jueves, 24 de enero de 2019

San Franciso de Sales, el santo de la Dulzura



Los años convulsionados en Francia, después de la Reforma Protestante, formaron el fondo de la vida de Francisco de Sales. Nació el 21 de agosto de 1567 de una familia noble, en el reino de Saboya, situado entre Francia, Italia y Suiza.-- Estudió en el Colegio de Clermont de los Jesuitas, en París, y en la Universidad de Padua, donde se doctoró en Derecho Canónico y Civil.

 Siendo estudiante en París, tuvo que atravesar la tempestad de una severa crisis espiritual, al sufrir la tentación de desesperación respecto a la predestinación. Para su papá, fue una gran decepción que Francisco no aceptara una carrera espléndida en el mundo, sino que prefiriera el sacerdocio. Después de la ordenación, su  obispo lo envió como joven misionero a Chablais, región de Saboya, por cuatro años. Allá adquirió una gran fama por sus folletos en defensa de la fe pero también apenas escapó de un atentado contra su vida. Sus escritos de esa época fueron publicados con el título de Controversias y la Defensa del Estandarte de la Santa Cruz. Al finalizar su apostolado de misionero, había  persuadido aproximadamente a 72.000 Calvinistas para que volvieran a la Iglesia Católica.

Fue consagrado obispo de Ginebra en 1602, pero residía en Annecy (ahora ubicada en Francia), ya que Ginebra estaba bajo el dominio de los Calvinistas y, por lo tanto, cerrada para él. Su diócesis se volvió muy conocida en Europa a causa de su eficiente organización, de su celoso clero y de sus laicos bien esclarecidos -- realización monumental en aquella época. Su fama como director espiritual y escritor aumentaba.

Lo convencieron  para que reuniese, organizase y difundiese sus muchas cartas sobre asuntos espirituales y las publicase. Es lo que hizo en 1609,  con el título de Introducción a la  Vida Devota. Esta se volvió su obra más famosa y, todavía hoy, se considera una obra clásica que se encuentra en las librerías del mundo entero.

Pero su proyecto esencial fue escribir El Tratado del Amor de Dios, fruto de años de oración y de trabajo. Éste también continúa siendo publicado en la actualidad.

Quería escribir además una obra paralela al Tratado, o sea, sobre el Amor al Prójimo, pero su muerte el 28 de diciembre de 1622, a los 55 años de edad, frustró este proyecto. Además de las obras arriba mencionadas, sus cartas, predicaciones y coloquios ocupan cerca de 30 volúmenes. El valor permanente y la popularidad de sus escritos llevó a la Iglesia a concederle el título de Patrono de Escritores y Periodistas Católicos.

 Francisco aceptó en su casa a un joven con dificultad de audición y creó un lenguaje de símbolos para posibilitar la comunicación. Esa obra de caridad condujo a la Iglesia a darle otro título, o sea, el de Patrono de los de Difícil Audición.

 Junto a  Santa Francisca de Chantal  fundó la Orden religiosa de las Hijas de la Visitación de Santa María, conocidas por la simplicidad de su regla y tradiciones y por su apertura especial a las viudas.  Fue a través de la perseverante insistencia de una de estas hermanas, unos 250 años más tarde, la Madre María de Sales Chappuis, que un sacerdote de Troyes, en Francia, Luis Brisson, fundó a los Oblatos de San Francisco de Sales, una comunidad de sacerdotes y hermanos, dedicados a  la vivencia  y divulgación del espíritu y de las enseñanzas de San Francisco de Sales. Padre Brisson fundó también una comunidad de Hermanas con el mismo nombre, las Oblatas de San Francisco de Sales.

 El espíritu y la fama de Francisco y la influencia de sus escritos se extendieron rápidamente después de su muerte. En 1665 la Iglesia lo declaró santo y le dio el título excepcional de Doctor de la Iglesia en 1867 - un título otorgado sólo a unos 30 santos en la historia ---que son famosos por sus escritos. Se celebra su fiesta el día 24 de enero.

A diferencia de muchos santos C cuyas vidas, repletas de acontecimientos maravillosos, parecen estar fuera del alcance de cristianos comunes C la vida de Francisco de Sales no presenta nada de  extraordinario. Sus ideales de moderación y caridad, de gentileza y humildad, de alegría y entrega a la voluntad de Dios son expresados con una sensatez que anima a los débiles y alimenta a los fuertes, ocasionándole la reputación de "el Santo Caballero".

 Para conmemorar el cuarto centenario de su nacimiento, el Papa Paulo VI escribió una Carta Apostólica, en 1967, en la cual destacó la conveniente actualidad de Francisco de Sales para nuestra época moderna. Él escribe: ANinguno de los Doctores de la Iglesia, más que San Francisco de Sales preparó las deliberaciones y decisiones del Concílio Vaticano II  con una visión tan perspicaz y
progresista. Él ofrece su contribución por el ejemplo de su vida, por la riqueza de su verdadera y sólida doctrina, por el hecho que él abrió y reforzó las sendas de la perfección cristiana para todos los estados y condiciones de vida. Proponemos que esas tres cosas sean imitadas, acogidas y seguidas.



EL ESPÍRITU DE SAN FRANCISCO DE SALES
 (extraído de sus escritos)


No esperes con miedo las alteraciones y más alteraciones de esta vida; más bien

enfréntalas con la firme esperanza de que, cuando surjan, Dios, cuya criatura eres tú,

te librará de ellas.



Sólo confía en Él y Él continuará conduciéndote seguramente a través de todo. Donde no

puedas caminar, El te cargará en los brazos.



No te preocupes por lo que pueda ocurrir mañana; el mismo Padre eterno que cuida de

ti hoy, se encargará de ti mañana y todos los días. Te protegerá del sufrimiento, o te

dará la fuerza infalible para suportarlo.



Quédate, pues, en paz, y aleja todos los pensamientos de angustia.



Anímate y transforma los problemas en materia para tu progreso y madurez.



Piensa muchas veces en Nuestro Señor, pues Él te ayudará a soportar tus problemas.

Sólo acordándote de que tienes tal amigo, todos ellos serán  incapaces de conmoverte,



Hazlo todo con calma y en paz. Realiza cuánto puedas, hazlo tan bien como seas capaz.



Procura ver a Dios en todas las cosas sin excepción, y disponte a  hacer su  voluntad

con alegría. Hazlo todo para Dios, uniéndote con Él por palabras y obras.



Camina muy simplemente con la Cruz del Señor y ten paz contigo mismo. Pasarás por

toda tormenta con seguridad, mientras tu confianza se fije en Dios.



No pierdas tu paz interior por nada, aún si todo tu mundo parece venirse abajo. Si te

das cuenta que te alejaste de la protección de Dios, conduce tu corazón de vuelta a Él

tranquila y simplemente.



Haz todas las cosas en nombre de Dios y lo harás todo bien. Ya comas o bebas, trabajes

o descanses, ganarás mucho a los ojos de Dios, al hacer todas esas cosas como Él

quiere que sean hechas.



Acontezca  lo que sea, no te desanimes; asegúrate firmemente en Dios, mantente en

paz, con confianza en su amor eterno por ti.



Una Santidad Práctica


La Espiritualidad Salesiana para Hoy



Una introducción general a la Espiritualidad Salesiana



"Donde quiera que estemos, podemos y tenemos que aspirar a una vida perfecta." Así escribió Francisco de Sales (1567-1622), obispo y doctor de la Iglesia, hace casi 400 años en su clásica obra espiritual: La Introducción  a la Vida Devota.

Escribiendo primeramente para los laicos, Francisco enfatizó que Dios llama a todos a la santidad. La santidad es posible y, porque Dios la quiere, seguramente ayudará a los que procuran llevar una vida santa.

Junto con su amiga espiritual, Santa Juana de Chantal (1572-1641), Francisco mostró cómo las personas en todos los estados de vida pueden crecer en santidad. Sus ideas llegaron a ser conocidas como la ESPIRITUALIDAD SALESIANA. Como otras escuelas de espiritualidad cristiana, la espiritualidad salesiana ayuda a los creyentes a desarrollar una relación más profunda con Dios por medio de Jesucristo. Sus características distintas surgen de los elementos particulares que ella enfatiza. Esa obra - no siendo de forma alguna la única que trata de la Espiritualidad Salesiana - destaca esos elementos principales. Esperamos que esta síntesis de la Espiritualidad Salesiana anime a los lectores a explorar su riqueza para sí.


Creados a imagen de Dios

Creados a imagen y semejanza de Dios, todos somos llamados a la misma finalidad: la unión con Dios. Reconociendo eso, tratamos a cada persona con respeto, hasta con reverencia. En medio de una sociedad violenta - revólveres y cuadrillas en las calles, abusos de mujeres y niños en los hogares, los pensamientos y palabras rabiosas que nos nacen en el corazón - la Espiritualidad Salesiana nos invita a la amabilidad. Somos amables, primeramente hacia nosotros mismos. Francisco nos aconseja no 
alarmarnos  y desanimarnos por nuestras caídas, sino, por el contrario, a levantarnos después de ellas. El aconseja: "sé paciente con todo el mundo, sobre todo contigo mismo." La amabilidad hacia nosotros mismos conduce a la amabilidad hacia los demás. Aprendemos a abandonar actitudes de juez y volvernos más misericordiosos. El deseo de venganza o represalia - el origen de tanta violencia en el mundo - cede espacio al perdón. Nos volvemos hacedores de paz en el hogar y en la sociedad.

La Espiritualidad Salesiana reconoce que cada persona es única e irrepetible. Ya que cada uno tiene un carácter diferente y dones diversos, la santidad será diferente para cada uno de nosotros. ¿Cómo, entonces, me vuelvo santo? De manera muy simple, dice Francisco de Sales, al cumplir la voluntad de Dios. Él exhorta: "No desees ser sino lo que tú eres e intenta serlo a la perfección." Reconociendo que la voluntad de Dios es encontrada en nuestra vocación o estado de vida, la Espiritualidad Salesiana enfatiza la importancia del cumplimiento de los deberes comunes de nuestra vocación - un verdadero reto para los hombres y mujeres de hoy. Agobiados por las exigencias de la familia y de los negocios, acosados por problemas económicos, preocupados con el porvenir, podríamos sólo desear salir corriendo - imaginariamente, o de hecho. Tal vez pudiéramos encontrar a Dios en circunstancias menos desasosegadas!! Francisco, sin embargo, nos recuerda que Dios está cerca de nosotros en las ocupaciones de nuestra vocación. "No es la tranquilidad que trae a Dios cerca de nuestro corazón; más bien es la fidelidad de nuestro amor," dice él.

 El cumplimiento de la voluntad de Dios reclama discernimiento continuo en espíritu de oración. En el pensamiento salesiano, el discernimiento implica un cierto equilibrio. Por un lado, necesitamos una determinada apertura o flexibilidad para responder cuando el Espíritu Santo nos llama a modos nuevos de pensar y actuar. Por otro lado, la perseverancia en la vocación de uno es esencial para el crecimiento espiritual. Francisco recuerda: "Así como un arbusto que es trasplantado frecuentemente no puede echar raíces, y, consecuentemente no puede llegar a la madurez y producir el fruto deseado, así el alma que trasplanta su corazón de un plan a otro plan no puede desarrollarse o crecer en 
perfección, ya que la perfección no consiste en comienzos sino en cumplimientos."


Todo por Amor

 ¡La Espiritualidad Salesiana nos desafía a volvernos santos! La Espiritualidad Salesiana es descrita muchas veces como una "espiritualidad del corazón", el corazón divino y el humano ocupados en amor apasionado de una a otro . Solo el amor motiva y sostiene nuestra búsqueda de santidad. "Todo por amor, nada a la fuerza," nos insta Francisco.

 Pero el amor es un emprendimiento duro. Requiere sacrificio y desprendimiento. En una época que super-enfatiza la realización personal y auto-cumplimiento, la Espiritualidad Salesiana indica un rumbo distinto. Nos llama a la disciplina interior, a una práctica consistente de las "pequeñas virtudes": paciencia con padres ancianos o jóvenes rebeldes, amabilidad y humildad con los amigos y colaboradores, y sencillez en nuestro modo de vivir. En el silencio de nuestro corazón, aprendemos a entregarlo todo a Dios, a morir a nosotros mismos, a vivir totalmente para Jesús. La idea salesiana reconoce que el progreso espiritual aumenta lentamente y, frecuentemente, a costo de mucho. No 
obstante, también reconoce que, al volver nuestro corazón a Dios, al cumplir su voluntad, encontramos nuestra mayor felicidad y realización.


  El momento presente

Sólo disponemos del momento presente, el aquí y ahora, en lo que hemos de responder a Dios. Pero concentrarse en lo presente puede ser difícil. Podemos lamentar acciones del pasado, o atormentarnos sobre el futuro incierto. Hasta recuerdos positivos o sueños sobre tiempos felices venideros pueden distraernos de las oportunidades en lo presente. ¿Cómo Dios se me manifiesta en este instante? ¿Cómo puedo responder con una palabra o acción de amor? Si estamos indebidamente preocupados sea con el pasado, sea con el porvenir, tal vez nos escape cómo Dios nos está invitando a estar con Él, ahora mismo. En vez de esto, la Espiritualidad Salesiana  nos invita a confiar en la Providencia de Dios. O Dios nos protegerá de mala suerte, o nos dará la fuerza para sobrellevarla. Con confianza podemos "depositar nuestras preocupaciones en Dios, pues Él toma a su cuidado todo lo que abandonamos en sus manos".


Crecimiento Espiritual por Medio de Relaciones


La Espiritualidad Salesiana tiene mucho que ver con relaciones personales; ella es consciente de que el progreso espiritual surge en y por medio de relaciones. Dentro de la familia, por ejemplo, somos desafiados a crecer diariamente en las pequeñas virtudes. Al desempeñar tareas comunes - de limpiar, de cocinar, de ayudar en los deberes, planear un cumpleaños - con amor extraordinario, encontramos a Dios. Nos volvemos realmente como Jesús, si seguimos su ejemplo de servicio generoso.

 La espiritualidad personal aumenta en la comunidad cristiana. Cuando nos encontramos para escuchar la Palabra de Dios y celebrar su presencia, somos estimulados por la fe y la entrega de los otros. Nos desafían a brindar nuestros dones a la comunidad y a ir más allá delas preocupaciones personales en pro del bien común. Dentro de la comunidad pueden desarrollarse ciertas amistades espirituales. La Espiritualidad Salesiana aprecia tales amistades como un don de Dios. Enamorados ya con Dios, los amigos crecen en amor mutuo y expresan este amor en servicio generoso, y muchas veces creativo, a la comunidad - de hecho, al mundo. En su amistad duradera, San Francisco de Sales y Santa Juana nos dieron un modelo de verdadero amor fecundo que afectó la vida de innumerables personas. Los amigos espirituales nos retan y sostienen; evocan lo que hay de mejor en nosotros; nos muestran el rostro de Dios.


 Optimismo Salesiano

 Cuando el miedo y la duda nos agobian, la Espiritualidad Salesiana nos indica señales de esperanza - sí, hasta de alegría. Sin duda, el pecado y sus efectos terribles entraron en el mundo. Pero el pecado no tiene la palabra final. Dios dijo la palabra final en Jesús. 

Jesús nos ofrece la gracia para realizar nuestras potencialidades humanas; para volvernos amantes de Dios y del prójimo; para crecer en perfección; y volvernos santos! Por su confianza en la Providencia de Dios y sabiendo que Dios lo dirige todo hacia el bien, la Espiritualidad Salesiana irradia optimismo. Sea en medio de grandes pruebas, sea en grandes alegrías, nuestro corazón puede estar en paz, seguros en la certidumbre de que "el mismo Dios que toma cuidado de nosotros hoy, cuidará de nosotros mañana y siempre."



 CÓMO EMPEZÓ TODO...
 LOS OBLATOS DE SAN FRANCISCO DE SALES

Ella tenía 50 años; él, 26. Ella era una religiosa de clausura. Él, sacerdote diocesano. Ella ya tenía celebrado su  Jubileo de Plata. Él fue ordenado hacía sólo 3 años. Ella era la Madre María de Sales Chappuis de la Orden de la Visitación de Santa María. Él, Padre Luis Brisson, un sacerdote de la Diócesis de Troyes, en Francia.

 Sería interesante conocer  los pensamientos que cruzaban la mente de ellos aquella mañana del día 11 de octubre de 1846, cuando Padre Brisson se presentó a la Madre María de Sales, la Superiora del monasterio de la Visitación en Troyes. Él era el capellán, recientemente nombrado para las monjas y las niñas del pequeño pensionato, ligado al monasterio.Lamentablemente, ninguno de los dos parece haberse tomado el tiempo para registrar sus pensamientos de aquel día. Mientras tanto, no hay duda de que, a partir de aquel momento, durante los 32 años siguientes hasta la muerte de ella a los 82 años, la vida de los dos iba a estar muy relacionada.

 Si se tuviera que describir la relación de los dos en pocas palabras por lo menos en el comienzo se podría decir que era una relación de persistencia versus resistencia. Ella persistiendo, él resistiendo. No es que no la estimara muchísimo, una mujer de fe profundísima, una santa viviente. El problema era que ella tenía un sueño, una inspiración que cambiaría radicalmente la vida de él, y él no estaba dispuesto a cambiarla. El sueño de ella podría ser trazado hacia atrás casi 200 años hasta encontrar --  otro sacerdote y -- otra monja. El sacerdote era el Obispo San Francisco de Sales. La religiosa era Santa Juana Francisca de Chantal. Los dos fueron los fundadores de la Orden de la Visitación de la que la Madre María de Sales era  miembro. Aquellos también compartían un sueño, el de fundar un grupo de sacerdotes y hermanos. Después de la muerte de él en 1622, Santa Juana resolvió empezar un grupo así, una congregación masculina que llevaría adelante el trabajo de San Francisco de Sales. Trabajaba mucho para ejecutar esa visión de un grupo de hombres que, por encima de todo, serían formados en las enseñanzas de San Francisco de Sales. Los sueños de Santa Juana no habían de realizarse; quedó reservado para otros dos: el Padre Brisson y la Madre María de Sales.

Hay cantidad de pequeñas informaciones, una serie de diversos elementos que podrían ser recordados respecto a los años iniciales de los Oblatos, algunos muy capaces de entusiasmar, otros de constreñir. Es interesante mirar los primeros 5 miembros que se asociaron al Padre Brisson, componiendo la primera comunidad de los Oblatos: un teólogo que daba grandes esperanzas   y  un predicador encendido, un ermitaño retirado, y  un hombre enfermizo, ofrecido al Padre Brisson por el Obispo de Troyes, para que tuviera Aun sitio para morir y, finalmente, un joven enérgico, pronto para conquistar el mundo. Exteriormente tenían muy poco en común. Interiormente, lo tenían todo en común: el sueño, la inspiración, la visión de ellos. Y ese sueño, esa inspiración y esa visión han sido transmitidos durante más de un siglo a miles de hombres en Europa, África, América del Sur y del Norte, y Asia. Y aquel sueño, aquella inspiración y visión, encarnada cada vez en cada miembro nuevo de la comunidad, forma la historia continua de los Oblatos de San Francisco de Sales.


martes, 22 de enero de 2019

Hoy inicia Novena a San Juan Bosco

Hoy se inicia la Novena a San Juan Bosco, 

padre y maestro de la juventud

Redacción ACI Prensa



“Dios no abandona a ninguno; quien a Él recurre con el corazón limpio del pecado y con la oración bien hecha, obtendrá todo lo que necesite”, decía San Juan Bosco, padre y maestro de la juventud, cuya fiesta se celebrará el próximo 31 de enero.
Cercanos a esta gran festividad, aquí una novena en honor al Santo de los jóvenes y fundador de la Familia Salesiana:

domingo, 13 de enero de 2019

Bautismo de Jesús

 BAUTISMO DEL SEÑOR




Con la celebración del Bautismo del Señor se cierra la temporada de Navidad.


Pregunta: ¿Jesús, siendo Dios, necesita recibir el Espíritu Santo?, acaso no lo tuvo desde la eternidad?


Respuesta:  
Jesús no necesita recibir el Espíritu ya que El es uno con Padre y el Espíritu Santo desde la eternidad. En el bautismo se manifestó el Espíritu para beneficio nuestro, en una epifanía (manifestación) de la Trinidad.


Veamos que lo dicen los Padres de la Iglesia:

San Cirilo de Alejandría, siglo V: "El Hijo unigénito recibe el Espíritu Santo no para sí mismo –pues es suyo, habita en él, y por su medio se comunica, como ya dijimos antes–, sino para instaurar y restituir a su integridad a la naturaleza entera, ya que, al haberse hecho hombre, la poseía en su totalidad. Puede, por tanto, entenderse –si es que queremos usar nuestra recta razón, así como los testimonios de la Escritura– que Cristo no recibió el Espíritu para sí, sino más bien para nosotros en sí mismo: pues por su medio nos vienen todos los bienes." Ver este texto


San Máximo de Turín, siglo V: «¿Por qué quiso bautizarse, si es santo?» Escucha. Cristo se hace bautizar, no para santificarse con el agua, sino para santificar el agua y para purificar aquella corriente con su propia purificación y mediante el contacto de su cuerpo. Pues la consagración de Cristo es la consagración completa del agua.

Y así, cuando se lava el Salvador, se purifica toda el agua necesaria para nuestro bautismo, y queda limpia la fuente, para que pueda luego administrarse a los pueblos que habían de venir a la gracia de aquel baño. Cristo, pues, se adelanta mediante su bautismo, a fin de que los pueblos cristianos vengan luego tras él con confianza.

Así es como entiendo yo el misterio: Cristo precede, de la misma manera que la columna de fuego iba delante a través del mar Rojo, para que los hijos de Israel siguieran intrépidamente su camino; y fue la primera en atravesar las aguas, para preparar la senda a los que seguían tras ella. Hecho que, como dice el Apóstol, fue un símbolo del bautismo. Y en un cierto modo aquello fue verdaderamente un bautismo, cuando la nube cubría a los israelitas y las olas les dejaban paso.

Pero todo esto lo llevó a cabo el mismo Cristo Señor que ahora actúa, quien, como entonces precedió a través del mar a los hijos de Israel en figura de columna de fuego, así ahora, mediante el bautismo, va delante de los pueblos cristianos con la columna de su cuerpo. Efectivamente, la misma columna, que entonces ofreció su resplandor a los ojos de los que la seguían, es ahora la que enciende su luz en los corazones de los creyentes: entonces, hizo posible una senda para ellos en medio de las olas del mar; ahora, corrobora sus pasos en el baño de la fe. Ver este texto

San Hipólito, siglo III:  Jesús fue a donde Juan y recibió de él el bautismo. Cosa realmente admirable. La corriente inextinguible que alegra la ciudad de Dios es lavada con un poco de agua. La fuente inalcanzable, que hace germinar la vida para todos los hombres y que nunca se agota, se sumerge en unas aguas pequeñas y temporales. Ver este texto

San Gregorio Nacianceno, siglo IV, lectura del día:  
Ojalá que estéis ya purificados, y os purifiquéis de nuevo. Nada hay que agrade tanto a Dios como el arrepentimiento y la salvación del hombre, en cuyo beneficio se han pronunciado todas las palabras y revelado todos los misterios; para que, como astros en el firmamento, os convirtáis en una fuerza vivificadora para el resto de los hombres; y los esplendores de aquella luz que brilla en el cielo os hagan resplandecer, como lumbreras perfectas, junto a su inmensa luz, iluminados con más pureza y claridad por la Trinidad, cuyo único rayo, brotado de la única Deidad, habéis recibido inicialmente en Cristo Jesús, Señor nuestro, a quien le sean dados la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Ver este texto

sábado, 5 de enero de 2019

Epifanía del Señor

LECTIO DIVINA: EPIFANÍA DEL SEÑOR


Lectio: 
 Domingo, 6 Enero, 2019
Visita de los Reyes de Oriente Mateo 2,1-12
1. En silencio delante de Dios
La escucha orante de la Palabra exige atención, exige que tu escuchar esté orientado a Dios sólo, con toda la disponibilidad de la que es capaz tu corazón. La calidad de la oración depende mucho de la atención que pongamos. Se ha dicho que la atención es “la esencia de la oración”. Si tu búsqueda de Dios es sincera, honesta, correcta, no podrás menos que encontrar a Dios. Hoy, en este domingo en el que Dios se manifiesta como luz de los hombres, queremos pedir al Señor “la pasión de escucharlo” con las palabras de la Beata Isabel de la Trinidad: “¡Oh Verbo eterno!, Palabra de mi Dios, quiero pasar mi vida escuchándote, quiero hacerme toda docilidad para aprender todo de Vos. Luego, a través de todas las noches, todos los vacíos, todas las impotencias, quiero estar siempre pendiente de Vos y permanecer bajo vuestra gran Luz” (Elevación a la Santísima Trinidad, 21 noviembre 1904)
2. La Palabra se ilumina
a) El contexto del pasaje:
Si en el primer capítulo del evangelio de Mateo el intento del evangelista es mostrar la identidad de Jesús (quién es Jesús), en el segundo, el misterio de la figura de Jesús viene engarzado con algunos lugares que señalan el comienzo de su vida terrestre.
El pasaje litúrgico de este domingo contiene el principio del capítulo 2 de Mateo (2,1-29) al que le siguen otros tres cuadros narrativos: la fuga a Egipto (2,13-15): la matanza de los inocentes (2,16-18) y el regreso a Egipto (2,1923).
Para una mejor comprensión del mensaje en 2,1-13 resulta más provechoso subdividir el relato de los Magos en dos partes siguiendo el criterio de los cambios de lugar: Jerusalén (2,1-6) y Belén (2, 7-12). Debemos aclarar que en el corazón de la historia de los Magos encontramos una cita bíblica que focaliza la importancia de Belén en este período de la infancia de Jesús. “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá: pues de ti, saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo, Israel” (Mt 2,6).
Las dos ciudades constituyen el fondo de esta epopeya de los Magos y están unidas por dos hilos temáticos: la estrella (vv 2.7.9.10) y la adoración del Niño (vv 2.11).
b) El texto:
1 Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, 2 diciendo: «¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle.» 3 Al oírlo el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. 4Convocando a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, les preguntaba dónde había de nacer el Cristo. 5 Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por el profeta:
6 Y tú, Belén, tierra de Judá,no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá;porque de ti saldrá un caudilloque apacentará a mi pueblo Israel.»7 Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. 8 Después, enviándolos a Belén, les dijo: «Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle.» 9 Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. 10 Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. 11 Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. 12 Y, avisados en sueños que no volvieran a Herodes, se retiraron a su país por otro camino.
3. En silencio delante de Dios
Sitúate con sencillez delante de Dios, inmerso en un profundo silencio interior; deja aparte toda otra consideración curiosa de pensamiento o imaginación; abre tu corazón a la fuerza de la Palabra de Dios.
4. Para una lectura atenta
a) El simbolismo de la estrella:
Los Magos, astrólogos orientales, dedicados a la astrología y a la predicción del destino, a veces interrogaban a los astros. Ahora, llegados a Jerusalén dicen que han “visto su estrella en su levantar”. El término “levantar”, en griego anatolê, significa, sin artículo, el Oriente (el punto cardinal por donde se levanta el sol); pero en el texto griego está el artículo y esto significa el surgir de un verdadero y propio astro. La confirmación de esto nos viene dada por un texto bíblico: “surgirá un astro de Jacob y se levantará un hombre de Israel” (Num 24,17). La estrella se convierte en figura del nuevo rey apenas nacido y les guía al lugar donde ha nacido y se encuentra. Interesante es anotar que esta estrella, no es visible en Jerusalén, sino que vuelve a aparecer a los Magos mientras ellos se alejan de la ciudad. La estrella es, verdaderamente el elemento más significativo del relato.
Primero de todo, los Magos en su largo caminar no han seguido a la estrella, sino más bien la han visto levantarse y enseguida la han asociado con el nacimiento del Mesías. Además el viaje no era hacia lo desconocido, sino que tenía como meta a Jerusalén, la ciudad a la cual acuden en peregrinación todos los pueblos de la tierra según el profeta Isaías.
La ciudad, a esta noticia de los Magos que vienen para adorar al Mesías, se conturba y se agita. Los habitantes de Jerusalén no parecen muy entusiastas y no se preocupan lo más mínimo de rendir homenaje al “nacido rey de los judíos”. Sino que, para colmo, Herodes proyecta matarlo.
Aunque en Is 1-6 la ciudad de Jerusalén está llamada a “levantarse y acoger la gloria del Señor”, ahora en Mateo se asiste a una reacción de rechazo por parte del rey y de Jerusalén con relación al Mesías nacido en Belén. Tal conducta prefigura el comienzo de las hostilidades que llevarán a Jesús a ser condenado precisamente en Jerusalén. No obstante tal reacción, que impide a los Magos acercarse a la salvación precisamente en la ciudad elegida para ser instrumento de comunión de todos los pueblos de la tierra con Dios, los acontecimientos del nacimiento de Jesús se trasladan a Belén. Dios que guía los sucesos de la historia hace que se vayan de Jerusalén los Magos, que se pongan en camino y encuentren al Mesías, en la ciudad que fue patria de David, Belén. En esta ciudad David había recibido la investidura real con la unción dada por Samuel, ahora, por el contrario, el nuevo rey recibe una investidura divina: no con óleo, sino en el Espíritu Santo (1,18.20). A esta ciudad suben ahora los pueblos, representados por los magos, para contemplar el Emmanuel, el Dios con nosotros, y para hacer experiencia de paz y de fe...
b) El simbolismo del camino de los magos:
i) Un camino lleno de dificultades, pero al final termina con éxito
El motor de su itinerario es el aparecer de una estrella, asociada enseguida al nacimiento de un nuevo rey: “ hemos visto su estrella en el Oriente” . La estrella es aquí sólo una señal, un indicio que comunica a los Magos la iniciativa de ponerse en camino. Al principio puede ser que estén movidos por la curiosidad, pero enseguida esta curiosidad se transformará en deseo de búsqueda y descubrimiento. Se da el hecho que aquel indicio de la estrella ha conmovido a los personajes y los ha empujado a buscar para encontrar una respuesta: ¿quizás a un profundo deseo? ¡Quién lo sabe! El texto muestra que los Magos tienen en el corazón una pregunta y que no temen repetirla, haciéndose inoportunos: “¿Dónde está el rey de los Judíos?”
La pregunta se la hacen al rey Herodes e, indirectamente, a la ciudad de Jerusalén. La respuesta viene dada por los expertos, sumos sacerdotes, escribas: es necesario buscar el nuevo rey en Belén de Judá, porque así lo ha profetizado Isaías: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no , la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel” (Mt 2,6). El texto profético sale al encuentro de las dificultades de los Magos: la Palabra de Dios se convierte en luz para su camino.
En fuerza de aquella información, sacada de la profecía isaiana, y confortados por el reaparecer de la estrella los Magos emprenden de nuevo el camino teniendo como meta, Belén. La estrella que los guía se para sobre la casa en la que se encuentra Jesús. Es extraño que los que viven en Belén o en los alrededores de la casa en la que se encuentra Jesús no vean aquella señal. Además, aquellos que poseen la ciencia de las Escrituras conocen la noticia del nacimiento del nuevo rey de Israel, pero no se mueven para ir a buscarlo. Al contrario, la pregunta de los Magos había, más bien, provocado en sus corazones miedo y turbación. En definitiva, aquellos que están cerca del acontecimiento del nacimiento de Jesús no se dan cuenta de los acaecido, mientras los lejanos, después de haber recorrido un accidentado camino, al final encuentran lo que buscaban. Pero, en realidad, ¿qué es lo que ven los ojos de los Magos? Un niño con su madre, dentro de una pobre casa. El astro que los acompañaba era aquel sencillo y pobre niño, en el cual reconocen al rey de los Judíos.
Se postran delante de Él y le ofrecen dones simbólicos: oro ( porque se trata de un rey); el incienso ( porque detrás de la humanidad del niño está presente la divinidad); mirra ( aquel astro es un hombre auténtico destinado a morir).
ii) El camino de los Magos: un camino de fe:
No es errado pensar, que lo realizado por los Magos haya sido un auténtico camino de fe, mucho más, ha sido el itinerario de aquéllos que, aunque no pertenecen al pueblo elegido, han encontrado a Cristo. Al comienzo de un camino hay siempre una señal que pide ser vista allí donde todo hombre vive y trabaja. Los Magos han escrutado el cielo, para la Biblia sede de la divinidad, y de allí han tenido una señal: una estrella. Pero para comenzar el recorrido de fe no basta escrutar los signos de la presencia de lo divino. Un signo tiene la función de suscitar el deseo, que necesita para realizarse un arco de tiempo, un camino de búsqueda, una espera. Es significativa la expresión con la que Edith Stein describe su camino de fe: “Dios es la verdad. Quien busca la verdad, busca a Dios, conscientemente o no”.
Un verdadero deseo provoca preguntas. Los Magos, por su parte, encuentran a Jesús porque tienen en su corazón fuertes interrogantes. Tal experiencia del encuentro con Jesús es, verdaderamente, una provocación para la pastoral: se impone la necesidad de no privilegiar una catequesis hecha de certezas o preocupada por ofrecer respuestas prefabricadas, cuanto de despertar en el hombre de hoy preguntas significativas sobre cuestiones cruciales de la humanidad. Es lo que sugiere un obispo del centro de Italia en una carta pastoral: “Presentar a Cristo y al Evangelio en conexión con los problemas fundamentales de la existencia humana (vida-muerte, pecado–mal; justicia-pobreza, esperanza-desilusión, amor–odio, relaciones interpersonales familiares, sociales, internacionales...), donde se evita lo desfasado entre las preguntas de la humanidad y nuestras respuestas”. (Mons. Lucio María Renna, O.Carm.)
La respuesta, como nos enseña la experiencia de los Magos, se encuentra en la Biblia. Y no se trata sólo de un conocimiento intelectual o de un saber acerca del contenido de las Escrituras, como en el caso de los escribas, sino en un acercarse a ella guiado por el deseo, por la pregunta. Para los Magos aquella indicación contenida en las S. Escrituras fue iluminadora para cumplir la última etapa de su camino: Belén. Además la Palabra de Dios les permitió ver en los sencillos y humildes signos de una casa, del niño con María, su madre, al rey de los judíos, el esperado de Israel.
Los Magos adoran y descubren en Jesús a aquel que habían con tanta ansia buscado. El lector, por un lado se sorprenderá por la desproporción existente entre los gestos y dones de los Magos y la humilde realidad que se presenta a sus ojos; pero, por otra parte, está seguro que aquel niño, que los Magos adoran es precisamente el Hijo de Dios, el esperado Salvador del mundo. Y así el itinerario se convierte en itinerario de todo lector que lee esta significativa historia de los Magos: quien busca, aunque parezca que Dios está lejos, puede encontrarlo. Aquéllos que, por el contrario, presumen de saber todo de Dios y creen tener asegurada la salvación, corren nel riesgo de privarse del encuentro con Él. En una catequesis habida en Colonia con ocasión de la XX Jornada de la Juventud así se expresaba el arzobispo Bruno Forte: “los Magos representan a todos los buscadores de la verdad, listos a vivir la existencia como un éxodo, en camino hacia el encuentro con la luz que viene de lo alto”
Además la experiencia de los Magos nos enseña que en toda cultura, en todo hombre hay esperanzas profundas que necesitan ser saciadas. De aquí la responsabilidad de leer los signos de Dios presentes en la historia de los hombres.
5. Para meditar
- Después de la lectura de este pasaje del evangelio ¿estoy disponible a revivir el camino de los Magos?
- ¿Qué dificultades encuentras en el profundo conocimiento de Jesucristo? ¿Cómo puedes superarlas?
- En tu búsqueda de la verdad ¿sabes confiarte, ponerte en camino y a la escucha de Dios?
- A la luz de la Palabra, ¿qué cosa puede cambiar en tu vida?
6. Salmo 72,1-11
Es un salmo real, compuesto para festejar al rey en el día de su subida al trono. La primitiva comunidad cristiana no ha tenido ninguna clase de dudas en ver en estas imágenes el retrato del Mesías.
Confía, oh Dios, tu juicio al rey,
al hijo de rey tu justicia:
que gobierne rectamente a tu pueblo,
a tus humildes con equidad.
Produzcan los montes abundancia,
justicia para el pueblo los collados.
Defenderá a los humildes del pueblo,
salvará a la gente pobre
y aplastará al opresor.
Durará tanto como el sol,
como la luna de edad en edad;
caerá como lluvia en los retoños,
como rocío que humedece la tierra.
Florecerá en sus días la justicia,
prosperidad hasta que no haya luna;
dominará de mar a mar,
desde el Río al confín de la tierra.
Ante él se doblará la Bestia,
sus enemigos morderán el polvo;
los reyes de Tarsis y las islas
traerán consigo tributo.
Los reyes de Sabá y de Seba
todos pagarán impuestos;
ante él se postrarán los reyes,
le servirán todas las naciones.
Doxología
También nosotros te damos gracias
Padre Santo cuyo nombre es sublime;
con el Hijo y el Espíritu Santo
siempre gloria por los siglos eternos.
7. Oración final
Sí, ¡Amén!
Te lo decimos ¡oh, Padre!
con todo el corazón
sintonizados con el corazón de tu Hijo
y de la Virgen María.
Te lo decimos con toda la Iglesia
y por todo el género humano.
Haz que, reunidos en el amor,
después del “sí” en la hora de la cruz
podamos con voz unánime,
en potente coro,
en silencioso esplendor,
cantarlo eternamente
en el santuario del cielo.
¡Amén! ¡Aleluya!
(Ana María Canopi)

Fuente: https://www.ocarm.org/es/node/12

jueves, 3 de enero de 2019

EL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS



El Santísimo Nombre de Jesús, invocado por los fieles desde los comienzos de la Iglesia, comenzó a ser venerado en las celebraciones litúrgicas en el siglo XIV. San Bernardino de Siena y sus discípulos propagaron el culto al Nombre de Jesús: "Yahweh es salvación" con el monograma del Santo Nombre: IHS (abreviación del nombre de Jesús en Griego, ιησουσ, y añadiendo el nombre de Jesús al Ave María.  Como fiesta litúrgica fue introducida en el siglo XVI. En 1530 el Papa Clemente VII concedió por vez primera a la Orden Franciscana la celebración del Oficio del Santísimo Nombre de Jesús.

EL FUNDAMENTO DE LA FE ES EL NOMBRE DE JESÚS 
MEDIANTE EL CUAL SOMOS CONSTITUIDOS HIJOS DE DIOS
San Bernardino de Siena


Éste es aquel santísimo nombre anhelado por los 
patriarcas, esperado con ansiedad , demandado con
gemidos, invocado con suspiros, requerido con
lagrimas, donado al llegar la plenitud de la gracia.

No pienses en un nombre de poder, menos en uno
de venganza, sino de salvación. Su nombre es
misericordia, es perdón. Que el nombre de Jesús
resuene en mis oídos, porque su voz es dulce y su
rostro bello.

No dudes, el nombre de Jesús es fundamento de la
fe, mediante le cual somos constituidos hijos de
Dios. La fe de la religión católica consiste en el
conocimiento de Cristo Jesús y de su persona, que
el luz del alma, franquicia de la vida, piedra de
salvación eterna. Quien no llegó a conocerle o le
abandonó camina por la vida en tinieblas, y va a
ciegas con inminente riesgo de caer en el precipicio,
y cuanto más se apoye en la humana inteligencia,
tanto más se servirá de un lazarillo también ciego,
al pretender escalar los recónditos secretos
celestiales con sólo la sabiduría del propio
entendimiento, y no será difícil que le acontezca,
por descuidar los materiales sólidos, construir la
casa en vano, y, por olvidar la puerta de entrada,
pretenda luego entra a ella por el tejado.
  
No hay otro fundamento fuera de Jesús, luz y
puerta, guía de los descarriados, lumbrera de la fe
para todos los hombres, único medio para encontrar
de nuevo al Dios indulgente, y, una vez encontrado,
fiarse de él; y poseído, disfrutarle. Esta base
sostiene la Iglesia, fundamentada en el nombre de
Jesús.
  
El nombre de Jesús es el brillo de los predicadores,
porque de Él les viene la claridad luminosa, la
validez de su mensaje y la aceptación de su palabra
por los demás. ¿De dónde piensas que procede tanto
esplendor y que tan rápidamente se haya propagado
la fe por todo el mundo, sino por haber predicado a
Jesús? ¿Acaso no por la luz y dulzura de este
nombre, por el que Dios nos llamó y condujo a su
gloria? Con razón el Apóstol, a los elegidos y
predestinados por este nombre luminoso, les dice:
en otro tiempo fuisteis tinieblas, mas ahora sois luz
en el Señor. Caminad como hijo de la luz.
  
¡Oh nombre glorioso, nombre regalado, nombre
amoroso y santo! Por ti las culpas se borran, los
enemigos huyen vencidos, los enfermos sanan, los
atribulados y tentados se robustecen, y se sienten
gozosos todos. Tú eres la honra de los creyentes, tú
el maestro de los predicadores, tú la fuerza de los
que trabajan, tú el valor de los débiles. Con el fuego
de tu ardor y de tu celo se enardecen los ánimos,
crecen los deseos, se obtienen los favores, las almas
contemplativas se extasían; por ti, en definitiva,
todos los bienaventurados del cielo son
glorificados.
  
Haz, dulcísimo Jesús, que también nosotros
reinemos con ello por la fuerza de tu santísimo
nombre.
  
San Bernardino de Siena


 LECTURA RECOMENDADA: "El peregrino ruso"




LETANÍA DEL SANTO NOMBRE DE JESÚS 

Señor, ten piedad de nosotros.... Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros... Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros... Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos... Cristo, óyenos. 
Cristo, escúchanos... Cristo, escúchanos.


 
Dios, Padre celestial,  ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo,           "
Dios Espíritu Santo,
Santísima Trinidad, un solo Dios,
Jesús, hijo de Dios vivo,
Jesús, esplendor del Padre,
Jesús, pureza de la luz eterna,
Jesús, rey de la gloria,
Jesús, sol de justicia,
Jesús, hijo de la Virgen María,
Jesús, amable,
Jesús, admirable,
Jesús, Dios fuerte,
Jesús, padre del siglo futuro,
Jesús, mensajero del plan divino,
Jesús, todopoderoso,
Jesús, pacientísimo,
Jesús, obedientísimo,
Jesús, manso y humilde de corazón,
Jesús, amante de la castidad,
Jesús, amador nuestro,
Jesús, Dios de paz,
Jesús, autor de la vida,
Jesús, modelo de virtudes,
Jesús, celoso de la salvación
Jesús, nuestro Dios,
Jesús, nuestro refugio,
Jesús, padre de los pobres,
Jesús, tesoro de los fieles,
Jesús, pastor bueno,
Jesús, verdadera luz,
Jesús, sabiduría eterna,
Jesús, bondad infinita,

Jesús, camino y vida nuestra,
Jesús, alegría de los ángeles,
Jesús, rey de los patriarcas,
Jesús, maestro de los apóstoles,
Jesús, doctor de los evangelistas,
Jesús, fortaleza de los mártires,
Jesús, luz de los confesores,
Jesús, pureza de las vírgenes,
Jesús, corona de todos los santos,
Senos propicio; Perdónanos, Jesús.
Senos propicio; Escúchanos, Jesús.
De todo mal, Líbranos, Jesús.
De todo pecado,
De tu ira,
De las asechanzas del demonio,
Del espíritu impuro,
De la muerte eterna,
Del menosprecio de tus inspiraciones,
Por el misterio de tu santa encarnación,
Por tu natividad,
Por tu infancia,
Por tu divinísima vida,
Por tus trabajos,
Por tu agonía y Pasión,
Por tu cruz y desamparo
Por tus sufrimientos,
Por tu muerte y sepultura,
Por tu resurrección
Por tu ascensión,
Por tu institución de la santísima Eucaristía,
Por tus gozos,
Por tu gloria
 
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos, Jesús.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos, Jesús.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten misericordia de nosotros, Jesús.
Jesús, óyenos....Jesús, óyenos.
Jesús, escúchanos...Jesús, escúchanos.

Oración

Te pedimos Señor, que quienes veneremos el Santísimo Nombre de Jesús disfrutemos en esta vida de la dulzura de su gracia y de su gozo eterno en él Cielo.
Por Jesucristo nuestro Señor.  Amén.

martes, 1 de enero de 2019

María, Madre de Dios: Theotokos

María, Madre de Jesús y Madre de Dios – “Theotokos”

La contemplación del misterio del nacimiento del Salvador ha impulsado al pueblo cristiano no sólo a dirigirse a la Virgen santísima como a la Madre de Jesús, sino también a reconocerla como Madre de Dios

En la primera comunidad cristiana, mientras crece entre los discípulos la conciencia de que Jesús es el Hijo de Dios, resulta cada vez más claro que María es la Theotokos, la Madre de Dios. Se trata de un título que no aparece explícitamente en los textos evangélicos, aunque en ellos se habla de la «Madre de Jesús» y se afirma que él es Dios [56]. Por lo demás, presentan a María como Madre del Emmanuel, que significa Dios con nosotros [57]. Ya en el siglo III, como se deduce de un antiguo testimonio escrito, los cristianos de Egipto se dirigían a María con el nombre de laTheotokos [58].
En el siglo IV, el término Theotokos ya se usa con frecuencia tanto en Oriente como en Occidente. La piedad y la teología se refieren cada vez más a menudo a ese término, que ya había entrado a formar parte del patrimonio de fe de la Iglesia. Por ello se comprende el gran movimiento de protesta que surgió en el siglo V cuando Nestorio puso en duda la legitimidad del título «Madre de Dios» [59]. Esa verdad fue profundizada y percibida, ya desde los primeros siglos de la era cristiana, como parte integrante del patrimonio de la fe de la Iglesia, hasta el punto de que fue proclamada solemnemente en el año 431 por el concilio de Efeso. Cuando proclama a María «Madre de Dios», la Iglesia profesa con una única expresión su fe en el Hijo y en la Madre. Con la definición de la maternidad divina de María los Padres conciliares querían poner de relieve su fe en la divinidad de Cristo.
Las dificultades y las objeciones planteadas por Nestorio nos brindan la ocasión de hacer algunas reflexiones útiles para comprender e interpretar correctamente ese título. La expresión Theotokos,que literalmente significa «la que ha engendrado a Dios», a primera vista puede resultar sorprendente, pues suscita la pregunta: ¿cómo es posible que una criatura humana engendre a Dios? La respuesta de la fe de la Iglesia es clara: la maternidad divina de María se refiere sólo a la generación humana del Hijo de Dios y no a su generación divina. El Hijo de Dios fue engendrado desde siempre por Dios Padre y es consustancial con él. Evidentemente, en esa generación eterna María no intervino para nada. Así pues al proclamar a María «Madre de Dios», la Iglesia desea afirmar que ella es la «Madre del Verbo encarnado, que es Dios». Su maternidad, por tanto, no atañe a toda la Trinidad, sino únicamente a la segunda Persona, al Hijo, que, al encarnarse, tomó de ella la naturaleza humana.
«La maternidad es una relación entre persona y persona: una madre no es madre sólo del cuerpo o de la criatura física que sale de su seno, sino da la persona que engendra. Por ello, María, al haber engendrado según la naturaleza humana a la persona de Jesús que es persona divina, es Madre de Dios (…) En la Theotokos la Iglesia, por una parte, encuentra la garantía de la realidad de la Encarnación, porque “si la Madre fuera ficticia, sería ficticia también la carne (…) y serían ficticias también las cicatrices de la resurrección” [60]. Y, por otra, contempla con asombro y celebra con veneración la inmensa grandeza que confirió a María Aquel que quiso ser hijo suyo. La expresión «Madre de Dios» nos dirige al Verbo de Dios, que en la Encarnación asumió la humildad de la condición humana para elevar al hombre a la filiación divina. Pero ese título, a la luz de la sublime dignidad concedida a la Virgen de Nazaret proclama también la nobleza de la mujer y su altísima vocación» [61]. En suma, Dios trata a María como persona libre y responsable, no lleva a cabo la Encarnación de su Hijo sino después de haber obtenido su consentimiento y, así, «en María el Espíritu Santo realiza el designio benevolente del Padre. La Virgen concibe y da a luz al Hijo de Dios con y por medio del Espíritu Santo. Su virginidad se convierte en fecundidad única por medio del poder del Espíritu y de la fe» [62].
A partir del siglo V, poco después que el Concilio de Éfeso proclamara a María con el título deTheotokos, se comienza a atribuirla el título de Reina. Precisamente en la escena de la adoración de los Magos, san Mateo presenta a María a sus lectores judíos, implícta pero claramente, como la nueva gebiráh del reino mesiánico que Jesús va a instaurar con su venida al mundo. En efecto, si nos centramos en los aspectos marianos de este pasaje, advertimos dos características muy significativas. Por una parte, todo el pasaje de los Magos está centrado en el homenaje que se desea rendir al «Rey de los judíos»; un rey de la estirpe de David y profetizado como Rey-Mesías en el AT [63]. Y, por otra, la protagonista es María y el Niño, sabiendo que san Mateo tiene como protagonista de su Evangelio de la Infancia a san José. Aquí desaparece de la escena del relato, y no es razonable suponer que el santo Patriarca estuviera ausente en un momento tan importante y delicado.
«En la corte de Judá, la madre del rey ocupa un lugar honorífico y goza de ciertas prerrogativas. Se la llamará gebiráh [64], la que da origen al héroe (geber) que es el rey [65]. Betsabé será la primera “gran dama” en Israel. Sin que se pueda precisar exactamente su poder, está claro —si se compara la postración que hace ante David, su esposo [66], con la que recibe de Salomón, su hijo [67]—; que después de la muerte de David se transformaron por completo su relación con el poder real y su dignidad. A continuación, al comienzo de cada reinado en Judá, el autor del libro de los Reyes anotará con cuidado, al lado del nombre del rey, el nombre de su madre» [68]. Por esto, muchos estudiosos ven en estos dos detalles una intención teológica del hagiógrafo, que asocia a María en la función regia de su Hijo, como Madre del Rey [69].
———————
[56] Cfr Ioh 20,28; cfr 5,18; 10,30.33. 
[57] Cfr Mt 1,22-23. 
[58] Concretamente con esta oración que se recoge en la Liturgia de las Horas: «Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios: no desoigas la oración de tus hijos necesitados; líbranos de todo peligro, oh siempre Virgen gloriosa y bendita». En la mitología pagana a menudo alguna diosa era presentada como madre de algún dios. Por ejemplo, Zeus, dios supremo, tenia por madre a la diosa Rea. Ese contexto facilitó, tal vez, en los cristianos el uso del título Theotokos, «Madre de Dios», para la madre de Jesús. Con todo, conviene notar que este título no existía, sino que fue creado por los cristianos para expresar una fe que no tenia nada que ver con la mitología pagana, la fe en la concepción virginal, en el seno de María, de Aquel que era desde siempre el Verbo eterno de Dios. 
[59] En efecto al pretender considerar a María sólo cómo madre del hombre Jesús, sostenía que sólo era correcta doctrinalmente la expresión «Madre de Cristo». Lo que indujo a Nestorio a ese error fue la dificultad que sentía para admitir la unidad de la persona de Cristo y su interpretación errónea de la distinción entre las dos naturalezas —divina y humana— presentes en él. El concilio de Éfeso en el año 431 condenó sus tesis y al afirmar la subsistencia de la naturaleza divina y de la naturaleza humana en la única persona del Hijo, proclamó a María Madre de Dios.
[60] San Agustín, Tract. in Ev. loannis, 8, 6-7. 
[61] AUG, 27-XI-1996. 
[62] CEC, 723; cfr Lc 1,26-38; Rom 4,18-21; Gal 4,26-28. 
[63] San Andrés de Creta es unos de los Padres de la Iglesia que más se distingue en la proclamación de la realeza de María. A Ella aplica las palabras del Salmo 44: «Atu derecha está la Reina con vestido recamado de oro y con variedad de adornos»: cfr Andrés de Creta, Homilías marianas, Ciudad Nueva, Madrid 1995, pp. 19-21. 
[64] Cfr 1 Reg 15,13. 
[65] Cfr 2 Sam 23,1. 
[66] Cfr 1 Reg 1,15-16. 
[67] Cfr 1 Reg 2,19. 
[68] J.P. Michaud, María en los Evangelios, Verbo Divino, “Cuadernos Bíblios”, nº 77, 2ª ed., Estella 1992, p. 26. 
[69] Un breve resumen de la realeza de María se encuentra en A. Orozco, Madre de Dios y Madre nuestra, Rialp, Madrid 1996, pp. 59-64.

domingo, 30 de diciembre de 2018

Fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret

Fiesta de la Sagrada Familia, Jesús, María y José, desde la que se proponen santísimos ejemplos a las familias cristianas y se invocan los auxilios oportunos.

Esta festividad se celebra el domingo que cae entre la Octava de Navidad (25 de diciembre al 1 de enero), o el 30 de diciembre, si no hay un domingo entre estos dos días. En 2018 coincide que el domingo entre la octava de Navidad es el día 30 de diciembre.

En la festividad de la Sagrada Familia, recordamos y celebramos que Dios quiso nacer dentro de una familia para que tuviera alguien que lo cuidara, lo protegiera, lo ayudara y lo aceptara como era.

Al nacer Jesús en una familia, el Hijo de Dios ha santificado la familia humana. Por eso nosotros veneramos a la Sagrada Familia como Familia de Santos.

¿Cómo era la Sagrada Familia?

María y José cuidaban a Jesús, se esforzaban y trabajaban para que nada le faltara, tal como lo hacen todos los buenos padres por sus hijos.

José era carpintero, Jesús le ayudaba en sus trabajos, ya que después lo reconocen como el “hijo del carpintero”.

María se dedicaba a cuidar que no faltara nada en la casa de Nazaret.

Tal como era la costumbre en aquella época, los hijos ayudaban a sus mamás moliendo el trigo y acarreando agua del pozo y a sus papás en su trabajo. Podemos suponer que en el caso de Jesús no era diferente. Jesús aprendió a trabajar y a ayudar a su familia con generosidad. Él siendo Todopoderoso, obedecía a sus padres humanos, confiaba en ellos, los ayudaba y los quería.

¡Qué enseñanza nos da Jesús, quien hubiera podido reinar en el más suntuoso palacio de Jerusalén siendo obedecido por todos! Él, en cambio, rechazó todo esto para esconderse del mundo obedeciendo fielmente a María y a José y dedicándose a los más humildes trabajos diarios, el taller de San José y en la casa de Nazaret.

Las familias de hoy, deben seguir este ejemplo tan hermoso que nos dejó Jesús tratando de imitar las virtudes que vivía la Sagrada Familia: sencillez, bondad, humildad, caridad, laboriosidad, etc.

La familia debe ser una escuela de virtudes. Es el lugar donde crecen los hijos, donde se forman los cimientos de su personalidad para el resto de su vida y donde se aprende a ser un buen cristiano. Es en la familia donde se formará la personalidad, inteligencia y voluntad del niño. Esta es una labor hermosa y delicada. Enseñar a los niños el camino hacia Dios, llevar estas almas al cielo. Esto se hace con amor y cariño.

“La familia es la primera comunidad de vida y amor el primer ambiente donde el hombre puede aprender a amar y a sentirse amado, no sólo por otras personas, sino también y ante todo por Dios.” (Juan Pablo II, Encuentro con las Familias en Chihuahua 1990).

El Papa Juan Pablo II en su carta a las familias nos dice que es necesario que los esposos orienten, desde el principio, su corazón y sus pensamientos hacia Dios, para que su paternidad y maternidad, encuentre en Él la fuerza para renovarse continuamente en el amor.

Así como Jesús creció en sabiduría y gracia ante Dios y los hombres, en nuestras familias debe suceder lo mismo. Esto significa que los niños deben aprender a ser amables y respetuosos con todos, ser estudiosos obedecer a sus padres, confiar en ellos, ayudarlos y quererlos, orar por ellos, y todo esto en familia.

Recordemos que “la salvación del mundo vino a través del corazón de la Sagrada Familia”.
La salvación del mundo, el porvenir de la humanidad de los pueblos y sociedades pasa siempre por el corazón de toda familia. Es la célula de la sociedad.

Oración

“Oremos hoy por todas las familias del mundo para que logren responder a su vocación tal y como respondió la Sagrada Familia de Nazaret.
Oremos especialmente por las familias que sufren, pasan por muchas dificultades o se ven amenazadas en su indisolubilidad y en el gran servicio al amor y a la vida para el que Dios las eligió” (Juan Pablo II)

“Oh Jesús, acoge con bondad a nuestra familia que ahora se entrega y consagra a Ti, protégela, guárdala e infunde en ella tu paz para poder llegar a gozar todos de la felicidad eterna.”

“Oh María, Madre amorosa de Jesús y Madre nuestra, te pedimos que intercedas por nosotros, para que nunca falte el amor, la comprensión y el perdón entre nosotros y obtengamos su gracia y bendiciones.”

“Oh San José, ayúdanos con nuestras oraciones en todas nuestras necesidades espirituales y temporales, a fin de que podamos agradar eternamente a Jesús. Amén.”

Fuente: Catholic.net