jueves, 17 de noviembre de 2022

9no. día Consagración al Inmaculado Corazón de María

 


Día 9

Texto para meditar: Imitación de Cristo, libro I, cap. 13

El fuego prueba al hierro, y la tentación al hombre justo.

Muchas veces no sabemos lo que podemos; mas la 

tentación descubre lo que somos.

Debemos, pues, velar principalmente al venir la tentación; 

porque entonces más fácilmente es vencido el enemigo 

cuando no le dejamos pasar de la puerta del alma, y se 

le resiste al umbral luego que toca.

Atajar al principio el mal procura:

 

Si llega a echar raíz, tarde se cura.

Porque primeramente se ofrece al ánima sólo el 

pensamiento sencillo; después, la importuna 

imaginación; luego, la delectación y el torpe movimiento, 

y el consentimiento.

Y así entra poco a poco el maligno enemigo, y se 

apodera de todo por no resistirle al principio.

Y cuanto más tiempo fuere uno perezoso en resistir, 

tanto se hace cada día más flaco, y el enemigo 

contra él más fuerte.

Algunos padecen graves tentaciones al principio de su 

conversión, y otros, al fin.

Pero otros son molestados casi por toda su vida.

Algunos son tentados blandamente, según la sabiduría 

y el juicio de la divina Providencia, que mide el estado 

y los méritos de los hombres, y todo lo tiene ordenado 

para la salvación de sus escogidos.

Por eso no debemos desconfiar cuando somos tentados, 

sino antes rogar a Dios con mayor fervor que sea servido 

de ayudarnos en toda tribulación; el cual, sin duda, 

según el dicho de San Pablo, nos dará el auxilio junto 

con la tentación, para que la podamos resistir.

Humillemos, pues, nuestras almas bajo la mano 

de Dios en toda tribulación y tentación, porque 

Él salvará y engrandecerá a los humildes de espíritu.

En las tentaciones y adversidades se ve cuánto uno 

ha aprovechado y en ellas consiste el mayor 

merecimiento y se conoce mejor la virtud.


ORACIONES DEL DÍA

VENI, CREATOR SPIRITUS

Ven, Espíritu Creador, visita las mentes de tus siervos, 

llena de la gracia de lo alto los pechos que Tú creaste.

Tú, que eres llamado Paráclito, don de Dios altísimo, 

fuente viva, fuego, amor, y unción espiritual.

Tú septiforme en el don, dedo de la paterna diestra, 

Tú, auténtica promesa del Padre, que enriqueces las 

lenguas con palabras.

Enciende lumbre en los sentidos, infunde amor en los 

corazones, corroborando con vigor constante la 

fragilidad de nuestro cuerpo.

Rechaza más y más lejos al enemigo, concede prontamente 

la paz, yendo así Tú delante como guía, evitemos todo mal.

Haz que por ti conozcamos al Padre y conozcamos 

también al Hijo y por ti, Espíritu de entrambos, creamos 

en todo tiempo.

A Dios Padre sea la gloria y al Hijo, que entre los muertos 

resucitó, y al Paráclito por los siglos de los siglos. 

Amén.

AVE MARIS STELLA

Salve, Estrella del mar, Madre, que diste a luz a Dios, 

quedando perpetuamente Virgen, feliz puerta del cielo.

Pues recibiste aquel Ave de labios de Gabriel, 

ciméntanos en la paz, trocando el nombre de Eva.

Suelta las prisiones a los reos, da lumbre a los ciegos, 

ahuyenta nuestros males, recábanos todos los bienes.

Muestra que eres Madre, reciba por tu mediación nuestras 

plegarias el que nacido por nosotros, se dignó ser tuyo.

Virgen singular, sobre todos suave, haz que libres de 

culpas, seamos suaves y castos.

Danos una vida pura, prepara una senda segura, para 

que, viendo a Jesús, eternamente nos gocemos.

Gloria sea a Dios Padre, a Cristo altísimo y al Espíritu 

Santo: a los tres un solo honor. Amén.

MAGNIFICAT

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi 

espíritu en Dios, mi salvador, porque ha mirado la 

humildad de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, 

porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí 

y su nombre es santo.

Y su misericordia llega a sus fieles de generación 

en generación sobre los que le temen.

Él hace proezas con su brazo: 

dispersa a los soberbios de corazón, derriba del 

trono a los poderosos y enaltece a los humildes; 

a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los 

despide vacíos.

Acogió a Israel su siervo, acordándose de su misericordia 

como la había prometido a nuestros padres en favor 

de Abraham y su descendencia para siempre.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en 

el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. 

Amén.



Fuente: https://www.matercoeli.com/

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