jueves, 10 de noviembre de 2022

2do. día Consagración al Inmaculado Corazón de María

 


Día 2

Texto para meditar: Mt, 5, 48; 6, 1-15

Sed, pues, perfectos, como perfecto es vuestro Padre celestial.

Estad atentos a no hacer vuestra justicia delante de los hombres 

para que os vean; de otra manera no tendréis recompensa ante 

vuestro Padre, que está en los cielos.

Cuando hagas, pues, limosna, no vayas tocando la trompeta 

delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y 

en las calles, para ser alabados de los hombres; en verdad os 

digo que ya recibieron su recompensa.

Cuando des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace la derecha, 

para que tu limosna sea oculta, y el Padre que ve lo oculto, 

te premiará.

Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar 

en pie en las sinagogas y en los ángulos de las plazas, para ser 

vistos de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su 

recompensa. Tú, cuando ores, entra en tu cámara y, cerrada la 

puerta, ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve 

en lo escondido, te recompensará. Y orando, no seáis habladores, 

como los gentiles, que piensan ser escuchados por su mucho 

hablar. No os asemejéis, pues, a ellos, porque vuestro Padre 

conoce las cosas de que tenéis necesidad antes que se las pidáis. 

Así, pues, habéis de orar: Padre nuestro, que estás en el cielo, 

santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase 

tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro 

pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también 

nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes 

caer en la tentación, y líbranos del mal.

Porque si vosotros perdonáis a otros sus faltas, también os 

perdonará a vosotros vuestro Padre celestial. Pero si no 

perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará 

vuestras faltas.

Oraciones del día

VENI, CREATOR SPIRITUS

Ven, Espíritu Creador, visita las mentes de tus siervos, llena de la gracia 

de lo alto los pechos que Tú creaste.

Tú, que eres llamado Paráclito, don de Dios altísimo, fuente viva, fuego, amor, y unción espiritual.

Tú septiforme en el don, dedo de la paterna diestra, Tú, 

auténtica promesa del Padre, que enriqueces las lenguas con 

palabras.

Enciende lumbre en los sentidos, infunde amor en los corazones, corroborando con vigor constante la fragilidad de nuestro cuerpo.

Rechaza más y más lejos al enemigo, concede prontamente la paz, 

yendo así Tú delante como guía, evitemos todo mal.

Haz que por ti conozcamos al Padre y conozcamos también al Hijo 

y por ti, Espíritu de entrambos, creamos en todo tiempo.

A Dios Padre sea la gloria y al Hijo, que entre los muertos resucitó, 

y al Paráclito por los siglos de los siglos. Amén.

AVE MARIS STELLA

Salve, Estrella del mar, Madre, que diste a luz a Dios, quedando perpetuamente Virgen, feliz puerta del cielo.

Pues recibiste aquel Ave de labios de Gabriel, ciméntanos en la paz, trocando el nombre de Eva.

Suelta las prisiones a los reos, da lumbre a los ciegos, ahuyenta 

nuestros males, recábanos todos los bienes.

Muestra que eres Madre, reciba por tu mediación nuestras 

plegarias el que nacido por nosotros, se dignó ser tuyo.

Virgen singular, sobre todos suave, haz que libres de culpas, 

seamos suaves y castos.

Danos una vida pura, prepara una senda segura, para que, 

viendo a Jesús, eternamente nos gocemos.

Gloria sea a Dios Padre, a Cristo altísimo y al Espíritu 

Santo: a los tres un solo honor. Amén.

MAGNIFICAT

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, 

mi salvador, porque ha mirado la humildad de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso 

ha hecho obras grandes en mí y su nombre es santo.

Y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación 

sobre los que le temen.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, 

derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Acogió a Israel su siervo, acordándose de su misericordia como 

la había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia para siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, 

ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.



Fuente: 
matercoeli.com

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