domingo, 23 de noviembre de 2014

Solemnidad de Cristo Rey del Universo

          Jesucristo Rey del Universo
      "Rey de reyes y Señor de Señores"
(Ap 19, 16)


"Yo soy Rey. Para esto nací, 
para esto vine al mundo, para ser testigo de la Verdad".
(Jn 18, 36-37) 


Jesús comenzó la vida pública anunciando su reino. "El plazo está vencido, el Reino de Dios está cerca. Tomen otro camino y crean en la Buena Nueva" (Mt 1,14).

El Reino de Dios es ante todo espiritual. Su realización final consiste en la unión de todos los bienaventurados disfrutando de Dios en el Cielo.

Se ingresa en este Reino aceptando el mensaje del Evangelio por fe y recibiendo el Bautismo. Jesús dijo a los Apóstoles: "Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará. El que se resista a creer se condenará"(Mc 16,15-16).

Toda persona que quiera pertenecer al Reino de Dios necesita nacer de Dios otra vez. Viene a ser hijo de Dios no meramente por adopción legal sino por real y verdadera participación de la vida divina. "A todos los que lo recibieron, les concedió ser hijos de Dios" (Jn 1,12). El Reino de Cristo no es de dominar la tierra. El mismo dijo a Pilato: "Mi reinado no es de acá" (Jn, 18,36).

Se designa el Reino de Dios comúnmente con el nombre de Iglesia. Es a la vez divino y humano, terreno y celestial. Pequeño al principio como el grano de mostaza, estaba llamado a ser católico, o sea, a extenderse por todo el mundo. La idea de la Iglesia como Reino universal de Dios demuestra claramente que no puede haber más que un solo Reino de Dios.

La Iglesia es Jesucristo, que vive y actúa en el mundo por sus ministros, debidamente autorizados, hasta el fin de los tiempos. Él dio a su Iglesia una forma, una organización que la capacitase para realizar su misión en el mundo: enseñar, dirigir y santificar las almas.

Pertenecer al Reino de Dios es lo más precioso a que puede aspirar una persona. Debemos considerarlo como una perla que no tiene precio y, en agradecimiento, sacrificarnos por este don.

Jesucristo es nuestro Rey. Es el primogénito de toda la creación. Él es antes que todas las cosas, pues todo fue creado en Él, por Él y para Él. Es el más importante entre todas las criaturas a la vez que su Creador, perfecta imagen de Dios, el primogénito de la creación.

Cristo es el centro del plan salvífico de Dios, porque el cristiano puede llevar a cumplimiento su tarea haciendo que la creación dé gloria a Dios por medio de Jesús, el Señor resucitado. Dijo Jesús a Pilato: "Mi reinado no es de acá… Tú lo has dicho: Yo soy Rey. Para esto nací, para esto vine al mundo, para ser testigo de la Verdad. Todo hombre que está de parte de la verdad, escucha mi voz" (Jn 18, 36-37)

Es de fe que Jesucristo en cuanto Hombre tiene pleno espiritual para guiar por el camino de la salvación, establecer la Iglesia y los Sacramentos y conceder todas las gracias de orden sobrenatural. Por estar unidas en Él las naturalezas divinas y humanas posee mayor poder aún y esto es la base de la Realeza. 

Cada uno de nosotros debemos esforzarnos personalmente por ser súbditos de Cristo Rey con la mayor perfección posible de mente, voluntad y corazón, porque fuimos comprados al precio de su preciosísima Sangre. Cristo es Rey del hogar y de la sociedad.Jesús nos pide creer en Él, poner en Él nuestra esperanza y amarle de todo corazón. Él nos ha dicho "El Padre ama al Hijo y pone todas las cosas en sus manos. El que cree en el Hijo tiene Vida eterna" (Jn 3, 35-36).




 «A Jesucristo Rey de reyes venid y adorémosle»

Es día de proclamar su realeza, de decir entre suspiros: ¡Venga a nosotros tu reino! De decir al Padre: ¡Padre glorifica a tu Hijo!

Jesucristo no es Rey por gracia nuestra, ni por voluntad nuestra, sino por derecho de nacimiento, por derecho de filiación divina, por derecho también de conquista y de rescate.

«Así que Cristo es Rey universal de este mundo por su propia esencia y naturaleza» (Sn. Cirilo de Alejandría), en virtud de aquella admirable unión que llaman hipostática, la cual le da pleno dominio no sólo sobre los hombres, sino sobre los ángeles y todas las criaturas. (Pío XI)

Y ¿qué de extraño tiene sea Rey de los hombres el que fue Rey de los siglos? Pero Jesucristo no es Rey para exigir tributos o para armar un ejército con hierro y pelear visiblemente contra sus enemigos. Es Rey para gobernar los espíritus, para proveer eternamente al mundo, para llamar al reino de los cielos a los que creen, esperan y aman.

Nadie tema vaya a perder algo porque se someta al «suavísimo imperio de Cristo». (Col) No teman las sociedades porque Él es quien las funda y las sustenta. No teman los poderosos porque « no quita los reinos mortales quien da los celestiales». No teman tampoco los individuos porque servir a Cristo es reinar. Es un Rey tal, que no esclaviza, ni esquilma a sus servidores; un Pastor y un Señor que no toma nada de su rebaño, sino que todo lo da, y antes se desvive por los suyos y se les entrega, con todos sus bienes ya desde la tierra, hasta que sean capaces de poseerle y de gozarle más cumplidamente en el cielo.

Piensan los insensatos que les va a privar de la libertad, cuando se la va a acrecentar y perfeccionar, proscribiendo tan sólo el libertinaje, tan fatal para el alma como para los cuerpos, para las naciones como para los individuos, ya que «lo que hace míseros a los pueblos es el pecado». 

Conviene, pues que Él reine, porque su reinado «es eterno y universal, es un reinado de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz. Quiere ante todo reinar en las inteligencias, en las voluntades y en los corazones de los hombres.


Consagración de la humanidad para el día de Cristo Rey por el Papa Pío XI 

¡Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano! Miradnos humildemente postrados; vuestros somos y vuestros queremos ser, y a fin de vivir más estrechamente unidos con vos, todos y cada uno espontáneamente nos consagramos en este día a vuestro Sacratísimo Corazón.
Muchos, por desgracia, jamás, os han conocido; muchos, despreciando vuestros mandamientos, os han desechado. ¡Oh Jesús benignísimo!, compadeceos de los unos y de los otros, y atraedlos a todos a vuestro Corazón Santísimo. 

¡Oh Señor! Sed Rey, no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Vos, sino también de los pródigos que os han abandonado; haced que vuelvan pronto a la casa paterna, que no perezcan de hambre y miseria. 

Sed Rey de aquellos que, por seducción del error o por espíritu de discordia, viven separados de Vos; devolvedlos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe para que en breve se forme un solo rebaño bajo un solo Pastor. 

Sed Rey de los que permanecen todavía envueltos en las tinieblas de la idolatría; dignaos atraerlos a todos a la luz de vuestro reino. 

Conceded, ¡oh Señor!, incolumidad y libertad segura a vuestra Iglesia; otorgad a todos los pueblos la tranquilidad en el orden; haced que del uno al otro confín de la tierra no resuene sino ésta voz: ¡Alabado sea el Corazón divino, causa de nuestra salud! A Él se entonen cánticos de honor y de gloria por los siglos de los siglos. Amén.

                                        


Oración a Cristo Rey

¡Oh Cristo Jesús! Os reconozco por Rey universal. Todo lo que ha sido hecho, ha sido creado para Vos. Ejerced sobre mí todos vuerstros derechos.

Renuevo mis promesas del Bautismo, renunciando a Satanás, a sus pompas y a sus obras, y prometo vivir como buen cristiano. Y muy en particular me comprometo a hacer triunfar, según mis medios, los derechos de Dios y de vuestra Iglesia. 



¡Divino Corazón de Jesús! Os ofrezco mis pobres acciones para que todos los corazones reconozcan vuestra Sagrada Realeza, y que así el reinado de vuestra paz se establezca en el Universo entero. Amén.

Las Sagradas Escrituras

"Ya tengo consagrado yo a mi Rey en Sión, mi monte santo…Tú eres hijo mío, hoy te he dado a la vida. Pídeme y serán tu herencia las naciones, tu propiedad los confines de la tierra. Las podrás aplastar con vara de hierro" (Sal 2, 6-9)." Dios le dará el trono de David, su antepasado. Gobernará por siempre el pueblo de Jacob y su reino no terminará jamás" (Lc 1, 32-33)

"Mi realeza no procede de este mundo; si fuera rey como los de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reinado no es de acá. "Pilato le preguntó: Entonces ¿tú eres rey?" Jesús contestó: "Tú lo has dicho: Yo soy Rey. Para esto nací, para esto vine al mundo, para ser testigo de la Verdad". (Jn 18, 36-37) 



"Lleva escrito en la capa y en el muslo este título: "Rey de reyes y Señor de señores". (Ap 19, 16) 


Fuente: www.ewtn.com

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