Por Jorge de la Cueva (fallecido en 2020), cortesía de la revista Magníficat.
NdR: Los misterios de la pasión que vivimos estos días santos son ocasión privilegiada para confrontar nuestras vidas con quien ha dado la suya por nosotros. El examen de conciencia es mucho más mirar y dejarnos mirar por Cristo que mirarnos a nosotros mismos. Es la mirada redentora de Cristo la que suscitará en nosotros el movimiento de conversión y amor a él.
Institución de la Eucaristía: Perdón por los pecados contra la Eucaristía: rutina, indiferencia, falta de atención y de preparación, falta de vida eucarística.
Oración en Getsemaní: Perdón por mis fallos en la oración: desgana, distracciones, abandono en la sequedad.
Sudor de Sangre: Perdón por la huida ante el dolor y las dificultades, por no valorar el sufrimiento de Jesucristo, por no acompañarlo en su agonía.
Los apóstoles dormidos: Perdón por la desidia, por la facilidad de apelar al cansancio como excusa, por la indiferencia ante el sufrimiento ajeno.
Prendimiento: Perdón por las faltas contra la justicia, contra la caridad, por las ofensas, la falta de consideración, las groserías y desplantes.
Huida de los discípulos: Perdón por mis cobardías, respetos humanos, anti-testimonios, por no seguir a Cristo hasta el final.
Juicio del Sanedrín: Perdón por la inclinación a juzgar y condenar, las faltas de misericordia, detracciones, calumnias.
Las negaciones de Pedro: Perdón las negaciones de mi ser de cristiano con palabras, obras, actitudes, silencios culpables.
Noche triste: Perdón por mi falta de compañía y ayuda al triste, al necesitado, al solo, al que sufre.
Juicio de Pilato: Perdón por la condescendencia ante las presiones injustas, ante las corrientes de la mayoría, ante los criterios del mundo.
Juicio de la multitud: Perdón por la ira, los arrebatos, odios, ataques a las personas.
Jesús pospuesto a Barrabás: Perdón por rebelarme a ser pospuesto, minusvalorado, por el rechazo sistemático de la humillación, por la vanidad, por la soberbia.
Juicio de Herodes: Perdón por no callar cuando debo, por no soportar las injurias o el ridículo; por los desprecios y humillaciones que causo a otros.
Flagelación: Perdón por mi falta de consideración al Cuerpo eucarístico de Cristo y mi irreverencia ante el sagrario.
Coronación de de espinas: Perdón por los pecados de pensamiento, de deseo, de malas intenciones, por el afán desmedido de coronas de éxito ante un Cristo coronado de espinas.
El rey de burlas: Perdón por las burlas y bromas hirientes, por las críticas y comentarios punzantes.
«Ecce homo»: Perdón por no considerar la gravedad de mi pecado ante un Cristo deshecho en el cuerpo y en la fama.
Lavatorio de manos: Perdón por los pecados de hipocresía, por los disimulos culpables.
Sentencia de cruz: Perdón por no reaccionar ante las injusticias sociales o infligidas a otros y sí hacerlo enseguida cuando son contra nosotros.
La cruz a cuestas: Perdón por la huida sistemática de cualquier cruz, olvidado de su sentido redentor y santificador.
El cirineo: Perdón por no compartir los pesos que soportan mis hermanos, sin ver en ello el privilegio de participar en la cruz de Cristo.
Caídas: Perdón por rehusar levantarme de mis caídas y mi falta de afán de enmienda, por los propósitos quebrantados, por la facilidad de desistir y abandonar el buen empeño, por olvidar la llamada continua de Dios a caminar hacia la santidad.
Mujeres de Jerusalén: Perdón por no ser solidarios y compasivos con los males del mundo.
Expolio: Perdón por los pecados de impureza en pensamientos, miradas, curiosidades, palabras y obras; por las faltas de pudor, por las concesiones a modas y costumbres inmorales, por admitir fácilmente la permisividad del mundo.
Crucifixión: Perdón por las infidelidades a las obligaciones de todo género, por las negligencias en el cumplimiento del deber.
Cristo levantado en la cruz: Perdón por las faltas de dolor, arrepentimiento de los pecados y firme propósito de la enmienda.
Reparto de las vestiduras: Perdón por mi codicia, por la falta de respeto a lo ajeno.
«Padre, perdónalos»: Perdón por los rencores y resistencia a perdonar las ofensas.
El ladrón perdonado: Perdón por la dureza en reconocerme culpable, por no acudir a recibir el perdón, por las negligencias en el sacramento de la penitencia.
«Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»: Perdón por mi deserción y abandono en la desolación y en la oscuridad de las tribulaciones.
María al pie de la cruz: Perdón por las faltas a la fidelidad y al testimonio cristiano, por no tomar en serio el compromiso de la fe.
«He ahí a tu Madre»: Perdón por la falta de una intensa devoción mariana y su irradiación a los demás.
«Tengo sed»: Perdón por el olvido de las obras de misericordia, por la falta de mortificaciones, especialmente en comida y bebida.
Hiel y vinagre: Perdón por amargar a otros con mis palabras y obras, por las frases hirientes.
«Todo lo he cumplido»: Perdón por no buscar con empeño la voluntad de Dios, por el olvido de la vocación y misión que el Señor nos asigna en este mundo.
Muerte: Perdón por no morir al amor propio, por no hacer muerte en mí a través del vencimiento y olvido de mí mismo.
La lanzada: Perdón por esos pecados que más hieren el Corazón de Cristo y de su Iglesia.
Sangre y agua: (Símbolo de los sacramentos) Perdón por la poca estima de la vida sacramental, por no valorar mi condición de bautizado y ser fiel a sus consecuencias.
«Pietá»: Perdón por no unirme a María en su dolor, ni ser su consuelo con una entrega total.
Sepultura: Ante un Cristo aniquilado y vencido, aparece en terrible contraste nuestra soberbia, altanería, autosuficiencia y orgullo.
Fuente: Infovaticana
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