La Anunciación (Lc 1, 26-38)
“Lo que guió a María hacia el ideal de la virginidad fue una inspiración excepcional del mismo Espíritu Santo” - Juan Pablo II
P. Félix López, S.H.M.
El Cordero de Dios nace virginalmente de María por obra del Espíritu Santo, dando comienzo la plenitud de los tiempos.
Resulta para todos conocido el célebre pasaje de la Anunciación del ángel Gabriel a María, que recoge S. Lucas en el primer capítulo de su evangelio. Por su riqueza de contenidos teológicos y espirituales, la literatura sobre el tema es inmensa.
Digamos en primer lugar que S. Lucas utiliza la técnica del paralelismo entre la anunciación a Zacarías y el anuncio a María. Existen semejanzas y diferencias entre los dos pasajes, pero el paralelismo es obvio. Con el nacimiento de Juan Bautista se cumplen los tiempos de la preparación de la intervención definitiva de Dios a favor de su pueblo. Juan es el último profeta del Antiguo Testamento, el Precursor, que señalará con su mano al Cordero de Dios ya presente entre los hombres. Ese Cordero nace virginalmente de María por obra del Espíritu Santo, dando comienzo la plenitud de los tiempos.
Sobre el género literario del pasaje de la Anunciación, los autores se dividen. Algunos sostienen que se trata de un anuncio de nacimiento milagroso, que enlaza con los anuncios de nacimiento del Antiguo Testamento. Otros piensan que se trata de un relato de vocación o de un relato de alianza. Parece que es claro el sentido de vocación, donde María es invitada a tomar parte en el plan de salvación querido por Dios.
Todo el pasaje está entretejido de referencias a citas del Antiguo Testamento, que anuncian la venida de Cristo, o la realización del plan salvífico de Dios. La escena se abre con una sencilla presentación de los personajes: María, una virgen (parthenos) desposada y el arcángel Gabriel.
El ángel dirige una palabra a María: cai-re (jaire). Aunque algunos autores ven en esta palabra un saludo corriente, actualmente la mayoría reconocen en ella un sentido teológico profundo, y la traducen por alégrate. Tiene como raíz cara, (alegría) y S. Lucas une la alegría al anuncio del nacimiento (Lc 1, 14; 2, 10). Pero la razón más seria a favor de la traducción alégrate es de tipo estructural, ya que el relato presenta resonancias de una serie de profecías relacionadas todas en lo esencial: Sof 3, 14-17; Joel 2, 21-27; Zac 9, 9-10. Los tres textos se dirigen a la Hija de Sión y tienen por objeto el anuncio de la alegría mesiánica, porque Yahvé va a residir en medio de su pueblo como Rey y salvador. En todas ellas aparece como centro del anuncio la palabra alégrate, seguida de una palabra de ánimo: no temas.
El paralelismo con el pasaje de Sofonías nos permite identificar a María con la Hija de Sión y a Jesús con Yahvé, Rey Salvador. En las entrañas de María, la Hija de Sión, se hará presente Dios mismo. Con este saludo comienza el evangelio, y su primera llamada es una llamada a la alegría, la nueva alegría que procede de Dios y es anunciada a la nueva Hija de Sión, la Iglesia naciente, María.
La segunda palabra que el mensajero divino dirige a María es también tremendamente rica en contenido. Es la palabra kecaritome,nh (kejaritoméne). Esta palabra tiene su origen en un verbo que aparece sólo otra vez en el Nuevo Testamento en Ef 1, 6. La afinidad filológica entre los términos cai-re y kecaritome,nh hace pensar que la alegría y la gracia provienen de una misma raíz. Allí donde irrumpe la gracia salvadora de Dios se encuentra la verdadera alegría.
Los autores, a lo largo de los siglos, han dado diversas traducciones al término kejaritoméne. Unas resaltan la gracia de la misión que Dios encomienda a la Virgen, y otras interpretan el término en el sentido de la gracia santificante que ha sido instaurada en el alma de María como una cualidad permanente. Juan Pablo II aúna los dos sentidos de la palabra: “Si el saludo y el nombre llena de gracia significa todo esto, en el contexto del anuncio del ángel se refieren ante todo a la elección de María como Madre del Hijo de Dios. Pero, al mismo tiempo, la plenitud de gracia indica la dádiva sobrenatural de la que se beneficia María, porque ha sido elegida y destinada a ser Madre de Cristo”(Redemptoris Mater, 7).
Los estudiosos de la Escritura nos proporcionan algunos otros datos interesantes que nos ayudan a comprender el sentido del término que estudiamos. Procede del verbo carito,w (jaritóo). En griego, los verbos terminados en –o,w son causativos. Así, jaritóo indica la acción que produce la gracia en el sujeto que lo recibe. Como está en pasiva indica el efecto de la acción de Dios en su Sierva, no la acción de Dios en sí misma. Además, el verbo se encuentra en tiempo perfecto pasivo, indicando así una acción pasada pero que perdura en el tiempo. De ahí podemos deducir que la presencia de la gracia en María es una realidad antes de la anunciación.
La tradición de la Iglesia ha leído el término kejaritoméne en el sentido de plenitud de gracia. En este término encuentra su fundamento bíblico la Inmaculada Concepción de María, puesto que la única plenitud que corresponde a la dignidad de Madre de Dios, es aquella que se tiene desde el primer instante de la existencia, una santidad total que abarca toda su vida.
Parte II
Continuando con el comentario del pasaje de la Anunciación del ángel a María, recogido en el capítulo primero de S. Lucas, fijamos ahora nuestra atención en las palabras: El Señor es contigo (Lc 1, 30).
Estas palabras aparecen en otros lugares de la Escritura dirigidas a aquellas personas que reciben una misión especial en el plan salvador de Dios. Así puede verse en el caso de Isaac (Gen 26, 24), Jacob (Gen 28, 13), Moisés (Ex 3, 11-12), Gedeón (Jue 6, 12) o David (2 Sam 7, 9). En el Nuevo Testamento, Jesús promete su presencia a los discípulos cuando les encarga anunciar el Evangelio a todas las naciones (Mt 28, 20). A través de esta expresión, se promete la presencia dinámica de Dios en apoyo del hombre en situaciones especialmente difíciles o para llevar a cabo acciones que requieren necesariamente la ayuda de Dios.
La expresión indica la iniciativa salvífica de Dios dirigida a una persona particular que ha sido elegida como mediadora de la salvación que viene del Señor en favor de su pueblo. La persona llamada es invitada a responder, a pesar de su pequeñez, con su consentimiento libre.
En María, estas palabras del ángel destacan la iniciativa de Dios en la misión encomendada, y su presencia activa para ayudarla a realizar su vocación del todo singular.
La turbación de María proviene de escuchar el mensaje completamente desconcertante que el ángel le ha transmitido, especialmente el saludo kejaritoméne que la Vulgata traduce por gratia plena (llena de gracia). Según la estructura de la frase, el término kejaritoméne ocupa el lugar que correspondería al nombre de la persona.Refuerza esta opinión el hecho de que aparezca sin artículo, como suele hacerse con los nombres propios. Parece tratarse del nombre nuevo que Dios mismo impone a María. En toda la tradición bíblica, el cambio de nombre es algo frecuente (Abram por Abraham, Simón por Pedro, etc.) e indica la novedad de una misión.
El ángel invita a María a dejar toda preocupación: No temas. Y aduce el motivo: porque has hallado gracia ante Dios. Esta expresión se dirige en el Antiguo Testamento a un grupo o a todo el Pueblo de Israel. La gracia a la que se refiere es un comportamiento especial de favor, de ayuda, de benevolencia. Noé, Moisés y David han hallado gracia ante Dios en conexión con su elección y vocación divina (Gen 6, 8; Ex 33, 12; Hc 7, 46). Dios concede siempre la gracia necesaria para que la persona elegida pueda llevar a cabo la misión que Él la confía.
En el v. 31 aparece una afirmación que es digna de estudio: concebirás en tu seno (e,n gastri.). El ángel le comunica a María el nacimiento de Jesús con la típica fórmula de tres miembros: concebirás, darás a luz, le impondrás el nombre. El texto de S. Lucas afirma: concebirás en tu seno. Esta expresión es un pleonasmo, es decir, una redundancia, puesto que se sobreentiende que la concepción tendrá lugar en el seno. Algunos estudiosos descubren aquí una referencia a un tema veterotestamentario: la presencia de Dios en el seno (en medio) de su pueblo. Esta opinión se refuerza si tenemos en cuenta que S. Lucas no usa la expresión e,n gastri (en gastrí) al hablar de la concepción que se va a realizar en Isabel (Lc 1, 13.24.36). Parece que S. Lucas usó intencionadamente estas palabras indicando que la presencia de Dios en medio de su pueblo que se había realizado por la Alianza como un anuncio, ha alcanzado ahora plenitud, su realidad completa.
Puede verse un paralelismo entre Is 16, 6 y el texto que nos ocupa: “¡Gritad de gozo y alegría, habitantes de Sión! Porque ha exultado en tu seno el santo de Israel”. Aparece nuevamente el tema de la Hija de Sión, que debe alegrarse porque Dios está en medio de su pueblo, en su seno. La presencia de Yahvé en el arca de la Alianza (Ex 33, 3), se trasforma en anuncio de plenitud futura en Sofonías 3, 15-17. En la nueva Sión, Yahvé habitará de nuevo. S. Lucas ve cumplida en la concepción de María esta promesa. Yahvé habitará en medio de Sión como salvador y el nombre que María debe imponer al niño es Jesús (Salva, ¡oh Yahvé!).
Parte III
Continuamos estudiando el rico pasaje de la Anunciación del ángel Gabriel a María. Los vv. 32-33 describen al niño que va a nacer con títulos claramente mesiánicos: Hijo del Altísimo y sucesor de David en un reino mesiánico perpetuo. Son profecías contenidas en el Antiguo Testamento que comienzan con el oráculo de Natán (2 Sam 7, 9-16) y que poseen una gran riqueza cristológica.
Vamos a estudiar detenidamente la afirmación del v. 34: ¿cómo puede ser esto si no conozco varón? Algunos autores piensan que esta afirmación es una interpolación añadida al relato original. Pero esta hipótesis se ha demostrado altamente improbable según la opinión de los estudiosos, ya que el versículo está perfectamente integrado en la estructura del relato. San Lucas nos presenta una mujer pensativa tras el saludo y que se pregunta por el significado de las palabras del ángel. Después formula la pregunta en voz alta. La expresión no conozco varón equivale a la exclusión de las relaciones sexuales. Por tanto, la pregunta que hace María tiene sentido, aunque se trate de una joven desposada.
Aunque el texto ha recibido diversas interpretaciones, la más extendida en la antigüedad, iniciada al parecer por S. Gregorio de Nisa y seguida después por S. Ambrosio y S. Agustín, interpreta el texto en el sentido de que María es virgen y tiene voto o propósito de virginidad. A esta interpretación se suele objetar que tal voto o propósito de virginidad es incomprensible en el ámbito judío de la época, que concebía la fecundidad como don de Dios y su carencia como una desgracia. Hay que decir, sin embargo, que en el ambiente que precede inmediatamente a la era cristiana, en algunos ambientes judíos se comienza a manifestar una orientación positiva hacia la virginidad. Por ejemplo, los esenios, de los que se han encontrado numerosos e importantes testimonios históricos en Qumrán,vivían en el celibato o limitaban el uso del matrimonio, a causa de la vida común y para buscar una mayor intimidad con Dios. Filón de Alejandría habla de una comunidad de mujeres conocidas con el nombre de Terapeutas que vivían en Egipto y guardaban la continencia para buscar la sabiduría.
Juan Pablo II en sus catequesis marianas ha afirmado que “la extraordinaria historia de la Virgen de Nazaret no debe, sin embargo, hacernos caer en el error de vincular completamente sus disposiciones íntimas a la mentalidad del ambiente, subestimando la unicidad del misterio acontecido en ella. En particular, no debemos olvidar que María había recibido, desde el inicio de su vida, una gracia sorprendente, que el ángel le reconoció en el momento de la Anunciación. María, llena de gracia (Lc 1, 28), fue enriquecida con una perfección de santidad que, según la interpretación de la Iglesia, se remonta al primer instante de su existencia: el privilegio único de su Inmaculada Concepción influyó en todo el desarrollo de la vida espiritual de la joven de Nazaret” (24-7-96).
Según el Pontífice, se debe afirmar que “lo que guió a María hacia el ideal de la virginidad fue una inspiración excepcional del mismo Espíritu Santo que, en el decurso de la historia de la Iglesia, impulsaría a tantas mujeres a seguir el camino de la consagración virginal. La presencia singular de la gracia en la vida de María lleva a la conclusión de que la joven tenía un compromiso de virginidad. Colmada de dones excepcionales del Señor desde el inicio de su existencia, está orientada a una entrega total, en alma y cuerpo, a Dios en el ofrecimiento de su virginidad” (Ib).
Fuente: Hogardelamadre.org
Según el Pontífice, se debe afirmar que “lo que guió a María hacia el ideal de la virginidad fue una inspiración excepcional del mismo Espíritu Santo que, en el decurso de la historia de la Iglesia, impulsaría a tantas mujeres a seguir el camino de la consagración virginal. La presencia singular de la gracia en la vida de María lleva a la conclusión de que la joven tenía un compromiso de virginidad. Colmada de dones excepcionales del Señor desde el inicio de su existencia, está orientada a una entrega total, en alma y cuerpo, a Dios en el ofrecimiento de su virginidad” (Ib).
Fuente: Hogardelamadre.org
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