lunes, 28 de abril de 2025

San Agustín - Misericordia Divina -Capítulos 31 y 32

 



MEDITACIONES

Traductor: P. TEODORO CALVO MADRID

Libro único
Capítulos 31 y 32

Capítulo 31. INVOCACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD

La fe que en tu bondad me concediste para mi salvación es la que te invoca, oh Señor; porque el alma fiel vive de la fe, y ya posee en esperanza lo que algún día verá en la realidad.

Te invoco, oh Dios mío, con toda la pureza de mi conciencia, con todo el ardor de la fe que tú me diste por tu dulce amor, y mediante la cual, después de haber disipado las tinieblas que rodeaban mi espíritu, me hiciste llegar al conocimiento de tu eterna verdad. Esa fe, oh Señor, la llenaste tú de suavidad y dulzura, haciéndome renunciar, por el inefable dulzor de tu amor, a los falsos gozos de este mundo que dejan detrás de sí tantas amarguras.

Oh bienaventurada Trinidad, te invoco con alta voz y con el sincero amor de la fe, con la que (mediante la luz de tu gracia) alimentaste y alumbraste mi alma desde mi más tierna infancia, y que fortaleciste después con las instrucciones de la santa Iglesia, nuestra madre. Yo te invoco, oh Trinidad bienaventurada, bendita y gloriosa, Padre, Hijo y Espíritu Santo; Dios único, Señor consolador de las almas: caridad, gracia y celestial inspiración. Padre eterno, Verbo engendrado por el Padre, Espíritu Santo, divino regenerador; luz verdadera, luz verdadera de la luz, iluminación verdadera; fuente, río y riego; Padre eterno, principio de todo ser creado; Verbo eterno por el que todo ha sido creado; Espíritu Santo en el que todo ha sido creado. Todo viene del Padre, todo existe por el Hijo, todo existe por el Espíritu Santo. Tú eres la vida por esencia, oh Padre todopoderoso; Verbo increado, tú eres la vida engendrada desde toda la eternidad; tú eres, oh Espíritu Santo, el vínculo y el centro de todo lo viviente. Padre omnipotente, tú existes por ti mismo; Hijo divino, tú has sido engendrado por el Padre; Espíritu Santo, tú procedes del Padre y del Hijo. Por sí mismo el Padre es el que es; por el Padre el Hijo es el que es; por el Padre y el Hijo el Espíritu Santo es el que es. El Padre es verdadero, el Hijo es la misma verdad, el Espíritu Santo es también la verdad. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tienen, pues, una misma esencia, un mismo poder y una misma bondad.

Capítulo 32. INVOCACIÓN A DIOS

Dios es la suma y verdadera felicidad, y desde él, por él, y en él son felices todos los seres que son felices. Dios es la verdadera y suma vida, desde el cual, por el cual y en el cual viven todas las cosas que viven verdadera y felizmente. Dios es el bien y la belleza, y desde él, por él y en él es bueno y hermoso todo lo que es bueno y hermoso. Dios con su verdad nos excita, con su esperanza nos levanta, con su caridad nos une a sí mismo. Dios nos manda que le pidamos a él mismo, y nos concede encontrarle, y nos abre cuando llamamos a su puerta 103. Alejarse de Dios es caer, acercarse es levantarse; morar en él es gozar de una seguridad inalterable. A Dios sólo se le pierde por el error y el pecado; no se le puede buscar sin haber sido iluminado por él, ni se le puede encontrar sin haber sido purificado de toda mancha. Conocerte a ti, oh Dios, es vivir, y servirte es reinar; alabarte es proporcionar al alma el gozo y la salvación. Yo te alabo con la boca y con el corazón, y con toda la fuerza y el ardor de que soy capaz. Yo te bendigo y te adoro, doy gracias a tu misericordia y a tu bondad por los beneficios con que me has colmado, y elevo mi voz hacia ti para cantar el himno de tu gloria: «Santo, Santo, Santo». Te invoco, oh Trinidad bienaventurada, para que vengas a mí, y me conviertas en templo digno de tu gloria. Ruego al Padre por el Hijo, y al Hijo por el Padre, y al Espíritu Santo por el Padre y el Hijo, para que limpies mi alma de todos los vicios que la manchan, y plantes en ella todas las santas virtudes. Dios inmenso, de quien todo procede, por quien todas las cosas visibles e invisibles han sido creadas, por el cual y en el cual únicamente subsisten: tú estás fuera de las cosas para abarcarlas, dentro para llenarlas, sobre ellas para gobernarlas, y debajo de ellas para sostenerlas; cúbreme, pues, con tu protección, porque yo soy obra de tus manos, y toda mi esperanza y mi confianza está en tu misericordia.

Te suplico que me socorras donde estoy, y en todas las partes donde pueda estar, ahora y siempre, dentro y fuera, antes y detrás, arriba y abajo, y alrededor, de modo que los enemigos no encuentren lugar para tenderme sus trampas. Tú eres el Dios omnipotente, protector y guardián de todos los que esperan en ti, y sin el cual nadie está seguro y libre de peligros. Tú eres el único y verdadero Dios del cielo y de la tierra, y sólo tú puedes hacer cosas grandes, maravillosas, inescrutables y sin número.

Fuente: Agustinus.it

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