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Más imágenes de San Pablo San Pablo Extramuros, Basílica mayor Pablo lo sufrió todo por amor a Cristo, De las homilías de san Juan Crisóstomo Bernabé
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Fuente: corazones.org |

sábado, 25 de enero de 2020
domingo, 12 de enero de 2020
Solemnidad del Bautismo del Señor

“Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección”.
Mc 1, 7-11
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. Y SE PRESENTÓ A JUAN PARA SER BAUTIZADO POR ÉL.
Es notable el contraste de los relatos de Mateo, Lucas y Juan, con relación a lo que significó la presencia del Bautista en la preparación mesiánica, estos evangelistas le dedican mucha mayor amplitud que el relato de Marcos, que es algo más superficial.
Pero lo esencial, es el hecho de que Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. Juan se resistía, diciéndole: “Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!” Pero Jesús le respondió: “Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo”. (Mt 3, 11-17) Y Juan se lo permitió. Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento, se abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia él. Se oyó entonces una voz que venía del cielo: “Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección”.
Como sabemos, la vida oculta de Cristo se desarrolló normalmente en Galilea, y la mayor parte seguramente en Nazaret. Después que Cristo fue anunciado en la predicación de su precursor, quiso manifestarse a los hombres el que por tanto tiempo había vivido oculto. Por eso se dice que Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él.
2. EL SITIO EN QUE TUVO LUGAR EL BAUTISMO DE CRISTO
El sitio en que tuvo lugar el bautismo de Cristo es señalado desde el siglo IV, por el “Peregrino de Burdeos” (a.333), en la ribera occidental del Jordán, lo mismo que en el siglo VI lo señala la Carta de Madaba. Corresponde al lugar que hoy se señala, cerca de Jericó, no lejos del convento ortodoxo de San Juan Bautista. El bautismo de Jesús por Juan, es un hecho que tiene un gran misterio, observemos que tanto san Marcos, como san Mateo y san Lucas, con diferentes matices dicen lo mismo, confesar y obtener perdón por los pecados. (Mc 1,5 )Toda la provincia de Judea y el pueblo de Jerusalén acudían a Juan para confesar sus pecados y ser bautizados por él en el río Jordán. (Mt 3,6) Y junto con confesar sus pecados, se hacían bautizar por Juan en el río Jordán. (Lc 3,3) Juan empezó a recorrer toda la región del río Jordán, predicando bautismo y conversión, para obtener el perdón de los pecados.
3. ¿CÓMO ES POSIBLE QUE JESÚS SE ACERQUE A ESTE BAUTISMO?
Los padres de la iglesia, nos resuelven este misterio de la siguiente forma: Pseudo-Crisóstomo; Se expresa el oficio cuando se sigue: "Para que fuese bautizado por él". No para que él mismo recibiese el perdón de sus pecados por medio del bautismo, sino para dejar santificadas las aguas a los que se bautizasen después.
San Agustín; El Salvador quiso bautizarse no para adquirir limpieza para sí, sino para dejarnos una fuente de limpieza. Desde el momento en que bajó Cristo a las aguas, el agua limpia los pecados de todos.
Dicen a demás que quiso bautizarse, porque quiso hacer lo que nos manda hacer, para que como buen maestro no sólo nos enseñase con su doctrina, sino también con su ejemplo.
Por esta razón quiso ser bautizado por San Juan: para que sepan sus siervos con cuánta alegría deben correr al bautismo del Señor, al ver como El no ha desdeñado recibir el bautismo del siervo.
San Juan Crisóstomo, agrega: Porque el bautismo de Juan era de arrepentimiento, y llevaba consigo la confesión de las culpas, pero para que no hubiese alguien que creyese que Cristo había venido a bautizarse por esta causa, el Bautista dijo al que venía: Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!. Como si dijese: Está bien que tú me bautices, esta razón es idónea (para que yo también sea justo, y me haga digno del cielo). Pero ¿qué razón hay para que yo te bautice? Todo lo bueno baja del cielo a la tierra y no sube de la tierra al cielo.
San Hilario, señala; Por último, el Señor no pudo ser bautizado por Juan como Dios, pero enseña que debe bautizarse como hombre. De donde se sigue que respondiéndole Jesús, le dice: Ahora déjame hacer esto.
San Jerónimo; Y hermosamente responde: Déjame ahora, para manifestar que Cristo debía ser bautizado por San Juan en el agua, y San Juan ser bautizado por Cristo en espíritu. O de otro modo: Déjame ahora, para que quien ha tomado la forma de siervo, manifieste su humildad. Sé consciente de que tú habrás de ser bautizado con mi bautismo en el día del juicio. O, déjame ahora, dice el Señor, porque tengo otro bautismo con el cual habré de ser bautizado. Tú me bautizas en agua para que yo te bautice por mí en tu sangre.
4. APENAS FUE BAUTIZADO, JESÚS SALIÓ DEL AGUA.
En ese momento, se abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia él.
El Señor nos ha concedido el lavado del bautismo con la inmersión de su cuerpo, y en ello nos ha demostrado que puede abrirnos las puertas del cielo cuando recibimos el bautismo, y concedernos el Espíritu Santo.
Y se oyó una voz del cielo que decía: “Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección”. En el evangelio de Mateo se relata, “Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”. (Mt),
La voz del Padre que baja del cielo para proclamar a Cristo, en Mateo se dirige al pueblo, en cambio, en san Marco y en san Lucas se dirige a él (Jesús), mientras que en Juan esta voz no aparece ni se dirige a nadie; solamente se da el descenso de la paloma como contraseña a Juan de que Cristo es el Mesías.
El se abrieron los cielos es un elemento escenográfico para dar lugar, plásticamente, al paso de la paloma y a la voz del Padre. Al abrirse los cielos, en el contexto penitencial del Bautista, indica que Dios baja para iniciar el tiempo salvador prometido.
5. COMO UNA PALOMA.
Esta forma dé como aparece en los tres sinópticos e incluso en Juan (Jn 1:32). La paloma aparece en la literatura bíblica y extra-bíblica simbolizando diversas cosas. Pero sugerido por el pasaje de Génesis en el que el Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas, la paloma vino a ser símbolo del Espíritu Santo.
6. LA VOZ DEL PADRE.
El Padre, pues, ama al Hijo, como un buen padre, por eso dice que tiene puesta toda su predilección, o tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco, y este es mi Hijo, para que se indicase especialmente a aquellos que oían, que Aquél mismo era el Hijo de Dios.
Esta voz proclama a Cristo “Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección”. Esta frase la traen los tres sinópticos. Se dice que ese Hijo es el Amado por excelencia. El Amado no indica que Jesús sea el primero entre los iguales, sino que indica una ternura especial; en el Antiguo Testamento, se dice que no hay gran diferencia entre amado y único. Es muy probable que aquí el Amado pueda ser equivalente del Único, o mejor, del Unigénito, puesto que habla el Padre. En el Nuevo Testamento, ese término se reserva al Mesías.
El en quien tengo puesta toda mi predilección, o Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco, es el gozo del Padre en su Hijo encarnado, en su Mesías.
7. EL MISTERIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD SE DEMUESTRA EN EL BAUTISMO.
Toda la Santísima Trinidad, intervine en esta gran manifestación en el Jordán. Jesucristo (el Hijo), es bautizado, el Espíritu Santo baja en forma de paloma y se oye la voz del Padre, dando testimonio del Hijo. Aunque el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo sean una misma naturaleza. El Padre, quien dijo, Este es mi Hijo muy querido, el Hijo, sobre quien se oye la voz del Padre; y el Espíritu Santo, quien aparece en forma de paloma sobre el Hijo bautizado.
Dice San Agustín: Esta obra es la de toda la Trinidad. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, existen en una misma esencia, sin diferencias de tiempo ni de lugares. En estas palabras se distinguen el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y no puede decirse que se presenten en una misma esencia. En cuanto a lo que se dice visiblemente en las sagradas letras, aparecieron separadamente en cuanto a los espacios que cada persona ocupaba. Desde luego se sabe que la Santísima Trinidad se conoce en sí misma inseparable, pero se puede mostrar separadamente por medio de aspectos materiales. Que sea sólo la voz propia del Padre, se demuestra por las palabras que dijo: Este es mi Hijo.
8. “OH DIOS MÍO, TRINIDAD A QUIEN ADORO!”
La Beata carmelita Isabel de la Trinidad, nos enseña que el Dios trinitario, es el Dios que se comunica, el Dios Amor: “Hay un Ser que es el Amor y que nos invita a vivir en comunión con Él” (C 327). Dios no es algo, sino Alguien que nos ama, Alguien en quien se puede confiar, Alguien que nos habla y que nos invita a entrar en su compañía. No es el Dios de los filósofos, de los judíos o de los musulmanes; ni siquiera “el buen Dios” de muchos cristianos. Es el Dios Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios es familia, es intercambio, es don.
¡Oh Dios mío, Trinidad a quien adoro! Ayúdame a olvidarme totalmente de mi; para establecerme en Ti, inmóvil y serena, como si mi alma estuviera ya en la eternidad. Que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de Ti; mi Dios inmutable, sino que cada momento me sumerja más adentro en la profundidad de tu Misterio. Pacifica mi alma, haz en ella tu cielo, tu morada más querida y el lugar de tu descanso. Que nunca te deje solo allí sino que esté por entero allí contigo, bien despierta en mi fe, en total adoración y completamente entregada a tu Acción creadora (Beata Isabel de la Trinidad)
9. UNGIDO CON EL ESPIRITU SANTO
Pedro, en el Bautismo a Cornelio, da testimonio: Vosotros sabéis lo sucedido en toda Judea, comenzando por Galilea, después que Juan predicó el bautismo; cómo Dios a Jesús de Nazaret le ungió con el Espíritu Santo y con poder, y cómo él pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él; (Hechos (SBJ) 10, 37-38)
En todos los textos Jesús es presentado lleno, “ungido” del Espíritu Santo. Así como su vida terrena habla comenzado por obra del Espíritu Santo, así ahora su vida apostólica comienza. Con una especial intervención del mismo Espíritu; de él es poseído totalmente y de él es guiado al cumplimiento de su misión.
De modo análogo sucede con el cristiano: por el bautismo nace a la vida en Cristo por la intervención del Espíritu Santo que lo justifica y renueva en todo su ser, formando en él a un hijo de Dios. Y luego cuando, creciendo en edad, debe abrazar de modo responsable y consciente los deberes de la vida cristiana, el Espíritu Santo interviene con una nueva efusión en la confirmación para corroborarlo en la fe y hacerlo valeroso testigo de Cristo. Toda la vida del cristiano se desenvuelve bajo el influjo del Espíritu Santo. (Fr G.Sta M.Magdalena OCD, Intimidad Divina)
10. EL BAUTISMO
El Bautismo de Jesús, es como la solemnidad oficial de su misión como Salvador, observamos como el Padre y el Espíritu Santo nos garantizan su identidad de Hijo de Dios, presentándolo al mundo, para que el mundo acoja su mensaje.
El Señor nos ha concedido el lavado del bautismo con la inmersión de su cuerpo, y en ello nos ha demostrado que puede abrirnos las puertas del cielo cuando recibimos el bautismo, y concedernos el Espíritu Santo.
Nuestro deber ahora, es fructificar la gracia bautismal, es dejarnos guiar por el Espíritu Santo, hagámoslo con humildad buscando en todo que se haga la voluntad del Padre.
El Señor les Bendiga
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
Fuente: caminando-con-jesus.org
viernes, 3 de enero de 2020
SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS
El Santísimo Nombre de Jesús, sólo ante el cual se dobla toda rodilla, en los cielos, en la tierra, en los abismos, para gloria de la Divina Majestad: así comienza el día 3 de enero del Martyrologium Romanum, promulgado el 29 de junio de 2001.
Ha sido una buena noticia para toda la Iglesia. El nombre más grande que existe bien merecía un día fijo en el calendario cristiano. Por un tiempo iba unido a la fiesta de la Circuncisión del Señor, en la Octava de Navidad, 1 de enero, que luego fue sustituida por la de Santa María Madre de Dios. Una buena noticia, sí: un día, cercano a la Navidad, para celebrar el Santísimo Nombre de Jesús.
JESÚS, «YAHVÉ SALVA»
Antes que el Verbo de Dios encarnado hubo otros que llevaron ese nombre bendito: Josué (= Jesús), el sucesor de Moisés al frente de Israel; Jesús hijo de Sirac, autor del Eclesiástico; Jesús hijo de Eliezer y padre de Er, en la genealogía de Cristo. El significado siempre es el mismo: Yehósúa o Yesúa, que quiere decir Yahvé salva. Pero sólo Jesucristo realiza lo que su nombre significa, y lo hace en beneficio del hombre caído al que viene a salvar.
El nombre de Jesús es elegido por Dios, según anuncia el ángel Gabriel a María: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús (Lc 1, 31). Luego, el ángel le explicará a José el significado del nombre: María, tu mujer... dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados (Mt 1, 20-21). Al llegar el momento, María y José cumplieron lo que el cielo les había indicado: Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción (Lc 2, 21).
Sólo Jesús podía reemplazar su nombre por el Yo personal, y ese Yo tenía toda la fuerza del Dios que salva: Yo iré a curarle (Mt 8, 5), anuncia al centurión que le pide la curación de su criado. Jesús realiza todos los prodigios en su propio nombre. Hasta su propia resurrección: Destruid este templo y yo lo levantaré en tres días (In 2, 19). Sin embargo, los discípulos de Jesús sólo en su nombre podrán hacer prodigios: Echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y, si beben veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos (Mc 16, 17-18). Es lo que hicieron los apóstoles Pedro y Juan, cuando el tullido les pidió limosna, y Pedro le dijo: No tengo plata ni oro, te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar (Hch 3, 6). Pedro estaba convencido de haber hecho un favor a un enfermo..., pues quede bien claro que ha sido el nombre de jesucristo Nazareno... Ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos (Hch 4, 8-12).
Pablo, el enamorado de Cristo Jesús, en un arrebato de fe y de exaltación espiritual, exclama entusiasmado ante el Señor que se despoja de su rango, y toma condición de esclavo, y se rebaja hasta someterse a una muerte de cruz: Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre (Flp 2, 6-11).
LUZ, ALIMENTO, MEDICINA
Ante el inmenso poder del «Nombre-sobre-todo nombre», no podía la Iglesia permanecer indiferente. Y en la vida cristiana de todos los siglos ha habido siempre testimonios elocuentes que han enardecido a oyentes o lectores para que invocaran el nombre de Jesús con fe, con amor, con entusiasmo. En toda la época patrística hay una constante a favor de la devoción sin reservas al nombre de Jesús, que sigue la línea mar-cada por los apóstoles. Esa corriente ha llegado hasta nuestros días, alentada por tantas iniciativas eclesiales, entre las que des-taca la de Ignacio de Loyola (->31 de julio), que eligió como anagrama y nombre de su Compañía: IHS, nombre de Jesús, que suele traducirse Jesús salvador de los hombres.
En el siglo XII se alza la voz del gran Bernardo de Claraval (>20 de agosto), para exclamar que el nombre de Jesús es luz, es alimento, es medicina1.
1. Sermón 15 sobre el Cantar de los Cantares, n. 6.
«¿De dónde crees que llega la luz tan intensa y veloz de la fe a todo el mundo, sino de la predicación del nombre de Jesús? ¿No nos llamó Dios a su maravilloso resplandor por la luz de este nombre? Iluminados por su luz, que nos hace ver la luz, exclamará Pablo con razón: Antes, sí, erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor (...).
»Mas el nombre de Jesús no es sólo luz, también es alimento. ¿No te sientes reconfortado siempre que lo recuerdas? ¿Hay algo que sacie tanto el espíritu del que lo medita? ¿O que pueda reparar tanto las fuerzas perdidas, fortalecer las virtudes, incrementar los hábitos buenos y honestos, fomentar los afectos castos? Todo alimento es desabrido si no se condimenta con este aceite; insípido, si no se sazona con esta sal. Lo que escribas me sabrá a nada, si no encuentro el nombre de Jesús. Si en tus controversias y disertaciones no resuena el nombre de Jesús, nada me dicen. Jesús es miel en la boca, melodía en el oído, júbilo en el corazón.
»Y también es medicina. ¿Sufre alguno de vosotros? Si penetra Jesús en su corazón y de allí pasa a la boca, inmediata-mente clareará la luz de su nombre y, disipándose toda oscuridad, volverá la serenidad. ¿Ha cometido alguien un delito? ¿Corre desesperado tras el lazo de la muerte? Si invoca el nombre de la vida, al punto respirará alientos de vida. ¿Quién se obstinó ante este nombre de salvación en la dureza de su corazón, en la indolencia de su desidia, en el rencor de su alma, en la molicie de su acedía? Si alguna vez se le agotó a alguien la fuente de las lágrimas, ¿no se le arrasaron de repente los ojos y corrió mansamente su llanto al invocar a Jesús? ¿Quién temblaba aterrado ante un peligro y no recobró al instante la con-fianza, venciendo el miedo, cuando recurrió al poder de su nombre? Cuando alguien fluctuaba zarandeado en un mar de dudas, ¿no vio brillar la certeza en cuanto invocó la luz de este nombre? Si pronunció este grito de socorro, ¿le faltaron las fuer-zas al que, a punto de desaparecer, se desesperaba en la adversidad?
»Éstas son las enfermedades y achaques del alma; pero he aquí su gran remedio. Si necesitas pruebas, te dice: Invócame el día del peligro; yo te libraré y tú me darás gloria. Nada como él reprimirá la violencia de la ira, sosegará la pasión de la soberbia, curará la llaga de la envidia, reducirá el furor de la lujuria, extinguirá el fuego de la sensualidad, apagará la sed de la avaricia, eliminará el prurito de todo apetito vergonzoso.
»Cuando pronuncio el nombre de Jesús, evoco el recuerdo de un hombre manso y humilde de corazón, bueno, sobrio, casto, misericordioso, el primero por su rectitud y santidad. Evoco al mismo Dios todopoderoso, que me convierte con su ejemplo y me da fuerzas con su ayuda. Todo esto revive en mí, cuando escucho el nombre de Jesús. De su humanidad extraigo un testimonio de vida para mí; de su poder, fuerzas. Lo primero es un jugo medicinal; lo segundo es como un estímulo al exprimirlo. Y con ambos me preparo una receta que ningún médico puede superarla.
»Aquí tienes, alma mía, tu catálogo, resumido en la esencia de este nombre, Jesús, salvífico de verdad, que nunca falló en cualquier epidemia. Llévalo siempre en tu corazón. Tenlo siempre a mano, para que todos tus sentimientos y acciones te lleven a Jesús. Él precisamente te ha invitado a que procedas así: Grábame como un sello en tu brazo, como un sello en tu corazón (...). El nombre de Jesús enderezará tus malas obras y perfeccionará las defectuosas; y controlará tus sentimientos, para que no se adulteren, o para que se orienten cuando se desvíen.»
Largo texto de San Bernardo, que bien merecía la pena evocar.
LA FUERZA DE LOS DÉBILES
La elocuencia y entusiasmo con que San Bernardo exaltó el nombre de Jesús influyeron poderosamente en los escritores posteriores. En el siglo XIII, San Buenaventura (-15 de julio), iniciado en los misterios del reino a la sombra, del gran Francisco de Asís (-4 de octubre), hace mención de las exclamaciones de San Bernardo cuando habla del nombre de Jesús con estas palabras2:
Éste es el nombre sacratísimo, vaticinado por los profetas, anunciado por el ángel, predicado por los apóstoles, deseado de todos los santos. ¡Oh nombre virtuoso, gracioso, gozoso, delicioso, glorioso! Virtuoso, porque desbarata a los enemigos, restaura las fuerzas, recrea los ánimos. Gracioso, porque tenemos en él el fundamento de la fe, la firmeza de la esperanza, el aumento de la caridad, el complemento de la justicia. Gozoso, porque «es júbilo en el corazón, melodía en el oído, miel en la boca», esplendor en la mente. Delicioso, porque rumiándolo nutre, pronunciándolo deleita, invocándolo unge, escribiéndolo recrea, leyéndolo instruye. Nombre verdaderamente glorioso, pues dio vista a los ciegos, andar a los cojos, oído a los sordos (Cf. Hch 3, 6), palabra a los mudos, vida a los muertos. ¡Oh bendito nombre, que tales efectos de su virtud ostenta! ¡Alma!, ya escribas, ya leas, ya enseñes, ya ejecutes cualquiera otra labor, nada te agrade, nada te deleite, sino Jesús. Llama, pues, Jesús al niño espiritualmente nacido de ti. Jesús, esto es, Salvador, en el destierro y miseria de esta vida. Sálvete Jesús de la vanidad del mundo que te combate, de los engaños del ene-migo que te molesta, de la fragilidad de la carne que te atormenta.
«Clama, alma devota, cercada de tantas miserias, clama a Jesús y dile: ¡Oh Jesús, Salvador del mundo, sálvanos, pues con tu cruz y con tu sangre nos redimiste! Ayúdanos, ¡oh Señor Dios nuestro! Sálvanos, digo, ¡oh dulcísimo Jesús, oh Salvador!, es-forzando a los débiles, consolando a los afligidos, socorriendo a los frágiles, consolidando a los vacilantes.
»¡Oh, cuánta dulzura sintió muchas veces, después de la imposición del bendito nombre, la Virgen María, feliz madre natural y verdadera madre espiritual, cuando entendió que, en virtud de este nombre, eran lanzados los demonios, multiplicados los milagros, iluminados los ciegos, curados los enfermos, resucitados los muertos! Pues de la misma manera tú, alma, madre espiritual, te has de alegrar y gozar, cuando en ti y en los otros echas de ver que tu bendito Hijo Jesús ahuyenta los demonios en la remisión del pecado, alumbra los muertos al conferir la gracia, cura los enfermos, sana los cojos, endereza los paralíticos y contraídos, robusteciendo su espíritu, a fin de que sean fuertes y varoniles por la gracia los que antes eran flacos y cobardes por la culpa. ¡Oh dichoso y bienaventurado nombre, que mereció contener tan grande virtud y eficacia!»
2 Las cinco festividades del Niño Jesús, 3.
En la primera mitad del siglo XV, destacó San Bernardino de Siena (-20 de mayo), de la misma escuela de Francisco, en la predicación del nombre de Jesús, cuya devoción propagó a su paso por pueblos y ciudades. De él son estas palabras, que la Iglesia recuerda en el día de su memoria litúrgica3:
3 Sermón 49, sobre el glorioso Nombre de Jesucristo, 2.
«El nombre de Jesús es la luz de los predicadores, pues es su resplandor el que hace anunciar y oír su palabra. ¿Por qué crees que se extendió tan rápidamente y con tanta fuerza la fe por el mundo entero, sino por la predicación del nombre de Jesús? ¿No ha sido por esta luz y por el gusto de este nombre como nos llamó Dios a su luz maravillosa? Iluminados todos y viendo ya la luz en esta luz, puede decirnos el Apóstol: En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor; caminad como hijos de la luz.
»Es preciso predicar este nombre para que resplandezca y no quede oculto. Pero no debe ser predicado con el corazón impuro o la boca manchada, sino que hay que guardarlo y exponerlo en un vaso elegido.
»Por esto dice el Señor, refiriéndose al Apóstol: Ese hombre es un vaso elegido por mí para dar a conocer mi nombre a pueblos, reyes y a los israelitas. Un vaso -dice- elegido por mí, como aquellos vasos elegidos en que se expone a la venta una bebida de agradable sabor, para que el brillo y esplendor del recipiente invite a beber de ella; para dar a conocer-dice- mi nombre.
»Pablo hablaba del nombre de Jesús en sus cartas, en sus milagros y ejemplos. Alababa y bendecía el nombre de Jesús (...).
»»Por eso la Iglesia, esposa de Cristo, basándose en su testimonio, salta de júbilo con el profeta, diciendo: Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas, es decir, siempre. El profeta exhorta igualmente en este sentido: Cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su salvación, es decir, Jesús, el Salvador que él ha enviado.„
JESÚS, SALVADOR DE CUERPOS Y ALMAS
El beato Angélico (-18 de febrero) supo captar la profunda unión de su padre Domingo de Guzmán -8 de agosto) con Cristo, en ese expresivo cuadro de Domingo abrazado a la cruz, embelasado ante el rostro ensangrentado de Cristo. En su escuela se han formado grandes seguidores de Jesús, en sus iglesias nacieron y se cultivaron las cofradías del Santísimo Nombre, entre sus discípulos está, por ejemplo, el Beato Enrique Seuze (o Susón: -25 de enero) que grabó a fuego en su pecho el nombre de Jesús, o la apasionada por su Esposo celestial Santa Catalina de Siena (-29 de abril), o el cantor del Nombre de Jesús fray Luis de Granada (-31 de diciembre). Así escribía el gran predicador de Granada en el Siglo de Oro de la lengua española, dejando de lado otros nombres y quedándose sólo con el de Jesús, Salvador y Liberador4:
4 Meditaciones de la Vida de Cristo, cap. III, 2.
«Después de circuncidado el niño, dice el evangelista que le pusieron por nombre Jesús (Lc 2, 21), que quiere decir Salvador.
»Este glorioso nombre fue primero pronunciado por boca de los ángeles, porque el ángel que trajo la embajada a la Virgen, dijo que le llamarían por nombre Jesús (Lc 1, 31), y el que aparesció a Joseph en sueños, le dijo lo mismo; y añadió la razón del nombre diciendo: Porque él hará salvo a su pueblo de sus pecados (Mt 1, 21).
»Bendito sea tal nombre, y bendita tal salud, y bendito el día que tales nuevas fueron dadas al mundo. Hasta aquí, Señor, todos los otros salvadores que enviaste al mundo, eran salva-dores de cuerpos, y eran salvadores de carne, que ponían en salvo las haciendas y las casas y las viñas, y dejaban perdidas las almas, hechas tributarias del pecado y por él subjectas al enemigo. Pues ¿qué le aprovecha al hombre conquistar y señorear al mundo, si él queda esclavo del pecado, por donde venga después a perderlo todo? Pues para remedio de este mal es agora enviado este nuevo Salvador, para que sea cumplida salud de todo el hombre, que, salvando las ánimas, remedie los cuerpos y, librando de los males de culpa, libre también de los males de penas, y así deje a todo el hombre salvo (...).
¡Oh bienaventurada salud, digna de tal Salvador y de tal Señor! Desee cada uno la salud y los bienes que quisiere, anteponga las cosas de la tierra a las del cielo, tenga en más la muerte del cuerpo que la del ánima: mas yo desearé con el santo patriarca esta salud, y desfallescerá mi ánima, deseándola con el profeta David (Sal 118, 81). Sálvame, Señor, de mis pecados, líbrame de mis malas inclinaciones, sácame del poder de estos tiranos, no me dejes seguir el ímpetu bestial de mis pasiones, defiende la dignidad y la gloria de mi ánima, no permitas que yo sea esclavo del mundo y tenga por ley de mi vida el jucio de tantos locos, líbrame de los apetitos de mi propria carne, que es el mayor y más sucio de todos los tiranos, líbrame de los vanos deseos y de los vanos temores y vanas esperanzas del mundo, y sobre todo esto líbrame de tu enemistad, de tu ira y de la muerte perdurable, que se sigue de ella; y concedida esta libertad y esta salud, reine quien quisiere en el mundo, y gloríese en el señorío de la tierra y de la mar, porque yo con el profeta solamente me gloriaré en el Señor, y alegrarme he en Dios mi Salvador (Ha 3, 18).»
SEA EL SEÑOR PARA TI: JESÚS, SALVADOR
«Pues ésta es la salud que vino el Señor a dar al mundo -sigue diciendo fray Luis de Granada-, y ésta es la que se significa por este nuevo nombre que hoy le ponen de Jesús. De manera que cuando el cristiano oye este nombre, ha de representar en su corazón un Señor tan misericordioso, tan hermoso, tan poderoso, que disipa todo el ejército del demonio, que despoja de sus fuerzas a la muerte, que pone silencio al pecado, que quita la jurisdicción al infierno, que saca los que están captivos en manos de estos tiranos, y los limpia de la fealdad de sus cárceles, y los restituye en tanta hermosura, que los ojos de Dios se aficionan a ellos, y los abraza su bondad, y los hace reinar eternalmente consigo. Porque tres males principales, entre otros muchos, nos vinieron del pecado, que son muerte, infierno y servidumbre del demonio; y por esto, quien nos libró del pecado, junto con él nos libró de todos estos enemigos, y nos dio prenda y certidumbre de vida perpetua, de compañía con la vida de Dios, de gracia y amistad con él, de favores de su poder, de dones de su liberalidad, y de segura posesión de todos los bienes. Porque todo esto se pierde por el pecado, y todo se gana por Jesucristo, y por esto con mucha razón le fue puesto tan divino nombre. ¡Oh nombre glorioso, nombre dulce, nombre suave, nombre de inestimable virtud y reverencia, inventado por Dios, traído del cielo, pronunciado por los ángeles, y deseado en todos los siglos! De este nombre huyen los demonios, con él se espantan los poderes infernales, por él se vencen las batallas, por él callan las tentaciones, con él se consuelan los tristes, a él se acogen los atribulados, y en él tienen su esperanza todos los pecadores.
»Éste es el nombre de que la esposa hablando con el esposo en los Cantares, dice: Olio derramado es tu nombre (Ct 1, 2) (...). Tenga, pues, este Señor para sí, llamarse Hijo de Dios, resplandor de la gloria, imagen de la divina substancia, palabra del Padre, virtud del Omnipotente, heredero de todas las cosas, Rey de los reyes y Señor de los señores. Tenga para sí llamarse Cristo, que quiere decir ungido, pues él fue ungido como gran profeta, como rey y como sacerdote. Porque como profeta nos enseñó con su doctrina, y como sacerdote nos reconcilió con su Padre, y como rey nos ha de coronar con eterno galardón. Tenga, pues, él para sí todos estos títulos y excelencias, mas para ti sea Jesús, que quiere decir Salvador, para que él te salve y libre de la vanidad del mundo, de los engaños del demonio, y de las malas inclinaciones de la carne. Y pues estás cercado de tantas miserias, llama a este Señor, y dile: Sálvanos, Señor, Salvador del mundo, pues con tu sangre y con tu cruz nos redimiste, esfuerza al flaco, consuela al triste, y ayuda al enfermo, y levanta al caído.
»Éste es el nombre que vence los demonios, alumbra los ciegos, resuscita los muertos y sana todo género de enfermedades (...). ¡Oh dichoso y bienaventurado nombre de tanta virtud y eficacia, el cual unas veces alegra las ánimas, mas otras llega a embriagarlas y hacerlas salir de sí con la grandeza de su dulzura!»
Sólo en Jesús está la salvación -Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás-: aclamemos a Jesús, el Señor.
Jesús es el más seguro valedor ante el Padre Dios —Yo os aseguro: Si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará (In 16, 23)—: oremos en su Santo Nombre.
El Santo Nombre de Jesús es siempre estímulo para vivir, para trabajar por su reino, para mantener vivos el amor y la esperanza: En tu nombre, echaré las redes (Lc 5, 5).
Fuente: mercaba.org
domingo, 29 de diciembre de 2019
29 diciembre: Sagrada Familia de Nazareth

Y allí comienza lo que llamamos la vida oculta de Jesús, desde donde bebé hasta los 30 años, hasta las Bodas de Caná, estará sujeto a sus padres José y María, de allí que estamos invitados a contemplar este icono de la Sagrada Familia.
Contemplar es mirar con los ojos del alma. Es en este ámbito de la familia donde se aprenden los valores y lamentablemente los disvalores. Un niño aprende lo que ve.
Un niño que es maltratado o golpeado aprende a ser maltratador, a ser golpeador. Un niño que descubre que muchas cosas de su entorno son mentira, promiscuidad, engaño, aprende a engañar y a mentir.
Por el contrario cuando un niño se cría en ambientes de diálogo, de franqueza, después el mundo se va a encargar de mostrarle otra cosa pero va a tener la semilla en lo más profundo del corazón y tener conciencia de lo que está bien y lo que está mal.
Y hoy no solamente este mensaje es para el arquetipo de familia en cual nos hemos criado –papá, mamá y niños–, sino en esos nuevos tipos de familias que también tienen que tener lugar: familias ensambladas, familias en las que abuelos o tías cumplen roles de padre o madre. Generalmente son noticias aquellos que cumplen estos roles, porque desoyendo alguna voz natural ven ocasión de maltrato o abuso, pero la mayoría no hace esto. Aunque siempre es novedad el avión que se cayó y no los miles que llegan a destino.
Entonces es hermoso contemplar este universo grandísimo de modos de familia. No solamente el matrimonio de varón y de mujer con sus niños, con todas las dificultades que esto puede llegar a tener. Sino también todos los modos de convivencia donde personas se aman, se respetan y transmiten valores como el amor al hombre, a Dios y a la comunidad.
La Sagrada Familia de Nazaret tiene que ser una oportunidad y un tiempo donde nos animamos a abrir nuestro corazón y nuestra cabeza para darnos cuenta de que estos valores universales no están pasados de moda. Los valores de fidelidad, de verdad, de amor, de solidaridad, de compromiso y de palabra empeñada siguen en vigencia, y es en el entorno donde nos criamos donde se maman.
Que esos lugares sagrados sean respetados por todos, comenzando por el Estado. Que haya siempre trabajo digno para que haya pan dignamente conseguido para nuestras mesas, con un corazón en paz.
En familia, con amigos o solos, pero siempre contemplando esta imagen, de María sosteniendo al niño en sus brazos y la protección silenciosa de José. Que lo tengamos en nuestro corazón y en nuestra vida.
martes, 24 de diciembre de 2019
La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo
Solemnidad Litúrgica, 25 de diciembre
Por: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net
Por: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net

Manifestación del Verbo de Dios a los hombres
Con la solemnidad de la Navidad, la Iglesia celebra la manifestación del Verbo de Dios a los hombres. En efecto, éste es el sentido espiritual más importante y sugerido por la misma liturgia, que en las tres misas celebradas por todo sacerdote ofrece a nuestra meditación “el nacimiento eterno del Verbo en el seno de los esplendores del Padre (primera misa); la aparición temporal en la humildad de la carne (segunda misa); el regreso final en el último juicio (tercera misa) (Liber Sacramentorum).
Un antiguo documento del año 354 llamado el Cronógrafo confirma la existencia en Roma de esta fiesta el 25 de diciembre, que corresponde a la celebración pagana del solsticio de invierno "Natalis solis invicti", esto es, el nacimiento del nuevo sol que, después de la noche más large del año, readquiría nuevo vigor.
Al celebrar en este día el nacimiento de quien es el verdadero Sol, la luz del mundo, que surge de la noche del paganismo, se quiso dar un significado totalmente nuevo a una tradición pagana muy sentída por el pueblo, porque coincidía con las ferias de Saturno, durante las cuales los esclavos recibían dones de sus patrones y se los invitaba a sentarse a su mesa, como libres ciudadanos. Sin embargo, con la tradición cristiana, los regalos de Navidad hacen referencia a los dones de los pastores y de los reyes magos al Niño Jesús.
En oriente se celebraba la fiesta del nacimiento de Cristo el 6 de enero, con el nombre de Epifanía, que quiere decir "manifestación", después la Iglesia oriental acogió la fecha del 25 de diciembre, práctica ya en uso en Antioquía hacia el 376, en tiempo de San Juan Crisóstomo, y en el 380 en Constantinopla. En occidente se introdujo la fiesta de la Epifanía, última del ciclo navideño, para conmemorar la revelación de la divinidad de Cristo al mundo pagano.
Los textos de la liturgia navideña, formulados en una época de reacción contra la herejía trinitaria de Arrio, subrayan con profundidad espiritual y al mismo tiempo con rigor teológico la divinidad y realeza del Niño nacido en el pesebre de Belén, para invitarnos a la adoración del insondable misterio de Dios revestido de carne humana, hijo de la purísima Virgen María.
miércoles, 18 de diciembre de 2019
Novena de Navidad
Cada 16 de diciembre se inicia la Novena de Navidad y comienza la cuenta regresiva para celebrar el nacimiento de Jesucristo.
Aquí las oraciones para vivir intensamente estos 9 días en familia, el trabajo, la comunidad, grupo parroquial, etc.
Se recomienda rezar a la Santísima Virgen, a San José y al Niño Jesús, así como reflexionar con la meditación del día y cantar los llamados “gozos”.
Para acceder día por día a la Novena de Navidad, puede ingresar a:
- Primer Día de la Novena de Navidad
- Segundo Día de la Novena de Navidad
- Tercer Día de la Novena de Navidad
- Cuarto Día de la Novena de Navidad
- Quinto Día de la Novena de Navidad
- Sexto Día de la Novena de Navidad
- Séptimo Día de la Novena de Navidad
- Octavo Día de la Novena de Navidad
- Noveno Día de la Novena de Navidad
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