vida de cada persona y del mundo entero".
El Santo Padre explicó que "el título de Reina no sustituye al de Madre: su realeza sigue siendo un corolario de su peculiar misión materna, y expresa simplemente el poder que le ha sido conferido para llevar a cabo esta misión. (...) Los cristianos miran con confianza a María Reina, y esto aumenta su abandono filial en Aquella que es madre en el orden de la gracia".
"La Asunción favorece la plena comunión de María no sólo con Cristo, sino con cada uno de nosotros. Ella está junto a nosotros porque su estado glorioso le permite seguirnos en nuestro cotidiano itinerario terreno. (...). Ella conoce todo lo que sucede en nuestra existencia y nos sostiene con amor materno en las pruebas de la vida".
RAZON: Las Sagradas Escrituras nos enseñan que los que son de Cristo reinarán con El y la Virgen María es ciertamente de Cristo.
Romanos 5:17
"En efecto, si por el delito de uno solo reinó la muerte por un solo hombre ¡con cuánta más razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia, reinarán en la vida por uno solo, por Jesucristo!"
II Timoteo 2:12
"si nos mantenemos firmes, también reinaremos con él; si le negamos, también él nos negará"
María Santísima es reina de todo lo creado
Si bien todos reinaremos con Cristo, María Santísima participa de Su reinado de una forma singular y preeminente. Esto significa que Dios le ha otorgado Su poder para reinar sobre todos los hombres y los ángeles, y para vencer a Satanás.
Razones por las que María Santísima es Reina de todos:
1- Por ser la madre de Dios hecho hombre, El Mesías, El Rey universal. (Col 1, 16).
Santa Isabel, movida por el Espíritu Santo, hace reverencia a María, no considerándose digna de la visita de la que es "Madre de mi Señor" (Lc 1:43). Por la realeza de su hijo, María posee una grandeza y excelencia singular entre las criaturas, por lo que Santa Isabel exclamó: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno" (Lc 1:42).
El ángel Gabriel le dijo a María que su Hijo reinaría. Ella es entonces la Reina Madre.
Su reino no es otro que el de Jesús, por el que rezamos "Venga tu Reino". Es el Reino de Jesús y de María. Jesús por naturaleza, María por designio divino.
En 1 Reyes 2,19 vemos que la madre del Rey se sienta a su derecha.
La Virgen María es Reina por su íntima relación con la realeza de Cristo.
De la unión con Cristo Rey deriva, en María Reina, tan esplendorosa sublimidad, que supera la excelencia de todas las cosas creadas; de esta misma unión nace su poder regio, por el que Ella puede dispensar los tesoros del reino del Divino Redentor; en fin, en la misma unión con Cristo tiene origen la eficacia inagotable de su materna intercesión con su Hijo y con el Padre (cfr. Pío XII, Enc. Mystici corporis , 29-VI1943).
2- Por ser la perfecta discípula que acompañó a Su Hijo desde el principio hasta el final, Cristo le otorga la corona. Cf. Ap. 2,10 En María se cumplen las palabras: " el que se humilla será ensalzado". Ella dijo "He aquí la esclava del Señor".
3- Por ser la corredentora. El papa JPII, en la audiencia del 23-7-97 dijo que "María es Reina no sólo porque es Madre de Dios, sino también porque (...) cooperó en la obra de la redención del género humano. (...). Asunta al cielo, María es asociada al poder de su Hijo y se dedica a la extensión del Reino, participando en la difusión de la gracia divina en el mundo".
Ella participa en la obra de salvación de su Hijo con su SI en el que siempre se mantuvo fiel, siendo capaz de estar al pie de la cruz (Cf. Jn 19:25)
María Santísima, reinando con su hijo, coopera con El para la liberación del hombre del pecado. Todos nosotros, aunque en menor grado, debemos también cooperar en la redención para reinar con Cristo.
4- Por ser el miembro excelentísimo de la Iglesia: por su misión y santidad.
La misión de María Santísima es única pues solo ella es madre del Salvador.
Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar." -Génesis 3:15
Características del reinado de María Santísima:
a) Preeminencia: "su honor y dignidad sobrepasan todo la creación ; los ángeles toman segundo lugar ante tu preeminencia." San Germán.
b) Poder Real: que la autoriza a distribuir los frutos de la redención. La Virgen María no solo ha tenido el más alto nivel de excelencia y perfección después de Cristo, pero también participa del poder de Su Hijo Redentor ejercita sobre las voluntades y mentes.
c) Inagotable eficacia de Intercesión con su Hijo y el Padre: Dios ha instituido a Maria como Reina del cielos y tierra, exaltada sobre todos los coros de ángeles y todos los santos. Estando a la diestra de su Hijo, ella suplica por nosotros con corazón de Madre, y lo que busca, encuentra, lo que pide, recibe".
d) Reinado de Amor y Servicio: Su reinado no es de pompas o de prepotencia como los reinos de la tierra. El reino de María es el de su Hijo, que no es de este mundo, no se manifiesta con las características del mundo. María tiene todo el poder como reina de cielos y tierra y a la vez, la ternura de ser Madre de Dios.
En la tierra ella fue siempre humilde, la sierva del Señor. Se dedicó totalmente a su Hijo y a su obra. Con El y sometida con todo su corazón con toda su voluntad a El, colaboró en el Misterio de la Redención. Ahora en el Cielo, ella continúa manifestando su amor y su servicio para llevarnos a la salvación.
Respuesta a los hermanos separados
Hay quienes rechazan el reinado de María Santísima alegando que ella no puede ser reina ya solo Jesús es rey.
Estos hermanos no comprenden la naturaleza del Reino. El reino de María Santísima no es un reino aparte al de su Hijo. Es el mismo reino. Donde Jesús reina, María Su Madre reina también. Se trata de dos corazones eternamente unidos en el amor divino. Dios ha dispuesto que así fuese. María, lejos de quitarle al reinado de su Hijo, lo propicia. Ella es la mas sumisa, la mas fiel en el reino y por eso también la mas exaltada.
Lucas 1:48 " porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada"
La Fiesta Litúrgica
Pío XII en 1954, instituyó la fiesta Litúrgica del Reinado de María al coronar a la Virgen en Santa María la Mayor, Roma. En esta ocasión el Papa también promulgó el documento principal del Magisterio acerca de la dignidad y realeza de Maria, la Encíclica Ad coeli Reginam (Oct 11, 1954).
JPII: Junio 19, 1983 en Polonia
"Al Reino de el Hijo está plenamente unido el Reino de su Madre.. su Reino y el de ella, no son de este mundo. Pero están enraizados en la historia humana, en la historia de toda la raza humana, por el hecho de que el Hijo de Dios, de la misma sustancia que el Padre, se hizo hombre por el poder del ES en el vientre de María. Y esa reino es definitivamente enraizado en la historia humana a través de la Cruz, al pie de la cual estaba la Madre de Dios como corredentora. Y es en ese evento de la Cruz y Maria al pie de su hijo, que el Reino se funda y permanece. Todas la comunidades humanas experimentan el reino maternal de María, que les trae mas de cerca el reino de Cristo."
-SCTJM
María Reina
Catequesis de S.S. Juan Pablo II
23 de julio de 1997
1. La devoción popular invoca a María como Reina. El Concilio, después de recordar la asunción de la Virgen «en cuerpo y alma a la gloria del cielo», explica que fue «elevada (...) por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores (cf. Ap 19, 16) y vencedor del pecado y de la muerte» (Lumen gentium, 59).
En efecto, a partir del siglo V, casi en el mismo período en que el concilio de Éfeso la proclama «Madre de Dios», se empieza a atribuir a María el título de Reina. El pueblo cristiano, con este reconocimiento ulterior de su excelsa dignidad, quiere ponerla por encima de todas las criaturas, exaltando su función y su importancia en la vida de cada persona y de todo el mundo.
Pero ya en un fragmento de una homilía, atribuido a Orígenes, aparece este comentario a las palabras pronunciadas por Isabel en la Visitación: «Soy yo quien debería haber ido a ti, puesto que eres bendita por encima de todas las mujeres tú, la madre de mi Señor, tú mi Señora» (Fragmenta: PG 13, 1.902 D). En este texto se pasa espontáneamente de la expresión «la madre de mi Señor» al apelativo «mi Señora», anticipando lo que declarará más tarde san Juan Damasceno, que atribuye a María el título de «Soberana»: «Cuando se convirtió en madre del Creador, llegó a ser verdaderamente la soberana de todas las criaturas» (De fide orthodoxa, 4, 14: PG 94 1.157).
2. Mi venerado predecesor Pío XII en la encíclica Ad coeli Reginam, a la que se refiere el texto de la constitución Lumen gentium, indica como fundamento de la realeza de María, además de su maternidad, su cooperación en la obra de la redención. La encíclica recuerda el texto litúrgico: «Santa María, Reina del cielo y Soberana del mundo, sufría junto a la cruz de nuestro Señor Jesucristo» (MS 46 [1954] 634). Establece, además, una analogía entre María y Cristo, que nos ayuda a comprender el significado de la realeza de la Virgen. Cristo es rey no sólo porque es Hijo de Dios, sino también porque es Redentor. María es reina no sólo porque es Madre de Dios, sino también porque, asociada como nueva Eva al nuevo Adán, cooperó en la obra de la redención del género humano (MS 46 [1954] 635).
En el evangelio según san Marcos leemos que el día de la Ascensión el Señor Jesús «fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios» (Mc 16, 19). En el lenguaje bíblico, «sentarse a la diestra de Dios» significa compartir su poder soberano. Sentándose «a la diestra del Padre», él instaura su reino, el reino de Dios. Elevada al cielo, María es asociada al poder de su Hijo y se dedica a la extensión del Reino, participando en la difusión de la gracia divina en el mundo.
Observando la analogía entre la Ascensión de Cristo y la Asunción de María, podemos concluir que, subordinada a Cristo, María es la reina que posee y ejerce sobre el universo una soberanía que le fue otorgada por su Hijo mismo.
3. El título de Reina no sustituye, ciertamente, el de Madre: su realeza es un corolario de su peculiar misión materna, y expresa simplemente el poder que le fue conferido para cumplir dicha misión.
Citando la bula Ineffabilis Deus, de Pío IX, el Sumo Pontífice Pío XII pone de relieve esta dimensión materna de la realeza de la Virgen: «Teniendo hacia nosotros un afecto materno e interesándose por nuestra salvación ella extiende a todo el género humano su solicitud. Establecida por el Señor como Reina del cielo y de la tierra, elevada por encima de todos los coros de los ángeles y de toda la jerarquía celestial de los santos, sentada a la diestra de su Hijo único, nuestro Señor Jesucristo, obtiene con gran certeza lo que pide con sus súplicas maternal; lo que busca, lo encuentra, y no le puede faltar» (MS 46 [1954] 636-637).
4. Así pues, los cristianos miran con confianza a María Reina, y esto no sólo no disminuye, sino que, por el contrario, exalta su abandono filial en aquella que es madre en el orden de la gracia.
Más aún, la solicitud de María Reina por los hombres puede ser plenamente eficaz precisamente en virtud del estado glorioso posterior a la Asunción. Esto lo destaca muy bien san Germán de Constantinopla, que piensa que ese estado asegura la íntima relación de María con su Hijo, y hace posible su intercesión en nuestro favor. Dirigiéndose a María, añade: Cristo quiso «tener, por decirlo así, la cercanía de tus labios y de tu corazón; de este modo, cumple todos los deseos que le expresas, cuando sufres por tus hijos, y él hace, con su poder divino, todo lo que le pides» (Hom 1: PG 98, 348).
5. Se puede concluir que la Asunción no sólo favorece la plena comunión de María con Cristo, sino también con cada uno de nosotros: está junto a nosotros, porque su estado glorioso le permite seguirnos en nuestro itinerario terreno diario. También leemos en san Germán: «Tú moras espiritualmente con nosotros, y la grandeza de tu desvelo por nosotros manifiesta tu comunión de vida con nosotros» (Hom 1: PG 98, 344).
Por tanto, en vez de crear distancia entre nosotros y ella, el estado glorioso de María suscita una cercanía continua y solícita. Ella conoce todo lo que sucede en nuestra existencia, y nos sostiene con amor materno en las pruebas de la vida.
Elevada a la gloria celestial, María se dedica totalmente a la obra de la salvación para comunicar a todo hombre la felicidad que le fue concedida. Es una Reina que da todo lo que posee compartiendo, sobre todo, la vida y el amor de Cristo.
FUNDAMENTO TEOLOGICO DE LA REALEZA DE LA VIRGEN MARIA
La razón por la que la Santísima Virgen María es Reina se fundamenta teológicamente en su divina Maternidad y en su función de ser Corredentora del género humano.
a) Por su divina Maternidad: Es el fundamento principal, pues la eleva a un grado altísimo de intimidad con el Padre celestial y la une a su divino Hijo, que es Rey universal por derecho propio.
En la Sagrada Escritura se dice del Hijo que la Virgen concebirá: "Hijo del Altísimo será llamado Y a El le dará el Señor Dios el trono de David su padre y en la casa de Jacob reinará eternamente y su reinado no tendrá fin" (Lc. 1,32-33). Y a María se le llama "Madre del Señor" (Lc. 1,43); de donde fácilmente se deduce que Ella es también Reina, pues engendró un Hijo que era Rey y Señor de todas las cosas. Así, con razón, pudo escribir San Juan Damasceno: "Verdaderamente fue Señora de todas las criaturas cuando fue Madre del Creador" (cit. en la Enc. Ad coeli Reginam, de Pío XII, 11-X-1954).
b) Por ser Corredentora del género humano: La Virgen María, por voluntad expresa de Dios, tuvo parte excelentísima en la obra de nuestra Redención. Por ello, puede afirmarse que el género humano sujeto a la muerte por causa de una virgen (Eva), se salva también por medio de una Virgen (María). En consecuencia, así como Cristo es Rey por título de conquista, al precio de su Sangre, también María es Reina al precio de su Compasión dolorosa junto a la Cruz.
`Ta Beatísima María debe ser llamada Reina, no sólo por razón de su Maternidad divina, sino también porque cooperó íntimamente a nuestra salvación. Así como Cristo, nuevo Adán, es Rey nuestro no sólo por ser Hijo de Dios sino también nuestro Redentor, con cierta analogía, se puede afirmar que María es Reina, no sólo por ser Madre de Dios sino también, como nueva Eva, porque fue asociada al nuevo Adán" (cfr. Pío XII, Enc, Ad coeli Reginam).
NATURALEZA DEL REINO DE MARIA
El reino de Santa María, a semejanza y en perfecta coincidencia con el reino de Jesucristo, no es un reino temporal y terreno, sino más bien un reino eterno y universal: -"Reino de verdad y de vida, de santidad, de gracia, de amor y de paz" (cfr. Prefacio de la Misa de Cristo Rey).
a) Es un reino eterno porque existirá siempre y no tendrá fin (cfr. Lc. 1,33) y, es universal porque se extiende al Cielo, a la tierra y a los abismos (cfr. Fil. 2,10-11).
b) Es un reino de verdad y de vida. Para esto vino Jesús al mundo, para dar testimonio de la verdad (cfr. Jn. 18,37) y para dar la vida sobrenatural a los hombres.
c) Es un reino de santidad y justicia porque María, la llena de gracia, nos alcanza las gracias de su Hijo para que seamos santos (cfr. Jn. 1,12-14); y de justicia porque premia las buenas obras de todos (cfr. Rom. 2,5-6).
d) Es un reino de amor porque de su eximia caridad nos ama con corazón maternal como hijos suyos y hermanos de su Hijo (cfr. 1 Cor. 13,8).
e) Es un reino de paz, nunca de odios y rencores; de la paz con que se llenan los corazones que reciben las gracias de Dios (cfr. Is. 9,6).
Santa María como Reina y Madre del Rey es coronada en sus imágenes -según costumbre de la Iglesia- para simbolizar por este modo el dominio y poder que tiene sobre todos los súbditos de su reino.
2Me brota del corazón un poema bello, recito mis versos a un rey; mi lengua es ágil pluma de escribano.
3Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia, el Señor te bendice eternamente.
4Cíñete al flanco la espada, valiente: es tu gala y tu orgullo; 5cabalga victorioso por la verdad y la justicia, tu diestra te enseñe a realizar proezas. 6Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden, se acobardan los enemigos del rey.
7Tu trono, oh Dios, permanece para siempre, cetro de rectitud es tu cetro real; 8has amado la justicia y odiado la impiedad: por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.
9A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos, desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas. 10Hijas de reyes salen a tu encuentro, de pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.
* * *
11Escucha, hija, mira: inclina el oído, olvida tu pueblo y la casa paterna; 12prendado está el rey de tu belleza: póstrate ante él, que él es tu señor. 13La ciudad de Tiro viene con regalos, los pueblos más ricos buscan tu favor.
14Ya entra la princesa, bellísima, vestida de perlas y brocado; 15la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes, la siguen sus compañeras: 16las traen entre alegría y algazara, van entrando en el palacio real.
17«A cambio de tus padres, tendrás hijos, que nombrarás príncipes por toda la tierra».
18Quiero hacer memorable tu nombre por generaciones y generaciones, y los pueblos te alabarán por los siglos de los siglos.