jueves, 1 de febrero de 2018

Comunión a divorciados vueltos a casar o en situación de adulterio: NO


El matrimonio y el divorcio
Mateo 5, 27-30 / Mateo 5, 31-32 / Marcos 9, 43-47; Marcos 10, 1-12 / Lucas 16, 18

19:1 Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, dejó la Galilea y fue al territorio de Judea, más allá del Jordán. 
19:2 Lo siguió una gran multitud y allí curó a los enfermos.
19:3 Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?"
19:4 Él respondió: "¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer; (Génesis 1, 27 Génesis 2, 24 Génesis 5, 2 Marcos 10, 6-8 1 Corintios 6, 16 Efesios 5, 31) 
19:5 y que dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne?
19:6 De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido".
19:7 Le replicaron: "Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?"(Deuteronomio 24, 1 Mateo 5, 31 Marcos 10, 4)
19:8 Él les dijo: "Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era así. 
19:9 Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio".


miércoles, 31 de enero de 2018

San Juan Bosco - Novena

San Juan Bosco, 31 de enero

Con una pedagogía excepcional condujo a muchos a la  conversión
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«El fundador de los salesianos fue un sembrador de alegría. Derrochó generosidad entre la infancia y juventud abandonada a la que proporcionó toda clase de recursos. Con una pedagogía excepcional condujo a muchos a la conversión»
Este gran maestro de santos que hoy ofrece ZENIT nació en I Becchi, Castelnuovo d’Asti, Italia, el 16 de agosto de 1815.. Un sentimiento alentó su santa vida: «¡Señor, dame almas!… Almas, almas, sobre todo de niños y de jóvenes, para llevarlas a Ti». Muy pequeño orientó toda su capacidad creativa organizando juegos con otros niños, que interrumpía al repique de campanas para conducirlos a la iglesia; entonces comenzaba a hacerse manifiesto su innegable carisma con este colectivo. A los 9 años vio en sueños los rasgos inequívocos del abandono. Una infancia duramente castigada por la distancia afectiva convertía la pradera en escenario de hiriente conducta: robos, blasfemias y otras fechorías, ante las cuales el santo reaccionaba con violencia, golpeando a los muchachos. En el mismo estado de vigilia se sintió amonestado y exhortado a ponerse en medio de ellos; se le daba a entender que debía mostrarles la fealdad del pecado y la belleza de la virtud: «No con golpes, sino con la mansedumbre y con la caridad deberás ganarte a estos tus amigos.. Yo te daré la Maestra bajo cuya disciplina llegarás a ser sabio; y sin la cual, toda sabiduría se convierte en necedad». A su vez, en una aparición, María, que sería esa Maestra anunciada, le mostró una manada de animales extraños y feroces, que pronto se trocaron en mansos corderillos. «¡Mira lo que te espera!», dijo la Virgen, añadiendo: «Hazte humilde, fuerte, bueno, y verás lo que vas a hacer». Juan se echó a llorar, y Ella le aseguró que un día lo comprendería todo. Así fue. En su momento entendió el significado de la visión a través de la cual se le encomendó la recuperación de niños y jóvenes maleantes. María siempre sería para él la «Auxiliadora de los cristianos».
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Se había quedado huérfano de padre cuando tenía 2 años, y su madre hizo lo posible para que pudiera estudiar, algo que consiguió en medio de no pocas privaciones y sacrificios. Eran tan pobres que tuvo que mendigar para costear su formación. Almas caritativas le dieron ora la chaqueta, ora el abrigo, y hasta los zapatos. Él aunaba inteligencia y esfuerzo que, junto a su piedad, pronto hicieron maravillas. Cursados los primeros estudios en Chieri, prosiguió realizándolos en el seminario mayor de Turín. Por entonces sus dotes teatrales ya eran conocidas. Los niños quedaban fascinados y estupefactos ante las acrobacias y números de magia que realizaba ante ellos. Eran algunas de sus tácticas para mantenerlos alejados del mal. Con la misma fórmula en Turín se rodeó de chavales que vagaban sin rumbo y se atrajo su amistad sin esfuerzo.
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Fue ordenado sacerdote en 1841. Tuvo como guía a san José Cafasso, que corroboró la vocación a la que se sentía llamado: «Prosigue tu trabajo con los chicos abandonados. Eso y no otra cosa es lo que Dios quiere de ti». Y le aconsejó: «Camina y observa a tu alrededor». Su entorno le devolvía estampas desoladoras, miseria asomada en las pupilas de la infancia y la juventud de las zonas marginales que bien conocía. «Hasta el último aliento por los jóvenes», se dijo. Con ellos, en particular los pobres y abandonados, compartía rezos, juegos, y los invitaba a comer de vez en cuando. Contaba para todo con la inestimable ayuda de su madre Margarita Occhiena, que ejerció gran influencia sobre él, y junto a ella hizo frente a las críticas y habladurías. En diciembre de 1841 un muchacho fue acogido por el santo y tras él llegaron otros. Pronto el cobertizo Pinardi se llenó de jóvenes que fueron la semilla del Oratorio de San Francisco de Sales. Cuando en una ocasión una bienhechora le dio a elegir entre el grupo de niños y jóvenes ruidosos, faltos de educación y buenos modales, que no habían recibido cariño, y destinar el lugar que tenía para las muchachas, Juan no los abandonó, sino que se los llevó consigo.
Pudo perder la vida a causa de una pulmonía, pero se recuperó y siguió luchando por los chicos. Logró rescatarlos de las influencias ajenas y de los peligros que les acechaban lejos del hogar que había creado para ellos. La clave de todo era el amor que sembraba a su alrededor: «Con la bondad y el amor trato de ganar para el Señor a estos mis amigos». Un amor derrochado de forma personalizada, de un modo que cada uno podía pensar que era único para él. Su creatividad, que parecía no tener fronteras, dio lugar a talleres diversos donde, al tiempo que los mantenía a cobijo, les proporcionaba formación.
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El «método preventivo» consistente en la práctica de la caridad, con el sentido paulino, fue dando sus frutos, materializándose en una sólida educación cristiana y humana. La continuidad de esta obra se produjo a través de la Pía Sociedad de San Francisco de Sales (los Salesianos) y de las Hijas de María Auxiliadora (las Salesianas), fundadas con santa María Dominica Mazzarello. La pedagogía salesiana, conocida y estimada por doquier, incluye los recursos que le proporcionó su fundador: escuelas tipográficas, revistas y editoriales, entre otras. De la pluma del santo surgieron libros didácticos encaminados siempre a poner de manifiesto los más altos ideales. Las obras que emprendió tuvieron como finalidad enseñar que el amor y la confianza en los jóvenes disuelve todos los males.
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Uno de sus alumnos, el mejor, fue santo Domingo Savio, elevado a los altares a los 15 años. Éste, antes de morir, glosó el espíritu que les había inculcado su fundador, afirmando: «Nosotros aquí hacemos consistir la santidad en mucha alegría». En un momento en el que todos sus colaboradores, menos uno, abandonaron a Don Bosco, él pensó formar a Domingo para que le acompañase en su delicada misión. Entre sus muchas acciones también mandó erigir varias iglesias. Al final de su vida pudo decir con toda propiedad: «… Lo que he hecho, lo he hecho por el Señor… Se habría podido hacer más… Pero lo harán mis hijos… Nuestra Congregación es conducida por Dios y protegida por María Auxiliadora».Murió en Valdocco el 31 de enero de 1888. Fue beatificado por Pío XI el 2 de junio de 1929, y este mismo pontífice lo canonizó el 1 de abril de 1934.
Fuente: es.zenit.org


jueves, 25 de enero de 2018

Hoy es la fiesta de la Conversión de San Pablo



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(ACI).- Cada 25 de enero, la Iglesia Católica celebra el día en que San Pablo -entonces llamado Saulo- alcanzó la conversión camino a Damasco, a donde se dirigía para perseguir a los cristianos.

Como se recuerda, camino a Damasco Saulo fue derribado del caballo por el mismo Jesús a través de una luz del cielo que brilló sobre él y sus compañeros, cegándolo por espacio de tres días. Durante ese tiempo, Saulo permaneció en casa de un judío llamado Judas, sin comer ni beber.

El cristiano Ananías, por pedido de Cristo, fue al encuentro de Saulo, quien recuperó la vista y se convirtió, accediendo al bautismo y predicando en las sinagogas al Hijo de Dios, con gran asombro de sus oyentes. Así, el antiguo perseguidor se convirtió en apóstol y fue elegido por Dios como uno de sus principales instrumentos para la conversión del mundo.

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San Pablo nació en Tarso, Cilicia (actual Turquía), su padre era ciudadano romano. Creció en el seno de una familia en la que la piedad era hereditaria y muy ligada a las tradiciones y observancias fariseas. Le pusieron de nombre Saulo, y como también era ciudadano romano llevaba el nombre latino de Pablo (Paulo).

Para los judíos de aquel tiempo era bastante usual tener dos nombres, uno hebreo y otro latino o griego. Pablo será pues, el nombre que utilizará el apóstol para evangelizar a los gentiles.

El periodo que va del año 45 al 57 fue el más activo y fructífero de su vida. Comprende tres grandes expediciones apostólicas de las que Antioquía fue siempre el punto de partida y que, invariablemente, terminaron por una visita a Jerusalén.

Los restos del santo descansan en la Basílica de San Pablo Extramuros. Este templo es el más grande después de la Basílica de San Pedro.





ORACIÓN A SAN PABLO

Glorioso apóstol San Pablo, vaso escogido del Señor para llevar su santo nombre por toda la tierra; por tu celo apostólico y por tu abrasada caridad con que sentías los trabajos de tus prójimos como si fueran tuyos propios; por la inalterable paciencia con que sufriste persecuciones, cárceles, azotes, cadenas, tentaciones, naufragios y hasta la misma muerte; por aquel celo que te estimulaba a trabajar día y noche en beneficio de las almas y, sobre todo, por aquella prontitud con que a la primera voz de Cristo en el camino de Damasco te rendiste enteramente a la gracia, te ruego, por todos los apóstoles de hoy, y que me consigas del Señor que imite tus ejemplos oyendo prontamente la voz de sus inspiraciones y peleando contra mis pasiones sin apego ninguno a las cosas temporales y con aprecio de las eternas, para gloria de Dios Padre, que con el Hijo y el Espíritu Santo vive y reina por todos los siglos de los siglos.
Amén.

lunes, 15 de enero de 2018

"No tengáis miedo de mirarlo a Él. ¡Mirad al Señor!" (San Juan Pablo II)


El Padre Gabriele Amorth, exorcista del Vaticano,  señaló que San Juan Pablo II se ha convertido, en los últimos años, “en un poderoso intercesor en la lucha contra el demonio”.
"Le he preguntado al demonio más de una vez: ‘¿Por qué te da tanto miedo Juan Pablo II?’ Y he tenido dos respuestas distintas, ambas interesantes. La primera, ‘por qué desarmó mis planes’. Y creo que con eso se refiere a la caída del comunismo en Rusia y en Europa del Este. El colapso del comunismo".
"Otra respuesta que el demonio me dio fue ‘porque arrebató a muchos jóvenes de mis manos’. Hay muchos jóvenes que, gracias a Juan Pablo II, se convirtieron. Tal vez algunos ya eran cristianos pero no practicantes, y luego con Juan Pablo II volvieron a la práctica", explicó.
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  “El mundo está bajo el poder del diablo”
En el libro, “El último exorcista”, escrito junto al vaticanista Paolo Rodari, el P. Amorth aseguró que "el mundo está bajo el poder del diablo. Y junto con Satanás muchos de sus profetas. Personas que la Biblia llama los falsos profetas. Falsos porque llevan a la mentira y no a la verdad".
"Estas personas existen tanto fuera como dentro de la Iglesia. Son fácilmente reconocibles: dicen que hablan en nombre de la Iglesia pero hablan en nombre del mundo. Exigen de la Iglesia que asuma los roles del mundo, y hablando así confunden a los fieles y llevan a la Iglesia a aguas que no son las suyas. Son las aguas del Maligno”, agregó.



sábado, 6 de enero de 2018

Epifanía del Señor


Cuando llegaron los Magos a Jerusalén preguntaron: ¿dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Esa pregunta nosotros, que vivimos en 2018, la traducimos por ¿dónde está Jesús de Nazaret?, y por extensión, ¿dónde está Dios?

Todo parece indicar que a mucha gente hoy esta pregunta no le interesa. Un grupo amplio de personas se pregunta más bien dónde está tal futbolista, tal cantante, tal actor o actriz… todos ellos encumbrados en la fama y muy admirados, para ir a verlos de cerca y, si fuera posible, y los guardaespaldas lo permiten, pedirles un autógrafo.

A los seguidores de Jesús, después del recorrido cristiano que hemos hecho, nos sigue interesando la pregunta por Dios, por Cristo Jesús. Hace tiempo le hemos descubierto como nuestra estrella, la que ilumina y guía nuestra vida. La inmensa mayoría de la gente tiene una estrella en su vida, que podemos traducir por el ideal, el norte de su vida. Puede ser un proyecto político, económico, familiar, u otro cualquiera. Cada uno dirá. Pero, de alguna manera, es lo que guía e impulsa su vida.

A nosotros nos sigue pareciendo clave la pregunta por Dios, por Jesús. Porque hemos experimentado que Dios es la estrella que ilumina y guía nuestra vida. Que no se vive igual con Dios que sin Dios. Que nuestra vida está marcada por la amistad que Dios nos ha ofrecido y nos sigue ofreciendo. Nuestro pasado, nuestro presente, nuestro futuro está matizado por Dios. Nuestras alegrías, nuestros dolores, nuestros días de sol, nuestros días nublados están coloreados por Dios. Nuestros fracasos, nuestros triunfos, nuestras desilusiones, nuestras esperanzas, están teñidos por Dios. Sin Dios serían otros, serían distintos, los viviríamos de otra manera.

Experimentamos que nuestra vida entera, como la de cualquier persona, está marcada principalmente por nuestros amores, por las personas concretas a quienes amamos, y, entre ellas, nosotros contamos con Dios, que como es Dios, marca de manera singular y total todos los recovecos de nuestra existencia.

Según el evangelio de hoy, los Magos de Oriente buscaban a Jesús para adorarle, reconociéndole así como Dios. “Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”. A estas alturas de nuestra vida, con un profundo  agradecimiento a Jesús por la luz, la ilusión, el amor, el ejemplo, la esperanza que ha derramado en nuestros corazones, también gozosos queremos adorarle. Ese es nuestro regalo para Él y no oro, incienso o mirra. Queremos reconocerle como el único Dios y Señor de nuestra vida. Porque adorar, adorar… sólo a Dios.

Siendo pequeños, nuestros padres nos decían que si éramos buenos, después de escribir la carta, los Reyes Magos nos traerían los regalos pedidos. Que si nos portábamos mal nos dejaría carbón. Lo que sí sabemos es que Dios, a través de su Hijo Jesús, la noche de Reyes, todas los noches y días del año, nos sigue haciendo el mejor regalo que puede hacernos una persona: su amor… gracias al cual, en medio de las dificultades de la vida humana en la tierra, caminamos con sentido, con luz suficiente sabiendo que lo mejor de nuestra vida está por llegar, después de nuestra resurrección.  

En este día de la Epifanía, de la primera manifestación de Jesús como Dios, además de los regalos que los Reyes Magos nos puedan traer, recibamos agradecidos el gran regalo que Jesús nos sigue ofreciendo, el regalo de su persona, de su amistad, que en cada eucaristía nos lo hace a través de su cuerpo y de su sangre. “Mira que estoy a la puerta y llamo, si alguien me abre entraré a su casa y cenaré con él”.