jueves, 15 de octubre de 2020

Santa Teresa de Ávila

 SANTA TERESA DE JESÚS, LA SANTÍSIMA VIRGEN Y SAN JOSÉ

 ©  Escrito por SCTJM
 



"Dios no ha de forzar nuestra voluntad; toma lo que le damos; mas no se da a sí del todo

hasta que nos damos del todo". (Santa Teresa de Jesús)

Breve

Nace Teresa en Ávila el 28 de marzo de 1515. A los dieciocho años, entra en el Carmelo. A los cuarenta y cinco años, para responder a las gracias extraordinarias del Señor, emprende una nueva vida cuya divisa será: «O sufrir o morir». Es entonces cuando funda el convento de San José de Ávila, primero de los quince Carmelos que establecerá en España. Con san Juan de la Cruz, introdujo la gran reforma carmelitana. Sus escritos son un modelo seguro en los caminos de la plegaria y de la perfección. Murió en Alba de Tormes, al anochecer del 4 de octubre de 1582. Pablo VI la declaró doctora de la Iglesia el 27 de septiembre de 1970.


La gran española carmelita reformadora, Sta. Teresa de Ávila ha sido justamente llamada "una de las mujeres mas grandes, mas atractivas y apreciadas, que el mundo haya conocido". Sus amigos exclamaban: "Gracias a Dios que nos ha permitido ver a una santa a quien podemos imitar".  Además de su santidad, dones espirituales y místicos, la santa tenía un gran sentido del humor.

 Ella fue una de esas almas apostólicas, como Catalina de Siena, que tuvo una intensa devoción a Jesucristo y alcanzó grandes alturas de comunión mística con El. En sus maravillosos escritos también nos revela que la Madre de Dios no solo la ayudó en muchas ocasiones a llevar a cabo sus grandes empresas apostólicas, sino que recompensó su ferviente devoción, manifestándosele en muchas de sus significantes experiencias místicas.

En su autobiografía, Sta. Teresa escribió que su madre le enseñó, ya desde muy niña a "orar y ser devota de Nuestra Señora".  Cada tarde después de cena la familia se reunía a rezar juntos, y así se iba despertando en ella y en su hermano un gran amor por el Señor, la Virgen, los  santos y los mártires.  A tal punto que llegaron a desear morir mártires a manos de los moros.  Incluso, construyeron una ermita en el jardín, en la cual rezaban el rosario y jugaban a ser monjes y monjas. 

Cuando Teresa en su juventud se encontraba en conflictos interiores, tenía como costumbre ir a la capilla de un hospital cercano y pasar grandes ratos frente a una estatua de la Virgen, que le evocaba consuelo y paz.

La madre de Teresa murió cuando esta tenia tan solo 13 años.  Muchos años después la Santa escribió: "Cuando empecé a comprender lo que esta pérdida significó para mi, en mi aflicción fui a una imagen de Nuestra Señora y con muchas lágrimas en mis ojos, le imploré que fuera mi Madre.  Hice esto con toda sencillez de corazón, y creo que me ayudo grandemente, ya que por experiencia he descubierto que la Virgen Santísima ha venido en mi auxilio cada vez que me he encomendado a Ella."

Teresa había perdido muchas horas, noches y días leyendo novelas románticas, que la llevaron poco a poco a la vanidad y a las conversaciones frívolas.  Pero pronto su padre la envió a un convento- escuela de las Agustinas llamado: "Nuestra Señora de la Gracia".

Gradualmente por la gracia de Dios concedida a Teresa  a través de María Santísima y después de un gran conflicto interior, Teresa se decidió ser religiosa.  No pensaba que tenía madera para ser una santa, pero por lo menos una buena religiosa.

Cuando cumplió los 20 años, a pesar de la oposición de su padre, Teresa se fue de la casa y entro en un convento carmelita conocido por ser bastante flexible, el convento de "Nuestra Señora de la Encarnación" en Ávila.  En Noviembre 2, 1537, profesó y tomó el hábito de la gloriosa Virgen del Monte Carmelo.

El  siguiente verano, después de meses de enfermedad y de oración solitaria, un poco antes de la fiesta de la Asunción, la joven religiosa aparentemente murió; cavaron su tumba, y cuando iba a empezar el funeral, abrió los ojos y dijo a sus afligidos familiares: ")estoy de  regreso?.  Acababa de tener su primera e inolvidable experiencia mística, en la cual tuvo una visión del horror del infierno y de su propio futuro.  Vio también comunidades de monjas organizadas con su esfuerzo, muchas almas entrando al cielo y finalmente su propia muerte.

En los próximos tres años, Teresa estaba parcialmente paralizada y sufrió intensamente, hasta que tomó a Sn. José como su especial patrón y el Señor le concedió el milagro de la sanación total a través de su padre virginal. Por el resto de su vida, Teresa seria gran devota de San José hasta llegar a decir: "no puedo recordar que le haya pedido alguna vez algo, que el no me haya concedido".  Es precisamente por este ejemplo de Santa Teresa, que la devoción ha San José ha aumentado grandemente en los tiempos modernos.

 Aunque todavía Teresa se complacía en las conversaciones y visitas del mundo, ya comenzaba a avanzar en la vida de oración y poco a poco Jesús la iba atrayendo más íntimamente hacia Su Corazón. 

Pronto, Teresa recibiría más favores sobrenaturales. Nuestro Señor se le aparecía y conversaba con ella muy frecuentemente, mientras iba haciendo una obra interior de transformación en Teresa.  Al principio sus confesores y directores espirituales, pensaban que estaba siendo engañada por el demonio, y por ello tuvo que sufrir gran soledad e incomprensión; angustia y tribulación interior.

Buscando el consuelo de la Virgen, Teresa emprendió una difícil peregrinación a través de las montañas hacia el Santuario español de Nuestra Señora de Guadalupe. Finalmente, después de casi 20 anos de sufrimiento interior y purificación a través de la penitencia y la oración, fue liberada de esta tribulación cuando el gran místico y reformador franciscano Sn. Pedro de Alcántara, la visitó y declaró que ella estaba ciertamente inspirada por Dios.  Sta. Teresa se confesó por primera vez con este santo hombre en la Iglesia de la Anunciación y agradeció a la Virgen María por esta valiosa asistencia. 

Fue en este período de su vida, que Teresa escribió: "en la fiesta de la Asunción de Nuestra Señora, reina de los ángeles, nuestro Señor se complació en darme esta gracia: en éxtasis El me hizo contemplar a María subiendo al cielo.  Pude contemplar el gozo y la solemnidad al ser recibida allá, y así como pude ver el lugar donde ella se encuentra ahora.  El describirlo va mucho mas allá de lo que yo puedo decir.  El gozo que llenó mi alma al ver tan grande gloria era excesivo.  Los efectos de esta visión fueron grandiosos: me hizo desear padecer muchas mas grandes tribulaciones, y tuve un gran e intenso deseo de servir a nuestra Señora por sus grandes méritos".

De ahí en adelante muchos eventos importantes en la vida de Teresa ocurrieron en fiestas de la Virgen María, que ella escribió una vez: "hoy es la vigilia de Nuestra Señora de Agosto.  Nuestros gozos y sufrimientos vienen a nosotros en sus fiestas, como si vinieran de Ella".  Y en la fiesta de la Asunción de 1561, cuando la santa de 46 años de edad, planeaba contrarrestar la guerra protestante en contra de la Iglesia de Cristo, fundando una pequeña comunidad de santas monjas contemplativas, bajo la estricta regla carmelita primitiva, Teresa experimentó una decisiva manifestación sobrenatural, la cual marcó el punto de partida: de una vida de purificación interior intensa, a una vida de actividad apostólica.

"Yo estaba en la Iglesia del monasterio del glorioso Sto. Domingo, pensando en los eventos de mi desolada vida y de los muchos pecados, los cuales en tiempos pasados yo había confesado. en esa Iglesia.  Caí en un éxtasis tan profundo.  Me senté y parecía que no podía ni siquiera ver la elevación, ni escuchar la Misa.  Yo pensé entonces que me vi a mi misma vestida de un manto de gran blancura y esplendor.  Al principio no vi quien me lo estaba poniendo.  Después vi a Nuestra Señora a mi derecha y a mi padre Sn. José a mi izquierda, vistiéndome con este manto.  Se me concedió comprender que en ese momento estaba limpia de mis pecados.  Cuando estuve revestida, estaba llena de gran alegría y nuestra Señora parecía que me tomaba de las dos manos.  Ella dijo que yo la había complacido grandemente al ser bien devota del glorioso Sn. José y que podía confiar que mis deseos relacionados al convento se llevarían a cabo, que no debía temer ningún fracaso porque ellos velarían sobre nosotros y por que su Hijo prometió estar con nosotras, y como prueba de esto, Ella me iba a dar esta joya.  Entonces, pareció que ella me ponía alrededor de mi cuello un espléndido collar de oro, del cual colgaba una cruz de mucho valor...  la belleza que vi en nuestra Señora era extremadamente grande, aun cuando no podía definir sus facciones, pero era toda la forma de su cara, revestida de blanco,

con un gran y suave esplendor. No vi a Sn. José claramente pero sabía que estaba allí. Nuestra Señora parecía ser bastante joven...  Cuando la Virgen María y San José estuvieron conmigo por bastante tiempo, yo experimentaba el mas grande gozo que hubiera sentido y no hubiera querido salir de el.  Los vi entonces subir al cielo con una multitud de ángeles.  Yo me quedé en gran soledad, aun cuando estaba confortada y animada, me quedé tan recogida, que por algún tiempo no pude moverme, ni hablar.  Yo estaba poseída por un fuerte deseo de ser consumida por el amor de Dios. Nunca he tenido la duda que  fue una visión que vino de Dios.  Me dejó en gran consolación y paz."

 "En otro momento vi a Nuestra Señora poniendo una capa de intensa blancura en cierto padre dominico.  Ella me dijo que le dio esa capa en consideración al servicio que le había prestado al ayudar a fundar esta casa y que era un signo de que Ella (la Virgen)le preservaría siempre su alma pura y que el no caería en pecado mortal".

Finalmente Teresa estaba lista para comenzar su dramática campaña de 20 años por la reforma de la orden carmelita.  Durante este período, sin importarle la incomprensión, la persecución y las tremendas dificultades prácticas, esta gran reformadora  apostólica de María y de San José, fundo 17 pequeñas comunidades de fervientes monjas contemplativas, 11 de las cuales dedicadas a Sn. José y 4 a la Santísima Virgen.  

Teresa inspiró al joven sacerdote Sn. Juan de la Cruz, a hacer lo mismo con los frailes carmelitas.

Teresa una vez expresó la filosofía básica de esta su reforma en estas palabras: "cuando veo las grandes necesidades de la Iglesia, soy tan afligida por ellas, que me parece burla estar preocupada por otra cosa..  pues veo que una sola persona completamente perfecta, con verdadero fervor, y amor por Dios, valdría mas que muchos que están tibios"

En el principio de su misión, tuvo esta experiencia: "un día después de la comunión, nuestro Señor me mandó a trabajar con todas mis fuerzas por este fin. El me hizo grandes promesas, que el convento sería ciertamente construido, que El se complacería en el y Sn. José haría de custodio en una puerta y nuestra Señora de custodia en la otra.  Que Cristo estaría en medio de nosotras".

Después de su primera fundación en Ávila, de un pequeño y pobre convento reformado, sin ninguna seguridad, "mientras oraba en la capilla vi a Cristo, quien me recibió con gran afecto, puso una corona en mi cabeza y me agradeció lo que había hecho por su Madre."

"En otra ocasión cuando todas estábamos rezando en el coro después de las completas, vi a Nuestra Señora en grandiosa gloria, en un manto blanco con el cual parecía que nos cubría a todas.  Comprendí por esto el tan alto grado de gloria al cual Nuestro Señor elevaría a las religiosas de esta casa."

Y la humilde santa agradecida a la Virgen, con lágrimas en sus ojos, dijo a sus hijas: "alábenlo, mis hijas, que ustedes sean verdaderamente las hijas de Nuestra Señora y ustedes no tienen porque avergonzarse de que yo soy una mala persona, ya que ustedes tienen tan buena Madre.  Imítenla y reflexionen que la grandeza de esta Señora y el bien de tenerla a Ella como patrona ha sido tal que mis pecados y el yo ser como soy, no han sido suficiente para arruinar esta santa orden.  Mis hijas, imitemos en cierta medida la gran humildad de la Santísima Virgen, cuyo hábito llevamos por vestido, para que seamos dignas de llamarnos sus hijas.  Mientras mas parezca que nos humillamos, nos quedamos cortas en ser dignas hijas de tan gran Madre."

 Como prueba de su intensa devoción y gratitud a María, Teresa no solo puso sobre la puerta del nuevo convento, una estatua de Nuestra Señora,  pero también tenía una estatua de Sta. Ana con la Virgen y el niño, Cristo en las escaleras, y en su celda, tenia una estatua de la Virgen María. Además de haberle mandado una a su hermano que iba para América Central.  Para honrar a la Madre de Dios aun mas, Teresa dedicó una de las ermitas en el patio del convento a Nuestra Señora de Nazaret, y después insistió, sin importarle los obstáculos que se le presentaban, en fundar algunas comunidades en la fiesta de la Asunción.

Santa Teresa atribuyó un inesperado permiso para los primeros frailes reformados, a la intercesión de la Virgen María, y nombró a su primer pequeño monasterio con el nombre de Concepción de Nuestra Señora del Carmen.

Es de notar que esta Santa que viajó sobre esos rudos y montañosos caminos de España central, en calor, lluvia o nieve, en carreta o en mula, una vez compasivamente urgió a una señora noble antes de un viaje a que se recordara de los sufrimientos de la Virgen María en sus viajes.

"Es maravilloso cuan agradable es a nuestro Señor cualquier servicio hecho a su Madre, y su misericordia es grande para los que los ofrecen".  De hecho, Cristo le reveló a la Santa que un joven que ella había conocido y que había muerto en  grave peligro de perdición eterna, se había salvado por que El había tenido compasión de el por la buena obra que el había hecho por la Virgen María en darle su casa a los frailes carmelitas para un monasterio".

Mientras las tribulaciones de Teresa aumentaban, nuestro Señor animaba a su fiel sierva con estas palabras: "se fuerte, por que ves como yo cuento contigo.Tu verás la orden de la Virgen avanzar grandemente en tus días".

Cuando Santa Teresa fue hecha priora de un gran convento no reformado en donde fue recibida con gritos de insulto y de odio, en la primera reunión del capítulo, con su típica humildad y carisma, ella puso una imagen de Nuestra Señora de la Merced en la silla de la priora, con la llave del convento en sus manos, mientras Teresa se sentó modestamente a los pies de María.  En pocos meses sus enemigas fueron ganadas, ante todo por haber puesto a la Virgen como Madre y superiora del convento, y por su especial combinación de caridad santa, habilidad práctica y contagioso buen sentido del humor. Ella dio todo el crédito de este cambio a la Virgen María diciendo con su encantadora sonrisa: "Mi priora hace estas maravillas".

 Y como prueba divina de que la Santísima Virgen era realmente la priora celestial del convento, una noche durante el coro: "al comienzo de la Salve vi a la Madre de Dios descender con una multitud de ángeles al lugar de la priora donde la imagen de Nuestra Señora está y sentarse en la  silla.. se quedo ahí durante la Salve y me dijo: 'has hecho bien en ponerme aquí.  Yo estaré presente cuando las hermanas canten las alabanzas de mi Hijo, y yo se las ofreceré a El. Después de esto permanecí en oración... y me pareció que la persona del Padre me atrajo hacia sí y me hablo con palabras que me confortaron. Me decía mientras me mostraba cuanto me amaba: "Yo te doy a Mi Hijo, al Espíritu Santo y a la Santísima Virgen, qué me puedes dar tu?"

Una vez la santa tuvo: "un gozo  especial en la fiesta de la Natividad de Nuestra Señora. Cuando llegó este día, pensé que sería bueno renovar nuestros votos y entonces vi a Nuestra Señora. Me pareció como si los estuviéramos haciendo frente a Ella y que le eran agradables. Tuve esta visión constantemente por varios días y Nuestra Señora estaba a mi lado izquierdo.

Durante los últimos años de su vida, Nuestro Señor llevo a Santa Teresa a través del camino de la Cruz. Teresa sufrió una oposición que se incrementaba y una cruel persecución. Y aun cuando sus enemigos la acusaron a la Inquisición, llamándole hereje, María Santísima le dijo:" no sufras, porque esta causa es mía". Y la Santa tuvo una gran razón de escribir que nuestra Señora: "tiene como costumbre ayudar a aquellos que desean ponerse bajo su protección".

Cuando parecía que la abolición formal de las comunidades reformadas de Teresa, se acercaba y era casi inevitable, después de estar tan roto su corazón que lloró durante todo el día antes de la Navidad y la Misa de Medianoche, pidiendo la ayuda de su amado patrón San José: "mientras estaba en oración... ella vio a San José en una visión junto con la Virgen, orando a su Hijo por la reforma".

Siguiendo la orden del Señor, ella le escribió directamente al rey Felipe II: "Yo estoy convencida que Nuestra Señora ha decidido servirse de vuestra majestad y tomarle como su defensor para librar a esta orden..."  En pocas semanas, las altas autoridades de la Iglesia y del estado aprobaron y reconocieron el movimiento de la reforma de Santa Teresa como una orden independiente de carmelitas descalzos, de monjas y frailes.

Al final de la vida de Teresa una noche, "en maitines Nuestro Señor se acostó en mis brazos así como es pintado en los cuadros de la Madre Dolorosa. Él me dijo: "no tengas miedo, porque la unión de mi Padre con tu alma es incomparablemente mas cercana que esto". En otra ocasión Jesús le dijo que cuando El resucitó se le apareció a su Madre, porque ella estaba en gran sufrimiento y que permaneció bastante tiempo con Ella para consolarla.

Santa Teresa habiendo cumplido la misión que el Señor le encomendó con la ayuda de su gracia, la mediación materna de la Virgen Santísima y de San José, murió el día de San Francisco de Asís, en el año de 1582.

Santa Teresa repetía: "Parece que Jesucristo quiere demostrar que así como San José lo trató tan sumamente bien a El en esta tierra, El le concede ahora en el cielo todo lo que le pida para nosotros. Pido a todos que hagan la prueba y se darán cuenta de cuán ventajoso es ser devotos de este santo Patriarca".

 


Precisamente al día siguiente, entró en vigor la reforma gregoriana del calendario, que suprimió diez días, de suerte que la fiesta de la santa fue fijada, más tarde, el 15 de octubre.

Santa Teresa fue sepultada en Alba de Tormes, donde reposan todavía sus reliquias.

Su canonización tuvo lugar en 1622.

El 27 de septiembre de 1970 Pablo VI le reconoció el título de Doctora de la Iglesia.

En la actualidad, las carmelitas descalzas son aprox. 14.000 en 835 conventos en el mundo. Los carmelitas descalzos son 3.800 en 490 conventos.


POESÍAS LÍRICAS DE SANTA TERESA DE JESÚS


Mi Amado para mí

Hermosura de Dios

Muero porque no muero

Ayes del destierro

Búscate en mí

Loas a la Cruz

Vuestra Soy

La Cruz


Mi Amado para mí

Ya toda me entregué y di

Y de tal suerte he trocado

Que mi Amado para mi

Y yo soy para mi Amado.

 

Cuando el dulce Cazador

Me tiró y dejó herida

En los brazos del amor

Mi alma quedó rendida,

Y cobrando nueva vida

De tal manera he trocado

Que mi Amado para mí

Y yo soy para mi Amado.

 

Hirióme con una flecha

Enherbolada de amor

Y mi alma quedó hecha

Una con su Criador;

Ya yo no quiero otro amor,

Pues a mi Dios me he entregado,

Y mi Amado para mí

Y yo soy para mi Amado.


Muero porque no muero

Vivo sin vivir en mí

Y tan alta vida espero

Que muero porque no muero.


Vivo ya fuera de mí

Después que muero de amor,

Porque vivo en el Señor

Que me quiso para Sí.

Cuando el corazón le di

Puso en él este letrero:

Que muero porque no muero.


Esta divina prisión

Del amor con que yo vivo

Ha hecho a Dios mi cautivo

Y libre mi corazón;

Y causa en mí tal pasión

Ver a Dios mi prisionero,

Que muero porque no muero.


¡Ay, que larga es esta vida,

Qué duros estos destierros,

Esta cárcel y estos hierros

En que el alma esta metida!

Sólo esperar la salida

Me causa dolor tan fiero,

Que muero porque no muero.


iAy, que vida tan amarga

Do no se goza el Señor!

Porque si es dulce el amor,

No lo es la esperanza larga:

Quíteme Dios esta carga

Más pesada que el acero,

Que muero porque no muero.


Sólo con la confianza

Vivo de que he de morir,

Porque muriendo el vivir

Me asegura mi esperanza.

Muerte do el vivir se alcanza,

No te tardes, que te espero,

Que muero porque no muero.


Mira que el amor es fuerte;

Vida, no me seas molesta,

Mira que sólo te resta,

Para ganarte, perderte;

Venga ya la dulce muerte,

Venga el morir muy ligero,

Que muero porque no muero.


Aquella vida de arriba,

Que es la vida verdadera,

Hasta que esta vida muera

No se goza estando viva.

Muerte, no seas esquiva;

Viva muriendo primero,

Que muero porque no muero.


Vida, ¿que puedo yo darle

A mi Dios que vive en mí,

Si no es perderte a ti

Para mejor a El gozarle?

Quiero muriendo alcanzarle,

Pues a El solo es al que quiero.

Que muero porque no muero.


Búscate en mí

Alma, buscarte has en Mí,

Y a Mí buscarme has en ti.


De tal suerte pudo amor,

Alma, en Mí te retratar,

Que ningún sabio pintor

Supiera con tal primor

Tal imagen estampar.


Fuiste por amor criada

Hermosa, bella, y ansí

En mis entrañas pintada,

Si te pierdes, mi amada,

Alma, buscarte has en Mí.


Que Yo sé que te hallarás

En mi pecho retratada

Y tan al vivo sacada,

Que si te ves te holgarás

Viéndote tan bien pintada.


Y si acaso no supieres

Donde me hallarás a Mí,

No andes de aquí para allí,

Sino, si hallarme quisieres

A Mí, buscarme has en ti.


Porque tú eres mi aposento,

Eres mi casa y morada,

Y ansí llamo en cualquier tiempo,

Si hallo en tu pensamiento

Estar la puerta cerrada.


Fuera de ti no hay buscarme,

Porque para hallarme a Mí,

Bastará solo llamarme,

Que a ti iré sin tardarme

Y a Mí buscarme has en ti.


Vuestra Soy

Vuestra soy, para Vos nací,

¿Qué mandáis hacer de mí? 

Soberana Majestad,

Eterna sabiduría,

Bondad buena al alma mía,

Dios, alteza, un ser, bondad,

La gran vileza mirad

Que hoy os canta amor ansí.

¿Qué mandáis hacer de mí?


 Vuestra soy, pues me criastes;

Vuestra, pues me redimistes;

Vuestra, pues que me sufristes;

Vuestra, pues que me llamastes;

Vuestra, pues me conservastes;

Vuestra, pues no me perdí.


¿Qué mandáis hacer de mí?

¿Que mandáis, pues, buen Señor,

Que haga tan vil criado?

¿Cuál oficio le havéis dado

A este esclavo pecador?


Veisme aquí, mi dulce Amor,

Amor dulce, veisme aquí,

¿Qué mandáis hacer de mí?

Veis aquí mi corazón,

Yo le pongo en vuestra palma

Mi cuerpo, mi vida y alma,

Mis entrañas y afición;


Dulce Esposo y redención,

Pues por vuestra me ofrecí

¿Qué mandáis hacer de mí?


 Dadme muerte, dadme vida:

Dad salud o enfermedad,

Honra o deshonra me dad,

Dadme guerra o paz cumplida,

Flaqueza o fuerza a mi vida,

Que a todo digo que sí.


¿Qué mandáis hacer de mí?

Dadme riqueza o pobreza,

Dadme consuelo o desconsuelo,

Dadme alegría o tristeza,

Dadme infierno o dadme cielo,

Vida dulce, sol sin velo,

Pues del todo me rendí.

¿Qué mandáis hacer de mí?


 Si queréis, dadme oración,

Si no, dadme sequedad,

Si abundancia y devoción,

Y si no esterilidad.


Soberana Majestad,

Sólo hallo paz aquí.

¿Qué mandáis hacer de mí?


 Dadme, pues, sabiduría,

O por amor ignorancia.

Dadme años de abundancia

O de hambre y carestía,


Dad tiniebla o claro día,

Revolvedme aquí o allí.

¿Qué mandáis hacer de mí?


 Si queréis que este holgando,

Quiero por amor holgar,

Si me mandáis trabajar,

Morir quiero trabajando.

Decid, dónde, cómo y cuándo.


Decid, dulce Amor, decid.

¿Qué mandáis hacer de mí?


 Dadme Calvario o Tabor,

Desierto o tierra abundosa,

Sea Job en el dolor,

O Juan que al pecho reposa;

Sea viña fructuosa

O estéril, si cumple ansí.


¿Qué mandáis hacer de mí?

Sea Josef puesto en cadenas

O de Egipto Adelantado,

O David sufriendo penas,

O ya David encumbrado.

Sea Jonás anegado,

O libertado de allí.


¿Qué mandáis hacer de mí?

Esté callando o hablando,

Haga fruto o no le haga,

Muéstreme la Ley mi llaga,

Goce de Evangelio blando,

Esté penando o gozando,

Sólo Vos en mí vivid.


¿Qué mandáis hacer de mí?

Vuestra soy, para Vos nací,

¿Qué mandáis hacer de mí?


Hermosura de Dios

 ¡Oh, Hermosura que excedéis

 a todas las hermosuras!

 Sin herir dolor hacéis,

 Y sin dolor deshacéis

 El amor de las criaturas.

 

 ¡Oh, ñudo que así juntáis

 Dos cosas tan desiguales!

 No sé por qué os desatáis,

 Pues atado fuerza dais

 A tener por bien los males.

 

 Juntáis quien no tiene ser

 Con el Ser que no se acaba:

 Sin acabar acabáis,

 Sin tener que amar amáis,

 Engrandecéis vuestra nada


Ayes del destierro

¡Cuán triste es, Dios mío;

La vida sin ti!

Ansiosa de verte

Deseo morir.


Carrera muy larga

Es la de este suelo,

Morada penosa,

Muy duro destierro.

¡Oh dueño adorado,

Sácame de aquí!

Ansiosa de verte

Deseo morir.


Lúgubre es la vida,

Amarga en estremo;

Que no vive el alma

Que está de ti lejos.

¡Oh dulce bien mío,

Que soy infeliz!

Ansiosa de verte

Deseo morir.


iOh muerte benigna,

Socorre mis penas!

Tus golpes son dulces,

Que el alma libertan.

iQue dicha, oh mi amado,

Estar junto a Ti!

Ansiosa de verte

Deseo morir.


El amor mundano

Apega a esta vida;

El amor divino

Por la otra suspira.

Sin ti, Dios eterno,

¿Quien puede vivir?

Ansiosa de verte

Deseo morir.


La vida terrena

Es continuo duelo;

Vida verdadera

La hay sólo en el cielo.

Permite, Dios mío,

Que viva yo allí.

Ansiosa de verte

Deseo morir.


¿Quién es el que teme

La muerte del cuerpo,

Si con ella logra

Un placer inmenso?

¡Oh, sí, el de amarte,

Dios mío, sin fin!

Ansiosa de verte

Deseo morir.


Mi alma afligida

Gime y desfallece.

iAy! ¿Quién de su amado

Puede estar ausente?

Acabe ya, acabe

Aqueste sufrir.

Ansiosa de verte

Deseo morir.


El barbo cogido

En doloso anzuelo

Encuentra en la muerte

El fin del tormento.

iAy!, también yo sufro,

Bien mío, sin ti.

Y Ansiosa de verte

Deseo morir.


En vano mi alma

Te busca, ioh mi dueño!;

Tu siempre invisible

No alivias su anhelo.

iAy!, esto la inflama

Hasta prorrumpir:

Ansiosa de verte

Deseo morir.


iAy!, cuando te dignas

Entrar en mí pecho,

Dios mío, al instante

El perderte temo.

Tal pena me aflige

Y me hace decir:

Ansiosa de verte

Deseo morir.


Haz, Señor, que acabe

Tan larga agonía,

Socorre a tu sierva

Que por ti suspira.

Rompe aquestos hierros

Y sea feliz.

Ansiosa de verte

Deseo morir.


Mas no, dueño amado,

Que es justo padezca;

Que expíe mis yerros,

Mis culpas inmensas.

iAy!, logren mis lágrimas

Te dignes oír

Ansiosa de verte

Deseo morir.


Loas a la Cruz

Cruz, descanso sabroso de mi vida,

Vos seáis la bienvenida.


iOh bandera, en cuyo amparo

El más flaco será fuerte!

iOh, vida de nuestra muerte,

Que bien la has resucitado!

AI león has amansado,

Pues por ti perdió la vida.

Vos seáis la bienvenida.


Quien no os ama está cautivo

Y ajeno de libertad;

Quien a vos quiere allegar

No tendrá en nada desvío.

iOh dichoso poderío

Donde el mal no halla cabida!

Vos seáis la bienvenida.


Vos fuisteis la libertad

De nuestro gran cautiverio;

Por vos se reparó mi mal

Con tan costoso remedio,

Para con Dios fuiste medio

De alegría conseguida.

Vos seáis la bienvenida.


La Cruz

En la cruz esta la vida

Y el consuelo,

Y ella sola es el camino

Para el cielo.


En la cruz esta el Señor

De cielo y tierra

Y el gozar de mucha paz,

Aunque haya guerra,

Todos los males destierra

En este suelo,

Y ella sola es el camino

Para el cielo.


De la cruz dice la Esposa

A su Querido

Que es una palma preciosa

Donde ha subido,

Y su fruto le ha sabido

A Dios del cielo,

Y ella sola es el camino

Para el cielo.


Es una oliva preciosa

La santa cruz,

Que con su aceite nos unta

Y nos da luz.

Toma, alma mía, la cruz

Con gran consuelo,

Y ella sola es el camino

Para el cielo.


Es la cruz el árbol verde

Y deseado

De la Esposa que a su sombra

Se ha sentado

Para gozar de su Amado,

El Rey del cielo,

Y ella sola es el camino

Para el cielo.


El alma que a Dios está

Toda rendida,

Y muy de veras del mundo

Desasida

La cruz le es árbol de vida

Y de consuelo,

Y un camino deleitoso

Para el cielo.


Después que se puso en cruz

El Salvador,

En la cruz esta la gloria

Y el honor,

Y en el padecer dolor

Vida y consuelo,

Y el camino mas seguro

Para el cielo.


 Poesías tomadas del libro "Santa Teresa de Jesús, Obras Completas". BAC, Madrid, 1986.

Bibliografía:

Butler, Vida de los Santos

Sálesman, Eliécer; Vida de los Santos.

Sgarbossa, Mario y  Luigi Giovannini, Un Santo Para Cada Dia


 Otros Escritos:

De sus obras

-Dichos de Santa Teresa

-Poesía lírica de Sta. Teresa

-Acordémonos del amor de Cristo + Necesidad de la oración

-Venga a nosotros tu reino -De Camino de Perfección

-Santa Teresa, la Virgen y San José


En otras páginas:

La Orden del Carmelo

Enlaces  Obras Completas    SantaTeresaDeAvila.com


 


 



 

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