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viernes, 23 de octubre de 2015

Oración de Sanación Interior por el Padre Gustavo Jamut



"Ven Espíritu Santo, ven.

Espíritu de Dios, ven y cúbrenos con tu amor, con tu poder, dándonos todo aquello de lo cual tenemos gran necesidad. 

Padre Celestial, de ti proceden todas las bendiciones que se derraman a lo largo y a lo ancho de toda la tierra. Por lo cual, hoy te pedimos que todas tus bendiciones se derramen en nuestra vida, para recibir la transformación espiritual, emocional y psicológica que cada uno de nosotros está necesitando.

Hoy, Señor, te pedimos humildemente que tomes todo nuestro ser y que podamos experimentar la presencia intercesora dela Virgen Santísima, Hija del Padre, Madre del Hijo, Esposa del Espíritu Santo.

Hoy, Señor, te pedimos humildemente que nos ayudes con la intercesión de todos los santos, especialmente con la intercesión de aquellos que han experimentado, en esta vida, la gracia de una transformación espiritual y psicológica profunda, y de quienes tuvieron el carisma de la sanación interior y física. 
Gracias, Señor, porque tú vienes a tocar con delicadeza nuestras historias y a sanar las heridas que están enterradas vivas en nuestras almas. 

Gracias, Señor, porque tú vienes con tu amor infinito a sanar nuestros corazones. 

Ahora, Jesús, te pedimos que, con tu santo Espíritu nos reveles lo que necesitamos conocer para que puedas, así, restaurar los fragmentos perdidos de nuestras historias de vida y seguir transformando nuestro universo emocional y todas las áreas de nuestras vidas.   

Sana y purifica, Señor, nuestro entendimiento, memoria, imaginación y voluntad para que puedas obrar en ellos y a través de ellos. 

Toma, entre tus benditas manos, esas pequeñas criaturas, desde el mismo momento en que fueron concebidas en en vientre materno, arrancando de sus corazones, cualquier residuo de contaminación y negatividad y poniendo a cambio, Señor todo lo bueno que viene de ti.

Bendice esos pequeños óvulos fecundados que fuimos al comienzo de nuestra existencia y cólmanos de tu amor, sanándonos de las heridas de rechazo, y de cualquier intento de aborto.

(Hoy, Jesús, yo perdono a ...)

 Llévate, Señor, el malestar que se haya producido por experiencias traumáticas recibidas durante el tiempo en que estuvimos en el vientre materno.  

Colócanos, espiritualmente, en el vientre purísimo de la Virgen María; y que tu sangre preciosa nos libere de todo mal recibido durante esos meses.

Toma, Señor, el momento de nacer y sánanos de la angustia que nuestras madres o nosotros mismos sentimos en el momento del parto.

Cólmanos, Padre, de tu contacto divino y de las caricias de María, de manera especial, si mamá no pudo recibirnos entre sus brazos y nos colocaron en la incubadora.

Sánanos, si nuestros padres o abuelos se sintieron decepcionados porque querían una criatura de otro sexo. Cúranos de las consecuencias que estos rechazos pudieron haber dejado en nosotros. 

También te entregamos, Señor, la etapa de la niñez para que tú, con tu gran ternura, sanes a esos niños heridos por los golpes, por los abusos, por los insultos que les mutilaron la autoestima. Seca esas lágrimas lloradas en soledad y sana a esos niños abandonados y temerosos que puede haber en el corazón de muchos de nosotros. 

Sana, Señor, las heridas ocultas y toda esa humillación que sigue produciendo, hoy, tristeza y bloqueando muchas de nuestras capacidades, aún no desarrolladas plenamente. 

Sana esos abandonos y tantos pequeños detalles que ya no recordamos, pero ue producen una gran tendencia a la nostalgia, ala melancolía o la depresión.

Toma esas situaciones de conflicto no resueltas en el fondo de nuestros corazones y que nos llevan a sentir los problemas de manera desproporcionada, es decir, más grande que lo que son en realidad y a vivir en conflicto con quienes nos rodean. 

Hoy, Señor, perdonamos a todos aquellos que, durante la niñez, nos hicieron sufrir, nos abandonaron, n os rechazaron, nos maltrataron. 

(Yo te perdono, de todo corazón, en el nombre de Jesús .... )

Gracias, Señor, por lo que estás haciendo en nosotros. Por tu obra de restauración y transformación, te alabamos, te bendecimos y te damos gracias". 

Luego, recitar el salmo 33, 18-22



martes, 28 de julio de 2015

Reflexión del P. Gustavo Jamut al Mensaje del 25 de julio de 2015 dado por la Sma. Virgen en Medjugorje

25/07/2015
“Queridos hijos, también hoy con alegría estoy con ustedes y los invito a todos, hijitos: oren, oren, oren para que comprendan el amor que tengo hacia ustedes. Mi amor es más fuerte que el mal, por eso, hijitos, acérquense a Dios para que puedan sentir mi gozo en Dios. Sin Dios, hijitos, no tienen futuro, no tienen esperanza ni salvación, por eso dejen el mal y elijan el bien. Yo estoy con ustedes y con ustedes intercedo ante Dios por todas sus necesidades. ¡Gracias por haber respondido mi llamado!”


La Reina de la Paz te dice: “hoy con alegría estoy con ustedes”.

¡Qué maravilloso es poder tomar conciencia de que la Virgen Santísima se alegra de estar contigo, conmigo y con cada uno de aquellos que quieren recibirla en su casa y en el propio corazón!

Estas palabras de María, en lo personal me conmueven profundamente, ya que en este día 25, yo me encuentro predicando a más de dos mil inmigrantes hispanos en la ciudad de Los Ángeles, muchos de ellos en situaciones extremas y de mucho dolor. Y al reencontrarme con algunos de ellos a quienes no veía desde hacía varios años, mi primer sentimiento es de alegría al poder reencontrarnos; y luego mis palabras expresan lo que hay en mi corazón, por lo que también les digo: “que alegría poder verte y reencontrarnos”. Y ellos se alegran de que los recuerde, y que también recuerde algunas situaciones de vida por la cual atravesaron.

Pero si nos ponemos a pensar en el hecho de que la misma Madre de Dios siente alegría de encontrarse con cada uno de nosotros, entonces nuestra alma no puede más que llenarse de gozo, de gratitud y de la sensación de pequeñez, por lo que deberíamos comprender lo que sintió su pariente Isabel, y también nosotros decirle a María: “¿Quién soy yo, para que la Madre de mi Señor venga a visitarme?” (Lucas 1:43)

Estas visitas de la Madre de Dios no son solo para quienes están en Medjugorje o que han ido en alguna ocasión, no son solo para quienes están presente en alguna de las apariciones, no son solo para los católicos apostólicos Romanos, no son solo para los piadosos, virtuosos y santos… estas visitas que la Reina de la Paz hace al Ain Karem de nuestras vidas, es para encontrarse de manera especial para quienes nos reconocemos pecadores, necesitados del perdón de Dios y de su misericordia. Ella sale a buscar a quienes -como dice el Papa Francisco-, se encuentran en las periferias de la vida; Ella es copartícipe de la misión de Jesús Buen Pastor, quien deja a las 99 ovejas del rebaño en el redil y sale a buscar a la oveja perdida.

Por lo tanto, también nosotros debemos ser copartícipes de tan grande misión, ya que no podemos quedarnos encerrados en nuestros grupos, debemos ser discípulos como María y a la vez misioneros, tal como lo inspiró el Espíritu Santo a través de los Obispos de América Latina en Aparecida, Brasil, cuando nos recuerdan que estamos llamados a ser: “Discípulos y Misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos, en él, tengan vida”.

La fuerza de la oración

Solo la verdadera oración, aquella que es hecha con el corazón, nos llena del Espíritu Santo, que es la expresión tangible de Dios Amor. Por eso la Madre nos dice: “oren, oren, oren para que comprendan el amor que tengo hacia ustedes”. Y también agrega: “Mi amor es más fuerte que el mal”. Sobre todo el mal que puede esconderse agazapado en algún rincón de nuestros corazones, ya que sin la oración no hay conversión permanente; sin oración y reconocimiento de lo que necesito cambiar, solo hay estancamiento, y el agua estancada termina pudriéndose.

La oración diaria debe mover permanentemente las aguas de nuestra alma para que estas no se estanquen y para que no proliferen en nosotros las bacterias de la pereza, de la indiferencia, del egoísmo y de la mediocridad, de la avaricia, del resentimiento, de la envidia, de la incomunicación, de las desconfianzas, de las críticas y de todo aquello que son grietas o ventanas abiertas por las cuales Satanás puede entrar y tomar autoridad en nuestras vidas, si nosotros se lo permitimos y le damos ocasión.

Solo por medio de la verdadera oración: “los invito a todos, hijitos: oren, oren, oren”, podremos llegar a comprender el verdadero amor: “comprendan el amor que tengo hacia ustedes”; y a través del amor que brota desde adentro hacia afuera, podremos tener victoria contra el príncipe del mal: “Mi amor es más fuerte que el mal”.

El amor de la Gospa es más fuerte que el mal, que intentará por todos los medios, de llevarnos a ser manantiales de agua estancada; el mal que tratará de dividir y destruir a nuestras familias y comunidades; el mal que intentará impedir la obra de Dios y los planes de la Reina de la Paz.

Sin embargo, no dudemos: con Dios y con María somos más que vencedores. Por lo tanto, aunque tengamos mil batallas, no nos demos nunca por vencidos; aunque caigamos una y mil veces, levantémonos nuevamente, reconociendo que hemos pecado, y digamos con confianza: “Con la ayuda de tu gracia Señor y con la intercesión de tu Madre, hoy comienzo de nuevo”. Entonces las palabras de la Reina de la Paz, que nos dice: “acérquense a Dios para que puedan sentir mi gozo en Dios” cobrarán nuevo sentido y también entenderemos el mensaje de Dios a través del apóstol San Pablo, cuando dice: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?... Pero en todo esto salimos más que vencedores gracias a aquel que nos amó.” (Rom 8:35 y 37). Y experimentaremos una paz y un gozo tan profundo, que nada, ni nadie nos lo podrá quitar. Amén.

Unidos en el amor de Jesús y María le pido a Nuestro Buen Dios que te Bendiga, y me encomiendo a tus oraciones.

P. Gustavo E. Jamut
Oblato de la Virgen María